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jueves, 4 de febrero de 2010

Larra. Fígaro de vuelta. 1809-2009



Hace una semana estuve en la Biblioteca Nacional de España visitando la exposición "Larra. Fígaro de vuelta 1809-2009". Esta exposición está organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC) junto con la Biblioteca Nacional de España (BNE), y se puede visitar hasta el 14 de febrero.

Como puede deducirse de su título, se ha creado con motivo del segundo centenario de su nacimiento, y tiene como finalidad analizar la vida de Larra, así como el contexto histórico, cultural y literario en el que desarrolló su actividad como poeta, novelista, autor teatral y periodista.

La exposición ocupa varias salas de la planta baja de la Biblioteca y reúne ciento cincuenta piezas que abarcan documentos autógrafos, libros, artículos, muebles, grabados, cuadros y grabaciones musicales.

La verdad es que a mí me pareció muy interesante. Tiene cinco apartados. El primero recoge el marco histórico por el que transcurre su vida. El segundo profundiza en la biografía del periodista en relación con sus amigos escritores. Una época en la que Larra fue fundamentalmente periodista, pero no dejó de cultivar géneros como la poesía sátira, el ensayo polémico, la novela histórica y el teatro. El tercer apartado se centra en sus distintas firmas. El cuarto apartado son retratos y grabados de artistas de la época. El quinto se dedica a recorrer la fama "postuma" de Larra.

Me llamaron la atención las ropas que aún se conservan de él. Era un hombre muy bajito. Incluso está en una vitrina la camisa ensangrentada de su último día. Ya sabemos que Larra se mató de un pistoletazo el 13 de febrero de 1837. Siempre se ha dicho que fue porque Dolores Armijo, su amante, no quiso saber más de él. En la exposición se subraya que ya en los meses anteriores a su muerte Larra publicó artículos muy reflexivos en los que se lamentaba de forma muy pesimista de la España de ese momento. Era un poeta infeliz. Se ilusionó con volver a estar con Dolores Armijo, con la que se relacionaba desde 1831, y su negativa a seguir viéndose fue de alguna forma la gota que colmó el vaso y se suicidó.

Por otra parte me gustó mucho el tercer apartado. Recordar sus varios seudónimos. Se recoge muy bien esta inclinación que tuvo a emplear varios nombres, además del propio, para firmar sus textos. Para las piezas teatrales utilizaba el anagrama "Ramón Arriala" y para los artículos periodísticos diversos seudónimos, aunque en unas ocasiones firmaba con la inicial de su apellido "L" y en otras, sin firma. El seudónimo que utilizó en la primera revista, hecha por él mismo, fue "El Duende Satírico del Día". En la segunda revista unipersonal que tuvo Larra firmaba con "El Pobrecito Hablador". El Pobrecito Hablador se comunica con otro seudónimo de Larra "Andres Niporesas", que firma también cartas a partir del núm. 10 de esa publicación. Al mismo tiempo que firmaba como "El Pobrecito Hablador", empieza a firmar en otra Revista como contratado con el seudónimo que le hará más famoso "Fígaro".

Pero sobre todo, lo que más me gustó de la exposición, fue el largo y entretenido documental “Larra”, que cuenta con testimonios de especialistas como Vicente Molina Foix, Luis Alberto de Cuenca, Francisco Nieva o Raúl del Pozo, entre otros. Me gustaba mucho como (también colaboraban uno de sus descendientes y una catedrática, que siento mucho en este momento no recordar sus nombres) tejían cada uno a su manera pero entre todos un tapiz de palabras sobre momentos de la vida de Larra relacionándolos con el momento político e histórico que vivió. Muy interesante. Para apoyar sus palabras el documental muestra muchísimas imágenes del Madrid de los Austrias, lugares que frecuentaba Larra de esta ciudad y que por lo que se deduce amaba y detestaba casi por igual.

Todos los que hablaban de él en el documental (alguno que otro subrayaba su pequeña estatura y el esmero que ponía en vestirse) incidían en que Larra fue el primer periodista moderno de este país. Lo triste es que se rindió demasiado pronto a la desesperanza. Cuando murió solo tenía 28 años.

