Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 15 de marzo de 2012

"El olvido que seremos" Hector Abad Faciolince




"Han pasado casi veinte años desde que lo mataron, y durante estos veinte años, cada mes, cada semana, yo he sentido que tenía el deber ineludible, no digo de vengar su muerte, pero sí, al menos, de contarla. (...) Es posible que todo esto no sirva de nada; ninguna palabra podrá resucitarlo, la historia de su vida y de su muerte no le dará nuevo aliento a sus huesos, no va a recuperar sus carcajadas, ni su inmenso valor, ni el habla convincente y vigorosa, pero de todas formas yo necesito contarla. Sus asesinos siguen libres, cada día son más y más poderosos, y mis manos no pueden combatirlos. Solamente mis dedos, hundiendo una tecla tras otra, pueden decir la verdad y declarar la injusticia. Uso su misma arma: las palabras. ¿Para qué? Para nada; o para lo más simple y esencial: para que se sepa. Para alargar su recuerdo un poco más, antes de que llegue el olvido definitivo" (Págs. 254-255).


En la memoria de los libros que voy leyendo, éste del que os quiero hablar hoy lo leí hace dos historias. Ahora estoy en la novela negra de Suecia, pero entonces pase una temporada en Colombia, donde transcurre "El olvido que seremos".

¿No os habéis leído este libro? Pues hacedme el favor y hacéroslo de leerlo. Qué historia tan entrañable, además de cierta. ¿Qué más se puede pedir como lector?

Es uno de esos libros que te dejan huella.

En agosto de 1987, cuando Abad Faciolince aún no había escrito ni un libro, su padre fue asesinado en su ciudad natal, a manos de un par de sicarios frente al Sindicato de Maestros de Medellín. Tenía 65 años y en el bolsillo de su pantalón llevaba un soneto de Borges, cuyo primer verso dice: "Ya somos, el olvido que seremos".

El autor del libro, su hijo, necesitó veinte años para escribir estas memorias. Estas memorias que son también una novela sobre su padre. Sobre el amor filial.

El padre fue una persona que había sido amenazada varias veces, pero aún así seguía batallando con su compromiso social, luchando por los desprotegidos. Era médico, y pensaba en otra idea de la medicina. También era un padre amoroso, que pensaba que a los hijos hay que hacerlos lo más felices posible, porque ya viene después la vida a demostrarles lo dura que es. Un padre que confiaba en el amor, en la paz, en la justicia. Un padre que carcajeaba y lloraba a raudales al mismo tiempo. Un padre que amaba el arte. Y que cuando atravesaba malos momentos se encerraba en su despacho a escuchar música clásica y a llorar a solas.

Está contado de forma cronológica. Comienza cuando Hector Abad es un niño, el único hijo con cinco hermanas. Y termina 28 años después cuando el padre muere. Pero hay algunos saltos en el tiempo anticipando acontecimientos.



Es también un libro sobre la sociedad de Colombia en ese tiempo, sobre la violencia que había, sobre el nacimiento de grupos paramilitares que no tienen ninguna contemplación en quitar de enmedio a quiénes les molestan.

En fin... La historia de una familia, de una sociedad. Una biografía, unas memorias, que hay que saborear despacio. No es un libro ñoño, es un libro emotivo, sentimental. Habla del amor, de la vida, de la muerte con detenimiento, con un detalle que te hace sufrir, es cierto. Pero también con una prosa sencilla, delicada, tocando los temas sin caer en la sensiblería.

"Yo recordaba que muchas veces mi papá me había dicho que todo ser humano, la personalidad de cada uno, es como un cubo puesto sobre una mesa. Hay una cara que podemos ver todos (la de encima); caras que pueden ver algunos y otros no, y si nos esforzamos podemos verlas también nosotros mismos (las de los lados); una cara que sólo vemos nosotros (la que está al frente de nuestros ojos); y una cara oculta a todo el mundo, a los demás y a nosotros mismos (la cara en la que el cubo está apoyado). Abrir el cajón de un muerto es como hundirnos en esa cara que sólo era visible para él y que solo él quería ver, la cara que protegía de los otros: la de su intimidad..."




