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jueves, 25 de febrero de 2010

De murciégalos, toballas y almóndigas...



Si yo os contara que "anoche, recogiendo una toballa tendida, sin querer metí en casa un murciégalo que empezó a sobrevolar las almóndigas que me iba a cenar...", por muy mal que sonara a vuestros “tiernos” oídos mi disertación, yo estaría hablando perfectamente…

Otra cosa sería que el murciégalo de mi toballa no sobrevolara mis almóndigas, sino mis “cocretas” … ah no, entonces estaría cometiendo una falta garrafal para la Real Academia de la Lengua.


Pero visto lo visto, tiempo al tiempo.


Porque podéis consultar en el diccionario de la Real Academia de la Lengua y encontraréis que se puede decir almóndiga, murciégalo y toballa...


Almóndiga.
1. f. albóndiga.


albóndiga.
(Del ár. hisp. albúnduqa, este del ár. clás. bunduqah, y este del gr. [κάρυον] ποντικόν '[nuez] póntica' ).
1. f. Cada una de las bolas que se hacen de carne o pescado picado menudamente y trabado con ralladuras de pan, huevos batidos y especias, y que se comen guisadas o fritas.





Murciégalo.
(Del lat. mus, muris, ratón, y caecŭlus, dim. de caecus, ciego).
1. m. murciélago.

Murciélago.
(De murciégalo).
1. m. Quiróptero insectívoro que tiene fuertes caninos y los molares con puntas cónicas. Tiene formado el dedo índice de las extremidades torácicas por solo una o a lo más dos falanges y sin uña. Es nocturno y pasa el día colgado cabeza abajo, por medio de las garras de las extremidades posteriores, en los desvanes o en otros lugares escondidos.





Toballa.
1. f. toalla (‖ pieza de felpa).


Toalla.
(Del ant. tobaja, y este del germ. *thwahljô).
1. f. Pieza de felpa, algodón u otro material, por lo general rectangular, para secarse el cuerpo.
2. f. ant. Cubierta que se tendía en las camas sobre las almohadas.
~ sanitaria.
1. f. El Salv. y Ven. compresa higiénica.
arrojar, o tirar, la ~.
1. locs. verbs. Dep. Dicho del cuidador de un púgil: Lanzarla a la vista del árbitro del combate para, dada la inferioridad de su pupilo, dar por terminada la pelea.
2. locs. verbs. coloq. Darse por vencido, desistir de un empeño.


miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Apóstrofe o Apóstrofo?




Y ahora una pregunta muy simple:

¿Vosotros cómo llamáis a la coma aérea que utilizamos a veces para subrayar la omisión de algún sonido? Por ejemplo: pa’que se nos salga el mal agüero…

¿Apóstrofe? ¿Habéis dicho “Apóstrofe”?

Porque toda la vida yo inmediatamente hubiera contestado: “Apóstrofe” y lo hubiera hecho sintiendo que estoy en posesión de la verdad absoluta.


Pues no.

Me temo que si me habéis contestado “Apóstrofe” que es lo que yo hubiera hecho, nos habríamos caído con todo el equipo. Y parece ser que es un error muy común el hacerlo.

A dicha coma aérea se le llama: APÓSTROFO, acabado en o. Porque Apóstrofe es otra cosa, una figura literaria.

Esta distinción me la regaló ayer uno de mis hermanos y la verdad es que me quedé muy sorprendida.

Pero mejor vamos como hacemos otras veces a escuchar la voz de “los supertacañones” o lo que es lo mismo la voz de la Real Academia de la Lengua.


Apóstrofo. Signo ortográfico auxiliar en forma de coma alta (’), que apenas se usa en el español actual. 1. Como usos propios de la lengua española, se distinguen principalmente dos:



a) Para indicar, en ediciones actuales no modernizadas de textos antiguos, sobre todo poéticos, la elisión de la vocal final de determinadas palabras (preposiciones, artículos, conjunciones) cuando la que sigue empieza por vocal: d’aquel (por de aquel), l’aspereza (por la aspereza), qu’es (por que es).



b) Para reflejar, en la escritura, la supresión de sonidos que se produce en ciertos niveles de la lengua oral. Aparece con frecuencia en textos literarios cuando el autor desea reproducir el habla de personajes de escasa cultura: «Sacúdete el vestidito, m’ija, pa’que se nos salga el mal agüero» (Hayen Calle [Méx. 1993]).




