Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 12 de diciembre de 2021

Dicen de Alcalá de Henares, dicen de sus frases.


Dicen que

Dicen que la palabra “gorrón” nos viene de Alcalá de Henares, de su Universidad. Entonces había estudiantes con recursos, y estudiantes sin recursos. Éstos últimos tenían que trabajar para pagarse los estudios y utilizaban unos grandes gorros. Y con ellos eran especialistas en colarse en todas las fiestas, de ahí el término que hoy se utiliza despectivamente: “Gorrones”.

 Dicen también que la expresión “ser un manta” también viene de Alcalá de Henares, porque a los estudiantes con suspensos se les colocaba unas orejas de burro y una manta. Estos recibían las burlas de los compañeros o bien siendo manteados o bien echando sobre ellos “la gran nevada”, una lluvia de escupitajos. De ahí viene aquello de “ser un manta”.


 

 Cómo dicen que durante los siglos XVI y XVII los padres que enviaban a su hijo a estudiar a Alcalá les daban consignas del tipo: "Su merced vaya a visitar al canónigo fulanito, o profesor menganito, o al beneficiado zutanito" y siempre terminaban las frases con un "y no olvide visitar a su tío". Dicho tío no solía existir pero era costumbre ponerle en esas recomendaciones. De aquí la frase "Quien tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná". Aunque no falta quién no está de acuerdo en esta explicación, y por su parte dice que este refrán, tiene sus orígenes en la obra de teatro de Carlos Arniches titulada precisamente con el nombre del “Tío de Alcalá”, y estrenada en 1901 donde se hablaba de un tío inexistente a quién una joven pone de excusa para quitarse a un pesado de encima… ¿Quién sabe quién lo dice bien?

 Y dicen también, que la importancia de su Universidad durante aquellos siglos del XVI al XVIII, le dio a la ciudad tal renombre que además de la cantidad de estudiantes ricos y pobres que tenía, atraía a muchos pícaros, secretarios de los nobles, prostitutas, pordioseros y gente de mal vivir que venían a ver que provecho podían sacar de tanta juerga estudiantil. De aquí las frases: “Alcalá de Henares muchas maldades”. O “Alcalaínos borrachos y finos”. O “En Alcalá canta el cuco y cantará”, en el sentido de que le pitarían las orejas a alguien porque su mujer le estaría siendo infiel con tanto estudiante fogoso. El cuco (el estudiante) canta y cantará (provoca y seguirá provocando) y muchas veces tendrá “recompensa”.

 


Pero lo que yo digo, es el gusto de pasear la bella Alcalá tan alegre, tan concurrida, tan llena de alcalaínos o complutenses, una tarde de sábado de diciembre.

Digo sí, de la riqueza que esta ciudad ha dado al lenguaje coloquial, pero sobre todo digo y diré siempre del placer de pasearla despacito y sin prisa, bajo las luces de navidad, sin frío ni viento, pero abrigada de risas y amigos.

 




viernes, 10 de diciembre de 2021

El cielo de Madrid


Aunque afine el oído no voy a escuchar nunca el mar.

Aunque me la recorra entera, no aparecerá,

jamás,

uno de esos faros que, no preguntes por qué,

pero me fascinan.

 

Sin embargo,

a esta ciudad la llevo pegada a la piel.

 

Y aunque ande deprisa entre sus gentes

Aunque espere en sus semáforos

Aunque haga filas y más filas.

 

A esta ciudad la respiro.

 

Y aunque me duela cada bello edificio que destruimos.

Aunque me hiera cada esquina sucia,

cada pitido, cada empujón.

 

Me sé de memoria todas sus luces,

todos sus ruidos,

todas sus nubes.

Todos sus queridos

cielos.

 

    

lunes, 6 de diciembre de 2021

Cuarenta metros de ilusión - Cortylandia

 


Ya estamos aquí.

Y aunque solo duraremos unas semanas en la misma calle de siempre, llevan todo un año inventándonos.

