Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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martes, 29 de octubre de 2013

La autoría de una imagen



En mi entrada del día 28 de junio, que dediqué a los 50 años de la aparición de Rayuela de Cortazar, yo busqué una ilustración en internet para acompañar un texto de Cortazar y mi reseña del día que era (la misma ilustración que vuelve a encabezar esta entrada):


En dicha ilustración no se decía su procedencia y no lo indiqué. Pero la semana pasada me han dejado un comentario en esa entrada señalándome la autoría del collage. Por supuesto no quiero dejar pasar la oportunidad de decirlo de forma pública, y para ello vuelvo a reproducir aquí el comentario que me han dejado:

rocio
agradecería mención:
la imagen que ilustra tu post es un fragmento de mi collage de la serie CORTAZAR NUNCA LEIDO
Desde ya gracias.


Sergio
http://relampagosobrelagua.blogspot.com.es/

Muchas gracias Sergio, a ti, por prestárnosla. Me gustó mucho, por eso la elegí.

martes, 19 de marzo de 2013

Mis relatos en el blog unidos en una nueva página





Últimamente he estado trabajando en el blog. Os copio este pantallazo para deciros que he abierto una tercera página que se titula "Los relatos de Rocío Díaz".

Podéis acceder a ella pinchando en la barra horizontal que hay por debajo del subtítulo.

Si os fijais en la imagen, en el pantallazo que os pongo de cabecera de esta entrada, veis que está mi nombre. Después de mi nombre, la presentación del blog, y por debajo una barra horizontal donde se sitúan las páginas. Veis que ya hay tres con su tres pestañas: "Mi blog: Página Principal", "Mis lecturas literarias en público" y ahora una tercera pestaña que se titula "los relatos de Rocío Díaz" donde he colgado seguidos todos los relatos que he ido publicando hasta hoy en el blog, aunque en distinto orden.

Así podéis llegar a ellos mucho más fácilmente y para leerlos solo hay que ir bajando porque están uno detrás de otro.

De todos modos en la página principal, seguiré colgando todas las entradas, incluídos los relatos que vaya colgando nuevos, que también pasarán a la página de relatos.

Así están siempre más diferenciados del resto de la información, y en cualquier momento más a mano...

Para cuando os apetezca leerlos.


jueves, 14 de junio de 2012

¡Tres años de blog! y Cómo envolver un libro para regalar...





Había una vez un blog que se llamaba como yo y que cumplía ¡3 AÑOS!

Tres años de letras y palabras, de historias y libros.

Tres años de nombres curiosos y exposiciones, tres años de carteles y frases y lugares con olor a libro que visito y visitaré.

Tres años creciendo gracias a vuestro paso por aquí. Unas veces con paso silencioso y otras salpicando estas entradas de vuestros interesantes comentarios.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS a todos. A los que me decís que nos habéis visitado y a los que también estáis pero os da reparo o pereza decirlo.

Qué mejor regalo para un blog de literatura que un libro. Y qué mejor para un regalo que envolverlo. Os dejo con un vídeo curioso sobre cómo envolver libros. Está pensado para el día del libro, pero cualquier día es bueno para regalar libros ¿No?

Espero que os guste.

Feliz cumple Blog!!!

http://educacion.practicopedia.com/lengua-y-literatura/como-envolver-un-libro-para-regalar-en-el-dia-del-libro-16388




sábado, 12 de junio de 2010

Hoy cumplimos un año


Hoy mi blog cumple un año.

Era doce de junio del año 2009, cuando intenté ver si yo era capaz de comenzar un blog... 

http://rociodiazgomez.blogspot.com/2009/06/hoy-comienzo-este-blog.html

 Y resulta que fui capaz, y además lo he continuado, y no me he cansado de querer decir, todo lo contrario. Pero lo mejor de todo, es que gracias a él creo que, aunque suene quizás cursi o tonto, me he multiplicado,  he mejorado, he crecido, sé más, porque durante este año él me ha regalado a mí muchas cosas, muchas palabras, mucha comunicación, muchos sentimientos, muchas personas.

