Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 29 de agosto de 2010

Kirmen Uribe y Quique González en La noche de los libros de 2010...



Yo estaba ahí, ahí arriba y ahí abajo, cuando se grabaron estos tres videos que os pego hoy. Era el 23 de abril de 2010, la noche de los libros, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Actuaban cantando Quique Gonzalez y recitando Kirmen Uribe (último Premio Nacional de Narrativa).

Eramos muchos, muchos ahí apretaditos y a oscuras. De hecho cuando me harté de dar saltitos a ver si los veía, acabé sentada en el suelo al final  de la sala de columnas, tan a gusto. Ya sí que desde luego  apenas los veía, pero los escuchaba mucho mejor, muchísimo mejor, y ya solo tenía que disfrutar... que era lo que estuve haciendo.

Me gustó mucho. Y os lo cuento ahora, porque acabo de terminar de leerme el libro Bilbao-Nueva York- Bilbao de Kirmen Uribe. Y a ratos cuando lo hacía, me paraba y parecía que en cualquier momento iba a sonar la música de Quique Gonzalez. Algunos textos que leyó aparecen en el libro y era como revivirlo. Pero eso mejor os lo cuento en la siguiente entrada...

Ahora disfrutais de los vídeos (el segundo es un poema de Kirmen cantado por Quique) y vais abriendo boca...



jueves, 26 de agosto de 2010

Cacela Velha, un bonito pueblecito del Algarve con calles de escritores

 

"En este pueblo hay mucha gente muerta..." dijo Pablo mientras empezábamos a caminar por aquellas calles empedradas. "¿Más que viva?". No sé si esta frase que siguió a la anterior la dijo él sin interrogaciones, o la pensé yo con ellas, nada más escucharle. En cualquier caso vino detrás en la conversación. Y no era ninguna tontería de frase aclaratoria. Aunque yo no lo supiera. Porque efectivamente sería después cuando descubrí que en Cacela Velha había mucha gente muerta, más que viva... Pero mejor os lo cuento por partes.

Pablo tiene cinco años. Es moreno, espigado y vive envuelto en una pompa transparente y frágil de fantasia continua. Por eso cuando me dijo aquello de que "En este pueblo hay mucha gente muerta"... Yo, muy en  mi papel de adulta, me permití dudarlo...

Y mientras lo hacía, mientras dudaba de las palabras de mi pequeño acompañante, iba descubriendo un pueblecito precioso y tranquilo, blanco y de color azul a un mismo tiempo. Cuatro calles adoquinadas, una fortaleza, una iglesia y un puñadito de casas blancas en un promontorio frente al mar. Eso es Cacela Velha. Nada más y sobre todo eso. Me encantó.



A medio camino entre Tavira y Monte Gordo, muy cerca de Manta Rota. Dos restaurantes que recuerde. Y todas las calles dedicadas a escritores del lugar. Claro, ese detalle fue el que definitivamente me robó la voluntad a favor de este lugar. Y sus veletas, sus bonitas veletas...

Me volví loca haciendo fotografías, de las vistas, de sus casas, de las placas en las calles... Además tenía muchos carteles de eventos culturales...






Y al final y para mi sorpresa descubrí a toda "la gente muerta", porque en lo alto también tiene Cacela Velha un cementerio con muchos más nichos que casas tiene el pueblo. Muchísimos más...

Esta vez Pablo no había matado tres víboras paseando con sus amigos por Madrid, como hizo en la última aventura que nos había contado, pero me hizo bajar de mi "incrédulo podium de adulta"  para presentarle mis humildes disculpas y darle toda la razón, porque la tenía. Cacela Velha además de ser un pueblecito bien bonito "tenía mucha gente muerta...".

Si alguna vez estas cerca de Cacela Velha hazme caso y no dejes de entrar... Merece la pena.









miércoles, 25 de agosto de 2010

"Intimidad" de Hanif Kureishi



"Sé que el amor es un juego sucio; tienes que mancharte las manos. Si te mantienes a distancia, no sucede nada interesante. Además, debes encontrar la distancia adecuada entre las personas. Si están demasiado cerca, te aplastan; si están demasiado lejos, te abandonan."


