Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 22 de abril de 2010

El libro. - Eduardo Galeano


El libro

Reina Reyes quería que Felisberto Hernández pudiera dedicarse a escribir sus cuentos prodigiosos y a tocar el piano. La literatura le daba pocos lectores y plata ninguna, y la música no era, que digamos, un gran negocio: Felisberto viajaba por el interior del Uruguay y el litoral de la Argentina, ofreciendo conciertos, y terminaba siempre escapándose del hotel por la ventana.

Reina era profesora, trabajaba mucho para ganarse la vida. Mientras vivió con ella, Felisberto no escuchó nunca hablar de dinero.

El primer día de cada mes, Reina le regalaba un libro, de alguno de los narradores o poetas que a él le gustaban. Dentro del libro, estaba la libertad que lo salvaba del infierno de las oficinas, o de cualquier tormento laboral de esos que roban las horas y gastan la vida. Cada pocas páginas, bien planchadito, había un billete.

Pág. 127
Bocas del Tiempo
Eduardo Galeano





A los libros, mi otra forma de viajar.
A los libros, que un día se harán los dueños de mi casa.
A los libros, que me han enseñado tanto.

A mi amiga Ana Barrera que un día me regaló un libro de Eduardo Galeano y su preciosa amistad.

Gracias.
23 de abril de 2010. Día del libro.

lunes, 19 de abril de 2010

Ñaco Goñi y aquellos que aún están


Durante unos minutos eternos la lámpara me cegó y sentí como el tiempo se plegaba sobre si mismo, sobre nuestras caras de más de cuarenta que iban suavizándose, diluyéndose en aquellas que tuvimos, redondas, intactas de arrugas y responsabilidades, salpicadas de sueños y granos. Durante unos minutos eternos pude volver a estar, pude volver a vernos, escucharnos...


Mil novecientos ochenta y tantos... Aún estamos estudiando el último curso del BUP o quizás ya hemos empezado el COU, qué importa... No somos de la misma clase, pero sí del mismo barrio, del mismo Instituto. Es viernes, y estamos en Los Luises, el bar donde disfrutamos las peyas, en el patio del fondo, haciéndonos unos futbolines, mientras planeamos el finde a golpe de voces y risas, entre cañas y goles de un equipo u otro. "¡Ahora solo las chicas! Que no nos dejáis jugar..." Han acabado los exámenes y estamos contentos, porque horas más tarde estiraremos el tiempo apretujados en un mismo banco, calzados con deportivas, abrigados con aquellos “plumas” y una amistad alegre e incondicional que cada viernes y juntos, nos devuelve a aquel parque donde nos reunimos. Hasta allí irá Blanqui después de hacer la compra en el mercado. Mariano y Papi me pasarán a buscar camino de la Esperanza: "¡Veeenga hija…!" gritarán  parados  en mi verja. Poco a poco iremos llegando todos. Paloma saldrá porque ya no habrá que estudiar, y seguro que Isalé se traerá la guitarra… Tenemos que hacer planes, pensar donde iremos en Nochevieja, somos tantos, muchos, compraremos bebida y patatas en “Mayorico”, ¿este hombre no se dará cuenta de lo mal que le queda el peluquín?, charlaremos y reiremos, nos sentiremos bien, muy bien, ¿estamos juntos no? y todavía calada a calada comenzaremos a cantar... "¿Cantamos Rogaré..?" "Noooo, Rogaré no... esa de las últimas..." "¿Entonces cual? "Pues la de..."Y nos pilla la noche tocando en el metro y no tengo una libra en total...""Pero esa es una macarrada" "¿Macarrada? tú no tienes ni idea..."


Pero de pronto la luz deja de cegarme, y no es Isalé quién toca la guitarra,  ni los demás andamos discutiendo si esta canción o la otra... sino que es Ñaco Goñi quién toca con la armónica… La lámpara ha vuelto a su lugar sobre este otro futbolín que tenemos en el centro de nosotros, este futbolín sobre el que aún Mariano improvisa goles con los cubitos de hielo, y lo que es mejor los cuela: “No se me ha olvidado…” nos sonríe cómplice. Qué frase más oportuna… Porque sí, la luz deja de cegarme y siento que cada uno contamos muchas nocheviejas, muchas primaveras, páginas y páginas de nuestros íntimos calendarios,  que tampoco hemos compartido. Pero estamos aquí. Parte de aquellos. Algunos se quedaron en los pliegues del tiempo, otros a la vuelta de la esquina, pero nosotros seguimos aquí, vestidos con una hipoteca y un pasado, renovando los carnés caducados y  repitiendo día a día las mismas frases que nos decían a nosotros, “pon la mano en la mesa”, “habla bien”, "ten cuidado"... ¿No os dais cuenta?¿Nos veis? seguimos aquí, todavía,  echándole ganas y risas a un buen rato, a una cena, a un concierto, a un "decíamos ayer"…

Decimos hoy.

