Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 5 de diciembre de 2009

Viñeta de EL ROTO de hoy en El País


Viñeta de hoy, 5 de diciembre de 2009, en ELPAÍS.com.

El Roto

Convocatoría poética en Madrid "Poesía Capital" en Kapital



Ana Delgado Cortés, poeta y compañera de la tertulia del Galdós de quién ya os he hablado en este blog, nos remitió esta semana esta convocatoria de recital poético que va a tener lugar el próximo jueves en Madrid, tal y como nos lo dijo os lo digo yo:


Valga la redundancia: la antología de poetas madrileños Poesía Capital se re-presenta en Kapital.

El jueves, 10 de diciembre a las 22 h. la discoteca Kapital (Atocha, 125) abre sus puertas algunos de los poetas antologados en "Poesía capital".

Será un recital escénico con música, videocreación, títeres... y, sobre todo poesía.

Intervendrán el coordinador de la antología Pepe Ramos y los editores Basilio Rodríguez Cañada y José Ramón Trujillo.

Recitarán:
Aarón García Peña
Ana Delgado Cortés
Bárbara Butragueño Miguel Pastrana
Óscar Martín Centeno
Ruth Gabriel
Vanessa Torres

Presentados por Marina Tapia

Se servirá un cocktail. La entrada es gratuita, pero no olvidéis llevar impresa (vale en blanco y negro cutre) la invitación que os paso en archivo adjunto y que también podéis descargar de http://www.facebook.com/photo.php?pid=30917188&op=1&o=user&view=user&subj=32414234068&aid=-1&oid=32414234068&id=1110436645

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Un melocotón en almibar por muy dulce y pelado que esté, no deja de ser un melocotón. Relato de Rocío Díaz


Os dejo hoy, que hace este día tan tristón en Madrid, con uno de mis relatos. Uno al que, no sé muy bien por qué, yo le tengo mucho cariño.

Espero que os guste.



Un melocotón en almibar por muy dulce y pelado que esté, no deja de ser un melocotón

Lo menos frecuente en este mundo es vivir.
La mayoría de la gente existe, eso es todo.
Oscar Wilde



De hoy no pasa, digo nada más ver el cruasán que viene hacia mí cojeando. De hoy no pasa. Del mundo de la bollería el cruasán para mí, el rey de la selva. En verano y en invierno, en el desayuno y en la merienda, necesito mi cruasán a la plancha. Siempre. Salivo con solo imaginar ese cuerpecito de dulce crustáceo crujiente, esas patitas tostadas, ese aroma a mantequilla derritiéndose, inundando de placer anticipado mi vida entera...

Pero de un tiempo a esta parte un desfile de tullidos es lo que me espera. Un desfile de tullidos cruasanes me da la bienvenida. Todos cojos, cojos los pobres... Ellos que siempre habían hecho la ola cuando me veían entrar en la cafetería... Cojos.

Y lo peor de lo peor es que creo saber quién tiene el arma del delito: Ángela, la camarera. Unas miguitas perdidas en su labio superior, sus carrillos moviéndose frenéticos al acercarme el herido, una cintura que ensancha a ojos vistos, son pruebas más que suficientes para demostrar mi teoría. “Ángela come-cruasanes” cada día de cada mes de cada año se queda con una pata de cada cruasán que pasa por sus manos de camarera. Y yo no sé por qué. Yo, no soy capaz de reclamar lo que en derecho es mío.

Se me cambia la cara cuando veo a mi cojito, se me cambia, pero nunca me atrevo a decir ni media, llevándome en silencio mi tullido cruasán. Y mientras me lo como, mientras lo saboreo me arrepiento, me arrepiento de no haberlo dicho... Y la pata ausente me duele en el alma como duele el miembro también ausente a un mutilado.



Como duele la vocal que le falta a mi nombre y que tampoco reclamo.

