Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 10 de junio de 2011

Un haiku de José León Cano Ramirez



"Gota de lluvia
ojo que inventa el cielo
para mirarse."
 

José León Cano Ramirez


Ayer en la tertulia, cuando le tocó leer a uno de mis compañeros, José León Cano, nos recitó de memoria este haiku que él mismo había escrito.  Era la segunda vez que se lo escuchaba, pero ambas veces me ha parecido un acierto poético.

León es uno de nuestros compañeros más sabios, sus poemas siempre merecen la pena ser escuchados. Siempre. Os quería dejar con este breve ejemplo.

Parece mentira que con tan poco, se pueda decir tanto.

Supongo que la mayoría de vosotros ya los conoceis, pero por si acaso os recuerdo que el haiku es un breve poema de origen japonés. El haiku tradicional consta de 17 sílabas dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima.

Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente. Muy influido por la filosofía y la estética del zen, su estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad, la aparente asimetría que sugiere a la libertad y con ésta a la eternidad.

Espero que os haya gustado tanto como a mi.

miércoles, 8 de junio de 2011

La ruta (La forja de un rebelde) de Arturo Barea



Tengo muy atrasados los comentarios de los libros que leo. El tiempo que no da más de sí... Porque primero hay que vivir para luego contar ¿no?.

Pero bueno, voy a ver si pongo un poco de orden.

El primero del que os quería hablar porque para mí su lectura está ya más lejana en el tiempo es el segundo libro de la trilogía "La forja de un rebelde":


La ruta de Arturo Barea.

El argumento cuenta la experiencia de Arturo Barea en la guerra de Marruecos donde estuvo destinado como sargento.

No recuerdo haber estudiado en historia esa guerra. Yo creo que mucho no debimos dar sobre ella, porque yo tenía una laguna inmensa de conocimientos sobre este tema. Así que la verdad es que me gustó mucho leer esta parte de nuestra historia tan desconocida para mí. 

Como en el primer libro está contado en primera persona, y es muy enriquecedora la visión y la forma de contar del autor.

La guerra de Marruecos se nos muestra desde el juicio del autor como el colmo de la corrupción, es increíble como se enriquecían unos pocos mientras como guerra era de lo más estéril y suponía desastre tras desastre en la economía de España.


En la vida civil se miden las dificultades y se lanza uno contra ellas, o se soslayan. Si se fracasa, mala suerte. Si se triunfa, mérito de uno. Si no se decide uno a luchar, se queda donde está y no pasa nada. Pero en el ejército es distinto: le colocan a uno frente a las dificultades y no hay más remedio que acatarlas; si se fracasa, le castigan a uno; si se triunfa, se ha cumplido con el deber.

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Durante los primeros veinticinco años de este siglo Marruecos no fue más que un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensos.

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En el pueblo de al lado, al que le tocaba ser soldado era al hijo del cacique, y en mi pueblo, yo. Debíamos haber sorteado a ver cuál iba, pero como yo soy sordo, el hijo del cacique tenía que ir de todas maneras. Así que vino el médico y dijo qe yo no era sordo y que el hijo del cacique estaba tísico. Y aquí me trajeron. Y aquí, pues, me hicieron sanitario, porque como soy sordo... pues, usted comprende.

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El español tiene una adaptabilidad peculiar. Puede adoptar todas las características del mundo que le rodea y sin embargo mantener su personalidad intacta. La consecuencia es que a la larga absorbe el pueblo que ha invadido.

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Es terroríficamente fácil para un hombre el caer en estado de bestialidad.

(...)

- ¿Sabes?, la bestialidad es seguramente la cosa más contagiosa que existe.

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La taberna tenía para mí la misma atracción que un manicomio para una persona que normal en su primera visita: repulsión, miedo y la fascinación del terror desconocido de la locura.

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Se habían pasado casi dos años desde que había salido de España, dejando tras de mí la vida civil y mi propia vida, para sumergirme en el anonimato de la vida militar en África.

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Lo que un soldado ve en una guerra puede compararse con lo que un actor ve de un film en el que toma parte. (...) Cuando el actor ve la película terminada, difícilmente se reconoce a a sí mismo y tiene que forzarse para reconstruir mentalmente las escenas que repitió un sinnúmero de veces.