Estar juntos, como meter goles al futbolín, tampoco “se nos ha olvidado…”. Y qué bueno es eso.


INB Conde de Orgaz- Beethoven Blues Bar
Abril 2010

domingo, 18 de abril de 2010

"Madrirámicas 2" exposición de pintura Paula Varona. Casa de Vacas




Porque Madrid está salpicado, además de por la lluvia, por múltiples exposiciones.
Porque las exposiciones enriquecen.
Porque gran parte de la riqueza de Madrid es su parque del Retiro.
Porque el Retiro es un lugar privilegiado para pasearlo una tarde de abril.
Porque en abril y en el Retiro y en la Casa de Vacas hay una exposición de esta pintora.
Porque la pintora Paula Varona despierta mi curiosidad.
Porque la curiosidad puede traer buenos descubrimientos.
Porque descubro otra vez Madrid en sus cuadros luminosos.
Porque luce mucho más una tarde, que aún salpicada de lluvia, se disfruta esta exposición.



 
"El mejor Madrid" está "un metro por debajo de la línea de las cornisas. Se disfruta del cielo, se disfruta del bullicio de las calles, sin el agobio, se disfruta de la belleza de los detalles arquitectónicos sin que las nuevas máquinas de los aires acondicionados lo tapen y estropeen todo...". Paula Varona
 
 
 
"Cuando expresa nieve no quiere decir frío, quiere afirmar la capacidad que tiene la ciudad para arroparse. Y cuando expresa día no quiere decir, tan solo, vida en las calles, mercado, tráfico. Hay en ese día de Madrid retratado por Paula Varona un grito tranquilo de lo cotidiano que expresa sin rubor que está feliz de seguir existiendo", dice de ella Juan Cruz.
 
 
 
Su gusto por composiciones pictóricas muy fotográficas se debe a que "es la única manera -señaló- de que la memoria consiga ser evocada, con intensidad, con realismo; pero con los colores ligeramente distorsionados, para mutar el recuerdo y la realidad" Paula Varona
 
 
 
"Madrirámicas 2"
Hasta el 8 de Mayo de 2010
Casa de Vacas. Parque del Retiro
Lunes a Domingo de 11h a 20h




viernes, 16 de abril de 2010

Gregorio Marañón 1887-1960




Ayer quedé para tomar el café con D. Gregorio Marañón en la Biblioteca Nacional de Madrid. Por supuesto que había oído hablar de él, muchas veces. Pero sin embargo hasta ayer no pude profundizar en mi conocimiento de su persona. Y tengo que admitir que se me reveló como alguien muy interesante.

Tomamos juntos uno de esos cafés que me prepara de vez en cuando mi sobrina Marina de dos años, cuando lo único cierto en la escena entre tazas de plástico y palabras de trapo, es que estamos ahí, viviendo algo etéreo pero importante, precioso… Y en esa misma línea mágica compartimos la hora del café D. Gregorio y yo, en una sobremesa de miércoles en la que se me presentó como la persona culta, hospitalaria y amable que debió ser. Nada más llegar me presentó a sus coetáneos más próximos: Ortega y Gasset, Ramón y Cajal, Unamuno, Baroja, Azorín, Pérez de Ayala, Azaña, Lorca… Me habló de diferentes momentos de su vida, y dejó que entrara en su intimidad de la mano de muchas fotos de sus álbumes, de algunos de sus libros dedicados, de sus manuscritos y cartas, de cuadros de Zuloaga, El Greco, Sorolla…

Charlamos durante hora y media, y me explicó su ubicación cultural e histórica en la Edad de Plata de España, me habló de su liberalismo, del madrigal que compró en Toledo y en donde se reunía en distendidas veladas con personalidades importantes del momento, de su papel fundamental en la decisiva reunión en la que él estaba presente y que se llevó a cabo el 14 de abril de 1931 para pasar al régimen republicano, de su posterior exilio en París, comentamos su viaje a las Hurdes con Alfonso XII… Y por supuesto hablamos de su faceta como médico y como investigador, de forma tan curiosa que hasta me invitó a entrar en su laboratorio, en su consulta y en su clínica, espacios recreados por la Biblioteca Nacional para nuestra cita…

Lo pasé muy bien ayer en compañía con Don Gregorio. Me acerqué hasta él repasando la historia de España de su mano, de sus palabras, repasando la vida cultural, social, científica de aquel momento hasta terminar, sin poderlo evitar, contemplando fotos del multitudinario cortejo fúnebre que tuvo por la Castellana el día que murió, allá por 1960.