De hoy no pasa digo, nada más oír ese nombre menguado que cae sobre mí aludiéndome. De hoy no pasa. Cuando me nombran y noto que esas seis letras me tiran de la sisa y aprietan mi amor propio. De hoy no pasa. Siempre me gustó llamarme Mariana. Siendo muy niña alguien me regaló la autobiografía de “Mariana Pineda” y orgullosa, siempre cuando me han llamado, he repetido en mi interior mi nombre poniéndole detrás el Pineda, saboreando la combinación de las dos palabras, de alguna manera sabiéndolas mías.

Pero un mal día Ricardo me abrazó desde atrás mientras mirábamos su acuario. A Ricardo esa gran pecera le tiene robada la voluntad. Le gusta como nada en el mundo, que ambos disfrutemos de él, y la verdad es que en esos momentos de contemplación acuática es cuando más tierno se vuelve mi marido, así que dada su indiferencia habitual hacia mi piel, resignada, considero un mal menor observar a su lado durante horas el ir y venir y otra vez ir de esos aburridos peces.

Y fue entonces, en uno de esos tediosos momentos, cuando abrazándome desde atrás acercó sus labios a mi oreja en uno de los gestos más íntimos que le he conocido nunca, llamándome “Marina” con placer, con verdadero, verdadero placer. ¿Marina Pineda? me dije en mi interior absolutamente espantada, ¿Marina Pineda? me horroricé, pero no me atreví a decir ni media. Y mientras me llama de este modo, me arrepiento de no haberme quejado, me arrepiento... Y me duele en el alma esa vocal que me ha robado como le duele su patria a un exiliado.

Como me duele la falta de voluntad que siempre he tenido, esa falta de decisión que tampoco reclamo.



Un melocotón en almíbar por muy dulce y pelado que esté no deja de ser un melocotón. Y eso lo sabían todos, como lo sabía yo. Pero les convenía aparentar que no, les convenía vestir a Ricardo como a un árbol de navidad, colgándole luces de virtudes, colgándole tiras multicolores de cualidades que no dudo yo a estas alturas que tuviera, pero que a mis ojos no eran las que más brillaban. Sin embargo...

Ricardo era el mejor amigo de mi hermano, llevaba entrando en casa toda la vida, siempre había un plato para él en la mesa, un juego de sabanas a su entera disposición. Era tan cómoda su presencia. Tenía siete años más que yo, me había visto crecer. Aún no me había dado ni tiempo a interesarme por el mundo masculino y ya estaba ahí, esperándome. Era tan adecuada su compañía. Tenía formalidad y estudios y educación. Era tan, tan buen chico. Mi madre y mi hermano no perdieron tiempo ni oportunidades en hacerme ver lo maravilloso que podía ser plantar para siempre y en mi vida aquel árbol de navidad llamado Ricardo Legaz. Y yo, Mariana Abad iba derechita a ser señora de.

A Ricardo yo le gustaba precisamente por todas aquellas razones por las que ahora no me gusto nada a mí misma. A mí vivir me daba tanta pereza... No veía la necesidad de discutir por robarle minutos a la hora de volver a casa, no veía la necesidad de empeñarme en elegir otra carrera, en buscar otro marido... Cuando la vida por alguna extraña razón te da tantas facilidades para inclinarte en una dirección ¿para qué gastar energías y dolores de cabeza en contrariarla?. Qué pereza... Además, quizás hasta era mi príncipe azul... ¿quién sabe? Y yo, Mariana Abad, la muchacha dócil y pacífica, pasé a ser señora de Ricardo Legaz.

Pronto me di cuenta de que no es que mi marido no fuera buena persona, es que solo era buena persona. Pronto me di cuenta de que mi príncipe era de un azul muy, muy clarito.




De hoy no pasa, digo cuando “Angela come-cruasanes” como quién no quiere la cosa me quita siempre la pata de mi cruasán. De hoy no pasa, digo cuando Ricardo me llama día tras día “Marina”. De hoy no pasa cuando esas pequeñas catástrofes diarias van menguando mi autoestima. De hoy no pasa.

Y sigue pasando. Y me duele en el alma mi silencio como le duele al casado la despedida de soltero que nunca celebró.