Al principio solo fuimos una idea, una entre muchas. Después nos eligieron y nos reinventaron en 3D.

Somos cuarenta metros de ilusión con forma de muñecos animados de madera con inspiración alemana. Y aunque somos de mentira, seremos más verdad que la más auténtica de las realidades

Tampoco somos ni los primeros, ni los últimos de nuestra especie. Ni pretendemos ser más especiales de lo que ya somos. Sabemos que formamos parte de una larga estirpe de Cortylandias. Desde aquel lejano año 1979 en el que llegamos por primera vez a Sol, con una cancioncilla bajo el brazo que inventó el mismo autor de la famosa “Gavilán y paloma”. Y como los mayores de entonces no olvidarán nunca la legendaria voz de Pablo Abraira entonándola a plena pulmón, así aquellos pequeños de los 70 nunca lograremos sacar de nuestras cabezas la musiquilla de “Cortylandia, cortylandia, vamos todos a cantar…”.

No podíamos faltar dos años seguidos. No importa quién nos inventara ni para qué. Ya formamos parte de la tradición navideña.

Un año más, volveremos a sonar sobre la algarabía de voces, volveremos a movernos sobre los pompones de los gorros de lana y brillaremos frente a la mirada ilusionada e infantil de los protagonistas de estos días.

 

Ya estamos aquí. ¿No te alegras?

viernes, 3 de diciembre de 2021

Hasta siempre Almudena

 


 "La Historia inmortal es, a menudo, una historia de amor, y esta, la de dos mujeres que no pudieron amar al mismo hombre durante muchos años seguidos, que no tuvieron tiempo de hartarse de sus ronquidos, que no llegaron a repetir miles de veces las mismas preguntas inútiles, ¿pero que trabajo te cuesta dejar la toalla en el toallero en vez de tirarla en el suelo del baño, vamos a ver?, que no renegaron, que no amenazaron, que no se rindieron en medio de una bronca aburrida ya, de puro idéntica a tantas broncas anteriores, y que tampoco les vieron envejecer. No tuvieron tiempo de experimentar esa extraña ternura del cuerpo conocido que se va arruinando al ritmo de la ruina del propio cuerpo, ese cuerpo que siempre parece el mismo al abrazarlo en la cama, por las noches, pero que no lo es, porque ha cambiado, y su perfil es distinto al de antes, es distinta la textura de la piel, la progresiva blandura de la carne, el volumen que ocupa entre las sábanas, y sin embargo sigue siendo el mismo, porque conserva la memoria de la cintura fina, las caderas redondas, las piernas esbeltas, el vientre liso, los pechos firmes que el propio cuerpo también ha ido perdiendo sin darse cuenta..."

 Ines y la alegría. Almudena Grandes

 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Pienso cuando siento que me gustaría escribirla. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Me repito como un mantra que acobarda y retrasa que me ponga a ello. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

No, no me va a salir... 

No puede salir bien una entrada del blog en la que escriba sobre Almudena Grandes, sobre lo que ha supuesto su forma de escribir, su literatura, sus libros, en mi vida. Sea como sea, será una entrada escasa, incompleta, regulera...y triste.

Aún así... debo escribirla. 

 

Por esa filita de libros de papel, que con su nombre tatuado en el lomo, languidecen mustios y me piden silenciosos que la escriba; por la otra fila, la invisible, la de sus últimos libros, los digitales, que no me perdonarían si no la escribiera.

Por ti Almudena.

Por todos los buenos momentos que me regalaste como lectora. Por tanto cómo me enseñaste a escribir. Por tus historias, por tu forma de diseccionar los sentimientos, de contar.

Por todos esos personajes que inventaste y que, mientras me los presentabas y yo descubría, parecían estar sentados en mi salón, o trajinando en mi cocina, de lo reales que los sentía. 