La Biblioteca Nacional no me suele fallar cuando quedo con alguien dentro de ella para tomar el café. Lejos de fallarme, me devuelve mi confianza, en su forma de organizar las exposiciones, reafirmada. Y siempre cuando salgo le prometo que volveré, que volveré mucho antes de lo que ella espera.




“Para aprovechar el tiempo con eficacia, basta pensar que el día no consta de horas sino de minutos”

Gregorio Marañón
Cuadernos de apuntes inéditos
París 1937-1943





Marañón 1887-1960
Médico, Humanista y Liberal

Del 22 de marzo al 6 de junio de 2010

Biblioteca Nacional de España
Paseo de Recoletos 20 28001 Madrid

Martes a sábados 10 a 21 h
Domingos y festivos de 10 a 14h

jueves, 15 de abril de 2010

miércoles, 14 de abril de 2010

De poetas y aviadores. Santiago Gamboa




"Entre papeles dormidos" como decía aquella canción de Humet hoy he vuelto a tropezar con este relato de Santiago Gamboa. Es de esas historias que yo atesoro. Y quería compartirlo con vosotros, a ver que os parece.



DE POETAS Y AVIADORES

Santiago Gamboa


La historia que me dispongo a contar es algo triste y, la verdad, no sé por qué voy a contarla ahora y no, por decir algo, dentro de un mes o dentro de un año, o nunca. Supongo que lo hago por nostalgia de mi amigo el poeta portugués Ivo Machado, que es uno de los dos protagonistas, o tal vez porque acabo de comprar una pequeña avioneta de metal que ahora tengo en mi escritorio. Disculpen el tono personal. Esta historia será excesivamente personal.

El protagonista número Uno es, como ya dije, el poeta Ivo Machado, nacido en las islas Azores, pero lo que nos importa es que en su identidad civil, la de todos los días, es controlador aéreo, una de esas personas que están en las torres de control de los aeropuertos y guían a los aviones a través de las rutas del cielo.

La historia es la siguiente: cuando Ivo era un joven de 25 años (a mediados de los ochenta) controlaba vuelos en el aeropuerto de la isla de Santa María, la más grande del archipiélago de las Azores, en mitad del Atlántico, equidistante de Europa y América del Norte.

Una noche, al llegar a su trabajo, el jefe le dijo:

-Hoy dirigirás un solo avión.

Ivo se extrañó, pues lo normal era llevar una docena de aeronaves. Entonces el jefe le explicó:

-Es un caso especial, un piloto inglés que lleva un bombardero británico de la Segunda Guerra Mundial hacia Florida para un coleccionista de aviones que lo compró en una subasta en Londres. Hizo escala aquí y continuó hacia Canadá, pues tiene poca autonomía, pero lo sorprendió una tormenta, debió volar en zigzag y ahora le queda poca gasolina. No le alcanza para llegar a Canadá y tampoco para regresar. Caerá al mar.

Al decir esto le pasó los audífonos a Ivo.

-Debes tranquilizarlo, está muy nervioso. Dile que un destacamento de socorristas canadienses ya partió en lanchas y helicópteros hacia el lugar estimado de caída.

Ivo se puso los audífonos y empezó a hablar con el piloto, que en verdad estaba muy nervioso. Lo primero que éste quiso saber fue la temperatura del agua y si había tiburones, pero Ivo lo tranquilizó al respecto. No había. Luego empezaron a hablar en tono personal, algo infrecuente entre una torre de control y un aviador. El inglés le preguntó a Ivo qué hacía en la vida, le pidió que le hablara de sus gustos y de sus sentimientos. Ivo dijo que era poeta y el inglés pidió que recitara algo de memoria. Por suerte mi amigo recordaba algunos poemas de Walt Whitman y de Coleridge y de Emily Dickinson. Se los dijo y así pasaron un buen rato, comentando los sonetos de la vida y de la muerte y algunos pasajes de la Balada del viejo marinero, que Ivo recordaba, donde también un hombre batallaba contra la furia del mundo.

Pasó el tiempo y el aviador, ya más tranquilo, le pidió que recitara los suyos propios, y entonces Ivo, haciendo un esfuerzo, tradujo sus poemas al inglés para decírselos sólo a él, un piloto que luchaba en un viejo bombardero contra una violenta tempestad, en medio de la noche y sobre el océano, la imagen más nítida y aterradora de la soledad. "Noto una tristeza profunda, un cierto descreimiento", le dijo el aviador, y hablaron de la vida y de los sueños y de la fragilidad de las cosas, y por supuesto del futuro, que no será de la poesía, hasta que llegó el temido momento en que la aguja de la gasolina sobrepasó el rojo y el bombardero cayó al mar.