Ayer noche llegué a casa tan cansada que abrí la puerta lentamente, sin hacer apenas ruido. Me extraño encontrar las luces apagadas, a Ricardo le gusta encender todas y cada una de ellas como si acabara de descubrirse la luz eléctrica. Avancé por la casa casi a tientas buscándole, extrañada, cada vez más extrañada, casi preocupada ante su ausencia. Hasta que con alivio le descubrí de espaldas contemplando su acuario. Siempre su acuario.

- Pero Ricardo me estabas asustando... ¿Que haces a oscuras?

No acababa de hacerle la pregunta cuando al acercarme hasta él, descubrí sus ojos húmedos y brillantes, descubrí el rastro que sin duda las lágrimas habían dejado en ellos.

- Ricardo ¡Por Dios! ¿Pero qué te pasa? ¿Te duele algo? ¿Te encuentras mal? ¿Qué ha pasado que tienes esa cara? traduciendo en frases cariñosas todo el templado amor que sin duda en tantos años de casado había ido creciendo en mí.

- ¿Es que no lo ves? me contestó medio hipando ¡Se me han muerto los peces! ¡Se han suicidado! concluyó con una pasión y un sentimiento que nunca jamás antes había descubierto en él.

No pude evitar que mis lágrimas también se contagiaran de las suyas, y que sin mi permiso iniciaran una loca carrera por mi cara. Pero en la vida hay tantas razones para dejar escapar unas lágrimas... Y las mías nacieron de las risas, unas risas cada vez más ruidosas, más alegres, tan escandalosas que dejaron a mi marido boquiabierto.

- Pero Marina... ¿te has vuelto loca? Te ríes... pero es que ¿no lo ves? ¡se han muerto los peces!
- Mariana, Ricardo, Mariana, acerté a decir entre las carcajadas, Mariana, con una “a”, con la misma “a” que te quedaste, Mariana Ricardo, como Mariana Pineda...
- La visión de los peces Marina te ha trastornado...

Pero yo ya no dejaba de reír, de reír gritando como una loca que Mariana se escribía con “a”, con una enorme y maravillosa “a”, riendo, mientras imaginaba a esos peces con mi cara, flotando en ese acuario perezosamente, muertos, tan muertos como había estado yo...



Una, pasa años diciendo que de hoy no pasa. Años enteros sin hacer nada. Hasta que una noche unos peces muertos te hacen revivir.



Hoy cuando me he levantado he decidido que no iba a ir a trabajar, he decidido que ni tan siquiera iba a llamar para decirlo. Lo he decidido cuando ya Ricardo se había marchado a su oficina sin darme el beso de buenos días. Un melocotón en almíbar por muy dulce y pelado que esté no deja de ser un melocotón.

Hoy cuando me he vestido he decidido ir a desayunar. “Ángela come-cruasanes” ha venido hacia mí con mi dulce y tullido crustáceo recién hecho en sus manos

- ¿Y la patita que le falta?

“Ángela come-cruasanes” al oírme se ha atragantado con los restos de la patita de mi cruasán que a dos carrillos y sin duda alguna estaba masticando. Entre toses y más toses, coloradota por los esfuerzos y el apuramiento que le ha entrado, se ha medio disculpado... He creído entender que traería otro cruasán...


Mientras saboreo las dos patitas, dos, de mi segundo cruasán de hoy, pienso lo curiosa que es la vida, un complicado puzzle cuyas piezas uno se esfuerza y se esfuerza por encajar... Pero a veces y sin ningún esfuerzo encuentran acomodo las unas en las otras y es entonces cuando el aire huele a cruasán a la plancha recién, recién tostado.
©Rocío Díaz Gómez


Este relato fue premiado con el 1º Premio en el VI Certamen de Relatos Breves “Mujeres” convocado por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. 2005.

El Pleonasmo. Figuras Literarias


Tengo desde hace tiempo un artículo del periódico que me pasó uno de mis hermanos sobre "El Pleonasmo", figura literaria, que sin darnos cuenta, utilizamos mucho en nuestra vida cotidiana.

