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domingo, 25 de octubre de 2009

El último minuto de Andrés Neuman



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El último libro que he terminado de leer ha sido “El último minuto” de Andrés Neuman. Un libro de relatos que encontré por casualidad en una de las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid que terminó hace un par de fines de semana. Yo, a Andrés Neuman ya le conocía por un relato que habíamos leído una vez en el taller de Creación Literaria. Así que en cuanto me topé con él no pude por menos que llevármelo. Este libro es una reedición hecha por el propio Neuman en el 2007 de un libro de relatos que ya había editado en el año 2001 con el mismo título. El autor suprime seis cuentos, y considera que al reeditarlo ha hecho una versión corregida y reducida del libro.

A mí me ha gustado bastante. No les sobra, ni les falta nada a éstos cuentos. Son relatos en los que prima la naturalidad, son sobrios, inquietantes. Creo que los que escribimos podemos aprender mucho de ellos. Además la última parte del libro es un ensayo teórico sobre la práctica del cuento, muy interesante.

Os dejo aquí como muestra el dodecálogo que incluye el autor y uno de sus relatos.

Dodecálogo práctico acerca del cuento:
I
Contar un cuento es saber guardar un secreto
II
Los cuentos suceden siempre ahora, aún cuando hablen del pasado. No hay tiempo para más y ni falta que hace.
III
El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento. O, mejor dicho, su muerte por asfixia.
IV
En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, resurrección. En cuánto al título, al contrario de lo que muchos piensan, si es demasiado brillante se olvida fácilmente.
V
Los personajes no se presentan: simplemente actúan.
VI
La atmósfera puede ser lo más memorable de un argumento. La mirada puede ser el personaje principal.
VII
En narrativa, el lirismo contenido produce magia. El lirismo sin freno, trucos.
VIII
La voz del narrador tiene tal importancia, que no debe notarse. Resulta más fácil mentir desde la discreción que desde la exhibición o el ingenio.
IX
Por excepciones que puedan citarse, la frase corta resulta la más natural para un cuento. Corregir: reducir.
X
El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
XI
En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
XII
Terminar un cuento es saber callar a tiempo.


MONÓLOGO DEL AHOGADO
Cuando los desalmados me encontraron, decidieron que lo más conveniente sería esconderme en la cochera. Como soy corpulento, tuvieron que pedir ayuda para trasladarme hasta aquí. Igual que un saco relleno de agua.
De la playa conservo el sabor salino y el rumor de la espuma absorbida. Mis otros recuerdos son confusos: primero yo nadaba hacia el horizonte; después el estómago se me hacía un nudo y el agua se enredaba a mi alrededor; después no respiraba. En algún momento los brazos de las olas me expulsaron, y mi espalda rebotó contra la arena.
Es todo cuando sé.
O no. Sé algo mas: los otros llegaron más tarde, acompañados del primer desalmado que me había visto. La noche ya era completa y los pájaros huían. Yo también quise huir con ellos, sumarme a su batir de alas, remontarme al infinito. Pero una inercia definitiva me lo impedía, y supe que era cierto. Fue entonces cuando se me acercaron ellos, los desalmados.
El primer desalmado les gritó a los demás que dejaran de mirarme y dándoles instrucciones. De todo cuanto dijeron, solo consigo retener con exactitud cuatro palabras del más joven: “pesa como una boya”. Y fue extraño escuchar eso, porque no me sentía insólitamente ingrávido. El agua había entrado en mis pulmones vaciando todo el resto, volviéndolo transparente y delicado. Sé que mi pecho, ahora es de cristal muy fino. Una vez encontrada la postura, cargaron conmigo casi sin descansar. Me metieron en una camioneta y el tiempo siguiente fue para mí una desconcertante quietud en medio de la velocidad. Y lo último que sé es esto.
Esto, un cubículo oscuro y húmedo. Juraría que puedo oler a algas, no sé si son de entonces o de ahora. No consigo adivinar en qué parte de la cochera me han dejado, aunque intuyo que estoy lejos de la puerta porque no se oyen movimientos. Quizá los desalmados hayan huido. Quizás guarden silencio.
Me queda, sí, la pequeña satisfacción de las cosquillas. Antes de ahogarme jamás hubiera imaginado que la piel permanece sensible durante tanto tiempo, así es. Noto cómo llegan despacio, con la cautela del instinto, y de pronto se lanzan a mis muslos. A ratos maldigo la hora en que cambié de ropa y decidí salir a nadar con las aguas revueltas. Pero enseguida me repito que la queja es inútil y me someto a la inconsciencia, a ese segundo sueño que parece invariable hasta que de golpe despierto al primero y, sin poder traspasar su superficie, regreso al pensamiento.
Todavía no pierdo la esperanza de poder hundirme pronto y para siempre en ese segundo sueño. Lo único que de verdad temo es que los desalmados vuelvan y me sometan a alguna clase de tormento físico. Mi mente ya está a salvo, pero sé que mi piel temblorosa, mis músculos helados, mis huesos huecos, estas articulaciones de papel mojado, no soportarían la humillación. Los cuerpos incluidos los inertes, nunca tienen dueño. Por eso, cuando me asaltan los temores, procuro dejarme arrollar por la cosquilla de las ratas y me pongo a oír el lento roer hacia las ingles.

Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) es poeta, ensayista y narrador. Hijo de músicos argentinos emigrados, desde su juventud reside en Granada, donde fue profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad. Con su última novela, El viajero del siglo, ha obtenido el Premio Alfaguara.

Por qué escribo.- Artículo de Javier Cercas del 2007


Por alguna extraña razón muchas veces tengo mala conciencia si no escribo. Sé que es absurdo, que es algo que hago porque quiero. Sin embargo si pasan semanas sin que teclee un relato, dentro de mí una especie de "Pepito Grillo" me lo reprocha.

Muchas veces en la tertulia lo hemos comentado, porque me consta que a alguno de mis compañeros también le ocurre. De ahí a hacernos la pregunta de ¿Por qué escribimos? solo hay un paso.

Esto me ha recordado a un artículo de hace ya más de un par de años de Javier Cercas donde hablaba de por qué él escribía. Reconozco que este autor es uno de mis favoritos. Me siento muchas veces muy identificada con su forma de contar las cosas. Me gusta esa mezcla de humor y cotidianeidad que encuentro en sus escritos.

De hecho ahora que recuerdo su artículo, lo vuelvo a releer y de nuevo me hace sonreír. No consigo que El País Digital me devuelta a la sección del periódico del año 2007 donde venía, es de un suplemento de marzo de ese año. Pero como yo lo tenía copiado, aquí os lo dejo.