Un libro intenso, que conmueve.


EL OLVIDO QUE SEREMOS
Hector Abad Faciolince


“Amaba a mi padre por sobre todas las cosas... Amaba a mi papá con un amor animal. Me gustaba su olor, y también el recuerdo de su olor... Me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de su ropa y la meticulosa limpieza de su cuerpo”.

martes, 13 de marzo de 2012

Dimensión Vocal en el Café Violín de Getafe



 Hoy os quería hablar de un grupo de música vocal que como su propio nombre indica se llaman...
 Ta, ta ta, chin... redoble de tambores...

¡Dimensión vocal!

¿Que no sabéis de quién os hablo? ¿Que nunca les habéis escuchado? Pues perdonadme que os diga pero no teneis ni idea de lo que os estais perdiendo... No, no, no lo flipo... Que yo bien que me divertí con ellos el otro día. ¿Cómo que qué día? El viernes pasado. Sí ,sí éste, el 9 de marzo de 2012. En el Café Violín de Getafe.

Buscaló, buscaló... Ya verás cómo es cierto. Allí que estuvieron. Los seis: el bajo, el barítono, los tres tenores y el "beat-box". ¿Que no sabes lo que es un "beat-box"? Un poco de culturilla... ¿eh?

Esos, son esos de ahí arriba... Sí, sí esos que encabezan la entrada. Que sí... los seis.

Ah ¿Qué te creías? 

Desde Stand by me o California dreaming hasta "Aquí, aquí, aquí no hay quién viva..." Sin un solo instrumento, solo con sus voces. Buenísimos. Y eso que los vídeos, ya veréis, no les hacen justicia, porque apenas había luz, que los técnicos del Café ya podían haberles puesto algún foco de más... Pero no dejéis de escucharles, porque os entrarán ganas de verles mejor, de oírles mejor, de disfrutarlos.

Cómo lo oyes... Entretenido, fresco, alegre, un espectáculo que nada tiene que envidiar a otros que hay por ahí por el mundo... Ya te digo.

Así que ya sabes en cuánto alguien te pase un evento de este grupo por el facebook, por el boca a boca, por dónde sea, no te despistes... Y toma nota.

Ya sabes... ¡Dimensión vocal!

¡No te lo pierdas!




















lunes, 12 de marzo de 2012

Rutina de Hector Abad Faciolince




¡A por el lunes!