Por Malena, por Ana de "Atlas de geografía humana", por Juan de "Los aires difíciles", por "Alvaro" de "El corazón helado". Cuánto me hubiera gustado conocerles de verdad. 

Y por Inés, por Germán, por El Portugués, por todos y cada uno de esos entrañables personajes que entrelazaste en tu saga, y volvieron mi corazón del revés. 

 Por ti.

 

Y por esta entrada que salió escasa, incompleta, regulera y, definitivamente, triste.

 

"—Mamá.
La piel de su rostro, tan fina y arrugada como la de mis zapatillas favoritas, me impresionó menos que su melena desaparecida, el pelo ralo y canoso, corto, que transparentaba ahora el contorno de su cráneo. Pero nada me preocupó más que el volumen que había perdido su cuerpo, la desconocida, huesuda delicadeza de los brazos que me rodeaban, la crueldad del aire que rellenaba el contorno de su cintura, el grito de sus costillas, visibles sobre la ausente redondez de sus caderas. Y sin embargo era ella, seguía siendo ella y estaba allí. Era mi madre y la llamé muchas veces, mamá, mamá, mamá, sólo por escucharme decir esa palabra, por pronunciar dos sílabas idénticas que muchas veces había temido no volver a pronunciar jamás.
—¡Ay, Germán! —musitó mi nombre mientras me abrazaba, y separó su cabeza de la mía para mirarme con una sonrisa abierta, las mejillas empapadas en llanto—. Germán, hijo mío, no sabes cómo me alegro… Ahora ya no me importaría morirme, de verdad te lo digo —y me besó muchas veces en los mofletes, haciendo ruido, como cuando era pequeño—. ¡Ay, cariño! Pero qué bien estás, y qué mayor, si eras un crío cuando… —me tocaba la cara, el cuello, los hombros, como si no pudiera verlos, y se echó a reír, y dejó de llorar—. No me puedo creer que estés aquí, aunque la verdad es que no entiendo…
—tiró suavemente de mí para meterme en el recibidor y, aunque cerró la puerta, su voz descendió en un segundo, como un animal bien domesticado, hasta el volumen de un susurro—. Con lo bien que estabas en Suiza, sigo pensando que no deberías haber vuelto."
 
La Madre de Frankenstein. Almudena Grandes

 

Enlace a las entradas de mi blog de Almudena Grandes:

 http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=almudena+grandes

 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Las Meninas en Madrid

 


Miden 1,80 cm y son de colores. Hechas de la carne de la fibra de vidrio escaparon corriendo de algún palacio donde habían entrado de niñas para servir a alguna Reina o sus Infantas, hasta recalar en un Madrid bullicioso este noviembre del año 2021.

No entienden el tráfico ni las pandemias, no saben por qué las miran y menos por qué las fotografían. 

Pero les gusta verse reflejadas en las miradas de sorpresa, en las sonrisas espontáneas y en ese: "¡Mira otra Menina!", que las personaliza.

 







viernes, 19 de noviembre de 2021

19 de noviembre Día Mundial del Retrete y un poeta

 

China. Septiembre de 2007

 

 Hoy 19 de noviembre es el Día Mundial del Retrete. 

 

Mi querido retrete:

Hoy tenía que escribirte.

Porque ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con una sorpresa indeseable en algún retrete? No nos damos cuenta de lo importante que es hasta que no salimos de casa. ¡Que levante la mano el que nunca salió, como una bala, con arcadas o sin respirar! Sí, no hay más remedio, hay que ponerse un poco escatólogicos para hablar de este tema. 

Desde luego a mí jamás se me olvidarán varios de ellos. Siempre me acuerdo de uno de China, en el templo del Sol, donde encontré a una lugareña encaramada a uno de ellos, de pie haciendo sus necesidades, con la puerta y algo más en pompa. Para mí, que acababa de bajar del avión, con sueño de mil horas y un calor que me moría, se me quedó grabado para siempre jamás. Luego ya me curé de espanto porque no era nada raro dadas sus costumbres. 

