Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 7 de diciembre de 2022

"Morir en Iguazú" de Javier Díaz Gil

 


 Una vez conocí un poeta. Y nada más conocerle me fui de viaje con él a Rusia. Fui una valiente ¿verdad? Que los poetas son gente muy especial… Bueno, tengo que confesar que no estábamos solos. Él también iba con su musa. Y yo iba con mi compinche. Y los cuatro íbamos, en teoría, con un buen grupo de personas más. Ya, ya, tampoco fui tan valiente. Pero lo cierto es que era como si aquel viaje solo lo hubiéramos hecho los cuatro juntos. Los cuatro por Moscú, y los cuatro por la Plaza Roja escuchando los chistes de un anciano ruso. Los cuatro por San Petersburgo, y los cuatro visitando el Museo Hermitage en zapatillas para no rozar el precioso suelo de madera. Los cuatro conociendo pueblecitos de cúpulas doradas y cenando en oscuros y gigantescos hoteles rusos. Los cuatro comprando matriuskas, los cuatro increpando a un bandarrilla que me quiso robar. Los cuatro afianzando una amistad que me enorgullece.

Qué importante llegaría a ser aquel poeta en mi vida y cuánto tiempo, ese don tan preciado, me habrá regalado ya. Nada más llegar de aquel viaje en el lejano 1997, comencé a ir de alumna al taller de creación literaria que impartía en un barrio casi tan lejano de casa como la misma Rusia. Bueno, vale, solo estaba en la otra punta de Madrid. Pero en qué buena hora me atravesaba yo cada jueves mi ciudad, que no es precisamente pequeña, para compartir escritura. Porque, aunque yo no era poeta, aquel poeta que ya era mi amigo me enseñó a familiarizarme con el lirismo que sabe dulcificar una prosa. Me enseñó a ordenar mis textos, a encontrarles finales, para que se convirtieran en relatos. Me enseñó a buscar la inspiración dónde no creía que la hubiera. Me enseñó a confiar tanto en mí misma como para que al final le hiciera caso y empezara a presentarme a concursos literarios. Me enseñó a compartir y disfrutar mi forma de escribir. Y todo ello sin esquivar las bromas y las risas, las lecturas compartidas, las salidas literarias divertidas e inolvidables.

Aquel poeta llegaría a ser mi Maestro. Y el Maestro, que sigue dirigiendo nuestro grupo literario después de mil y un cursos, acaba de sacar un nuevo poemario.

¿El octavo ya? Creo que sí. Se llama “Morir en Iguazú”, y está llenito de poemas que escribió durante un viaje a Brasil. Es un librito delicado y elegante donde los poemas aparecen en español y portugués. Se los han traducido dos poetas brasileños: Virna Teixeira y Fabio Aristimunho. Está también salpicado de bellas ilustraciones de nuestra compañera de letras Carmen Padín. Todo el poemario desde la primera página hasta la última destila una discreta pero profunda serenidad, por lo que dicen sus versos, por la riqueza del lenguaje, por sus colores, y sobre todo por cuánto alcanza a transmitirte cuando lo lees.

Una vez conocí a un poeta, se llamaba Javier Díaz Gil y era, y es, un tipo muy especial. Solo tenéis que asomaros a las páginas de sus poemarios para descubrirlo.

 

MORIR EN IGUAZÚ / MORRER EM IGUAÇU

Javier Díaz Gil

Editorial Lastura

86 páginas

 



 


 



domingo, 4 de diciembre de 2022

4 de diciembre.

 


 Al menos yo, que ultimamente estoy en lugares donde parece que se ha detenido el tiempo, necesito detenerme unos momentos y centrarme en dónde estoy. 

Y al hacerlo advierto que, sin apenas darme cuenta, nos habíamos colado en diciembre, ese mes vertiginoso con el nombre atrasado porque hubo un tiempo que fue el mes décimo, cuando el calendario romano tenía diez meses, siendo marzo el mes primero y el último diciembre.

Y así andábamos hasta que en el 153 a.C, debido a unas elecciones anticipadas en el mes 11, se estableció que enero sería el primer mes, y febrero el segundo mes. Por eso septiembre, que era el mes siete pasó el noveno, octubre que era el octavo pasó a ser el décimo... hasta llegar a diciembre que dejó de ser el décimo para convertirse en el último del año, el mes doce. De aquel calendario romano de diez meses, se pasó al juliano (de Julio Cesar) y de éste al gregoriano (porque hizo unos ajustes el Papa Gregorio XIII) en el año 1582, dejándonos cómo es nuestro calendario de ahora. 