"Escribo porque me encanta que me pregunten por qué escribo. Escribo porque me aburro y porque si no escribiera me aburriría muchísimo más. Escribo porque escribir no sirve absolutamente para nada y sin embargo mientras escribo tengo la absoluta seguridad de que sirve absolutamente para todo. Escribo porque absolutamente nada tiene ningún sentido y sin embargo mientras escribo absolutamente todo parece tener un sentido absoluto. Escribo para leer mejor y también para dejar de vez en cuando de leer, porque el mucho leer embota (esto último lo dijo Nietzsche, que escribía pensamientos paseados). Escribo para escribir algún día un libro paseado. Escribo porque a los ocho años leí Pimpinela escarlata y desde entonces no he hecho otra cosa que intentar plagiar esa novela. Escribo porque a los 15 años yo era un salido y un día otro salido que además era un cabrón me dijo que escribiendo se ligaba, y cuando descubrí que me había engañado ya era demasiado tarde para quitarme el vicio. Escribo porque a los 15 años yo tenía una profesora radiante: un día la interrumpí en clase al grito de que estaba buenísima y ella, que estaba explicando a Borges, me expulsó de clase y yo me impuse como penitencia la lectura de las obras completas de Borges, cosa que todavía no he terminado de hacer y que no creo que termine de hacer nunca, porque en realidad es imposible. De más está decir que escribo porque a partir de los 15 años no me ha pasado absolutamente nada que tenga algún interés. Escribo porque me pagan por escribir tonterías. Escribo porque todavía no he encontrado una forma más decente de ganarme la vida. Escribo (me explico) porque no sé hacer nada útil, ni siquiera atarme los cordones de los zapatos: si supiera curar a los enfermos, no escribiría; si supiera rematar en plancha un libre indirecto, créanme, no escribiría. Escribo porque sí y porque me da la gana, y a quien le parezca mal que me lo diga en la calle. Escribo para poder pensar (esto, creo, lo dijo Cabrera Infante). Escribo porque cuando escribo tengo la impresión acusadísima de que soy una persona inteligente y también de que todos los que me rodean son todavía más inteligentes que yo, sólo que ellos no se dan cuenta.
Escribo para que me lea mi madre, que es la única que me leía cuando no me leía nadie y la única que me leerá cuando ya nadie me lea (¡un abrazo, mamá!). Escribo para que me lean dos tipos que están muertos y dos o tres que todavía están vivos. Escribo para que me lea usted (¡sí, usted, el de la tercera fila, no se esconda!). Escribo porque escribo como Dios (esto, Dios me perdone, es mentira). Escribo porque no creo en Dios. Escribo porque en un mundo sin Dios, escribir, como reírse (pero esto lo dijo Kafka), es casi una obligación moral, o quizá metafísica. Escribo para llevar la contraria, pero todavía no he descubierto a quién. Escribo para entender cosas que sé que no hay manera humana de entender, con la esperanza de que ese esfuerzo fracasado por entenderlas sea ya una forma de entenderlas. Escribo porque la vida es una mierda, y los hombres, un hatajo de indeseables y de cobardes, pero cuando escribo salgo a la calle cantando canciones tirolesas y sintiéndome John Wayne y con ganas de abrazarme al primero que pasa y echarme a llorar de tristeza en su cuello. Escribo porque si no escribiera no tendría ni un solo motivo para respetarme, muy pocos para levantarme por la mañana y casi todos para convertirme en un peligrosísimo oligofrénico, de lo que se deduce que el Estado debería subvencionarme para que siguiera escribiendo. (No escribo, por cierto, para que me quieran más: las personas que me quieren me querrían igual si no escribiera, y las personas que no me quieren no me querrían ni aunque dejase de escribir). Escribo para joder a los que no quieren que escriba y para alegrar a los que quieren que siga escribiendo. Escribo porque, entre nosotros, escribir mola (esto, seguro, debió de decirlo alguien, probablemente un chino). Escribo por todas estas cosas y por muchísimas más. En realidad, escribo por casi todo, porque cualquier excusa es buena para escribir. A veces (Dios me perdone) he llegado incluso a escribir para hacerles creer a quienes me leen que no quiero que me pregunten nunca más por qué escribo.
" Javier Cercas (EPS marzo 2007)


jueves, 22 de octubre de 2009

Próximas convocatorias actos literarios: García Montero y Margarit Homenaje a Goytisolo


Recuerdos de José Agustín Goytisolo

Con motivo del décimo aniversario de la muerte del poeta José Agustín Goytisolo, la Generalitat de Catalunya, de la mano del Centro Cultural Blanquerna y del Instituto Cervantes, quieren conmemorar en Madrid la poesía del gran maestro Goytisolo.

Exposición: en el Centro Cultural Círculo de Lectores - C/ O’Donnel, 10 - del 5 al 25 de octubre.
Entidades organizadoras: Centro Cultural Blanquerna, Instituto Cervantes y Círculo de Lectores


PROGRAMA:


27 de octubre - Recital homenaje a José Agustín Goytisolo

Joan Margarit
Luís García Montero

Centro Cultural Blanquerna - 19:30 h

Blanquerna Centre Cultural - C/Alcalá, 44 - 28014 Madrid - 91 524 10 00

Próximas convocatorias actos literarios: Jose Mª Herranz


También tenemos la semana que viene la presentación del último libro de uno de nuestros compañeros de la tertulia del Galdós, Jose Mª Herranz,


"Las razones del lobo-POEMA DRAMÁTICO- y SOFISMAS",
de José María Herranz.