El último libro que terminé de leer ha sido "Intimidad" de Hanif Kureishi. Llegó a mí como una actividad más de la tertulia. Por una serie de razones que no vienen al caso nos lo vamos pasando de uno a otro, y cada uno de los que lo vamos terminando apuntamos al final de éste una de las frases que más nos ha llamado la atención.

Yo apunté: "La calidad de un amor no se puede medir por su duración".

El argumento es el de un hombre -Jay, cuarenta y pocos años, guionista de cine, casado, con dos hijos- que decide que va a abandonar a su familia, que no quiere seguir viviendo cómo lo está haciendo. Y entonces pasa toda la última noche meditando sobre la decisión que quiere tomar a la mañana siguiente. La meditación es todo el libro. Va recordando escenas de su vida familiar, de su vida íntima con su mujer, la vida íntima con su amante, con sus amigos, pensamientos y escenas que le hacen seguir cuestionándose si va a hacer bien o no.

El tema de la historia es el abandono de la vida familiar, el abandono como un intento de superación, como un intento de salvar un estancamiento. Al hacerlo se aborda también, es inevitable, el tema del amor, del matrimonio, de la convivencia, de la amistad, del sexo, de la fidelidad, de la duda continua en la que vivimos.

Los personajes de la historia, son Jay, narrador de la historia. Y también sus dos hijos que son lo que más le atan a seguir allí, y su mujer. Y también Víctor, el amigo divorciado. Asif, ex-compañero de universidad para quién su matrimonio es lo más gratificante, y Nina, su joven amante, la mujer que le hace comprender que hay algo más a lo que se puede aspirar.
A mí la verdad es que no me ha gustado mucho. Me dice un compañero de la tertulia que él cree que es porque está contando desde un punto de vista masculino. No lo sé. El caso es que me resultaban demasiadas las elucubraciones del protagonista sopesando la decisión. Es tortuoso, angustioso su afán en buscar y rebuscar por qué si o por qué no. Pero sin acabar de hacer nada.

Es una novela muy corta, pero aún así  a mí tanto dar vueltas al mismo tema me resultaba excesivo. Si es eso lo que el autor quiere transmitir, la lucha interna en busca de la identidad, o la búsqueda de la felicidad que existe dentro de cada uno de nosotros, entonces creo que lo consigue. Pero además en mi caso lo que ha conseguido con esa forma de contarlo tan agobiante e íntima es que el personaje principal, Jay, el narrador me caiga hasta mal.

Lo que sí creo que hay que rescatar de esta novela es un montón de frases que hacen pensar, muchas. Dos de ellas ya os las he transcrito, os voy a copiar aquí solo algunas más:

- Las palabras son acciones y provocan acontecimientos.

- Es mejor que las cosas nos provoquen temor antes que aburrimiento.

- Las faldas, como los telones de los teatros, producen curiosidad.

- Creo que yo entonces pensaba que uno no tenía hijos, la monogamia resultaba innecesaria.

- ¿Pero, por qué a la gente a la que le funciona la vida en familia tiene que ser tan pegada de sí misma y pretender que esa es la única manera de vivir como si todas las demás resultaran inadecuadas?

- Me recuerdas a alguien que solo lee el primer capítulo de un libro. Nunca llegas a averiguar que sucede después.

- ¿Que se lleva uno cuando no piensa volver?

- La vida es la mejor pornografía.

- Ninguna edad está al margen de los sentimientos intensos.

- Se me ocurren pocas instituciones más egoistas que la familia.

- El amor es una forma de curiosidad.

- En el matrimonio se desarrolla rápidamente una división del trabajo perfectamente asumida y el compromiso de seguir una serie de reglas. Pero las parejas nunca están del todo seguras de si ambos están jugando según las mismas, o si han cambiado durante la noche, sin que el otro haya sido informado.