RUTINA
Esa felicidad,
esa seguridad
de repetir los mismos gestos cada día.
Exprimir las naranjas,
preparar el café,
tostar las rebanadas
de pan,
untar la mermelada.
Darle a la vida
el ciclo regular de los planetas,
acostarse a las once,
levantarse a las seis,
sentir que cae el agua
tibia, plácida,
encima de tus hombros,
usar siempre
el mismo jabón, el mismo champú,
la misma loción
–la que usaba tu padre–.
Protestar por lo malo
que se ha vuelto el periódico,
el de toda la vida,
el pan de cada día,
y volver a comprarlo
con ese mismo asco resignado
de tener que cagar
una mañana sí y otra también.
Usar siempre los mismos
viejos zapatos que se parecen
más a ti que tus pies.
Vestirte
con el eterno azul
que te vuelve invisible,
felizmente invisible.
Sentir que tú eres tú,
que yo soy yo.
Ir a los mismos sitios,
comer las mismas cosas,
jueves frijoles,
lunes pescado,
sábados arroz...
Visitar a tu hermana todos los veranos
y pensar que envejece,
pero decirle siempre que no cambia,
que no cambie.
Recordar a los muertos
en cada aniversario;
enviar tarjetas cursis
en cada cumpleaños.
Planear de nuevo el viaje
que nunca emprenderemos.
No poder soportar
que ya no haya tranvía,
que hayan movido
la parada del bus
a la otra manzana,
que hayan quebrado los ferrocarriles,
que nadie escriba cartas
y haya que adaptarse
al correo electrónico,
tan vulgar, tan urgente,
la vida un permanente
telegrama.
Resistirse a llevar en el bolsillo
un teléfono,
detestar que el dinero
sea de plástico
y no de plata, de oro o tan siquiera
de papel.
Que el mismo corte de pelo
te lo haga siempre el mismo peluquero,
que tengas siempre gripe por enero,
que el primero
y el quince
llegue la quincena.
Desayunar trancado,
almorzar abundante,
cenar poco,
quejarse de la gota, de la bilis,
de la memoria y de la digestión.
Creer que nunca sueñas.
Recordar ese chiste
de tu única esposa:
“Aquí se picha los viernes
estés vos o no estés vos”,
y hacer hasta lo imposible
cada viernes
por encaramarte en ella
con ganas o sin ganas
porque l’appetito vien mangiando
como dicen en Turín.
Negar que eres un soso,
un rutinario
con el verso aprendido de un amigo:
“La vida se soporta
tan doliente y tan corta
solamente por eso”.
Caminar por la calle ensimismado,
ausente de este mundo,
rumiando en tu cabeza
historias, frases, viajes, desventuras,
crímenes, adulterios, melodramas, incestos,
abortos, heroínas, traiciones, sacrificios,
saber que todo drama
está en tu calavera,
que la gran aventura
ocurre en las paredes de tu cráneo,
que nunca habrá más grande sensación
(orgías, drogas, sueños)
que aquello que imaginas.
Que la vida consiste en perdonarnos
las ofensas que hacemos,
los gestos que no hicimos,
los silencios cobardes,
los fingidos afectos,
las mentiras.
Y escribir cada día,
ganar la lotería
de al menos una frase
que nadie ha dicho nunca,
tener un pensamiento
que todos han tenido,
pero decirlo bien
con todas las vocales,
con todos los sonidos,
con todos los sentidos.
Lograr que la aventura de tu vida
esté en las páginas que escribes,
en los ojos que ahora
pulen un heptasílabo,
quitan o ponen una coma, una tilde, un acento,
en los ojos que ahora se detienen
complacidos tal vez
o entretenidos
en un punto, este punto.

Héctor Abad Faciolince

domingo, 11 de marzo de 2012

"Fotografía sin verdad. El poder de la mentira" una exposición de fotografía que hubo en la EFTI

Como dice la cartela, con dos fotografías se hizo solo una. Mirad detenidamente y veis como se han borrado a algunas personas, se ha puesto al sujeto mirando al frente...

La imagen hecha con honradez supone una de las mejores formas de reflejar la realidad y contribuye de forma muy eficaz a la memoria colectiva. ¿Pero por qué muchas veces nos llegan imágenes retocadas?

Dos periodistas de la agencia EFE y profesores de fotografía en la Universidad San Pablo-CEU han hecho un libro donde han recogido muchas de estas imágenes en las que se nos ha ofrecido una visión distorsionada de la realidad. Ya haya sido por motivos políticos, sociales, o religiosos... muchas veces se ha retocado la imagen ofreciéndonos una visión sesgada de lo que verdaderamente ocurría. Diego Caballo Ardila y Daniel Caballo Méndez nos señalan que estamos viviendo una crisis de la verdad dentro de la gran crisis.

"A veces la verdad es desvirtuada, disfrazada, pisoteada para beneficio de alguien..."

En la EFTI siempre hay exposiciones que me llaman la atención. De vez en cuando acostumbro a consultarlas. En esta ocasión la información me llegó por unos amigos. Enseguida pensé que esa exposición de la que me hablaban tenía que estar aquí, en la EFTI: Escuela de Fotografía y Centro de Imagen.