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Un pez luchando por su libertad es seguramente uno de los seres más espléndidos de la creación, aunque ninguno de nosotros seamos capaces de medir su coraje.

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Aquella masa de campesinos analfabetos, mandada por oficiales irresponsables, era el espinazo del Ejército español en Marruecos.

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Odiaba esta hambre horrible, escondida y vergonzante...

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La amistad entre gentes que han estado juntos en una guerra es un sentimiento estraño. (...) Son gentes absolutamente desconocidas. La vida común los convierte en camaradas. La guerra, al fin, los suelda unos a otros con una solidaridad que no es humana, sino más bien la de animales en peligro común que se agrupan en manada; y al fin esta solidaridad se convierte en amistad.

lunes, 6 de junio de 2011

Feria del libro 2011 el sábado pasado



El sábado pasado, 4 de junio, hice mi primera incursión de este año en la Feria del Libro. Porque imagino que repetiré... imagino. Vamos, casi seguro.

Fui prontito, a primera hora de la tarde,  porque, como siempre, amenazaba tormenta. No os podéis imaginar las hordas de lectores madrileños que entraban en el Paseo de Coches...
La verdad es que hacía una tarde buenísima.

Este año hay una exposíción de fotografías sobre los bosques.

 
 
 


Como fuímos tan pronto, aún no estaban los autores firmando. Pero menos mal, porque así disfrutamos al menos de una hora en la que se podía caminar un poco más tranquilo. Despues ya fueron llegando: Iñaqui Gabilondo, Almudena Grandes, Sánchez Dragó, Julia Navarro, Mariló Montero y Sergio ¿Fernández? (el cocinero que lleva Mariló a su programa, yo lo sé bien por mi madre...), Alberto Vázquez Figueroa, Fernando Rojas... Esos que ahora mismo yo recuerde.
Y luego caminando por el centro estaban unos soldados romanos y Pocoyó.

Pero no pude evitar hacer un par de fotos a Juan Carlos Mestre (Premio Nacional de Poesía 2009 - http://www.juancarlosmestre.com/) haciendo una de esas dedicatorias tan preciosas que él hace en los libros. Qué pena no haber podido coger mejor el libro con la cámara, porque de verdad que merece la pena verle con su cajita de acuarelas al lado con toda la paciencia del mundo pintando...







Y claro no pude evitar llevarme estos cuatro libros. Es que para mí lo de ir a la Feria del Libro es una lucha conmigo misma que no veais, me llevaría todos... pero todos.

Al final éstos cuatro fueron los agraciados (¡que tengo unas ganas de hincarles el diente...!):

La tienda de palabras de Jesús Marchamalo

Tocar los libros de Jesús Marchamalo

Póquer de Ases de Manuel Vicent

Una ola con sabor a pez de Nuria Riera Castrillo


Y vosotros ¿qué? ¿Habéis ido ya? ¿Qué libro o libros os habéis traido? Contad, contad...

domingo, 5 de junio de 2011

El cielo de Madrid este fin de semana primero de junio de 2011



¿Os habéis fijado en el cielo que hemos tenido en Madrid este fin de semana?

Las nubes tan esponjosas y sugerentes que había...

Las fotos no le hacen justicia pero era para haberlo fotografíado mil y una veces.




"Horacio me leía las nubes. Él sabía que cuando hay nubes mirar al cielo es dejarse llevar por la fantasía. Solo él sabía como prestar su mano para entrar en ese mundo mágico y a mí, solo a mí, me la prestaba siempre. 

Horacio me enseñó a saborear la vida, a disfrutar de la deliciosa eternidad de cada instante. Me enseñó que todo es más rico de lo que parece, más importante, todo es digno de admirarse con más detalle.

Me enseñó a distinguir las hojas de los álamos, de los olmos, de los arces, de todos los árboles que se atrevieron a cruzarse en nuestro camino. Me enseñó que existen mares de nubes y que el viento forma olas como los mares. Y mientras me recitaba refranes, me tentaba con adivinanzas, me enseñaba a jugar al calienta-manos, a la cerilla... Yo le enseñé a besar."
 

