He leído un artículo muy jugoso que se titula “SOS: Vuelven los cuentos en azul y rosa” que salió en el periódico La Vanguardia el día 13 de febrero y viene firmado por Maite Rius.
Cómo podéis imaginar trata de la diferencia de género y de los estereotipos en los cuentos para los más pequeños. Es interesante, pero creo que es demasiado largo para copiároslo aquí entero. Por eso he pensado que simplemente os voy a dejar con algunos párrafos que me resultan más interesantes.
Las ilustraciones también hablan (Adela Turín que no solo ha escrito renovando los estereotipos de sexo transmitidos en la literatura infantil, en su colección “A Favor de las Niñas” , sino que también ha observado con ojo crítico las ilustraciones de otros cuentos):
“El padre: Si en sus primeros estudios Turín denunciaba que el delantal siempre lo llevaba la madre, que el padre siempre estaba ausente o sentado en el sofá, sus análisis más recientes apuntan que se ha renovado la figura del padre haciéndole figurar como un ser amoroso con su bebé, pero rara vez aparece empujando el carrito por la calle o cambiando el pañal. Ahora el padre también se dibuja en la cocina, pero sin delantal, porque su ocupación doméstica es excepcional.
La madre: No se ha actualizado la figura de la madre como pareja solidaria; se le atribuyen las explicaciones beatíficas y fantásticas, mientras que con el padre se habla de política, de trabajo y de asuntos internacionales.
La abuela: Se ignora que las abuelas con nietos de cinco años son mujeres de cincuenta años y no viejas a las puertas de la muerte.
Los pediatras: Siempre son hombres, en completa contradicción con las estadísticas.
Las gafas: Simbolizan inteligencia y siguen siendo un atributo masculino que rara vez lleva la madre. Cuando aparecen en las niñas es como símbolo de incompatibilidad entre belleza e inteligencia.
El periódico: Siempre está en manos de los hombres, y las niñas y las mujeres, si leen algo, son revistas.
La ventana: Se considera símbolo de pasividad, de aislamiento, de alejamiento de la realidad o de refugio en un mundo imaginario, y tras ella siempre aparece una niña o una princesa.”
"Todos asociamos manzana con Blancanieves, zapato de cristal con Cenicienta y alfombra con Aladino; todo lo que se transmite vía cuentos resulta difícil de olvidar, y eso los hace peligrosos", dice Virginia García-Lago, profesora de Psicología de la Educación y del Desarrollo en la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
"El cuento es uno de los recursos didácticos más potentes de los que disponemos; con ellos socializamos, inculcamos ideas, transmitimos modelos..." Cristina Ramos, maestra de educación infantil, psicóloga y asesora de formación del profesorado en el CEP de Granada. Pero tampoco cree que los cuentos nuevos sean la panacea:
"El peligro es que sean tan políticamente correctos que no cuenten nada". García-Lago coincide en que "el problema de los cuentos centrados en los valores es que no enganchan, no tienen fuerza ni magia, son trocitos de la vida cotidiana y los niños nunca te piden que se los vuelvas a contar".
"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero".
“El mito del príncipe azul se mantiene en los cuentos, en los juegos (el Kent de la Barbie), en las películas (el capitán de Pocahontas), en las novelas y revistas para adolescentes, e incluso en las destinadas a adultos, pues a las famosas que inician una relación se les sigue preguntando si aquel es, al fin, su príncipe azul.”
"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero" Cristina Ramos.
"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero".
“El mito del príncipe azul se mantiene en los cuentos, en los juegos (el Kent de la Barbie), en las películas (el capitán de Pocahontas), en las novelas y revistas para adolescentes, e incluso en las destinadas a adultos, pues a las famosas que inician una relación se les sigue preguntando si aquel es, al fin, su príncipe azul.”
"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero" Cristina Ramos.
"No se trata de dejar de lado los cuentos tradicionales o los sexistas, sino de formar lectores y lectoras críticos que disfruten con la lectura y sean capaces de interpretarlas en sus coordenadas socio-históricas, entendiendo que el momento actual responde a otros parámetros en los que no debe establecerse ninguna discriminación entre niños y niñas" María Rosal Nadales, profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Córdoba.