Ya no podéis ir a verla, terminó en febrero. Lo siento, no he tenido tiempo hasta hoy de colgar las fotos. Pero os dejo con algunas de ellas. Son interesantes, ya veréis. Y así ya conocéis este lugar, pequeñito, céntrico, cerca del Panteón de los Ilustres, en Atocha (Madrid), donde suele haber exposiciones de fotografía dignas de verse.

De hecho, he recordado que os debía la reseña en el  blog de esta exposición, porque hoy me he acordado de que entre estas fotos, había una del atentado del 11 de marzo en Madrid. Estaba la misma foto en diversos periódicos de aquel momento. La misma foto pero retocada... Pero esa no os la voy a dejar aquí, cómo podéis imaginar no es nada agradable, de ahí que la retocaran. Pero su recuerdo vale como homenaje.



A Manuel Chaves le quitan la rosa y le ponen una pistola, o a Barak Obama le vuelven un poco más "blanquito"


Esta foto de la Familia Real se hizo recortando nietos de aquí y de allá hasta ponerlos a todos juntos... Fue un fotomontaje realizado por la Reina Sofia en la Navidad del 2005 como felicitación.

Aquí también retocaron la foto quitando a algunas personas hasta que consiguieron que se viera a Acebes mucho más cerca de Maria del Mar Blanco en una manifestación.

En esta le borran la esvástica del brazo a uno de los legionarios que en la procesión llevaba al Cristo


Y aquí le quitan un michelín a Sarkozy...


jueves, 8 de marzo de 2012

Hoy es 8 de marzo, día de la mujer. Un relato de Rocío Díaz Gómez: "Planchando lágrimas"





Hoy con eso de que es el Día internacional de la mujer os quería dejar con uno de mis relatos, que hace mucho tiempo que no os dejo mis historias.

Se trata del relato titulado "Planchando lágrimas" con el que gané tal día como hoy pero en el 2007 el primer premio del III Certamen de Relatos Breves "Nosotras contamos" organizado por el Ayuntamiento de Zamora.

La entrega de premios fue en el Salón de Plenos de ese Ayuntamiento, un lugar muy elegante, muy señorial y donde después nos invitaron a un ágape. Recuerdo que era una tarde casi primaveral, muy soleada con una temperatura muy suave. Yo no conocía Zamora, así que antes de la entrega de premios pude pasearla despacio con esa buena temperatura que hacía y me pareció muy agradable.





Planchando lágrimas


Hay dos clases de lágrimas:
las que derramamos por los que nos abandonan
y las que derramamos por los que no dejamos marchar.
Anónimo



Mi querida Elena Francis,

Desde que mi Pedro me dejó, no sabes qué bien, que requetebién se me queda la ropa cuando plancho. No puedo por menos que escribirte para decírtelo y sobre todo para que leas mi carta en tu maravilloso programa, son tantísimas cosas y tan interesantes sobre la vida las que aprendemos las unas de las otras en él... Perdona el atrevimiento de ésta oyente fiel, pero incluso he pensado cómo podrías anunciarlo ese día en antena, cómo sobre esa musiquita familiar y entrañable podrías decir algo así: “No hay nada en el mundo mejor que el que tu novio te deje, creedme amigas y daros tiempo, no os reportará más que ventajas.”

¿Qué te parece...? ¿Esta bien no...?

Porque mi querida Elena, te plantan y para empezar, la ropa planchada te queda de fábula... Que a mi, antes, por mas horas que estaba ahí de pie derecho, dale que te dale a la plancha, se me quedaba siempre de penita, cogía una camisa y cuando la planchaba del derecho se me arrugaba del revés, cuando planchaba las mangas se me arrugaba la pechera, cuando iba a la pechera otra vez la espalda arrugada, y así una y otra vez, hasta que se la veía puesta a mi Pedro, y no podía por menos que decirme por dentro “...Espero que con el calorcillo del cuerpo se le estire un poco porque ¡ay! el pobre lo fachoso que va...” Y casi sin mirarle, medio de reojo, le decía: “Venga, venga a trabajar que llegas tarde...” Porque, no te voy a engañar Elena Francis, vergüenza me daba hasta mirarle bien de frente.

