Te lo diré desde mi cama
Pues dame un beso antes de irte.
Se lo dió en la frente.
Ahí no, so lista.
Y se lo dió en aquellos labios tan lívidos.
Se cambio de cama en un instante.
Los pasos cada vez se oían más cerca.
¿Y no me vas a preguntar quién me gusta?
No, ya no, Manuela.
¿Por qué no?
Porque ahora, después de besarme sólo te puedo gustar yo.
Muy bien, muy bien, chiquinino.
Dímelo, anda.
Pero no se lo digas a nadie, ¿vale?
Dímelo que va a venir gente, dilo ya, Manuela.
Tú, tú, tú, tú, tú.
Pág 183.
Este verano uno de los libros que me he leído ha sido "Manuela" de Francisco Peregil. No había oído nunca hablar de él. Llegó a mis manos porque alguien pensó que quizás me gustaría. Y me gustó. Me gustó mucho. Tanto que no quería que se acabara nunca para que me siguieran contando la historia, pero al mismo tiempo sí quería terminarlo para ver qué pasaba con algunos de sus entrañables personajes...
"Alfredo fue a casa de su amigo Matías para contárselo convencido de que tendría que aguantar al menos una hora de bromas antes de hablar en serio. Pero Matías se quedó un rato en silencio, salió de la sala, volvió con un libro de Gesualdo Boufalino y leyó: "Un viejo es bello como un árbol viejo. Tiene raices, memoria, sentimiento sublime de la muerte próxima. Y, además, es más joven que un joven, sobre todo si de joven ha sabido ser viejo".
Quédate con esto, amigo: un viejo es bello como un árbol viejo, coño. Por tanto, una vieja, también.
Después le recordó que Picasso decía que cuando se es joven se es joven para toda la vida.
Eso es literatura. Matías, no me jodas. Cuando ves a una chavalilla que se recoge el pelo con los brazos subidos, la cabeza estirada, el pecho hacia fuera... ¿Hay algo más bonito?
Eso sí que es literatura barata, la que te enseñaron desde chico, la que te meten por los ojos en la tele y en el cine. Pero nadie nos ha enseñado nunca a ver toda la belleza que hay en una mujer de ochenta años. Eso sí: a ellas sí que les han enseñado lo interesantes y atractivos que son ciertos viejos. El título de El viejo y el mar, por ejemplo... ¡Qué bonito, qué épico! ¿Verdad? Pero La vieja y el mar ya no es lo mismo ¿verdad? Sonaría a cachondeo ¿No? y todo es así. ..."
El argumento es el de dos ancianos españoles que se conocen por casualidad en Dublín, también es la historia de un jóven que se enamora de una octogenaria, también la historia de esa octogenaria enferma de Alzheimer que antes de dejar de saber quién es quiere volver a ver a un novio de quién no ha sabido nada en cincuenta años, y también es la historia de tres de los niños de Morelia, aquellos chiquillos a los que sus padres republicanos sacaron de España rumbo a Morelia en época de la guerra civil, para que escapasen de aquel horror y que regregaron después de muchos años o ya no regresaron.
El tema es también muy variado. La guerra, los rencores, la enfermedad, la amistad, el amor, el reencuentro y sobre todo la vida. La vida vista desde unos niños y la vida vista de unas personas mayores. Pero la vida.
"Es verdad que con el tiempo, con el tiempo, hombre, todo se va y se olvida el cariño, se olvidan las voces y las palabras de la gente que te quiere y que te dice bajito no vuelvas tarde, por favor, no cojas frío. Es verdad, pero a veces no. A veces, después de más de cincuenta años, uno recuerda que un día alguien te acarició mientras cantaba, que dijo te traeré perlillas de lluvia de un país donde no existe la lluvia y aquella frase aún puede darte cobijo en los largos inviernos de la vejez, uno puede acurrucarse en ella y alimentar una humilde esperanza".
El libro está divido en tres partes y cada parte en diferentes capítulos. Esos capítulos tienen una longitud muy diferente, algunos no ocupan más de media página y otros tres o cinco, tampoco demasiadas páginas. Es muy curioso. Y también es muy curioso el nombre de esos capítulos. Por ejemplo: "Con lo humano que es eso, coño", "Sólo la felicitaba el Corte Inglés" o "Abrazame cuando me veas", títulos inolvidables.
Es una historia llena de personajes. Personajes entrañables, muy bien descritos, personajes que quieres que se queden a vivir dentro de tí. Está contado con un lenguaje muy sencillo y salpicado de mucho diálogo.
Es una historia dulce, nostálgica, sentimental. Un libro para regalar a alguien que quiera pasar varias horas con el corazón a ras de piel.
Sí, me ha gustado mucho.
"... Y a Alfredo le gustaban sus manos. Sintió que nunca lo habían acariciado con tanta delicadeza, con tanta morosidad, con esa despreocupación tan absoluta por el tiempo. Cogieron los bailes por costumbre. Después se sentaban al fresco. Él echaba la hamaca hacia atrás, mirando las estrellas, y ella le acariaba la cabeza, la cara, el cuello, los hombros, el pecho.
Se puede ver lo buena y lo sabia que es una persona por su forma de acariciar, dice Alfredo. Siempre sentí mucha comprensión en las manos de Manuela.
Yo sería capaz de dar mi ordenador con todo lo que tengo dentro, le contesta Rosario, con tal de que alguien dijera algo parecido de mí."
Pág 96
Francisco Peregil nace en Nerva en el año 1967, cursa periodismo en Madrid, y con sólo 22 años comienza a ejercer como reportero en el diario "El Mundo". Su destacada labor, hace que al poco tiempo, se fije en él el diario de información general de mayor tirada de España, "El País" donde ha desarrollado su labor profesional en distintas secciones: local, nacional, domingo, y desde hace un tiempo en la sección internacional de mencionado diario.
Destaca también su labor como novelista, por la que le fué concedida una mención especial del jurado del Premio Nadal por su novela "Era tan bella". Otras obras dignas de mención, fueron la biografía de Camarón de la Isla (el fué el último periodista que lo entrevistó) y "Reportero en Bagdad" donde relata sus propias experiencias como enviado especial a la Guerra de Irak, en el año 2003, obra por la que recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo. Su último libro es Manuela, que ha tardado seis años en escribir y se publicó en el año 2005.