Por eso la palabra "Diciembre" etimológicamente viene de "decem" el número diez. "decembrem" o "el mes número diez". Y desde entonces, y tras todos éstos avatares, vamos arrastrando vivir en un mes con el nombre atrasado.

 

También hoy, 4 de diciembre, coincide que vivimos en un domingo de Adviento

La palabra Adviento, viene del verbo latino "advenire" o llegar, con el prefijo "ad" (cercanía) y el verbo "venire".

Y decimos Adviento y decimos que los cristinos están en esas cuatro semanas previas a la llegada de Cristo. Están en ese tiempo en el que se preparan espiritualmente para la llegada de Jesucristo. Por eso el Adviento termina el 24 de diciembre. 

 

Y aunque un cuatro de diciembre todavía es otoño, hoy y en Madrid sentimos el invierno. Como decían aquellos refranes de nuestros abuelos. A mi abuelo Emiliano le encantaban:

Diciembre es un viejo que arruga el pellejo.

Del uno de diciembre en adelante, el invierno ya es constante. 

Diciembre tiritando, buen enero y mejor año. 

En diciembre sale el sol con tardura, y poco dura. 

Un mes antes y otro después de Navidad, es frío de verdad.

En diciembre, leña y duerme. 


¿Y cómo nos vamos a acordar? Pero dicen las efemérides que un cuatro de diciembre, pero de 1808, Madrid se rindió ante Napoleón. Y Amadeo de Saboya en el 1870 aceptó ser Rey de España. 

También un 4 de diciembre, pero de 1978, se aprueba en España la primera Ley de Partidos Políticos y en el de 2013, hallan en Atapuerca el ADN humano más antiguo conocido. 

 

Y podríamos decir también que el santoral nos apunta que hoy es Santa Bárbara de Nicomedia, una mártir cristina a quién mató su propio padre. O que tal día como hoy nació el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, el boxeador Evangelista y la cantante Karina, o murió el Cardenal Reichelieu, el actor Manuel Tejada o el poeta Pedro Salinas.

 

Pero ya está bien ¿verdad? Ya casi, casi nos hemos situado en el día que vivimos.

Solo queda decir, como nos dijo el poeta latino Horacio:

 ¡Carpe diem! o Aprovecha el momento

«Carpe diem, quam minimum credula postero» Algo así como “Aprovecha el día, no confíes en el mañana”.

Y eso haremos. No tendremos otro 4 de diciembre de 2022. Vamos a por él, vamos a por este diciembre entero.

 

domingo, 27 de noviembre de 2022

Por favor ¿los aseos?

 

 

Ya sea a la manera de ¿Pablo Abraira?

Lo necesaria que es su cercanía.

La alegría que nos dan cuando, necesitándolos tanto, están vacíos.

Y ese inenarrable alivio interior con el que salimos tras haberlos visitado.

 Pero si además el lenguaje no verbal y la creatividad se dan la mano para señalarlos ¿cómo no tenerlos en cuenta?

Genial a la manera de Pablo Abraira, o a la castiza, escoja lo que usted prefiera... (Pero si ya tiene una edad, sé que le tirará decir que es la de Pablo Abraira...)


 

 

- O a la manera de un óleo explícito como en La Puglia:



- A la manera de ¡No disparen ya salimos!


- A la manera de la riqueza cultural de las diversas lenguas:



-A la manera de ¿Juegas?


- A la manera de "te guste o no somos diferentes":


Después ya solo queda rezar para:

Que estén limpitos

Que huelan bien

y que tengan papel.

¡Por favor!

 

jueves, 24 de noviembre de 2022

24 de noviembre. La vida

 


 Hubo un tiempo que yo vestía minifalda y posaba rodeada de hombres.

Entonces no me acomplejaba nada, ni enseñar las piernas, ni ser de piel blanca, ni albergar otras rarezas que crecieron conmigo. Con mi pelo rizado recogido en lo alto de mi cabeza, y mi pierna doblada cual modelo, sonreía a cámara, acurrucada entre varones.

Bendita aquella versión mínima de mí. Benditos recuerdos. 

Y lo que daría yo por tener más de aquella época.  

Atesoro un puñado de olores, algunas escenas congeladas en el tiempo, como si ya estuvieran pegadas en un álbum, retazos de voces, de conversaciones y, revoloteando, la sensación plena y cálida de haber sido feliz. 