Cuando esto sucedió el jefe de la torre de control le dijo a Ivo que se marchara a su casa. Después de una experiencia tan dura no era bueno que dirigiera a otras aeronaves.

Al día siguiente mi amigo supo el desenlace. Los socorristas encontraron el avión intacto, flotando sobre el oleaje, pero el piloto había muerto. Al chocar contra el agua una parte de la cabina se desprendió y lo golpeó en la nuca. "Ese hombre murió tranquilo", me dice hoy Ivo, "y es por eso que sigo escribiendo poesía". Meses después la IATA investigó el accidente e Ivo debió escuchar, ante un jurado, la grabación de su charla con el piloto. Lo felicitaron. Fue la única vez en la historia de la aviación en que las frecuencias de una torre de control estuvieron saturadas de versos. El hecho causó buena impresión y poco después Ivo fue trasladado al aeropuerto de Porto.

"Aún sueño con su voz", me dice Ivo, y yo lo comprendo, y pienso que siempre se debería escribir de ese modo: como si todas nuestras palabras fueran para un piloto que lucha solo, en medio de la noche, contra una violenta tempestad. -

 
 
 
 
 
Gamboa es probablemente uno de los escritores más interesantes de Colombia y de América Latina. Nacido en 1965 en Bogotá, estudió literatura en la Universidad Javeriana de esa misma ciudad y pronto emigró a Europa y estudió Filología en la Universidad Complutense para luego irse a París y trabajar como periodista cultural en Radio Francia Internacional. Esos años en la capital francesa le sirvieron luego de inspiración para la escritura de algunas de sus obras literarias como, por ejemplo, Vida felíz de un joven llamado Esteban (2000), su primera novela, que a la manera de un Bryce Echenique cuenta las experiencias de un joven en la ciudad del sol. Luego vinieron otros libros como Los impostores (2003) El cerco de Bogotá (2005) y El síndrome de Ulises (2007) con la cual fue finalista tanto del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos como del Premio Medici y Hotel Pekin (2008).

martes, 13 de abril de 2010

"Letraherido", "lettreferit" qué palabra tan bonita



Ya he contado más veces que yo tengo la suerte de participar en un grupo literario llamado "Rascaman". Los habitantes de ese virtual, raro y extraordinario país nos comunicamos por una lista de correo mediante correos electrónicos con los que acariciamos y manoseamos, depende del día, el lenguaje y las palabras.

Pues bien, desde "Rascamán" y de la mano de uno de mis compañeros más leídos y especiales que tengo me ha llegado una palabra preciosa: "Letraherido".

Y como suele ocurrir con las cosas que él nos cuenta, la palabra llegó en el envoltorio de regalo que suelen ser sus palabras: "...hay pocos milagros como el de abrir esta página y ver que siempre hay un letraherido (término con el que Gil de Biedma denominaba a los enfermos de la escritura y la palabra) que devuelve una opinión, parecer, comentario o punto de vista... Por cierto, no busquéis en el diccionario la palabra letraherido, ya lo hice yo, no existe; lo cual confiere un punto de irrealidad a nuestra condición de enfermos que resulta altamente emocionante" D.L.

Dejar una palabra como "letraherido" en mis manos, es como dejarme una bomba de relojería. Así que nada más leerla, nada más saborearla he ido deprisa a buscar su significado. Y efectivamente como dice mi amigo no está en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, sí que está en otros diccionarios. Y buscando y buscando he dado con un artículo de Enrique Badosa, donde precisamente habla de esta palabra a raíz del día del libro. Aquí os dejo el artículo en cuestión.



DIA DEL LIBRO; LIBRO DE UN DÍA…

ENRIQUE BADOSA

Una vez más, «Laus Deo», celebraremos un Sant Jordi -¡que siempre nos proteja!- de rosas y libros

19-4-2006 03:18:34

ENRIQUE BADOSA


Una vez más, «Laus Deo», celebraremos un Sant Jordi -¡que siempre nos proteja!- de rosas y libros. Festividad que a un tiempo gozan el letraherido y aquel que no muy a menudo se dispone a leer una novela a veces, más raramente un poemario. El libro y la rosa como ritual, para el obsequio a otro, a otra, a sí mismo. Y ahora que he escrito esto de «letraherido», recuerdo que el diccionario de la Real Academia todavía no lo acepta. ¿Tal vez en la próxima edición? Debiera. A pesar de ser galicismo, se halla ya muy introducido lo mismo al hablar que al escribir. Sin embargo, el diccionario catalán sí lo acepta. El francés «lettreferit», en versión catalana, aparece ya en «Diccionari Català-Castellà», de los de «Enciclopedia Catalana», con el muy vago significado de «literato».

