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jueves, 3 de abril de 2025

En los días lluviosos

 


Mi ánimo es cien por cien algodón y cuando llueve se me encoge sin remedio. Debería dejarlo en casa los días lluviosos. Pero me he hecho cómoda y llevo el bolso lleno de porsiacasos.  

Esas dos que me habitan también discuten los días lluviosos. Sobre todo discuten los puñeteros días lluviosos. La fuerte se empeña en admirar el mundo bello y sugerente que nos muestran los charcos, las aceras espejadas, los cielos del color de la mina de los lapiceros. La frágil se relaja echando la vista atrás mientras hace picadillo jugoso de nostalgias y ausencias. 

Esas dos que me habitan nunca se pondrán de acuerdo, eso ya lo aprendí con los años, pero en los días lluviosos se vuelven francamente insoportables y juegan a la comba con mi ánimo.

Los días lluviosos, mi ánimo cien por cien algodón y las dos que me habitan no son buena compañía. 

Yo lo sé.

Y también lo sabe esta lluvia mansa e incansable de hoy.

Pero como quién oye llover... 

 

 





lunes, 13 de mayo de 2024

Perséfone y la llegada de la primavera

 

Démeter, la diosa de la agricultura, tenía una hija con Zeus llamada Perséfone. Hades, el dios del inframundo se enamoró locamente de ella y no paró hasta que la raptó y abriendo una grieta en la tierra la arrastró con él hasta lo más profundo del mundo.

Démeter, después de mucho buscarla, de pedir al dios Helios (el dios Sol) que la ayudara a encontrarla y llorarle amargamente a Zeus, consiguió que éste último enviara a Hermes (el dios del ingenio) para que negociara con Hades. Al final lograron, con mucho esfuerzo, un trato. Consistía en que Perséfone pasara la mitad del año con su madre en la tierra, y seis meses con Hades en el inframundo.

Cuando a Perséfone no le toca venir, Démeter está tan triste y añora tanto a su hija, que no deja que crezca nada en la tierra y todo se vuelve otoño e invierno. Pero ¡ay! cuando vuelve Perséfone a casa, Démeter está tan contenta que todo renace y de nuevo tenemos con nosotros la primavera y el verano. 

Bueno, más menos que más, pero algo así es la historia que nos contaban los griegos... 










jueves, 11 de abril de 2024

Madrid no termina nunca, nunca, nunca

 


Son muchas las ciudades donde vivo aunque parezcan una sola. 

Cambian las caras y los edificios, las tiendas y los monumentos. 

Cambian las prisas y los atascos, cambia incluso la humedad y el viento. 

Hay un Madrid donde vivo, y otros donde trabajo.

Uno al que me llevó volando la casualidad y a otros los afectos.

El Madrid que me gusta pasear, el que detesto y el que descubro ¡que me riza el pelo! 

¿Será verdad? 

El río de Madrid, su suelo y su maravilloso cielo. 


Mis Madriles no terminan nunca, nunca, nunca.

Son muchas mis ciudades aunque parezcan una,

todas me ven pasar de perfil, caminando, en silencio.

Todas las vivo,  

y en todas siento.