2. Se conserva en la reproducción de nombres o expresiones pertenecientes a lenguas en las que se mantiene el uso moderno del apóstrofo, como el catalán, el inglés, el francés o el italiano: L’Hospitalet de Llobregat, O’Connor, c’est la vie, D’Annunzio.



3. Hay que evitar los siguientes usos del apóstrofo, ajenos al español, y que se deben al influjo del inglés:



a) Cuando aparece en sustitución de las dos primeras cifras de un año: ’82 por 1982. Si se desea hacer la abreviación, lo que es frecuente en la expresión de acontecimientos relevantes celebrados en ciertos años, no debe utilizarse el apóstrofo: Barcelona ’92 (Juegos Olímpicos). Basta con las dos últimas cifras del año, que pueden unirse o no con guión a la palabra precedente: Barcelona 92 o Barcelona-92.



b) Cuando se usa, seguido de una s, para indicar el plural de una sigla: ONG’s. El plural de las siglas es invariable en español: las ONG (→ sigla, 3).



4. No debe utilizarse el apóstrofo para separar las horas de los minutos: las 20’30 h. En este caso, se recomienda el empleo del punto, aunque también se admiten los dos puntos.



5. Tampoco debe usarse para separar, en los números, la parte entera de la parte decimal: 3’1416. En este caso ha de emplearse preferentemente la coma, aunque también se admite el uso del punto.



6. No debe confundirse con apóstrofe (‘invocación vehemente’ e ‘insulto’; → apóstrofe).



Apóstrofe.


Invocación vehemente a una segunda persona’: «¡Aléjate del yo, Simón, y créeme! ¡El yo quema! (Juan Anido dejó de hablar después de este apóstrofe)» (MFoix Quincena [Esp. 1988]);



e ‘insulto o dicterio’: «Ante el alud de apóstrofes y de ultrajes, retrocedió, temeroso, el público» (Mujica Escarabajo [Arg. 1982]). Aunque en el español clásico se usaba a menudo con el género femenino etimológico, hoy se emplea exclusivamente en masculino.




No debe confundirse con apóstrofo (‘signo ortográfico’; → apóstrofo).

martes, 23 de febrero de 2010

"Romper una canción" Benjamín Prado




http://www.youtube.com/watch?v=1xfJ9FgWTzk

Este es el enlace a la canción "Menos dos alas" de Youtube, cantada por Joaquín Sabina en el programa "Hoy por hoy" del 19 de mayo de 2009.


"- Oye, ¿Y si escribiésemos una canción sobre Ángel? -dijo de pronto Joaquín, echándose hacia delante como suele hacer cuando algo le interesa de verdad, igual que si de ese modo le ganara medio metro a la duda-. Realmente, creo que lo deberíamos de hacer.
- Pero ¿Qué dices? Eso es imposible.
- ¿Por qué imposible?
- Porque juramos que no íbamos a tirar de oficio ni en un solo verso.
- ¿Y quién nos obliga a hacerlo para hablar de Ángel?
...
Ese día ocurrió en el Café Savoy, cuando en menos tiempo del que yo había necesitado para decir que aquello era imposible, ya habíamos escrito la primera estrofa de la canción; teníamos su título, que era y es "Menos dos alas"; habíamos decidido hacerla usando un metro raro, a base de versos de doce sílabas que, de entrada, ya le daban un ritmo especial al texto; Joaquín ya sabía cuál iba a ser la música, una rumba que contradijese la melancolía de la letra para multiplicarla; y, entre una cosa y otra, la habíamos orientado de tal manera que esa misma noche iba a estar acabada. Así, de un tirón...
...
y cuando bajábamos la escalera teníamos decididos los dos primeros versos, "González era un ángel menos dos alas/ González era un santo por lo civil" dudábamos para el cuarto entre "era el hombre tranquilo más zascandil" y "tan rojo, tal Oviedo, tan zascandil" y llevábamos media hora peleándonos por el tercero, que yo quería a toda costa que fuese "un francotirador que tiró sus balas".