Quizá deba ser así. 

Quizá los recuerdos deban volverse tan borrosos como las fotos antiguas. 

De Manuel apenas me acuerdo, no llegarán a los dedos de una mano los recuerdos que conservo de él. Esto no lo podía decir cuando vivía Julia porque no le hacía ninguna gracia.

Sin embargo, me gusta mucho un recuerdo de él que cuando aparece se demora en la memoria:

Yo no había ido al cole, tendría 8 años y había pasado una noche horrible por culpa del dolor de oídos, el dolor más terrible de mi infancia. Pero Manuel tampoco había ido a trabajar, tenía algo mucho más definitivo que un dolor de oídos. Y allí estábamos los dos, en esa habitación mía que de noche compartía con mi hermano pequeño y de día se transformaba en cuarto de estar. Allí estábamos los dos enfermitos pasando juntos la mañana. Yo leía y mi padre pintaba frente a uno de sus óleos colocado en un caballete. Era una situación rara, lo normal es que yo no estuviera allí, pero la sensación que todavía me embarga cuando me acuerdo es plácida y doméstica. Entonces llegó Julia del mercadillo de los jueves. Además de comida se había comprado un jersey, que rápidamente se puso para que mi padre le dijera qué tal le quedaba. Recuerdo a mi madre pasear delante de nosotros de frente y de espaldas. Y no podría decir cual era la broma, si la escuché y la entendí ya la olvidé, qué sabía yo, pero ambos sonreían, y mi madre dijo ¡Anda tonto! Y yo, que era testigo ocasional, supe de la complicidad de aquellas mañanas, de las risas, de la sensación cálida y acolchada que me transmitía ese lenguaje que solo era de ellos.

Qué poco duró aquello. Siempre son grises y húmedos los 24 de noviembre.

Intactos los nombres y los lazos, intacta la sensación de protección, como si aún los tuviera a todos rodeándome, como si aún ella pudiera hacernos la foto, solo queda:

Seguir sonriendo a cámara.

  @Rocío Díaz Gómez                        


 

martes, 22 de noviembre de 2022

"No quiero olvidar todo lo que sé" Las Sinsombrero 3 de Tanía Balló.-

 

 

"Al amanecer nos despertó el golpeteo de las ametralladoras. Corrimos hacia la ventana. En lo que alcanzaba nuestra vista no se advertía movimiento alguno.Todo estaba quieto, en calma, con excepción de las lejanas ráfagas que se sucedían a intervalos. En los montes que amparan el sur de la ciudad se estaba consumando la última resistencia."

Mada Carreño. Los diablos sueltos

 

Después de haber visto la exposición sobre Las Sinsombrero que está estos días en el Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, ya solo me quedaba leer el tercer volumen de la trilogía: "No quiero olvidar todo lo que sé" de Tania Balló.

De los dos anteriores ya está hecha la reseña en este blog, cuando los iba leyendo a medida que se fueron publicando. 

En esta tercera entrega la autora aborda la vida de las Sinsombrero, esas artistas e intelectuales de principios del siglo XX que tras la Guerra civil y su devastación habíamos olvidado. Algunas de ellas se quedaron aquí y otras tuvieron que exiliarse. En este tercer libro sobre todo se habla de las que tuvieron que ir al exilio, de cuánto la dureza de ese exilio las marcó en sus vidas y en sus trayectorias profesionales.

Aquí revisaremos las vidas de Carlota O´Neill, Cecilia G. de Guilarte, Silvia Mistral, Luisa Carnés, Concha Méndez, María Dolores Arana, Mada Carreño, Magda Donato, Silvia Mistral... y volveremos a otras a quiénes ya habíamos conocido en los libros anteriores por su relación con éstas.

La verdad es que se lee muy rápido, porque tiene apenas 200 páginas. Está estructurado en seis capítulos, en el primero aborda el papel de estas mujeres durante la Guerra Civil, eran mujeres intelectuales y comprometidas que combatían en la retaguardia o escribiendo. El siguiente capítulo habla del exilio propiamente dicho. El tercer capítulo habla de las relaciones que se establecían entre ellas una vez ya en el exilio, relaciones de ayuda, de amistad, de ánimo. El cuarto capítulo aborda el camino que tomó su inspiración, sus obras, sus proyectos una vez que estuvieron asentadas en sus nuevos lugares. Es muy importante señalar cómo tuvieron que afrontar la maternidad. El quinto capítulo nos muestra las relaciones que se establecieron entre algunas que estaban en el exilio con otras que permanecieron aquí. Nos habla de las relaciones epistolares tan ricas y tan largas que surgieron. Y finalmente el último capítulo habla del olvido. 

