Mi hermano pequeño, que es "mu grande", el otro día me leía esta columna de Manuel Vicent.
Os la copio porque me gustó mucho. Pero mucho.
"El hombre sin cobertura..."
Telaraña
Se trata de un ser que, adonde quiera que vaya, nunca tiene cobertura y permanece a salvo de cualquier basura mediática
He aquí la versión actual del hombre nuevo, aquel que, de una u otra
forma, ha sido siempre el sueño de todas las revoluciones.
Se trata de
un ser que, adonde quiera que vaya, nunca tiene cobertura y por tanto
permanece incontaminado, a salvo de cualquier basura mediática. Después
de un esfuerzo heroico ha logrado eludir el humillante destino de llegar
a este mundo con la única misión de ser un hombre-antena, un repetidor
humano solo apto para recibir y trasmitir llamadas, mensajes, correos
electrónicos. Este hombre nuevo se niega de raíz a contribuir a la
contaminación del espacio con una cháchara idiota, como un insecto más
en la telaraña.
Las personas privilegiadas, como esta, son todavía
escasas, ya que en ellas se realiza el mito platónico de la
invisibilidad, un don de los dioses. Ya no hay playas desiertas ni
existen parajes preservados. Todo el planeta ha sido conquistado y
sometido a la red social. Es inútil buscar un lugar inaccesible donde
refugiarse. La jodida telaraña lo envuelve todo, desde la gélida
estratosfera hasta el íntimo sudor del petate y a través de la almohada
penetra en el subconsciente desguarnecido de los humanos.
Pero el
individuo sin cobertura no tiene necesidad de huir, puesto que él es su
propio refugio. El mito del hombre invisible, ese sortilegio que llenaba
la imaginación de nuestra niñez, que te confería el poder de atravesar
las paredes, de estar a la vez en todas y en ninguna parte, equivale a
esa invisibilidad platónica que ostenta hoy el hombre sin cobertura.
Se
acerca el día en que lo más snob será que digan de ti: no ha llegado
todavía, ya se ha marchado, no se le espera, no lo llames, nunca
contesta, está y no está, no existe, esa es su naturaleza. ¿Qué ha hecho
este individuo preclaro para merecer el privilegio de estar envuelto en
una atmósfera intangible y ser absolutamente real?. Su móvil vibraba
cada minuto reclamando más papilla. Ese aparato se había convertido en
un testigo de sus miserias, en un delator al servicio de sus enemigos.
De pronto un día se sintió perseguido y acorralado en la red por una
multitud de seguidores y amigos que trataban de devorarlo.
Cortó por lo
sano, arrojó el móvil a un pozo y comenzó a vivir por dentro como un
hombre nuevo, no como un insecto capturado.
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