Del relato "Algún díos que sepa del aire y las manzanas"
Rocío Díaz

viernes, 3 de junio de 2011

Frases para el fin de semana y todos los días que vendrán después... Mis recomendaciones para el finde...



Regalar una sonrisa. Una palabra amable. Una caricia. Un beso.
Un café solo, con leche, o con los amigos...


Pequeñas decisiones
que hacen grande el mundo






De esos azucarillos,
que vienen en un café,
que tomamos en una terracita,
una tarde de primavera...

martes, 31 de mayo de 2011

De escribir y concursar en los certámenes literarios... David Lerma




A veces los que escribimos, probamos suerte en los concursos literarios. Es una forma de dar a conocer nuestro modo de inventar y de escribir, nuestra particular forma de relatar o de hacer poesía. Y si de paso uno gana algún dinero mucho mejor. 

Porque cuesta mucho escribir un relato. Horas de estar sentado delante del ordenador.  Horas esperando paciente o impacientemente que llegue esa primera frase "que deje salir todos los vientos". detrás y haga volar una historia. Paciencia y escribir, paciencia y corregir, corregir, corregir. 

A veces esos relatos ganan concursos y otras... no. 

Pero son muchas las veces que uno va con un montón de sobres a correos. Muchas veces.  Antes has tenido que preparar el relato para que cumpla las bases, hacer las copias que pidan, rellenar la plica con los datos personales, preparar dos sobres uno con esa plica y otro grande donde quepan todos los ejemplares. Sobres llenos de constancia, de frases, de paciencia, de cuentos, de disciplina e ilusión. Y queda pagar según pese, deseándole que llegue bien, que guste, que gane... En el fondo de la caja de los vientos de Pandora siempre queda la esperanza...

Os quería dejar con un relatito de un narrador amigo David Lerma.  Un buen narrador. De lo que le ocurrió la última vez que fue a correos a llevar su novela. De lo que le ocurrió de verdad.

Por favor no dejéis de leerle. Merece la pena.


"Tras vencer infinitas dudas durante la última semana, he decidido presentar la novela que tengo terminada a un concurso. He envuelto los ejemplares que exigían las bases y me he desplazado hasta Correos. Delante de mí había unas tres o cuatro personas... (...) Yo he empezado a impacientarme, sin más motivo que esta puta prisa constante que me aprisiona sin saber muy bien por qué. Así que cuando me ha tocado el turno, confieso que estaba cabreado. La funcionaria ha hecho su trabajo correctamente, yo le he pagado, y cuando me disponía a irme, la mujer me ha soltado que tengas mucha suerte, cariño. Sí, ha dicho "cariño". Y con una ternura especial. Yo le he respondido con un muchas gracias que ha intentado sonar sincero. Así que la mujer, aprovechando que no había nadie detrás de mí, me ha contado lo siguente: durante muchos años yo también me he presentado a concursos de poesía. Porque yo escribía poesía, ¿sabes?. Acudía a una tertulia semanal, había formado junto a mis compañeros un pequeño universo literario, "nuestro" pequeño universo literario, ha recalcado. E igual que ellos, yo también sentía una necesidad imperiosa de comunicar a los demás cómo experimentaba las cosas que me pasaban, mi forma particular de ver el mundo, sobre todo la belleza; escribir significaba para mí un intento por conocerme mejor, el método que usaba para escupir lo que llevaba dentro. Sin embargo, después de muchos años de rechazos y de saber de los amiguismos que rigen los certámenes (soy de Leganés, ha añadido de pronto, allí he conocido de primera mano los tejemanejes de los concursos municipales), dejé de enviar mis poemas. Llegué a sentirme una incomprendida. Había empezado a considerarme una persona frustrada...