- No comprar
- ¿Cómo que no? ¡Es perfecto! y es Ángel. Es una manera de decir lo mismo que dice su título "Sin esperanza, sin convencimiento".
- Sí, sí pero no comprar. No le conviene a mi carrera.
- Un francotirador que tiró sus balas... ¡es una imágen fantástica!
- Ya, pero lo que yo quiero es que consigamos explicar lo elegante que era, aunque fuese vestido con chaquetas que tenían treinta años. Ya sabes, aquello que dijo Pepe Caballero Bonald cuando lo vió salir a un escenario en Granada: ¡Qué verticalidad!
..."

Pág. 70 a 74 aprox. de Romper una canción de Benjamín Prado.



El último libro que me he leído. Quiénes hablan son Joaquín Sabina y Benjamín Prado. Ya los conocéis, y por supuesto hablan de Ángel González, el poeta, de quién también ya os he hablado varias veces en este blog.

Cómo veis en el libro hay un poco de todo, pero a mí me parece muy curioso como cuentan el proceso de creación de las canciones, casi poemas. Discutiendo con pasión sobre este verso o aquel otro. Eso, me gusta mucho.

No quiero alargarme, pero os prometo que en otra entrada os hablaré mucho más de este libro.

"SOS: Vuelven los cuentos en azul y rosa" Artículo de Maite Rius



He leído un artículo muy jugoso que se titula “SOS: Vuelven los cuentos en azul y rosa” que salió en el periódico La Vanguardia el día 13 de febrero y viene firmado por Maite Rius.

Cómo podéis imaginar trata de la diferencia de género y de los estereotipos en los cuentos para los más pequeños. Es interesante, pero creo que es demasiado largo para copiároslo aquí entero. Por eso he pensado que simplemente os voy a dejar con algunos párrafos que me resultan más interesantes.


Las ilustraciones también hablan (Adela Turín que no solo ha escrito renovando los estereotipos de sexo transmitidos en la literatura infantil, en su colección “A Favor de las Niñas” , sino que también ha observado con ojo crítico las ilustraciones de otros cuentos):

El padre: Si en sus primeros estudios Turín denunciaba que el delantal siempre lo llevaba la madre, que el padre siempre estaba ausente o sentado en el sofá, sus análisis más recientes apuntan que se ha renovado la figura del padre haciéndole figurar como un ser amoroso con su bebé, pero rara vez aparece empujando el carrito por la calle o cambiando el pañal. Ahora el padre también se dibuja en la cocina, pero sin delantal, porque su ocupación doméstica es excepcional.


La madre: No se ha actualizado la figura de la madre como pareja solidaria; se le atribuyen las explicaciones beatíficas y fantásticas, mientras que con el padre se habla de política, de trabajo y de asuntos internacionales.


La abuela: Se ignora que las abuelas con nietos de cinco años son mujeres de cincuenta años y no viejas a las puertas de la muerte.


Los pediatras: Siempre son hombres, en completa contradicción con las estadísticas.


Las gafas: Simbolizan inteligencia y siguen siendo un atributo masculino que rara vez lleva la madre. Cuando aparecen en las niñas es como símbolo de incompatibilidad entre belleza e inteligencia.


El periódico: Siempre está en manos de los hombres, y las niñas y las mujeres, si leen algo, son revistas.


La ventana: Se considera símbolo de pasividad, de aislamiento, de alejamiento de la realidad o de refugio en un mundo imaginario, y tras ella siempre aparece una niña o una princesa.”


"Todos asociamos manzana con Blancanieves, zapato de cristal con Cenicienta y alfombra con Aladino; todo lo que se transmite vía cuentos resulta difícil de olvidar, y eso los hace peligrosos", dice Virginia García-Lago, profesora de Psicología de la Educación y del Desarrollo en la Universidad Camilo José Cela de Madrid.


"El cuento es uno de los recursos didácticos más potentes de los que disponemos; con ellos socializamos, inculcamos ideas, transmitimos modelos..." Cristina Ramos, maestra de educación infantil, psicóloga y asesora de formación del profesorado en el CEP de Granada. Pero tampoco cree que los cuentos nuevos sean la panacea:


"El peligro es que sean tan políticamente correctos que no cuenten nada". García-Lago coincide en que "el problema de los cuentos centrados en los valores es que no enganchan, no tienen fuerza ni magia, son trocitos de la vida cotidiana y los niños nunca te piden que se los vuelvas a contar".