Gracias, muchas gracias a todos los que estais ahí al otro lado de mis palabras. Gracias por  animarme  a comenzar este camino, gracias por asomaros, por leerme, por estar.

Gracias a todos por ayudarme a soplar una vela.





Aquí va mi regalo de cumpleaño...

Palabras perdidas

Por las noches, Avel de Alencar cumplía su misión prohibida.

Escondido en una oficina de Brasilia, él fotocopiaba noche tras noche, los papeles secretos de los servicios militares de seguridad: informes, fichas y expedientes que llamaban interrogatorios a las torturas y enfrentamientos a los asesinatos.

En tres años de trabajo clandestino, Avel fotocopió un millón de páginas. Un confesionario bastante completo de la dictadura que estaba viviendo sus últimos tiempos de poder absoluto sobre las vidas y milagros de todo Brasil.

Un noche, entre las páginas de la documentación militar, Avel, descubrió una carta. La carta había sido escrita quince años antes, pero el beso que la firmaba, con labios de mujer, estaba intacto.

A partir de entonces, encontró muchas cartas. Cada una estaba acompañada por el sobre que no había llegado a su destino. 

Él no sabía qué hacer. Largo tiempo había pasado. Ya nadie esperaba esos mensajes, palabras enviadas desde los olvidados y los idos hacia lugares que ya no eran y personas que ya no estaban. Eran letra muerta. Y sin embargo, cuando los leía, Avel sentía que estaba cometiendo una violación. Él no podía devolver esas palabras a la cárcel de los archivos, ni podían asesinarlas rompiéndolas.

Al fín de cada noche, Avel metía en sus sobres las cartas que había encontrado, les pegaba sellos nuevos y las echaba al buzón del correo.

Bocas del tiempo
 Eduardo Galeano



martes, 25 de mayo de 2010

¡10.000! entradas y Benedetti y gracias, gracias...



Me dice mi amigo Javier que este blog ya ha llegado a las ¡10.000! entradas. Es cierto.


Quién me lo iba a decir a mí... Quién me lo iba a decir cuando resulta que si algún amigo me proponía que me dedicara a uno pensaba ¿Pero que voy yo a poner en un blog? Pero una tarde, un poco a lo tonto, una se decide... y resulta que es capaz de comenzar uno. Y van pasando los días y comienzas a sentir que sí, que tienes cosas que decir, que contar, que comunicar. Porque en el fondo yo creo que lo que uno busca es la comunicación.

Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es que además te das cuenta, después de más de 10.000 entradas, que alguien, ya sea de forma más llamativa, o de forma más anónima, te lee... ¡Te lee! Y eso sí qué es una maravilla.

Y me alegra, cómo no me va a alegrar.

Gracias. Gracias a todos los que que de vez en cuándo os dejáis caer por aquí. Muchas gracias.

No sé que venís buscando, pero a mí me gustaría que encontrárais, eso, eso mismo que buscais, o al menos parte de ello.


Para mí cada entrada es algo así como una botella que tiro a un mar vasto y virtual. Una botella parecida a una de esas de las que hablaba Benedetti...


BOTELLA AL MAR


El mar es un azar
Vicente Huidobro


Pongo estos seis versos en mi botella al mar

con el secreto designio de que algún día

llegue a una playa casi desierta

y un niño la encuentre y la destape

y en lugar de versos extraiga piedritas

y socorros y alertas y caracoles.


miércoles, 16 de septiembre de 2009

2222 visitas ¡Que bonito!



Entro en mi blog para poner una nueva entrada y me llevo la buena sorpresa de ver que he tenido 2.222 visitas. Que número más bonito ¿no?


Gracias, muchas gracias a todos.


Aquí seguimos. Claro que sí.


Rocío Díaz


Madrid, 16 de septiembre de 2009


viernes, 12 de junio de 2009

Hoy comienzo este blog

Hoy, 12 de junio de 2009, comienzo esta aventura en forma de blog.

Me gustaría poder inventarme un país propio. Uno sobre palabras y relatos, la literatura y sus protagonistas.