A esas alturas mi cabreo se había trasformado en compasión (¿o tal vez debería llamarlo autocompasión?), puede incluso que en solidaridad. Ella prosiguió: poco tiempo más tarde dejé de escribir. Y qué quieres que te diga, David, me ha dicho (supongo que habrá leído mi nombre en el impreso-certificado), tal vez ahora que he abandonado esa necesidad que me poseía de que los demás conocieran mi particular forma de ver la vida, quizás sea más feliz. Pero perdóname todo esto que te he dicho, se ha disculpado, no era mi intención desanimarte.

(Desanimarme, no. Pero impactarme, desde luego que sí. En mi cabeza rebullía la idea de no entender por qué tenían que pasarme a mí estas cosas, si es porque tengo cara de escuchar lo que la gente dice, cuando no es verdad, al menos al cien por cien: si lo hiciera -si lo hiciéramos- terminaríamos todos en el manicomio)

Bueno, no te preocupes, mujer, le he respondido, no me has desanimado, el rechazo y la frustración ya los llevo dentro, en serio; asumo que son intrínsecos a esta labor que yo solo me he impuesto: no es la primera vez que mando mi novela a un concurso, antes ha habido muchas otras, todas sin resultado. Pero creo que dejando morir mi novela en el cajón, es como seguro que no voy a conseguir nada. Además, me he atrevido a susurrar para que no me oyese nadie, estoy escribiendo otra...

(Yo también me he sorprendido por esta especie de optimismo mío tan repentino, os lo prometo. Pero me ha salido así. Ella me ha sonreido, y creédme si os digo que su sonrisa era muy, muy bonita.)

Detrás de mí se había ido formando una fila bastante considerable; ahora, eran los demás los que me miraban mal a mí. La vida es una paradoja, he pensado; además, un paradoja absurda y corta. Inmediatamente me he dado la vuelta y me he ido rápido de allí, casi sin decir adiós. Me hubiera gustado despedirme de esa mujer con dos grandes besos en sus mejillas."

David Lerma

domingo, 29 de mayo de 2011

Un mundo flotante. Jacques Henry Lartigue en CaixaForum Madrid



"La vida es algo maravilloso que baila, salta, vuela, ríe, y luego pasa."
Lartigue

Hoy he estado en CaixaForum en la exposición fotográfica de Jacques Henry Lartigue "Un mundo flotante" y me ha gustado mucho.

«Ser fotógrafo es atrapar el propio asombro».

Su padre le compró la primera cámara fotográfica a los ocho años y ahí empezó su carrera. Nada más empezar la exposición hay una foto de sus padres, y debajo había un texto breve : "Mi padre le dijo a mi madre: Coloquémonos aquí". Era la segunda foto que hacía en su vida.

La verdad es que he sentido bastante identificada con lo que decía él mismo o se decía de él en la exposición Esa obsesión o "enfermedad" como lo llama él, de intentar apresar el tiempo. Quería disfrutar de la felicidad, sentir que estaba disfrutando, pero al mismo tiempo se daba cuenta de la fugacidad de ésta, y de la vida misma. La fotografía le daba la posibilidad de retener instantes, de conservarlos.



Desde muy pequeño, empezó a llevar un diario con fotografías y breves textos que le acompañaría durante toda la vida. Tenía sus albumes de fotografías y tenía sus textos escritos en cualquier sitio, y finalmente en un cuaderno donde registraba diariamente el tiempo que hacía junto a algunas reflexiones. En la exposición también están algunos de esos textos.

La exposición reúne cerca de 230 piezas representativas de las distintas etapas y temáticas que abordó a lo largo de su vida. 



La vida cotidiana, su familia, la moda, el deporte y las competiciones de motor, el agua, el viento, el instante perdurable. La relatividad de todas las cosas, el movimiento, la velocidad, los encuadres diferentes, el humor... la belleza.

Lartigue capturó la vida a su alrededor, la exaltación de la felicidad y la alegría de vivir y lo hizo con unas ideas estéticas que proponían la renovación del lenguaje fotográfico. Todo lo volvía más ligero, más espontáneo.

Menos a las mujeres, a ellas les pedía que se estuvieran quietas, muy quietas... para hacerles un retrato.






Quería una memoria de lo frágil y efímero...


Os la recomiendo.

Hasta el 19 de junio de lunes a domingo de 10,00 a 20,00 horas. Entrada gratuita.