Allá por octubre pasado os contaba que de nuevo habíamos comenzado la tertulia Rascamán, o la tertulia del Café Galdós, como la hemos llamado tantas veces porque allí era donde nos reuníamos por aquel entonces.
Ahora pasado ya el curso, con mudanza incluída al Café Ruiz, nos hemos despedido hasta pasado el verano. Por eso hoy no habrá tertulia...
No sé si alguna vez habéis asistido a una tertulia, ya sea literaria o como sea. No sé si en ese caso, os pasará como a mí. Se echa de menos cuando ya no la tienes. Aunque sea por un breve espacio de tiempo, como es el del verano. Se echa mucho de menos el compartir esa afición que te une. En este caso esta adicción que tenemos a las palabras, este afán por colocarlas y descolocarlas, esta querencia al lenguaje. En la tertulia nos contamos lo que hemos escrito, ya sea relato, poesía, ensayo, artículo, o hasta un pedazo de novela los más afortunados que se atreven con ella. Lo leemos en alto, lo compartimos, y los demás sugieren si podrías hacer este cambio o aquel, si quedaría mejor si dieras vueltas a estos versos o lo titularas de esta o esa manera, o tal vez simplemente asienten con la cabeza mientras lees. Pero así, mientras compartimos, vamos aprendiendo.
La escritura es una necesidad solitaria. Quizás sea eso, quizás es que nosotros, los que asistimos a nuestra tertulia, a veces necesitamos un poco de compañía. No lo sé. Supongo que cada uno de los que vamos tiene sus motivaciones, sean las que sean, y más o menos confesables. Pero qué más da... el caso que estamos allí cada miércoles. El caso es que somos.
Bien es verdad que no siempre hablamos de palabras, solo casi siempre. Pero no os puedo negar que muchas veces hablamos de libros, de cine, de actualidad, de viajes, y hasta de sentimientos... Y de todo ello vamos dejando constancia en lo que llamamos nuestro cuaderno de bitácora, un blog donde vamos reflejando lo que hacemos cada miércoles: http://bitacoratertuliagaldos.blogspot.com/ y que os animo a que si os apetece echéis un vistazo porque allí dejamos muchas veces sugerencias de lecturas o películas.
Pero en fin... que tampoco quiero aburriros con este tema. Es solo que, bueno, hoy me salía escribir ésto...
Os dejo con mi forma de despedirme para con mis compañeros este curso. Es un artículo del libro de Manuel Vicent, del que os hablaré otro día, "El cuerpo y las olas" porque me ha gustado mucho. Un artículo que se titula ¿cómo no? Tertulia.
Tertulia
Luis Buñuel dejó dicho que después de muerto le gustaría salir del sepulcro cada diez años para comprar el periódico, leerlo en el velador de un café y, una vez enterado de lo que pasaba por aquí, volver de nuevo a la tumba.
Todos tenemos un designio secreto para la eternidad. Unos prefieren la absoluta oscuridad de la nada, conscientes de que sí en la otra parte de la tapia existe algo, sin duda será mucho peor de lo que ofrece este mundo. Algunos señoritos esperan que el cielo sea un prolongación de la finca de caza eu poseen en la tierra, en la que ciertos bienaventurados se hayan convertido en venados de catorce puntas y los ángeles en perdices blancas a merced de sus rifles y escopetas. Muchos se conformarían con que el más allá fuera un lugar bueno o malo, pero donde se pudiera aparcar. A otros no les importaría ir al infierno si allí hubiera un garito de jazz y el fuego no liquara el hielo del whisky que uno podría tomar oyendo en directo a Charlie Parker.
Por mi parte estaría dispuesto a acelerar el tránsito hacia el otro lado si en algún punto del universo pudiera montar a mi gusto una tertulia con amigos muy escogidos, inteligentes y simpáticos, entro los que, por supuesto, estaría Buñuel. La peña tendría algunas reglas. No se le preguntaría a nadie si estaba vivo o muerto, si había sido ya juzgado, salvado o condenado. Cada contertulio se sentaría a la mesa con la única condición de que se tomara la eternidad con buen humor y mucha calma.
Durante cuarenta años he pertenecido a una tertulia de cómicos, periodistas, jueces, pintores y algunos fantasmas. Cada uno traía noticias de su oficio y con ellas se formaba una realidad poliédrica de teatros, tribunales, periódicos, pinturas y fantasías, sin otra esperanza que la seguir hablando sentados hasta el final de la vida.
Sería muy divertido continuar con esta tradición en el otro mundo. Unos llegarían con noticias del paraíso, otros con la experiencia del fuego eterno. La última novedad, llena de glamour, sería siempre la que se produjera cada noche en el espectáculo del infierno, aunque cada diez años se esperaría a que Buñuel regresara de la tierra con el periódico leído. Puesto que en la eternidad el tiempo se comprime en la punta de una aguja, cualquier catástrofe futura ya habría sucedido. Ninguna noticia de sangre o de estupidez acaecida en nuestro planeta tendría allí el menor interés, pero todos los contertulios guardarían silencio cuando Buñuel diera los resultados de las ligas de fútbol.
Manuel Vicent
La Tertulia está descansando porque el calor la adormece. Necesita del frío en la calle y de loa lluvia, del inicio del atardecer, de la luz iluminando una mesa adonde recogerse los locos que aún creen que no sucede nada malo porque se hable de lo que sentimos, de los aventurados en compartir lecturas y escrituras.
ResponderEliminarLa Tertulia duerme Rocío, esperando que anuncie el otoño sus primeras luces.
Preciosa entrada.
Un beso Ro
Javier
Y precioso tu comentario, me ha devuelto en un instante a nuestras tardes tertulianas... joooo, que nostalgia... Un besoooo
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