No siempre, ni mucho menos, el «lettreferit» es literato, alguien que escribe. El término -neologismo también en francés- lo acuñó nada menos que Montaigne, allá en el siglo XVI. Aparece en su ensayo «Du Pedantisme». Texto en el que critica, satiriza y da nombre de «lettreferits» a aquellos «a los cuales las letras han dado un martillazo...» Aquellos que sufren el digamos vicio de leer, y que leen todo cuanto cae en sus manos, lo entiendan o no. Ignoro cuándo este término ingresó en España, vía Cataluña sin duda. Aquí se empezó a emplear mucho en los años 50 de la pasada centuria, y de Cataluña pasó al resto de España: primero en sentido peyorativo, pero el intelectual y el escritor catalán poco a poco lo fueron aceptando en el más vasto sentido de «hombre de letras», escritor o simple lector, pero de los entendidos.

Con este último sentido pasó al castellano, y en ambas lenguas, lo mismo en castellano que en catalán se usa con una cierta sonrisa, aunque no con poca seriedad. Es palabra vigente, y me ha faltado tiempo para ver si el diccionario del español actual de Seco lo registra: lo registra. En el «Panhispánico de dudas» no se halla. Lo más sorprendente: no viene en diccionarios franceses etimológicos, ni en el famoso y general, moderno, de «Larousse». ¿Será que el término sigue más vivo en catalán y en castellano que en francés? Sea como sea, puede que no resulte del todo erróneo evocarlo precisamente durante el Día del Libro, y predicarlo tanto del que yo llamo «letradicto» -sin ironía o sátira algunas- como de quien, a favor de otro o de sí mismo, durante esta jornada adquiere un texto con la sanísima intención de leerlo. ¿Y qué libro adquiere? Si se trata de un buen lector, de un letraherido, tendrá pocos o ningún problema al escoger. No será víctima, qué va, de tanto «besele» que si lo es por la cantidad de ejemplares vendidos, pocas veces lo será por su contenido, el de un «libro del día» por mor de causas no siempre válidamente literarias. O sea, «un libro de un día».

El tal libro suele durar lo que la moda que lo magnifica. A menudo causa desilusiones y frecuentemente acaba en la más actual de las bibliotecas: no ya la del librero de viejo, sino la del contenedor de la esquina. Durante el 23 de Abril, cuántos libros de un día se compran, se regalan, pero después de todo no está mal. Un libro mediocre también puede suscitar el deseo de mejores lecturas, quizá conduzca a esta suerte de réplica a Montaigne que hizo otro francés en el siglo XX, Valéry-Larbaud, cuando dijo aquello -que me gusta repetir- de «este vicio impune, la lectura». Hoy como nunca, por fin y finalmente la publicidad apoya al libro, a su autor, a su editor, a su vendedor. Y esto es bueno, por más que no sea bueno todo lo publicitario.

Hay que crear más y más letraheridos, hay que propiciar ese «vicio impune». Y tampoco está nada mal que con el libro ofrezcamos una rosa a quien los sabrá apreciar, o quizás sólo a uno mismo.



 
Enrique Badosa nace en Barcelona, el 21 de marzo de 1927. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad barcelonesa. Diplomado en Periodismo. Durante años, ejerce el periodismo socio-cultural en el diario El Noticiero Universal, de Barcelona, así como la crítica literaria en este mismo rotativo y en diversas revistas de ámbito nacional. También durante años, director del Departamento de Lengua Española de la Editorial Plaza y Janés, de Barcelona. Viajes por diversos países.
 
Es poeta, traductor de poesía, ensayista y crítico literario, habiendo tutelado durante veinte años dos de las colecciones de poesía que mantuvieron, en años difíciles, un elevadísimo rigor literario tanto en los poemarios como en las versiones de los poetas traducidos: las "Selecciones de Poesía Española" y las "Selecciones de Poesía Universal" de Plaza Janés.

Como creador, Badosa aporta una voz inconfundible al más selecto grupo de poetas de la llamada generación del 50, y lo hace además en numerosos registros: el lírico, el satírico-epigramático, el de la poesía viajera y el de la traducción de textos clave de la literatura en lenguas latina y catalana.