Me encanta poder decir que, después de haber asistido a un montón de presentaciones de novelas, el otro día presencié la más original que recuerdo.
Y más cuando se trata de una obra "Cuando rugió la Habana" que he visto crecer miércoles a miércoles muy cerca, cuando su autor Juan Bautista Raña nos iba leyendo cada capítulo, recientito, recientito, según los escribía en la tertulia literaria que compartimos.
La novela, editada por Ediciones Agoeiro, está ambientada en la Habana del año 1958, y nos cuenta que un joven cubano Nicanor Candela llega a la ciudad porque quiere ser bailarín en el Tropicana. El pobre Nicanor es un jovencito inocente pero muy apasionado que se muere por bailar y en La Habana va a conocer a un sinfín de gente que le va a cambiar la vida en todos los sentidos. Es una novela que tiene unos personajes entrañables bautizados con nombres tan inolvidables como La Tirabesitos, La Pepinos o Rasputín. Una novela donde hay cabida para la mafia estadounidense, la aristocracia española, y lo más granado de aquella Habana. Una obra que aborda un revuelto de temas universales como la amistad, el sexo,el amor, la política... con la que el lector no solo va a "enviciarse" sino que también la va a disfrutar.
La presentación en sociedad que preparó su autor, en el auditorio de la Casa de Vacas de El Retiro, estaba a la altura de la novela. Incluso fila había para entrar.
Nada más acceder al auditorio teníamos que escoger todos un sombrero y un matasuegras, porque estábamos asistiendo a la Nochevieja del 58 en el Tropicana. A partir de ahí todo fue novedoso. Hubo una actuación de baile digna de aquel cabaré, hubo un mafioso que de pronto se convirtió en el editor de la novela, hubo la presentación correpondiente por parte del maestro de ceremonias que, por supuesto, era el autor Juan B. Raña, hubo extractos de la novela teatralizados y representados por Juan Calderón (escritor, poeta, actor) y Carmen Padín (escritora, ilustradora y ahora ¡actriz!), hubo baile de nochevieja para quién se arrancó a bailar entre las butacas y hasta hubo un sorteo entre los allí presentes de uno de los personajes: el simpático y lascivo mono Rasputín que ¿a que no sabéis a quién le tocó?
¡A mí! ¡Menuda sorpresa más buena!
Le tengo un cariño especial a esa novela y a esos personajes, lo confieso, porque he disfrutado mucho asistiendo a todo el proceso de su creación. Yo le decía a Juan que a mí el personaje de Rasputín me hacía mucha gracia y mira por dónde...
En fin, que yo quería dejar constancia de que no importan los años que una tenga ya, ni la de novelas que haya leído una letraherida como yo, ni a cuántas presentaciones de éstas haya asistido, que todavía me pueden sorprender agradablemente. Y eso, de verdad, no sabéis lo bien que sienta.