Intervendrán: Alfredo Piquer Garzón, Aureliano Cañadas (presentación), José Mª Herranz, Manuela Temporelli

y Sonia García (voces)
Miércoles, 28 de octubre de 2009 - 20.00 h
Círculo de Bellas Artes - Sala Nueva (5ª planta)
C/ Marques de Casa Riera, 1 Madrid


EL AUTOR:José María Herranz es autor de numerosos libros de poesía y relatos. Miembro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, del Ateneo y de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Metafísico, místico, heterodoxo y dionisíaco son algunos de los adjetivos que calificarían su voz poética. Los dos libros que aquí se presentan, Las razones del lobo y Sofismas, pertenecen a un ciclo radical y vanguardista donde la poesía social cobra matices transgresores y actuales, a pesar de la distancia que marca la época en que fueron concebidos.El autor también ha publicado Oráculo de la amistad (ediciones Vitruvio) e Hijos de la miseria (taller de poesía Vox). Organizador y ponente de las Jornadas de homenaje a Miguel Labordeta y los escritores de la O.P.I. celebradas en el Ateneo de Madrid el mes de octubre de 2008, con el auspicio de la Fundación Conde de Aranda, el gobierno de Aragón e Ibercaja, reunió en las mismas a los poetas zaragozanos Emilio Gastón, Rosendo Tello, Fernando Ferreró y Mariano Altemir.

Próximas convocatorias actos literarios: Joan Margarit


Tenemos varias convocatorias para actos literarios en los próximos días, entre ellas:
Recital de Joan Margarit FCP José Hierro / Getafe Negro

Viernes, 23 octubre
FCP José Hierro / Getafe Negro
Getafe, en la c/ Madrid, 54,
a las 21 horas
Ciclo Encuentros / Getafe Negro CMC, Getafe, 21.00


Joan Margarit (Sanaüja, 1938), nació en plena guerra civil y hasta 1948, cuando se establecieron en Barcelona, la familia cambió muchas veces de domicilio (Rubí, Figueres y Girona); en 1954 vuelven a trasladarse, esta vez a Canarias, y el joven Joan pasa los cursos académicos en Barcelona desde 1956, para estudiar arquitectura. Margarit se había dado a conocer como poeta en castellano en 1963 y en 1965. Tras un largo paréntesis de diez años, escribe Crónica, publicado por su amigo Joaquim Marco, director de la colección Ocnos, de Barral Editores. A partir de 1980 inicia su obra en catalán. Una antología de sus primeros libros se encuentra en El primer frío: Poesía 1975-1995 (ed. Visor, Madrid, 2004). Otros de sus títulos más destacados son: Estació de França (Hiperion, Madrid, 1999), Joana (ed. Hiperion, Madrid, 2002), Cálculo de estructuras (ed. Visor, Madrid, 2004) y Casa de Misericordia, Premio Nacional de Poesía 2008, (Visor, Madrid, 2007).





martes, 20 de octubre de 2009

Una nueva vida. Artículo de Javier Cercas


Probablemente muchos lo habréis leído, pero por si acaso aquí os dejo el artículo de Javier Cercas del domingo pasado de El País semanal. A mi me ha gustado mucho.


Espero que a vosotros también.



JAVIER CERCAS Palos de ciego
Una nueva vida
JAVIER CERCAS 18/10/2009

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Siempre había oído decir que una separación es una experiencia desgarradora; ahora sé que es verdad: la mía lo ha sido.
“Llevaba más de treinta años conviviendo con ella, desde que mi padre me la compró”