La autora ha hecho todo un trabajo para recuperar la memoria de todas estas autoras, cuando de muchas de ellas ni tan siquiera habíamos oído hablar. El trabajo de investigación que nos cuenta sobre cómo dió con la pintora Ruth Velázquez nos ayuda a hacernos una idea, no solo ya del trabajo, sino también de todo el tesón, tiempo y paciencia que hay detrás de todo este proyecto de recuperación. 

Los dos libros anteriores son más monográficos, nos va contando la historia de cada una de ellas. En cambio éste aunque incide en algunas de ellas de forma más pormenorizada, también es más una visión global de lo que supuso aquel tiempo en la mujer, lo que supuso en nuestra historia cultural.

He disfrutado leyendo los tres libros. Son muy interesantes. Y la bibliografía que aporta, si uno quiere ampliar conocimientos sobre alguna de ellas, también es muy rica y amplia. 

Son un buen homenaje a aquellas mujeres que hicieron tanto por la cultura y después habían acabado siendo invisibles. Como dice el título yo tampoco quiero olvidar todo lo que sé sobre ellas.

 

"No se preocupe de contestarme. Escríbame siempre que necesite decirme algo sin averiguar si me debe carta o se la debo. Igual haré yo. Ya que me dice que siempre me ha tenido en su vida, no quiero salir de ella."

Carta de Elena Fortún a Carmen Laforet. Febrero del 47

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

Las Sinsombrero. Exposición en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa

 


Es cierto que en mis tiempos de BUP y COU estudié a los intelectuales de la Generación del 27, pero nadie me habló de las intelectuales de esa misma generación. Aquellas mujeres pintoras, escritoras, escultoras, pensadoras, compositoras y artistas en general no llegaron hasta nosotros, a pesar de que llegaron a tener mucho éxito no solo nacional sino internacionalmente hablando.

No sabíamos que nos faltaba la versión femenina de todo cuánto ocurrió en aquellos primeros años del siglo XX. Nos faltaba su mirada, su forma de crear. Y ellas también habían sido protagonistas de aquel tiempo. 

Como contaba Maruja Mallo fueron ellas, Maruja y Margarita Manso en este caso, quienes habían cruzado la Puerta del Sol sin sombrero junto a Lorca y Dalí como signo transgresor, como rebeldía. Liberándose del sombrero liberaban también sus ideas. Este acto de rebeldía les valió el nombre de Las Sinsombrero, nombre con el que se ha llamado a todo el grupo de mujeres que llevó el peso cultural y social de los años 20 y 30 del siglo pasado.

Fueron también ellas mujeres talentosas, rompieron moldes, y brillaron artística e intelectualmente hablando. Maruja Mallo, Margarita Manso, Marga Gil Roësset, Delhy Tejero, María Zambrano, Luisa Carnés, Rosario de Velasco, Concha Méndez, Ángeles Santos, Ruth Velasco... Brillaron junto a las que se quedaron sin exiliarse como Carmen Conde o Rosa Chacel. También hablamos de dramaturgas, empresarias, figurinistas.

Reconozco que solo había oído hablar de Maruja Mallo y de alguna más porque en mi tertulia literaria me hablaron de ellas. Sin embargo tuvieron que llegar a mi vida los libros de Las Sinsombrero de Tania Batlló para ir conociéndolas con más profundidad. Leí con avidez los dos primeros según fueron publicándose, conociendo una a una a aquellas "sinsombrero". Y precisamente ahora estoy inmersa en la lectura del tercer volumen, conociendo a las que se exiliaron: “No quiero olvidar todo lo que sé”.

En el Centro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, y hasta el 15 de enero, hay una exposición también comisariada por Tania Batlló que nos las recuerdan. Merece mucho la pena la visita. 

Son más de cuatrocientas obras y hay documentos, libros, fotografías, obras de arte de pintura, de escultura...

Yo estuve el otro día, un día laborable a las tres de la tarde y no había nadie. Pero nadie de nadie. Un lujo poder visitarla despacio, admirando cada sección, cada vitrina, cada cuadro y panel, tomándome todo el tiempo que quisiera o necesitara para contemplar o leer. Estuve mi buen rato admirando las esculturas de Marga Gil, los cuadros de Maruja Mallo, Ángeles Santos y de Delhy Tejero que me encantan. Viendo los libros de Concha Méndez y Luisa Carnés... Disfrutando. 