Os aconsejo, si os interesa este tema, que no os perdais este documental. Es largo, pero muy instructivo e interesante.



Lugar y fecha
Biblioteca Nacional de España. Madrid
17.12.09 - 14.02.10


miércoles, 3 de febrero de 2010

El lenguaje popular meteorológico...


Hay muchas palabras que poco a poco se van reduciendo a algunos ámbitos geográficos y al habla de los mayores del lugar.



He encontrado un artículo muy interesante sobre el lenguaje meteorológico popular. Os lo recomiendo a quiénes os interese el tema del lenguaje relacionado con la meteorología. http://www.divulgameteo.es/uploads/Arcaismos.pdf


Para haceros la boca agua, y nunca mejor dicho, os voy a copiar aquí algunos ejemplos de lo que se cuenta en dicho artículo:



Lluvia:

Orvallo u Orbayo (lo vemos escrito de ambas formas) para referirse a la llovizna o lluvia menuda que cae blandamente. Se usa sobre todo en Galicia y Asturias.


Calabobos y chirimiri: Llovizna tan fina que apenas uno percibe su presencia hasta que al cabo de un rato está calado hasta los huesos, quedándosete cara de circunstancias o de bobo (de ahí la expresión). Propia del norte de España.



Orpín o Niebla chorrera (comarcas manchegas): llovizna más suave que el orbayo. O lo que es lo mismo niebla meona, que es aquella que sin llegar a producir precipitaciones sí que termina por hacer desprender minúsculas gotas de agua.


Chiriso (Islas Canarias), Chuvinela (Zamora), Albaina (Mallorca) también son términos para referirse a la llovizna. Mojarrinear, chivisnear, chivisquear, aguarrinear, murrinear o mugallear… también es lloviznear.


Jarrear, diluviar: Lluvias intensas o torrenciales.


Espurniar: Momento en el que puede afirmarse, con propiedad, que está lloviendo, si bien una segunda acepción lo identifica también con lloviznar.


Frío:



Rus, bris, rasca, biruji o escuchicín son el frío intenso y penetrante que sentimos cuando salimos de casa en invierno.


Carámbanos, calamocos, chapiteles, chipiletes, pinganiles, candelizos, calambrizos, rencellos, chupones o chupadores. Cangalitu, cirriu: Estalactitas de hielo que cuelga de los aleros de los tejados.



Vientos:


Cierzo (del latín cercius, que era como antiguamente llamaban los romanos a este viento) tiene como sinónimos: Cencio, cercera, ciercera, zarzagán, zaracio (León) o siero (Salamanca). Una cierzada sería una ventisca de agua o de nieve.



Solano ( un viento templado de componente sur, que debe su nombre a que sopla de donde sale el sol) tiene como sinónimos: Siroco, leveche o jaloque, xaloc (Cataluña). También rabiazorras o secabalsetes. También Levanto (Canarias).




Calor:


Bochorno (que tiene su origen en el término latino “vulturnus”, viento del este para los romanos) tiene como sinónimos: chornio y churmu (León). También caloracho, calorina, caloría, quemazón o farria.


Chicharrina: Calor excesivo

Sorna: Cuando el calor es pegajoso y sofocante.


Insolación veraniega: Tabardillo o asoleamiento




Si os interesa este tema, ya sabéis:

Arcaismos y otras particularidades del lenguaje meteorológico popular

Jose Miguel Viñas Rubio


José Miguel Viñas (Madrid, 1969) es físico del aire y comunicador científico, especialista en Meteorología y temas afines. Con amplia experiencia en predicción meteorológica en el sector privado, destacan sus trabajos como meteorólogo en diferentes medios de comunicación (TV, radio, prensa e Internet), así como su labor docente, como profesor de Meteorología Aeronáutica a varias promociones de pilotos (Aerea FTO, Aeromadrid). Entre mayo de 2005 y febrero de 2009, ha sido vocal de la Junta Directiva de la AME (Asociación Meteorológica Española). Desde 2004 es colaborador habitual de RNE, con distintas secciones en el magazine de fin de semana, “No es un día cualquiera”, que dirige y presenta Pepa Fernández.

lunes, 1 de febrero de 2010

"Un adverbio se le ocurre a cualquiera" Millás y el premio Don Quijote de Periodismo


Imagino que la semana pasada escucharíais que le habían dado a Millás el premio don Quijote de Periodismo. El jueves creo que fue.

