Una mujer come mientras lee. GETTY IMAGES |
"Existen lectores exquisitos que leen buscando en cada libro la isla del tesoro y siempre encuentran el cofre del pirata."
El miércoles pasado en mi tertulia un compañero, Ismael Istambul, nos dijo que en Selectividad para comentario de texto había caído un artículo de Manuel Vicent.
Me alegré. Siempre me han gustado los artículos, los retratos, los textos cortos de este autor. De hecho en este blog hay varias reseñas de algunos de sus libros.
Qué orgullo sentiría yo, si fuera el escritor, sabiendo que uno de mis textos se ponen en exámenes tan decisivos.
Os quería dejar con el artículo que ha caído en selectividad y que salió publicado en el periódico El País en el mes de mayo del año 2016, y que se titulaba "Comer, leer".
Comer, leer
Existen lectores exquisitos que leen buscando en cada libro la isla del tesoro y siempre encuentran el cofre del pirata
Manuel Vicent
Leer y comer son dos formas de alimentarse y también de sobrevivir. No sabría decir qué es más orgánico, más íntimo, más necesario. Los clásicos lo tenían claro: primero vivir y después filosofar. Pero sucede que hoy los más refinados creen que comer es también una filosofía y mastican lentamente los alimentos pensando en su naturaleza ontológica, imaginando el largo camino que han recorrido hasta llegar a la mesa. Alguien sembró la semilla, regó las hortalizas, podó los frutales, salió de madrugada a pescar, apacentó el ganado. Alguien llevó todos esos productos al mercado. Alguien los cocinó con amor y sabiduría, con la cultura culinaria que arranca del neolítico. Los que comen así tratan de convertir también la sobremesa en un ejercicio moral, casi místico y no necesitan ninguna enseñanza de tantos masters chefs insoportables. Por otra parte existen lectores exquisitos que leen buscando en cada libro la isla del tesoro y siempre encuentran el cofre del pirata. Hasta hace bien poco ningún artilugio se interponía en esa placentera navegación de los sueños que a través de las páginas de los libros se eleva hasta el cerebro y tampoco ningún cocinero mediático perturbaba el trayecto que los alimentos naturales recorrían del plato al estómago. Pero hoy la cocina y la lectura están cambiando de sustancia. La cocina ha caído bajo la dictadura de los masters chefs que ejercen el papel de intermediarios del gusto con sus platos estructuralistas y la lectura se ha instalado en soportes digitales que imponen sus reglas al pensamiento con sus múltiples aplicaciones. Los artilugios informáticos exigen una lectura rápida, breve, fragmentada, superficial, líquida e inmediata. Los nuevos cocineros te obligan a admirar sus instalaciones artísticas en el plato sin preocuparse de lo que suceda después en el estómago. Así están las cosas.
Manuel Vicent (Villavieja, Castellón, 1936) es escritor y periodista y licenciado en Derecho y Filosofía por la Universidad de Valencia. Estudió Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Colaboró en revistas como Hermano Lobo y Triunfo y sus primeros artículos de temática política se publicaron en el desaparecido diario Madrid. En 1977 comenzó su andadura profesional en EL PAÍS, donde escribe en la actualidad como columnista con periodicidad semanal. En su faceta literaria es autor de más de una decena de obras, entre las que destacan, la galardonada con el Premio Alfaguara de Novela en 1966 titulada “Pascua y Naranja” o por la que obtuvo el Premio Nadal (1987), con el título “La balada de Caín”. Su labor periodística ha sido merecedor con una variedad de galardones: en 1979 ganó el Premio González Ruano y en 1994 el Premio Francisco Cerecedo