Démeter, la diosa de la agricultura, tenía una hija con Zeus llamada Perséfone. Hades, el dios del inframundo se enamoró locamente de ella y no paró hasta que la raptó y abriendo una grieta en la tierra la arrastró con él hasta lo más profundo del mundo.
Démeter, después de mucho buscarla, de pedir al dios Helios (el dios Sol) que la ayudara a encontrarla y llorarle amargamente a Zeus, consiguió que éste último enviara a Hermes (el dios del ingenio) para que negociara con Hades. Al final lograron, con mucho esfuerzo, un trato. Consistía en que Perséfone pasara la mitad del año con su madre en la tierra, y seis meses con Hades en el inframundo.
Cuando a Perséfone no le toca venir, Démeter está tan triste y añora tanto a su hija, que no deja que crezca nada en la tierra y todo se vuelve otoño e invierno. Pero ¡ay! cuando vuelve Perséfone a casa, Démeter está tan contenta que todo renace y de nuevo tenemos con nosotros la primavera y el verano.
Bueno, más menos que más, pero algo así es la historia que nos contaban los griegos...