El premio que está dotado con 9.000 € se lo dieron por un artículo titulado “Un adverbio se le ocurre a cualquiera” y fue publicado en la revista Interviú.

“…El jurado reconoce "la originalidad, la inteligencia y el humor que el trabajo ganador conjuga, para hacer un homenaje a los hispanohablantes, a la escritura y a las palabras en su totalidad".

A mi me gusta este artículo, es muy Millás. He pensado que os lo iba a dejar aquí, para que lo podáis saborear todos.




UN ADVERBIO SE LE OCURRE A CUALQUIERA

29/01/2010
Artículo por el que Juan José Millás ha obtenido el premio Don Quijote de Periodismo.

Hemingway cobraba los artículos por palabras. A tanto el término, lo mismo daba que fueran adjetivos que sustantivos, preposiciones que adverbios, conjunciones que artículos. No recuerdo de dónde saqué esa información, hace mil años (cuando ni siquiera sabía quién era Hemingway), pero me impresionó vivamente. En mi barrio había una tienda de ultramarinos, una mercería, una droguería, una panadería, una lechería… Pero no había ninguna tienda de palabras. ¿Por qué, tratándose de un negocio tan lucrativo, como demostraba el tal Hemingway? Para vender leche o pan, pensaba yo, era preciso depender de otros proveedores a los que lógicamente había que pagar, mientras que las palabras estaban al alcance de todos, en la calle o en el diccionario.
Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia. Si la sustancia de una frase dependía de esta parte de la oración, lo lógico era que valiera más. Después del sustantivo venía el verbo y, tras el verbo, el adjetivo. A partir de ahí, los precios estaban tirados. Cuando un cliente, en mis fantasías, compraba tres sustantivos, le regalaba cuatro o cinco conjunciones, para fidelizarlo. Mi padre, que era agente comercial, utilizaba mucho el verbo fidelizar. ¿De dónde, si no, iba a sacar yo esa rareza gramatical? En mi tienda imaginaria había también un apartado de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca. Aún recuerdo algunas: copribato, rebogila, orgáfono, piscoteba, aguhueco, escopeja…


El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones. Las había de muchos precios, claro. Las frases hechas eran las más baratas. Recuerdo, entre las que tuvieron más éxito, en boca cerrada no entran moscas y no rascar bola, pero a mí me gustaban mucho también leerle a alguien la cartilla, ser un hueso duro de roer, chupar cámara, pelillos a la mar, o mi sastre es rico. El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas.


La idea de la tienda de palabras y frases me resultó muy liberadora, pues siempre pensé que ganarse la vida era condenadamente difícil. El mayor miedo de mi infancia era el de acabar en una esquina, vendiendo pañuelos de papel. Un día que mi madre, tras suspirar con expresión de lástima, se preguntó en voz alta qué iba a ser de mí, le dije que no se preocupara, pues había decidido que iba a poner una tienda de palabras. Tras meditar unos instantes, me dijo que eso era un disparate y que debía poner mis energías en cuestiones prácticas. Ahí acabó mi sueño de vender palabras. Luego, de mayor, comprobé que los anuncios por palabras constituían un capítulo muy importante en la cuenta de resultados de los periódicos. Pero no le dije nada a mamá, para que no se sintiera culpable.


De todos modos, acabé viviendo de las palabras. No tengo una tienda abierta al público, tal como soñaba entonces, pero me levanto por las mañanas, las ordeno en un papel, las envío al periódico o a la editorial y me pagan por ellas. A tanto la pieza. Una pieza es un artículo. El término pieza se utiliza también entre los cazadores para denominar a los animales abatidos. La semejanza es correcta, pues escribir un texto se parece mucho a cazarlo. De hecho, con frecuencia se nos escapa. La otra noche, en la cama, con los ojos cerrados, pasó volando por mi bóveda craneal un artículo estupendo. Me levanté, cogí un cuaderno que tengo en la mesilla, apunté con el bolígrafo, pero la pieza había desaparecido. Desde la utilización masiva de los ordenadores, contamos los artículos por palabras. Éste que están ustedes leyendo tendrá unas 4.700. Puedo calcular a cuánto me sale la palabra y decir que cobro en plan Hemingway. Pero me sigue pareciendo mal que me paguen lo mismo por un sustantivo que por un adverbio. Un adverbio se le ocurre a cualquiera.