"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero".


“El mito del príncipe azul se mantiene en los cuentos, en los juegos (el Kent de la Barbie), en las películas (el capitán de Pocahontas), en las novelas y revistas para adolescentes, e incluso en las destinadas a adultos, pues a las famosas que inician una relación se les sigue preguntando si aquel es, al fin, su príncipe azul.”


"A veces basta dramatizar las escenas sexistas cambiando los elementos masculinos por femeninos para que los niños lo vean ridículo y se rían; otras veces la solución es cambiar el final y que la princesa diga al príncipe que no se casa con él porque ni siquiera le conoce y, además, prefiere ir a estudiar al extranjero" Cristina Ramos.



"No se trata de dejar de lado los cuentos tradicionales o los sexistas, sino de formar lectores y lectoras críticos que disfruten con la lectura y sean capaces de interpretarlas en sus coordenadas socio-históricas, entendiendo que el momento actual responde a otros parámetros en los que no debe establecerse ninguna discriminación entre niños y niñas" María Rosal Nadales, profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Córdoba.

domingo, 21 de febrero de 2010

"Yo, mutilado capilar" Eduardo Galeano



Y algunas entradas llevan a las siguientes... En la entrada pasada hablábamos de bisoñé y en esta hablaremos de calvos. Pero lo haremos por la puerta grande.

Porque hoy os quería dejar con este fragmento de un libro que a mí me gusta mucho: "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano.

Este fragmento está en la página 208 y dice así:


Yo, mutilado capilar


Los peluqueros me humillan cobrándome la mitad. Hace unos veinte años, el espejo delató los primeros claros bajo la melena encubridora. Hoy me provoca estremecimientos de horror el voluminoso reflejo de mi calva en vidrieras y ventanas y ventanillas.

Cada pelo que pierdo, cada uno de los últimos cabellos, es un compañero que cae, y que antes de caer ha tenido nombre, o por lo menos número.

Me consuelo recordando la frase de un amigo piadoso:
- Si el pelo fuera importante, estaría dentro de la cabeza y no afuera.

También me consuelo comprobando que en todos estos años se me ha caído mucho pelo pero ninguna idea, lo que es una alegría si se compara con tanto arrepentido que anda por ahí.





Eduardo Germán Hughes Galeano, nació en Montevideo, Uruguay, el 3 de setiembre de 1940, de ascendencia europea.
Desempeñó todo tipo de oficios: fue mensajero y dibujante, peón en una fábrica, taquígrafo, cajero de banco y diagramador.Comenzó su carrera como periodista en el semanario Marcha, entre 1959 y 1963 como jefe de redacción.
Desde principios de 1973, durante los años de la dictadura militar uruguaya, estuvo exiliado en la Argentina -donde fundó la revista Crisis- En 1976 cuando la dictadura militar se instala en Argentina debe volver a exiliarse esta vez en España. Vuelve a Montevideo en 1985 -tras finalizar la dictadura uruguaya- donde sigue trabajando como escritor y periodista.
En su obra confluyen la narración y el ensayo, la poesía y la crónica, comprometida con su ideología.

Actualmente se encuentra difundiendo su último libro:Espejos. Una historia casi universal”.

Bisoñés versus Bisoñez:"La vida tiene trucos"

Decidme por favor así sin pensarlo mucho ¿Sabríais cual es la diferencia entre "bisoñés" y "bisoñez"? Apenas diferencia a estas dos palabras un acento y una letra...

Bueno os puedo dar una pista: bisoñés es el plural de "bisoñé" y bisoñez viene de la palabra "bisoño".

Bueeeno os daré otra pista más, pero para ello voy a pedir ayuda a dos de mis compañeros tertulianos favoritos. Por un lado le pediré permiso a Aureliano Cañadas, poeta de quién ya he hablado en otra entrada de este blog, y por el otro, le pediré permiso a David Lerma, relatista, novelista, poeta a veces, buenísimo compañero de taller y tertulia durante años y años, y del que tantas veces aprendo.

Y ya que los conoceis a los dos buscamos un contexto para las dos palabras y os dejo escuchar su diálogo:

Aureliano: "... Ayer jugando a la Bella Durmiente, Adriana ( dos años y medio) me dice, como respuesta a mi ofrecimiento de ser el Príncipe: "Yo soy el Príncipe", le dije ."No, tú no eres el Príncipe, porque no tienes pelo". Tú eres el abuelo"."