Hanif Kureishi (Londres, 1954, hijo de pakistaní e inglesa) Hanif Kureishi es un cineasta, novelista, guionista y dramaturgo británico nacido en Londres el 5 de diciembre de 1954. Hijo de padre pakistaní y madre inglesa, estudió filosofía durante un año en el Instituto Lancaster, del que se trasladó a la Universidad de Londres, donde se licenció. Comenzó a escribir en los años 70, dedicándose a la literatura pornográfica y a mecanografiar para los estudios Riverside, hasta que con La madre patria, su primer guión teatral, obtuvo el premio Thames Television en 1980 y el premio George Devine por su ensayo Afueras en 1981. En 1984 escribió el guión de Mi hermosa lavandería, que fue llevada al cine por Stephen Frears ese mismo año y que obtuvo una nominación al Óscar por mejor guión original.En 1990, su obra El Buda de los suburbios obtuvo el Premio Whitbread a mejor primera novela, llegando a convertirse en una serie de la BBC con banda sonora de David Bowie, artista con quien mantiene amistad el autor y a quien se hacen múltiples referencias en sus libros. En 1991 escribió y dirigió su primera película, London kills me. Su novela Intimidad, de 1998 (adaptada al cine en el 2000), fue bastante polémica debido a las referencias autobiográficas; sus obras en general han suscitado numerosas críticas por parte de su familia, que considera que sus retratos son injustos. Kureishi es Comandante del Imperio Británico.Sus obras suelen tratar temas como la sexualidad, el racismo, la inmigración y la búsqueda de la identidad.


martes, 24 de agosto de 2010

"Si te duele ¡escribe!" Artículo



Hoy os quería dejar aquí un artículo que me ha gustado mucho. Lo he leído en un blog que a mí me parece siempre muy interesante http://www.papelenblanco.com/

Es un blog sobre literatura que lo llevan varias personas. El artículo que os dejo hoy viene firmado por Sergio Parra y trata sobre la relación entre la desgracia y la escritura. Me he animado a dejároslo aquí después de haberselo pasado a algunos compañeros de la tertulia y que haya dado lugar a un debate muy interesante sobre el proceso de la escritura...

Si os interesa este tema, no dejéis de leerlo, comentarios incluídos. Espero que os guste.



Si te duele, ¡escribe!


Sergio Parra

20 de agosto de 2010




¿Es necesario pasarlo mal para ser un buen escritor? ¿Sólo de los yacimientos del dolor surge la genialidad?

A nadie le gusta ser infeliz. Todo el mundo aspira a un bienestar, un statuo quo en el que se cumpla lo que dice la canción: salud, dinero y amor.

Pero ¿tener estas tres cosas incapacita a un escritor para engendrar una obra maestra? ¿La plenitud funciona como una neblina creativa? ¿La insatisfacción permanente origina novelas que hacen felices a los demás?

Una cosa está clara: cuando sufres, cuando padeces, cuando la realidad se empeña en tocarte las narices, entonces un esmeril afina tu sentido crítico, tu capacidad de análisis. Por ejemplo, si el polen no te ha provocado una profunda alergia a ti o a alguien que tú conozcas, ¿acaso cabe la posibilidad de que te intereses por el polen a un nivel profundo? ¿A un nivel que requiera cierta implicación emocional?

Estar bien, a gusto, suele estar asociado a cierto estado de embotamiento sensorial. Pero un desengaño amoroso, de repente, revoluciona nuestra mente, y sin darnos cuenta empezamos a ponderar todos los aspectos de la dependencia emocional, los entresijos de las relaciones sentimentales e incluso el sentido de la vida y de la muerte. Ser feliz suele estar acompañado de falta de cambio. Y sin cambio, sin ruptura, es difícil hacer notar al lector que te has dejado las tripas en el manuscrito de tu novela.