De libros, bragas y tertulias del Café Gijón. ¡Cómo es la vida!


Quería contaros el final (final por ahora porque ésto nunca se sabe...) de la historia de aquella foto tan polémica que llevaba por título "Regalamos un libro por la compra de tres bragas".


Si volveis sobre el enlace anterior os acordareis de que por esos azares de la vida (me lo contó una amiga) supimos el nombre del autor de los libros que regalaban. Todo un premio Nacional de Poesía.

Pues bien, como no hay dos casualidades sin tres, el otro día mi amiga otra vez me escribió, para contarme que en mi mismo blog, resulta que estaba la foto del autor en cuestión. ¡Qué gracia! Porque, efectivamente, cuando yo os conté que habíamos estado haciendo la tertulia en el Café Gijón, junto a la nuestra, colgué una foto de una tertulia que se hacía en ese Café, allá por el 1947... Y entre esos insignes tertulianos estaba nuestro Poeta. Es como si se cerrara el círculo ¿verdad?
Os voy a copiar el correo donde mi amiga me lo decía, de lo cual me alegro un montón y le doy las gracias por acordarse de mí en estas ocasiones, y después os voy a copiar los comentarios que ésto ha suscitado entre mis compañeros de tertulia, personas que se dedican a escribir. Sus diversas reacciones frente a el hecho de que, con el tiempo, los libros de un Premio de Poesía Nacional acaben regalándose al comprar tres bragas...



"Rocío, ¡¡más casualidades!!

Has tenido delante al poeta Prado Nogueira, le has visto, le has elegido y te diré más, has decidido que quedaba estupendo colgado en tu blog.
Está en la foto de la tertulia del café Gijón 1947 del grupo de la "juventud creadora" al que pertenecía. Desde allí, con esa galanura de actor de cine propia de la época, nos está mirando a las dos, sentado junto a José García Nieto en la primera fila, el quinto empezando por la derecha. Ya ves, querida Rocío, sin saberlo has juntado obra y autor en dos fotos de tu blog. ¿Qué más hilos fascinantes descubriremos?..."

Y ahora os voy a pegar los distintos comentarios que ha suscitado toda esta hilera de casualidades. Unos quieren verlo como algo negativo, otros más positivo... En cualquier caso ha sido muy curioso todo ¿verdad? Desde una foto chocante hasta el año 1947... Esto podría ser un todo un relato ¿verdad?

“Rocío, me habían pasado hace unos días la foto del regalo de la gitana y la tenía pendiente de colgar en mi blog, ya no la cuelgo, me había quedado impresionada. claro más impresionada me he quedado cuando has dicho que los autores que están primeros son el padre de un amigo tuyo y su amigo. Un día que estaba un poco depre, me fui a dar una vuelta por Atocha y enfrente del Brillante, un manta entre tuercas y otros artilugios vendía libros. Me dio por pensar que con la ilusión que se pone en un cada cosa que se escribe y lo contento que te pones cuando te publican un relato, que pena tener ese fin. Me dio por imaginar todos nuestros libros allí chorretosos como estaban aquellos y con nuestros nombres escritos, total que rematé el día. A mi estás cosas me producen mucha tristeza. “(C.F.)

“…después de ver la foto del blog de Rocío pero supongo que la vida tiene estas cosas (por cierto, que aun intento decidir si la foto es tan terrible o no, si es mejor eso que el olvido total, o no?...es muy triste, desde luego, pero, es mejor que nada?...y si de ese modo consigue llegar a la gente?... dentro de lo cómico, no es lo ideal ,claro, pero...en fin, no me hagáis mucho caso, que sigo dilucidando...) “ (C.H.)