Y contestación de David: "Aure, me ha parecido conmovedor el comentario de tu nieta Adriana sobre tu calvicie, contiene toda la inocencia del mundo. Ojalá le dure mucho tiempo. Porque cuando sepa que existen los bisoñés (o lo que es lo mismo, cuando sepa que la vida tiene trucos), entonces habrá perdido su bisoñez."

Pues sí, le debo esta entrada a mi amigo David que me recordó estas dos palabras tan parecidas. Y como siempre recurrimos al diccionario de la Real Academia:

bisoñé.

(Quizá del fr. besogneux, necesitado, der. de besoin, con la i de bisoño).

1. m. Peluca que cubre solo la parte anterior de la cabeza.


bisoñez.

1. f. Cualidad de bisoño.


bisoño, ña.

(Del it. bisogno).

1. adj. Dicho de la tropa o de un soldado: nuevo (principiante). U. t. c. s.

2. adj. coloq. Nuevo e inexperto en cualquier arte u oficio. U. t. c. s.


Así que ya sabéis, a los dos años todavía creemos que existen los príncipes azules, y que desde luego calvos no son... Así es la vida.

Luego crecemos...

viernes, 19 de febrero de 2010

"Lo real" de Juan José Millás


Lo real

Una chica estadounidense se tomó por juego una Viagra y tuvo una erección fantasmal. Pese a que los médicos han advertido que cuando el miembro permanece en tensión más de cuatro horas seguidas hay que acudir a un servicio de urgencias para evitar daños irreparables en el tejido de la uretra, la joven no fue al hospital hasta el tercer día, presa ya de unos dolores insoportable en el pene hipotético aparecido tras la ingestión de la pastilla eréctil. Dado que los facultativos no sabían cómo detener aquella erección inexistente, pasaron todavía unas horas preciosas antes de que al jefe de urología se le ocurriera proponer a la chica una eyaculación fantasmal para acabar con aquel caso de priapismo extravagante.


Los padres, que eran mormones, se opusieron a que la joven se masturbara, pues además de no estar de acuerdo con el onanismo en general, les parecía que éste podría ser más condenable si se practicaba con un miembro ilusorio. Un médico muy culto que había ese día de guardia intentó explicarles que el miembro masculino objeto de la masturbación es siempre imaginario, aun cuando se pueda tocar. Pero no hubo forma de sacar a los padres de sus trece y el hospital tuvo que conseguir una autorización del juez para proceder a la descarga imaginaria, en el caso de que haya alguna que no lo sea, cesando de inmediato los dolores de la joven y desapareciendo al instante el miembro falso, si hay alguno verdadero.


La noticia es que han congelado el semen quimérico obtenido de la eyaculación irreal y ahora pretenden fecundar con él un óvulo aparente para obtener un embrión fantasma. Si los fundamentos teóricos no fallan, podrían conseguir un individuo invisible. A mí, personalmente, me parece que eso no tiene ningún mérito. Lo novedoso a estas alturas sería fecundar a alguien real.




Por este artículo le dieron a Juan José Millas el premio de periodismo Mariano de Cavia en 1998.




Juan José Millás es el creador de los «articuentos» , escritos a medio camino entre el cuento y el artículo de prensa, que tratan de temas de sociedad, de situaciones, de reflexiones o de problemas provocados por los comportamientos humanos. Toda la obra narrativa de Millás, con sus artículos a la cabeza, es un ejemplo perfecto de literatura crítica. El nombre de articuentos pretende subrayar su peculiaridad principal: se trata de artículos de opinión porque aparecen como tales en la prensa, no en balde se ocupan de lo que ocurre en España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento, presentado a través del humor, la paradoja o la ironía, acaba por engullir la noticia, de modo que en su destilación final sólo queda una lúcida visión crítica de la realidad. A través de estos articuentos, Millás nos muestra una obra en permanente búsqueda de las formas más sutiles para articular lo real con lo irreal, empeñada en representar la realidad con la máxima eficacia posible, desvelando sus ocultos mecanismos y proporcionándoles un sentido del que carecían.