Para ser un escritor solvente quizá no sea imprescindible ponerse a llorar y patalear, tal y como decía Marcel Proust:

La enfermedad por sí sola nos lleva a percibir y a aprender, y nos permite llevar a cabo el análisis de los procesos que de otro modo desconoceríamos por completo. Un hombre que todas las noches cae rendido en la cama, y que deja de vivir hasta el instante en que despierta y se levanta, sin duda jamás soñará con hacer no ya grandes descubrimientos, sino tampoco algunas mínimas observaciones sobre el sueño. Apenas sabe que está dormido. Un poco de insomnio no carece de valor a la hora de hacernos apreciar el sueño, a la hora de arrojar un rayo de luz sobre esas tinieblas. Una memoria infalible no es un incentivo muy poderoso a la hora de estudiar el fenómeno mismo de la memoria.

Al parecer, cuando nos tocan las gónadas, adquirimos de repente cierto talante inquisitivo. Por eso nuestros antepasados dejaron de vivir en cuevas húmedas e inseguras e inventaron áticos en Manhattan. Porque querían ser felices. Y persiguiendo esa felicidad arcádica que acaso nos vuelva un poco tontos por fin, muchos escritores han sacado lo mejor de sí mismos.

El amante de Proust, por ejemplo, falleció en un accidente de avión cerca de Antibes. Stendhal padeció sufrió toda suerte de pasiones no correspondidas. Nietzsche fue un completo marginado del que se reían incluso los estudiantes. La lista de suicidas, borrachos y drogadictos es amplísima en el ámbito de la literatura y el arte en general. Muchas veces, la autoría intelectual, pues, parece no alcanzarse si antes no se capea el temporal. Los desdichados buscaron así la dicha.

Eso no significa, claro está, que sólo el marginado de clase, el feo, el impopular o el que sufre una orientación sexual indefinida acabará siendo un gran escritor. Ser sifilítico no te convierte automáticamente en Baudelaire. Pero el sufrimiento puede ser una llave para abrir ciertas puertas perceptivas que acaso puedan derivar en Las flores del mal. Puertas por las que escapar de una vida odiosa.

¿Tal vez habría que fundar un taller literario en el que, después de aburridas teorías sobre escritura creativa, se empiece a boicotear la vida de sus alumnos? Para que toquen fondo. Para que prueben a qué sabe el suelo. Para que sepan qué significa sentir a nivel epidérmico y también subcutáneo. Un taller literario en el que te obligan a contraer alguna enfermedad virulenta, en el que contratan a prostitutas para que te rompieran el corazón, en el que todos te sacasen la lengua, en el que te dijeran cada día que no sirves para escribir, que no lo haces nada bien, que eres un negado y que, con suerte, algún día acabarás mendigando por las calles.

Tal vez ese taller literario ya exista y se llame Vida. Así que vivid, vivid mucho, sufrid mucho. Y escribid manchando las páginas con vuestras tripas.

domingo, 22 de agosto de 2010

La tienda de los desavíos




En la esquina de la plasa, "la tienda de los desavíos", una tienda mu chica pero con una pechá de cosas, el pan, las cervesas pa el partido, las asitunas, el choper, los pañales del crío... ¡Ni el cortinglés! Mu sensillo todo, ni una mijita de adorno, pero mi arma cualquier cosa que se te hubiera olvidao... allí estaba. Cada dos por tres a ver al shico de los desavíos, a toas horas detrá del mostradó y de primeras  la alegría de la güerta, pero pá despistá, porque mi arma que malaje tenía cuando estaba la tienda hasta arriba, ná más que hablando todas de grati hasiendo la crónica sosiá y sin comprá... ¡Unas voses que las daba que pa qué! "Aquí ya no hay ná que disí ni se dise ya ná má, AQUÍ SE VIENE A COMPRÁ, A COMPRA!  Un estriñío eso es lo que era el shico de los desavíos, un estriñío, pero como tenía de to, y abría a toas horas...



Según el diccionario de la Real Academia:

desavío.

1. m. Acción y efecto de desaviar.

2. m. And. Trastorno producido a alguien.



 Me gusta mucho esta palabra "desavío", en Andalucía se usa mucho más que en Madrid, de hecho hay muchas tiendas con ese nombre: "La tienda de los desavíos".