“…La foto es surrealista total, pero como no se puede vivir de la poesía....ja,ja,ja
El caso es que me gustaría saber más, ¿como han llegado esos libros ahí?
¿Es un mercadillo de la calle? ¿Tantos ejemplares?
¡lo que es es la vida¡ como tú dices. Todo un premio nacional como se ve….” (F.M.)

“Rocío, desde la primera vez que vi la foto ya me pareció de las que provoca sentimientos contradictorios. Para los que nos gusta escribir, aunque lo hagamos a nivel amateur, esa imagen de los libros entre bragas, mejor dicho, de los libros que se regalan por comprar bragas, puede resultar tan alentadora como desalentadora. Que se tome por un lado o el otro depende de cada uno, o sobre todo, de cómo se haya levantado ese "cada uno" por la mañana. He decidido que a mí me produzca efectos alentadores. Porque se me ocurren varios destinos bastante más aberrantes para un libro que un mercadillo: A. Contenedor para reciclaje de papel. B. Refuerzo para apuntalar un armario o mesa que cojea. C. Objeto arrojadizo durante una discusión marital. D. Préstamo a alguien que ni se molesta en leerlo ni en devolvérselo a su dueño. La opción C hay que evitarla siempre, a toda costa.” (D.L.)

domingo, 31 de enero de 2010

El Quesuismo...

El otro día Javier Díaz ( http://www.javierdiazgil.blogspot.com/) me regaló una nueva palabrota para mi colección. Una de esas que me gustan a mí:

Quesuismo
¿Sabéis lo que es el quesuismo?

No, no es una enfermedad producida por una ingesta excesiva de queso, ni ninguna otra acepción "peregrina" como decía una antigua profesora mía de lengua en mis tiempos del BUP...

No.

El quesuismo es un error muy común cuando hablamos. Consiste en sustituir el adjetivo relativo "cuyo" por la secuencia "que su".

Pero mejor que yo os lo va a explicar Leonardo Gómez Torrego (Doctor en Filología Románica, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y colaborador de la Real Academia de la Lengua) en un artículo publicado en el Centro Virtual Cervantes.


Quesuismo


Miércoles
, 7 de abril de 1999


Por Leonardo Gómez Torrego

Una anomalía sintáctica cada vez más frecuente (no es rara en la lengua de los medios tanto escritos como orales) es la de desglosar el determinativo relativo-posesivo cuyo (con sus variantes) en la secuencia que su(s). Es decir, el valor «relativo» lo recogería que, y el «posesivo» su. Estos son algunos ejemplos:

*Este es un periódico que su sede está en Madrid.

*Aquellas palabras que es tónica su última sílaba se llaman agudas.

Como se ve en el segundo ejemplo, la secuencia que + su puede ser discontinua.

Escribir (y hablar) de esta guisa supone un claro desaliño y posiblemente un desconocimiento de una regla gramatical fundamental de nuestra lengua, y es que todo pronombre, por el hecho de serlo, debe desempeñar una función nominal (sujeto, complemento directo, etc.), y es evidente que en los ejemplos mencionados el pronombre que aparece desfuncionalizado: no es ni sujeto, ni c. directo... En ellos, debería haber aparecido la forma cuya, que sí desempeña función: la de actualizador del sustantivo correspondiente: cuya sede, cuya última sílaba.

En ocasiones, en lugar del posesivo su(s) aparece el artículo, pero siempre con valor posesivo:

*Compré un libro que estaban las hojas como descoloridas.

Parece, pues, que se hace necesario ejercitarse en el uso del determinativo cuyo, que parece ir quedándose relegado al lenguaje exclusivamente culto.

"Cuyo ha entrado en decadencia en la lengua actual. ¿Quién diría hoy un sábado por la tarde tomando unas cañas algo así?: “No ha venido el chico ese cuya novia estudia empresariales”.

Los hablantes, aunque sea inconscientemente, intuyen la dualidad de cuyo: es relativo y, al mismo tiempo, posesivo. Por eso lo rompen para sacar las piezas.

¿Y qué es lo correcto? Pues depende. En situaciones formales, tanto orales como escritas, hay que evitar el quesuismo. En cambio, en situaciones informales (en casa, con los amigos…) cuyo seguiría siendo correcto pero probablemente poco adecuado.