Todo empezó cuando hace unos meses un estudiante me preguntó durante una charla con qué diccionario trabajaba. La pregunta me sorprendió, pero enseguida comprendí que es la pregunta más seria que se le puede hacer a un escritor. “Todo está predicho en el diccionario”, dice Valéry, y así es: un diccionario es un mapa del universo; también es un libro mágico: contiene todos los libros que se han escrito y casi todos los libros que se escribirán. Como cualquier escritor, yo convivo con un harén de diccionarios, pero uno de ellos me ha robado el corazón: es el que tengo siempre a mano, el primero que consulto, el único con el que mantengo una relación íntima; no es un diccionario, sino mi diccionario, el libro que más he leído en mi vida y que me define. La decimonovena edición del diccionario de la Real Academia, le respondí al estudiante. Me emocioné: llevaba más de treinta años conviviendo con ella, desde que mi padre me la compró a mediados de los setenta, habíamos viajado juntos por dos continentes, por varias ciudades, por decenas de casas, y sin embargo era la primera vez que la mencionaba en público. No recuerdo de qué se habló durante el resto de la charla, pero sí que, al terminar, mi amiga la lingüista Avellina Suñer me dijo: Con que la decimonovena, ¿eh? Sí, contesté, exultante. Pues mira la definición que da de la palabra “mahometano”, me retó. Y luego mira la que da de la palabra “cristiano”. Y mira la definición que da de “marxismo”. Y luego, la que da de “dólar”. No me gustó el tonillo entre acusatorio y confidencial con que dijo todo esto, pero lo primero que hice al llegar a casa fue buscar la decimonovena. Allí estaba, en un lugar de honor, con sus hermosas tapas marrones y sus ribetes dorados, tan radiante como en los últimos treinta años. Con alguna aprensión la abrí, busqué la palabra “mahometano”, leí: “”Que profesa la secta de Mahoma”. Orgulloso, pensé que era una definición exactísima; no obstante, para acabar de cerciorarme de que la insinuación de mi amiga era pura maledicencia busqué la palabra cristiano, leí: “Que profesa la fe de Cristo”. Tuve la impresión de que el suelo se abría bajo mis pies. Si lo de los musulmanes es una secta, razoné, perplejo, ¿por qué no lo es lo de los cristianos? Precipitadamente busqué la palabra “marxismo”, leí: “Doctrina de Carlos Marx y sus secuaces”. Dios santo, pensé. No es que Marx acertara en todas sus predicciones, pero cualquiera diría que se trata del mismísimo Charles Manson. Después recapacité, me dije que al fin y al cabo “secuaz” sólo significa “seguidor”, como quien se agarra a un clavo ardiendo busqué la palabra “dólar”, leí: “Moneda de plata de los Estados Unidos, Canadá y Liberia, que vale a la par 5 pesetas y 42 céntimos”. Fue entonces cuando me derrumbé; me sentí traicionado: era como si acabara de descubrir que mi mapa del universo no respondía a la realidad del universo; me sentí perdido: comprendí que, a menos que quisiera arruinar mi vida, debía abandonar para siempre la decimonovena.


Como soy un cobarde, pospuse el trance cuanto pude, pero un día me armé de valor y se lo dije. No hablas en serio, ¿verdad?, preguntó. Hablo en serio, contesté. No puedes hablar en serio, insistió. ¿Qué vas a hacer sin mí? ¿Has dejado de amarme? No es eso, contesté. ¿Entonces qué es?, dijo. ¿Has conocido a otra? Señaló mi harén de diccionarios y dijo: Ya sabes que no me importa que de vez en cuando tengas una aventura, pero… No he conocido a otra, dije. Es María Moliner, ¿verdad?, dijo, furiosa. Esa maldita zorra. ¿Cómo has podido hacerlo? ¿Es que acaso no sabes que es un caos? ¿Es que no has visto cómo define la palabra biquini? Triunfalmente citó: “Traje de baño femenino reducido a dos pequeñas piezas que cubren los senos y la unión de las piernas con el cuerpo”. No es María, me defendí. No es nadie. Entonces, ¿qué es? Nada, balbuceé. Es sólo que… A punto estuve de decirle la verdad –que pronto cumpliría 40 años, que se había hecho vieja, que ya no era el mapa del universo ni era mágica–, pero no se lo dije, porque supe que le partiría el corazón. Dije: Es sólo que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Se echó a llorar; mientras trataba de consolarla le pedí que lo entendiera, que entendiera que yo no podía seguir escribiendo tonterías, le hablé de Mahoma y de Liberia y de los secuaces de Carlos Marx, le dije que en el fondo la culpa no era suya, que la vida es así, que no la he inventado yo, le dije que seguiría queriéndola siempre. Ella pareció resignarse, asintió, señalando mi harén de diccionarios me preguntó si al menos podría quedarse con ellos. No puede ser, le dije. ¿No lo entiendes? Lo nuestro es todo o nada. Volvió a asentir mientras se secaba las lágrimas; luego, mirándome a los ojos, dijo: ¿Puedo pedirte un favor? Claro, dije. Hagámoslo por última vez, Chichi.