Las fotos están tomadas en Moguer. La descubrí, exactamente ahí, en una esquina de la plaza, y claro no me pude resistír y me la traje con mi cámara...




miércoles, 18 de agosto de 2010

"Manuela" de Francisco Peregil


Te lo diré desde mi cama
Pues dame un beso antes de irte.
Se lo dió en la frente.
Ahí no, so lista.
Y se lo dió en aquellos labios tan lívidos.
Se cambio de cama en un instante.
Los pasos cada vez se oían más cerca.
¿Y no me vas a preguntar quién me gusta?
No, ya no, Manuela.
¿Por qué no?
Porque ahora, después de besarme sólo te puedo gustar yo.
Muy bien, muy bien, chiquinino.
Dímelo, anda.
Pero no se lo digas a nadie, ¿vale?
Dímelo que va a venir gente, dilo ya, Manuela.
Tú, tú, tú, tú, tú.
Pág 183.

Este verano uno de los libros que me he leído ha sido "Manuela" de Francisco Peregil. No había oído nunca hablar de él. Llegó a mis manos porque alguien pensó que quizás me gustaría. Y me gustó. Me gustó mucho. Tanto que no quería que se acabara nunca para que me siguieran contando la historia, pero al mismo tiempo sí quería terminarlo para ver qué pasaba con algunos de sus entrañables personajes...


"Alfredo fue a casa de su amigo Matías para contárselo convencido de que tendría que aguantar al menos una hora de bromas antes de hablar en serio. Pero Matías se quedó un rato en silencio, salió de la sala, volvió con un libro de Gesualdo Boufalino y leyó: "Un viejo es bello como un árbol viejo. Tiene raices, memoria, sentimiento sublime de la muerte próxima. Y, además, es más joven que un joven, sobre todo si de joven ha sabido ser viejo".
Quédate con esto, amigo: un viejo es bello como un árbol viejo, coño. Por tanto, una vieja, también.
Después le recordó que Picasso decía que cuando se es joven se es joven para toda la vida.
Eso es literatura. Matías, no me jodas. Cuando ves a una chavalilla que se recoge el pelo con los brazos subidos, la cabeza estirada, el pecho hacia fuera... ¿Hay algo más bonito?
Eso sí que es literatura barata, la que te enseñaron desde chico, la que te meten por los ojos en la tele y en el cine. Pero nadie nos ha enseñado nunca a ver toda la belleza que hay en una mujer de ochenta años. Eso sí: a ellas sí que les han enseñado lo interesantes y atractivos que son ciertos viejos. El título de El viejo y el mar, por ejemplo... ¡Qué bonito, qué épico! ¿Verdad? Pero La vieja y el mar ya no es lo mismo ¿verdad? Sonaría a cachondeo ¿No? y todo es así. ..."
Pág. 97 de Manuela 

El argumento es el de dos ancianos españoles que se conocen por casualidad en Dublín, también es la historia de un jóven que se enamora de una octogenaria, también la historia de esa octogenaria enferma de Alzheimer que antes de dejar de saber quién es quiere volver a ver a un novio de quién no ha sabido nada en cincuenta años, y también es la historia de tres de los niños de Morelia, aquellos chiquillos a los que sus padres republicanos sacaron de España rumbo a Morelia en época de la guerra civil, para que escapasen de aquel horror y que regregaron después de muchos años o ya no regresaron.

El tema es también muy variado. La guerra, los rencores, la enfermedad, la amistad, el amor, el reencuentro y sobre todo la vida. La vida vista desde unos niños y la vida vista de unas personas mayores. Pero la vida.

"Es verdad que con el tiempo, con el tiempo, hombre, todo se va y se olvida el cariño, se olvidan las voces y las palabras de la gente que te quiere y que te dice bajito no vuelvas tarde, por favor, no cojas frío. Es verdad, pero a veces no. A veces, después de más de cincuenta años, uno recuerda que un día alguien te acarició mientras cantaba, que dijo te traeré perlillas de lluvia de un país donde no existe la lluvia y aquella frase aún puede darte cobijo en los largos inviernos de la vejez, uno puede acurrucarse en ella y alimentar una humilde esperanza".