Pero querida ahora que Pedro ya no está conmigo, da gusto con la plancha. Ni agua, ni almidón, ni nada: lágrimas de desamor. Abandonadas de España, creedme, mano de santo. Lágrimas de desamor, que no lágrimas de jabalón, que empieza y termina igual pero no es lo mismo... Aunque, y ahora que estamos en confianza, las de jabalón, no es por nada pero también ayudan lo suyo y mucho. Una copita de ese moscatel tan dulce, tan fresquito para aperitivo a media mañana y otra del tiempo con una rosquillita de anís para merendar a media tarde y ¡gloria bendita!... Esas dos copitas te entonan, te espabilan el alma y te dan una alegría al cuerpo que pa qué las prisas... vamos de ¡rechupetearte los dedos!.

Perdóname Elena, que me emociono con estas cosas y se me va el hilo, ya, ya sé que no estábamos hablando de las de jabalón si no de las de desamor... porque no todas las lágrimas son iguales, desde luego.

Las de desamor son mucho más numerosas, más escandalosas, sale una y salen detrás un millón a ver que pasa que hay tanto jaleo fuera... Hija, te plantan y es como si se abriera un grifo en tu interior y a chorros que terminas llorando por las esquinas, que parece mentira lo que una puede llorar, además son más saladas que las lágrimas de alegría que son mucho mas dulcecitas y empalagosas, y desde luego mucho mas brillantes que ningunas otras, de ahí que el resto del mundo se vuelva gris y desvaído desde ese momento, porque todo el color y el brillo que tenía se lo llevan las lágrimas, hija, que parece mentira lo que arrastran, que poderío, ojalá arrastrara tanto y tan a conciencia el limpia cristales que venden en el súper... Pero en fin, que desde luego no tienen más que ventajas.

Pero no hago más que desviarme de lo importante, el planchado, porque mi querida Elena que sean tantas y tan saladas tus lágrimas, hace que ya no necesites humedecer la ropa, sobre todo si es cien por cien algodón como era mi Pedro, ni echarle almidón que yo por más mimitos que le di a mi Pedro ya ves que me dio lo mismo, ni que le eches cualquier producto de esos que venden y cuestan un riñón, con la sal es bastante, nada de nada es igual que echarles tus lágrimas de desamor.

Tu coges la plancha, te imaginas que es tu Pedro o tu Juan o tu lo que sea, y oye empiezas a descargar y a descargar mirando a la ruedita del termostato como si le miraras a los ojos y sin darte ni cuenta notarás como empiezan a caer lágrimas sobre la ropa limpia, venga a caer lágrimas y tu erre que erre diciéndole cosas, mirando a la ruedita, apretando el botón del vapor como si le apretaras una y otra vez la nuez y pasando la plancha por encima de la prenda como si le pasaras una apisonadora, erre que erre, dejando que la humedad y la sal y la plancha te vuelvan tan tiesecita, tan tiesecita la ropa limpia, como tu alma, hasta quedar sin una sola arruga, ni de pena ni de nada. Un primor de sabanas que te quedan... Un primor... Todos esos bordados de tu ajuar que tanto te había costado alisar en tu vida de pareja, pues oye en esta nueva vida mucho mejor, te lo digo yo.

Y por supuesto Elena, querida, lo más importante, qué desahogo más grande para el dolor de tu alma... qué sueltita te quedas, qué liviana y qué bien después de una terapia de plancha.