Y creo que la mejor forma de presentarme es hacerlo con uno de mis relatos. Uno sobre el escribir y el pánico a la página en blanco. Se titula "Con un salvavidas bajo el asiento" y fue premiado en el año 2007 en el II Certamen Artístico del Ministerio de Medio Ambiente, en la modalidad de Narrativa.

Y dice así,

Con un salvavidas bajo el asiento


El personaje, aunque iba a morir, se alegró de su fatal destino. Se alegró por él y por su autor, y lo hizo con una sonrisa que no le habían inventado. Una sonrisa de oreja a oreja que le salía de dentro, de la euforia que no lograba retener su alma de DIN A-4, la misma que subía atropellada por su cuerpecillo de papel, esa misma que intentando escapar por alguna abertura curvaba sus labios en una sincera y estirada sonrisa ficticia. Su autor le había imaginado serio, y con la boca contraída, por eso sentirse así, saberse así, le hacía experimentar una alegría aún mayor. Por lo demás, iba tal y como su autor le había imaginado: sentado, con un chaleco salvavidas bajo el asiento y un cinturón de seguridad que no se podría quitar hasta que las luces del techo no se lo indicaran.

El autor, afanoso aspirante a escritor, no se alegraba nada del trágico destino de su personaje. No era capaz, por más horas que dedicaba, por más comienzos que iniciaba, de inventarse una historia que arropara a aquel personaje destinado al fracaso. La inspiración no le rozaba con su varita mágica. La pesadilla de la hoja en blanco recurrente y recurrente delante de él, se había transformado en una extensión blanca y blanda donde se hundían sin remedio sus pies de escritor, donde naufragaba cualquier atisbo de argumento. Su frágil autoestima de incipiente inventor de historias chocaba una y otra vez contra aquella pauta, se perdía en aquella ingrata pauta, que en un principio le había parecido tan sugerente, pero que ahora era un páramo enorme y estéril.

“Escribir para la semana siguiente un poema o relato en el que “al protagonista” le sucede algo que tiene que ver con él sentado en un avión”.

Y no le costó a nuestro autor más que un par de segundos imaginarse a su personaje dentro del avión, sentadito, con un chaleco salvavidas bajo el asiento y un cinturón de seguridad que no se podría quitar hasta que las luces del techo no se lo indicaran. Y durante aquel par de segundos hasta pudo sentir sus oídos taponados, el frío del que intentaba resguardarse con la frágil mantita, su desagrado ante el olor que emanaba de la bandeja de comida que le había traído aquella esbelta azafata...

Pero poco más. Nada más. El olor, el frío, sus oídos taponados. Eso era todo. Los argumentos volaban a su alrededor como moscas pesadas que no lograba cazar. Su zumbido de saberlas ahí pero no poder apresarlas, le iba poniendo nervioso y nervioso y nervioso. Los folios mil veces empezados, tatuados con apenas cuatro o cinco líneas que hablaban de aviones y compañías aéreas, de azafatas y chalecos salvavidas, iban siendo desechados, rotos en pedazos, arrugados como una bola o tirados al vacío sin más... Y poco a poco se amontonaban, desbordaban la papelera y se derramaban a sus pies, obligando a los personajes que los habitaban a huir a cuatro patas de la basura o la quema, hacia un final incierto.

El autor, afanoso aspirante a escritor, harto de no lograr meter a su personaje en un avión de forma fantástica y creíble, se rindió. Suspiró. Dejó el bolígrafo en la mesa. Y casi sin darse cuenta cogió el ultimo folio en blanco del que llevaba apenas escritas cuatro o cinco líneas y empezó a doblarlo por la mitad, dobló después sus esquinas, lo dejó como una capucha, estiró, volvió a doblar las puntas, volvió a doblar, estiró e hizo con él un avión de papel que resignado echó a volar.

El personaje, aunque al igual que sus compañeros iba a morir, se alegró de su fatal destino. Volaba, estaba volando al fin. Y se alegró por él y por su autor, y lo hizo con una sonrisa que nadie le había inventado.
Rocío Díaz Gómez