Aquella misma tarde la metí en una bolsa y, haciendo oídos sordos a sus sollozos, la abandoné en una librería de viejo. Luego salí a la calle, encendí un cigarrillo y eché a andar en el crepúsculo, roto por dentro, dispuesto a iniciar una nueva vida.

lunes, 19 de octubre de 2009

Amalia Bautista, poesía indispensable


Aunque ella no lo sepa, ayer estuve con Amalia Bautista (Madrid, 1962).


Yo trasteaba por mi casa, y ella repetía para mí sola una conferencia que dio en la Fundación Juan March, el 18 y 19 de diciembre de 2008, que se titulaba “El mercurio que desaparece”. No pude estar ese día allí. Bien que lo sentí. Pero de vez en cuando la técnica y sobre todo ella tienen la deferencia de repetírmela y yo la escucho cada vez como si la fuera la primera, de tanto cómo me gusta. Ayer domingo, mientras yo recogía la ropa tendida, la doblaba, la planchaba, y organizaba los cajones, ella desde mi ordenador me recitaba poemas que acompañaban mi vida doméstica. Quién pudiera imaginar mejor compañía.


Nos conocimos hace ya unos años en el taller de creación literaria de Ágata, en Villaverde. Un día Javier Díaz, el monitor, nos trajo un par de poemas suyos para presentárnosla. Qué acierto. Desde ese día nos hemos hecho íntimas. Y muchas tardes, aunque ella no lo sepa, tomamos café juntas: ella recita y yo disfruto, disfruto mucho escuchándola, mientras me tomo mi café.


Os dejo con algunos de sus datos biográficos y sobre todo con su poesía. Qué difícil elegir solo algún poema, todos tan perfectos para mí, de tan sencillos, tan cotidianos y conmovedores.



Los pies

Qué feos son los pies de todo el mundo,
menos los de mis hijas.
Qué bonitos son los pies de mis niñas.
Los mofletes redondos y rosados de los ángeles
envidian sus talones, y sus dedos,
vistos desde la planta, diminutos,
tienen la suavidad de los guisantes.
Los tienen a estrenar. Y me conmueve pensar
en cada paso que aún no han dado.


Cuéntamelo otra vez

Cuéntamelo otra vez: es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.


(Amalia Bautista. Cuéntamelo otra vez. Comares. La Veleta.1999)



Vamos a hacer limpieza general


Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
nos traen recuerdos amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prender fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.


La vida responsable

Conducir sin tener un accidente,
comprar desodorante y macarrones
y cortarles las uñas a mis hijas.
Madrugar otra vez, tener cuidado
de no decir inconveniencias, luego
esmerarme en la prosa de unos folios
que me importan exactamente un bledo
y darme colorete en las mejillas.
Recordar la consulta del pediatra,
contestar al correo, tender ropa,
declarar los ingresos, leer libros
y hacer unas llamadas por teléfono.
Me gustaría permitirme el lujo
de tener todo el tiempo que quisiera
para hacer un montón de cosas raras,
cosas innecesarias, prescindibles
y, sobre todo, inútiles y bobas.
Por ejemplo, quererte con locura.
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Amalia Bautista es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y trabaja en el departamento de comunicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ha publicado Cárcel de amor (Sevilla, 1988), La mujer de Lot y otros poemas (Málaga, 1995), Cuéntamelo otra vez (Granada, 1999), La casa de la niebla. Antología (1985-2001) (Mallorca, 2002), Hilos de seda (Sevilla, 2003), Estoy ausente (Valencia, 2004), Pecados, en colaboración con Alberto Porlan (Almería, 2005), Tres deseos. Poesía reunida (Sevilla, 2006), Luz del mediodía. Antología poética (México, 2007) y Roto Madrid, con fotografías de José del Río Mons (Sevilla, 2008). Poemas suyos han aparecido en antologías como Una generación para Litoral (Málaga, 1988), Poesia espanhola de agora (Lisboa, 1997), Ellas tienen la palabra (Madrid, 1997), La poesía y el mar (Madrid, 1998), Raíz de amor (Madrid, 1999), La generación del 99 (Oviedo, 1999), Un siglo de sonetos en español (Madrid, 2000) o Con gioia e con tormento. Poesie autografe (Rimini, 2006). Ha sido traducida al italiano, portugués, ruso y árabe.