Eso sin hablar del sobresueldo... Porque oye tu le comentas a tu vecina del segundo lo bien que te queda la ropa, y se la enseñas claro, porque hay que desengañarse con su propio ojo, como pasa con los hombres, que si no Elena no vale, ya sabrás que te digan lo que te digan te tienes que estrellar bien estrellada para aprender... Y claro tu vecina del segundo se queda admirada del resultado de tu colada y corre escaleras arriba a decírselo a la del tercero, porque entre mujeres ya se sabe se cuenta todo, y en seguidita a la del tercero la tienes abajo a que se lo enseñes también, y nada más verla sube a decírselo a la del cuarto, que también se baja rauda y veloz, y la del cuarto sube a decírselo a la del quinto, que también, y la del quinto a la del sexto, el séptimo, el octavo... Así hasta que toda la escalera ha pasado por tu casa como una procesión de Semana Santa, y nada mas adecuado, que si te plantan así te sientes, como en Semana Santa, como una plañidera más, que lo que tienes es un duelo encima que no hay manera de quitártelo...

Pero a lo que íbamos... ¿Y que pasa con tus vecinas cuando han visto tu ropa planchada? Que todas quieren tener las sabanas y las camisas de su marido así de lisitas como ahora tú tienes las tuyas. Pero... como ellas están felizmente casadas o arrejuntadas o como estén, pues por más que quieren tener ese tipo de lágrimas, no las salen. Porque estas cosas o te salen del corazón querida Elena o no te salen. Que las lágrimas de cocodrilo son baratas, pero las de desamor te salen carísimas... Total que como no las tienen pues ¿qué pueden hacer? contratarte por horas para que subas y les hagas la plancha. ¡Y anda que no te has quedado tú con cosas dentro de tu alma que echar fuera...!, ¡anda que no tienes tú cosas que echarle en cara al termostato...!, ¡anda que no coges tú soltura apretando y apretando el botón del vapor y dándole a la plancha...! Vamos que en dos meses y casa por casa te haces de oro. De oro, Elena, te lo digo yo. Te lo dice una servidora despechada pero con el bolsillo lleno.

Y eso no es lo mejor... Porque con tanto llorar y llorar gordas lágrimas de desamor, que con las otras no es lo mismo, de tanto llorarlas gordas y bien gordas, entonces tu cuerpo pierde más líquidos... Con tanto llorar y perder líquidos, con tanto trabajar planchando y tanto subir escaleras y tanto bajarlas, unido a las poquitas ganas que te quedan de comer con el disgusto y lo mal que duermes dándole vueltas, pues te vas quedando escurridita, escurridita, hasta quedarte con un tipín de escándalo Elena, de escándalo créeme que se te queda el tipo si te plantan.

Y te habrán plantado como a una lechuga pero ¡hay que ver! lo bien que te quedan ahora todos esos modelitos que te has comprado con el dinerito que te has ganado llorando... ¡Lo mona y lo moderna que te ves en el espejo! y ¡la de pretendientes que te van a salir a partir de ahora...!

Mi querida Elena Francis, desde que mi Pedro me dejó, no sabes qué bien, qué requetebién se me queda la ropa cuando plancho, y no sabes qué bien, lo requetebién que se me ha quedado la vida entera.

©Rocío Díaz Gómez





miércoles, 7 de marzo de 2012

Javier Díaz Gil, recita estar tarde en Granada ¿Te lo vas a perder?



AL ESCONDITE


"Ronda, ronda... "
Te escondías
para que no te encontraran.

Detrás de una columna
con los ojos cerrados,
sin hacer ruido.

Escuchabas contar hasta diez,
hasta veinte...
-muy deprisa, gritando-
hasta cien...

"quien no se haya escondido
que se esconda..."

Tienes la boca apretada y tiemblas.

Tiemblas.
Y ya no eres un niño.

"...que ya voy."


© Javier Díaz Gil
27 de febrero de 2012

 
 
¿A que apetece pasar la tarde noche en Granada? Pasear por allí viendo la Alhambra iluminada, tomarte algo fuera, que seguro que hace buen tiempo... Y si además te digo que la visita incluye un recital poético ¿Cómo se te queda el cuerpo?
 
Apetece ¿verdad? Mira que no es un recital cualquiera... Que es entretenido, ameno, de poesía cotidiana, cercana, sentimental...
 
Ainnsssss...
 