Y cómo olvidar otro donde entramos mi amigo Javier y yo en EEUU, en el Parque Nacional de Yosemite, que estaba tan oscuro que ni vi nada, pero ni quería ver, y de donde salimos con una peste envolviéndonos que no se nos quitaba de encima por más kilómetros que caminábamos al aire libre... ¡Ay! pero cuando la necesidad apremia, entras donde y cómo sea.

En fin... ¿Quién no tiene batallitas de éstas?


Nos dice la Real Academia:

retrete

Del occit. o cat. retret.

1. m. Aposento dotado de las instalaciones necesarias para orinar y evacuar el vientre.

2. m. inodoro.

3. m. desus. Cuarto pequeño en la casa o habitación, destinado para retirarse.

 

Como veis la etimología de la palabra "retrete" nos dice que viene del ocitano, o del catalán "retret" que a su vez vendría del latín "retractum", y que viene a aludir a la expresión "lugar retirado". 

Retrete, escusado, inodoro, letrina (que es como lo llamaban los romanos), servicio, de mil formas lo llamamos. 


¿Y quién inventó tan maravilloso artefacto?

 Por supuesto los retretes han existido hace miles de años. Hay vestigios en Creta ya de cierta taza con un desagüe, y de la época romana han llegado hasta nosotros innumerables restos de instalaciones que utilizaban, de forma pública.Era un lugar para sociabilizarse.

Ojalá en la Edad Media los hubieran utilizado más. Acordaos de aquello de ¡agua va! y un chorro "de todo" cayendo por las ventanas... De la que nos hemos librado naciendo en la actualidad. 


Pero bueno lo que yo os quería contar es que parece ser que el retrete tal y como lo conocemos ahora, lo inventó ¡un poeta! Si es que ésto se lo tengo yo que contar a mis amigos poetas de la tertulia. ¿Veis cómo son necesarios? Es broma, por supuesto.

Pero no es broma no, que Sir John Harrington, que era un noble ingles aficionado a las artes y los poemas, inventó el primer inodoro contemporaneo. Lo que le trajo muchas chuflas a su alrededor, pobre, con el buen servicio, y nunca mejor dicho, que nos estaba haciendo a la posteridad.

Sir John Harrington, allá por el año 1590 por encargo de la Reina Isabel I, que era su mecenas, inventó una taza con su sistema de vaciado, en un lugar apartado, que nos serviría para "hacer nuestras cositas" con intimidad y limpieza. Y todo esto lo dejó escrito en su libro "La Metamorfosis de Ajax".

Pero, como os he dicho, solo se ganó burlas, la Reina no le quiso patentar el invento y fue olvidándose.

Después de eso, tuvieron que pasar dos siglos más para que ya en 1775, un relojero llamado Alexander Cummings, patentara el sistema del Water Closet, de ahí lo de WC, o "armario de agua", al que en 1884 el hojalatero inglés Thomas Crapper le agregaría el sifón. Así se conectaba el retrete con la toma de agua, y se irían todos los olores. Por eso también se le llama "inodoro".

 

 Las fotos de esta entrada son mías, que he ido haciendo en distintos años aquí o allá. 

La foto que encabeza la entrada es de una amiguita peluda que me encontré en China en un retrete. ¡Menos mal que me di cuenta nada más entrar! Ay madre si no me percato... Me muero. Podéis imaginar que salí disparada a otro. Pero claro volví a hacerle la foto... Porque ahí seguía, que el retrete debía ser suyo, y ahí mismo que posó, tan pichi ella, para la posteridad.


Y las otras dos fotos son de letreros, una está hecha en Vietnam y la otra en Tailandia. 

Pues nada. Hoy la entrada ha salido de aquella manera...

Pero va por ti querido retrete, que es tu día.


Vietnam. Septiembre de 2017

Tailandia. Septiembre de 2012