Eso es, disfrutando. Recordando lo que ya había leído en los libros. Pero también aprendiendo nuevas facetas de ellas. 

Es una exposición amplia, amena y muy interesante.






Los cuadros de Maruja Mallo




Las esculturas de Marga Gil Roesset

 
 


Las pinturas de Ángeles Santos: "Terra"



Los libros de Luisa Carnés. La obra de teatro Tea Rooms la vi también en el Fernán Gomez y me encantó

Los cuadros de Delhy Tejero

El espacio de crecimiento intelectual y social de las mujeres de la época: El Lyceum Club Femenino

La original obra de Ruth Velazquez "La madre del Comunismo"

"La matanza de los inocentes" de Rosario de Velasco

Margarita Manso





lunes, 14 de noviembre de 2022

"El buen padre" de Santiago Díaz. Reseña Literaria

 


 Antes de leer "Eleanor Oliphant está perfectamente" que ya he reseñado en otra entrada, me leí "El buen padre" de Santiago Díaz. 

Bueno más que leerme, devoré "El buen padre". Y no sé si fue por eso, porque no podía parar de leer y lo hice súper deprisa, o porque la vida en esos días me envolvió en una tela de araña de otras muchas tareas igual de absorbentes y vertiginosas, entre ellas un catarrazo de esos que te dejan para el arrastre, el caso es que se me pasó hacer la reseña. 

Y eso no puede ser. Mi memoria cada vez es más frágil y para combatir el olvido y ordenarme por dentro no podemos abandonarnos. Así que vamos a completar las reseñas de los libros leídos en el 2022.

"El buen padre" no es la primera novela del autor, pero sí la primera de la serie de la inspectora Indira Ramos. Y ya os digo que yo me las pienso leer todas. 

Se trata de una novela policíaca que arranca cuando la policía encuentra en un chalet a un hombre con un cuchillo, manchado de sangre y al lado del cadáver de su mujer. Al año de estos sucesos, un anciano se entrega a la policía diciendo que tiene a tres personas secuestradas y avisa de que irán muriendo semana tras semana si no detienen al verdadero asesino de su nuera y liberan a su hijo. 

"Si estuviera usted en mi lugar, ¿no haría lo que fuera para demostrar su inocencia?"

Y aquí es donde ya aparece la protagonista de la serie: Indira Ramos una inspectora muy, muy peculiar. Confieso que si en las novelas hay un personaje curioso a mí ya me están echando el lazo. Y desde luego que Indira Ramos está llena de rarezas y fobias con todo lo que ésto conlleva para hacerla interesante. 

Como ya hemos contado en el argumento, al dar el secuestrador un plazo de tres semanas en las que cada siete días irá matando una víctima, nos deja la historia con un ritmo cronometrado y vertiginoso. Hay tres vidas en juego, que iremos rastreando y conociendo al mismo tiempo que se acaba el suyo. Estos cambios temporales constantes entre sus diferentes pasados y este presente común de secuestrados, nos imprime mayor agilidad en la trama. 

Por otra parte el autor nos articula la novela es capítulos muy cortos, esa forma de estructurarla también incide directamente en mantener alto este ritmo ágil de lectura. Todo contribuye, como vemos, a que sea una historia que no da tregua al lector, te mantine en vilo. Mucha acción, poca descripción, y muy visual. 

Se tocan muchos temas: La mala práxis, la prostitución cara, timbas clandestinas, chantajes, ajustes de cuentas, corrupción urbanística... por solo decir algunos.

 En cuánto a la construcción de los personajes, rápido nos damos cuenta de que son muy complejos, todos los personajes tienen aristas. Están bien construidos, todos tienen más de una cara, oscura, que vamos a ir descubriendo. Eso sin hablar, como ya hemos dicho, de las características de la inspectora protagonista.

"Muy normal no eres, no voy a engañarte. Pero las personas más interesantes nunca lo son.." 

 En cuánto al género claramente es una novela policíaca, pero tiene el acierto de que también tiene dosificados algunos ingredientes románticos.

“Supongo que al final es cuestión de acostumbrarse a las rarezas de los demás”.

Y para terminar hay que señalar que tiene un giro final muy de destacar. 


No quiero contaros más. Desde luego es una novela que cumple muy bien su función de literatura de evasión, porque te metes en ella y te atrapa. Si te apetece una policiaca... ya sabes.