Pues nada ya sabes lo tienes que hacer, si sales ahora en el coche, justo ahora te da tiempo porque el poeta en cuestión debe andar recogiendo para ponerse en camino...
 
¡¡¡Venga, no te lo pienses, regalaté una tarde noche en Granada con velada poética incluida!!!
 
Ay quién pudiera...
 
 
 
ENCUENTROS LITERARIOS

DEL CENTRO ARTÍSTICO LITERARIO Y CIENTÍFICO DE GRANADA

Calle Almona del Campillo 2-2º

Será el miércoles 7 de marzo de 2012
 las 20.00H

Lectura del poeta

JAVIER DÍAZ GIL

(lectura de obra publicada e inédita)


Coordinan y presentan:
JUAN PEREGRINA MARTÍN
FERNANDO SORIANO BENSUSAN





¡¡Que sí, que hoy, hoy mismo, en Granada y a las 20 horas!!

Venga espabila...


martes, 6 de marzo de 2012

La casa de Blas de Otero en Bilbao. Iñaki Túrnez amable reportero de este blog




 Hoy os quería dejar con otra casa de escritores para nuestra colección. Ya sabéis que si pinchais (a la derecha del blog) en la pestaña "Las casas de escritores" podéis acceder rápidamente a todas las entradas de este blog que he dedicado a este tema. Ya tenemos unas cuántas casas aquí registradas...

Pues bien, hoy os quiero dejar con la información sobre la casa del poeta Blas de Otero, en Bilbao.

Como no he viajado ultimamente al norte, el mérito no es mío, sino de un escritor amigo Iñaki Túrnez, a quién ya os presenté en otra ocasión:
http://www.rociodiazgomez.blogspot.com/2012/01/inaki-turnez-escritor-y-la-casa-de.html

De nuevo Iñaki ha sido tan amable de visitar otra casa de escritor de su ciudad para dejarnos constancia de sus coordenadas. Así que cómo yo solamente he sido la afortunada destinataria de su regalo mejor os dejo con sus palabras y sus fotos.

Mil gracias Iñaki.


"Ayer, mientras me documentaba para un relato que estoy escribiendo y que se ambienta en Bilbao (estoy muy ilusionado con este relato, creo que es mi mejor trabajo), me encontré de repente con una información sobre las casas donde han nacido ilustres bilbaínos. Enseguida me acordé de ti. Apunté las direcciones de las casas de nacimiento de los poetas Blas de Otero y Gabriel Aresti. Me pillan relativamente cerca del itinerario que hago por las mañanas para ir a trabajar, así que esta mañana me he desviado un poco y he pasado por la calle Hurtado de Amézaga, donde nació Blas de Otero en 1.916.
Es el número 28 de la calle Hurtado de Amézaga, muy cerca del centro financiero de la ciudad.






Como la otra vez, he procurado sacar una foto de la fachada, otra con el cartelito que hay junto a la puerta, y otra más general del inmueble y la calle donde se ubica. Amanecía un precioso día soleado en Bilbao, y todavía estaba encendido el alumbrado público. La casa donde nació Blas de Otero es la primera que se ve a la izquierda en la vista general, la que está iluminada con la luz del la farola. Me he puesto en mitad de la carretera para sacar las fotos y casi me atropella un coche (peligros de la profesión periodística, menos mal que el sueldo me compensa).




Y ya puestos, en una calle cercana inauguraron en 2.005 un monumento con la escultura del poeta (obra de un escultor madrileño, Francisco López), así que también he pasado por ahí y he tomado una foto. No se aprecia muy bien, pero en la escultura se representa al poeta sosteniendo un libro donde se lee "Pido la paz y la palabra". Bonitas palabras ¿verdad?"

Iñaki Túrnez


Muy bonitas Iñaki.

Qué suerte tengo ¿verdad? Qué suerte tengo yo, y qué suerte tiene mi blog de poder contar con este reportero en el norte de la península. 

Mil gracias otra vez.

¡¡Señores y señoras un aplauso para Iñaki Túrnez !!