El libro está divido en tres partes y cada parte en diferentes capítulos. Esos capítulos tienen una longitud muy diferente, algunos no ocupan más de media página y otros tres o cinco, tampoco demasiadas páginas. Es muy curioso. Y también es muy curioso el nombre de esos capítulos. Por ejemplo: "Con lo humano que es eso, coño", "Sólo la felicitaba el Corte Inglés" o "Abrazame cuando me veas", títulos inolvidables.

Es una historia llena de personajes. Personajes entrañables, muy bien descritos, personajes que quieres que se queden a vivir dentro de tí. Está contado con un lenguaje muy sencillo y salpicado de mucho diálogo.

Es una historia dulce, nostálgica, sentimental. Un libro para regalar a alguien que quiera pasar varias horas con el corazón a ras de piel. 

Sí, me ha gustado mucho.

"... Y a Alfredo le gustaban sus manos. Sintió que nunca lo habían acariciado con tanta delicadeza, con tanta morosidad, con esa despreocupación tan absoluta por el tiempo. Cogieron los bailes por costumbre. Después se sentaban al fresco. Él echaba la hamaca hacia atrás, mirando las estrellas, y ella le acariaba la cabeza, la cara, el cuello, los hombros, el pecho.
Se puede ver lo buena y lo sabia que es una persona por su forma de acariciar, dice Alfredo. Siempre sentí mucha comprensión en las manos de Manuela.
Yo sería capaz de dar mi ordenador con todo lo que tengo dentro, le contesta Rosario, con tal de que alguien dijera algo parecido de mí."
Pág 96



Francisco Peregil nace en Nerva en el año 1967, cursa periodismo en Madrid, y con sólo 22 años comienza a ejercer como reportero en el diario "El Mundo". Su destacada labor, hace que al poco tiempo, se fije en él el diario de información general de mayor tirada de España, "El País" donde ha desarrollado su labor profesional en distintas secciones: local, nacional, domingo, y desde hace un tiempo en la sección internacional de mencionado diario.



Destaca también su labor como novelista, por la que le fué concedida una mención especial del jurado del Premio Nadal por su novela "Era tan bella". Otras obras dignas de mención, fueron la biografía de Camarón de la Isla (el fué el último periodista que lo entrevistó) y "Reportero en Bagdad" donde relata sus propias experiencias como enviado especial a la Guerra de Irak, en el año 2003, obra por la que recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo. Su último libro es Manuela, que ha tardado seis años en escribir y se publicó en el año 2005.

sábado, 14 de agosto de 2010

"Por los pelos..." frase hecha de origen marinero


En este último viaje que he hecho, he visitado en Palos de Moguer la reproducción que tienen allí de las tres carabelas. Es una visita muy completa donde puedes ver un vídeo de cómo se gestó por parte de Colón el viaje del descubrimiento y luego puedes pasearte por el recinto donde hay un museo permanente y  el muelle con las carabelas, en las que puedes entrar.

Pues bien el guía que nos tocó para hacer la visita guíada nos hizo una disertación muy amena y completa sobre todo ello, sobre aquel tiempo y las dificultades para hacer el viaje, las características de aquellas embarcaciones y de los marineros, y en ella aludió al origen de la expresión "Por los pelos" que procede de la costumbre que existía entre los marineros de llevar melena, para que si tenían la mala suerte de caer el agua, por algún temporal, fuera mucho más sencillo agarrarlos del pelo y volver a subirlos a bordo lo antes posible.

Os dejo con el vídeo donde "por los pelos" (y nunca mejor dicho ya lo vereis)  pude grabar cuando este guía nos lo contaba:



Por los pelos. Se refiere a la costumbre marinera de dejarse melenas para poder asir de las mismas a los marineros que caían al agua.
(Wikipedia)