Esto es lo mismo que preguntar: “¿Un hombre va bien vestido con traje?”. En la oficina sí, pero en la playa seguramente no."

Extraído de: http://blog.lengua-e.com/2007/el-quesuismo/


viernes, 29 de enero de 2010

"María Zambrano y los gatos" Jesus Marchamalo



Y como una cosa lleva a otra, una entrada lleva hasta la siguiente.

Os dejo con un "retrato" escrito en su día por Jesús Marchamalo en la sección "Rinconete" del Centro Virtual Cervantes. Este retrato y varios más, junto a las ilustraciones de Damián Flores, conforman el libro "39 escritores y medio", editado por Siruela.

Un libro que a mí me gusta mucho, donde se hace un recorrido por las biografías de algunos escritores, de forma muy curiosa, anécdotica y amena.


Zambrano y los gatos

"Parece que fue un antiguo juez togado, un ex militar, un diputado jubilado, no sé, un hombre de orden, de esos de batín de franela, gomina y bigotito recortado, el que la denunció. Contó a una pareja de fornidos carabienieri, con la desgana del ciudadano ejemplar, que aquella mujer menuda, que fumaba exóticos cigarrillos turcos con boquilla de nácar, albergaba en su casa un plácido, apacible y abrigador ejército de casi veinte gatos que, a diario, maullaban, y arañaban los muebles, y dormitaban al sol romano en la terraza, impregnando la escalera vecinal, escalón a escalón, de un acre olor a orines y excrementos. Así que tuvo que irse, dejar su casa en Roma y huir al campo con aquella prole felina de hocicos afilados y ojos zalameros, cuyos bufidos y arañazos provocaron el único retraso ferroviario que se recuerda en Suiza.

Siempre he tenido curiosidad por saber cómo se pone nombre a veinte gatos, qué santorales hay que consultar, qué listado profano de adjetivos y adverbios y palabras sonoras y acolchadas. Sé que tuvo una gata que se llamaba Rita, y que años más tarde, aquí en España, pidió un amigo que enterrara en el jardín de su casa de Galapagar, bajo un cedro a otras dos que habían venido con ella del exilio; primero a Tigra, que murió con diecinueve años y después a Blanquita, de quince. Sé también que otro amigo, amante de los gatos, le regaló dos hermanas, grises, a las que llamó Lucia y Pelusa, y que vivieron con ella hasta su muerte.

Cuentan las biografías que siempre tuvo una salud muy frágil de hierro, y que con tres años sufrió un colapso que la colocó al borde de la muerte. Cuentan que cuando se matriculó en bachillerato, eran sólo dos niñas en todo el instituto. Y cuentan que cuando, con doce, publicó su primer artículo en la revista del colegio, su padre comentó seco y tajante: "Aquí no hay niños prodigio". Fueron, al parecer, las vendedoras del mercado de San Miguel, más la lectura de Spinoza, quienes la convencieron de que debía seguir estudiando, hasta que se hizo profesora de metafísica.

Amiga de Bergamín, Dieste, Maruja Mallo, Chacel, Lorca... La guerra convirtió su vida en un listado de lugares, de casas alquiladas y habitaciones de hotel que se dejaban a mediodía: Puerto Rico, México, La Habana, Nueva York, París, Roma y sus gatos, que eran como su país. ¿Cuántas cartas escribiría a diario? ¿Cuántas en su buzón? Inseparable de Camús, en francés, y de Lezama, con acento habanero; amiga también de Gaya, el pintor, quién la acompañaba en sus paseos por la Via Apia a visitar a su amante de piedra, una tumba romana cuyo perfil gastado acariciaba mientras se hacía un pitillo. No dejó nunca de fumar. A última hora, contaba, sólo para ver el baile del humo.

Está enterrada en Vélez-Malaga, en un lugar que a diario visitan decenas de gatos de todos los colores, sin nombre, porque allí les echan de comer."




martes, 26 de enero de 2010

"Escribir..."



"Escribir es defender la soledad en que se está"


María Zambrano
Por qué se escribe



http://www.babab.com/no10/maria_zambrano.htm