El diccionario de la Real Academia define así Pleonasmo:


Pleonasmo.
(Del lat. pleonasmus, y este del gr. πλεονασμός).

1. m. Ret. Figura de construcción, que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho; p. ej., lo vi con mis propios ojos.

2. m. Demasía o redundancia viciosa de palabras.



Os dejo con el artículo en cuestión:

Columnistas
Fernando VILCHES
Pleonasmos
14 Septiembre 09


Escuché no hace mucho en mi programa de radio favorito (Herrera en la Onda), a las siete y veinte de la mañana, una frase que me hizo levantar como un resorte de la cama y apuntarla en mi cuaderno de bitácora: «La posibilidad de conocer posibles deficiencias», y me vino a la cabeza lo aficionados que somos los hablantes de español a extender los pleonasmos («Demasía o redundancia viciosa de palabras», según el DRAE) a muchas de nuestras frases cotidianas. Algunas pasan ya desapercibidas para la mayoría: entrar para adentro, salir para afuera, subir para arriba, bajar para abajo, son las que más a menudo se pueden percibir en el habla de muchas personas; otras son más sutiles y hacen menos ruido: acceso de entrada, accidente fortuito, hacer especial hincapié... A nadie en su sano juicio se le ocurriría pedir «un vaso de agua húmeda»; sin embargo, hacemos uso de esta figura de construcción, el pleonasmo, que remite a lo innecesario del refuerzo, aunque –a veces– apoye la expresividad del pensamiento, como ocurre en «lo vi con mis propios ojos».


Ver o no ver
A mí me llama la atención mucho una frase que utilizamos a diario, pero que carece de sentido y que, a mi juicio, no refuerza la expresividad: «veremos a ver». Cuando se emplea en singular, esta perífrasis sí se usa de forma correcta: «voy a ver», conjugada con «ir+ver» que sí tiene sentido. Pero, usada en plural, se asemeja a «es más mayor que yo». Han terminado ya para muchos las vacaciones: veremos a ver si también con el fin de las vacaciones concluye la crisis. ¡A ver si lo vemos!





martes, 1 de diciembre de 2009

1 de diciembre: Día Mundial del Sida


Hoy es el día Mundial del Sida.
Os dejo con una recomendación de la Fundación del Español Urgente a este respecto:



«sida», en minúsculas, y no confundirlo con «VIH»

27/11/2009


La Fundación del Español Urgente, ante las informaciones sobre el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, recomienda que se escriba sida en minúsculas y que no se confunda este término con la sigla VIH.


La palabra sida se formó como acrónimo de «síndrome de inmunodeficiencia adquirida». Debido al uso, ya se ha convertido en un sustantivo común, por lo que la Fundéu BBVA aconseja que se escriba con minúsculas, y no SIDA.


Así, en ejemplos como «Los enfermos de SIDA reclaman confidencialidad y menos rechazo» o «Todos contra el SIDA este 1 de diciembre», sería más adecuado escribir «Los enfermos de sida reclaman confidencialidad y menos rechazo» y «Todos contra el sida este 1 de diciembre».


Asimismo, la Fundación del Español Urgente recuerda que no debe emplearse sida como sinónimo de VIH, pues sida es el nombre de la enfermedad, y la sigla VIH (virus de inmunodeficiencia humana) designa al virus que la causa.

lunes, 30 de noviembre de 2009

José Emilio Pacheco. Premio Cervantes 2009, hoy 30 de noviembre


Concordancias: Las personas del verbo
Una vez
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tú y yo
fuímos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.

"Nosotros dos" podía yo decir
en las horas voraces que fueron nuestras.

Desde hace tiempo
si hablo de tí
solo puedo emplear
la tercera persona: Ella.

El yo empobrecido se hunde
entre las concordancias de la nada.


JOSE EMILIO PACHECO, Poemas Inéditos
El Cultural.es
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26141/Jose_Emilio_Pacheco

domingo, 29 de noviembre de 2009

Manuel Vilas "Estaturas de hombres famosos del 1,82 de Kafka al 1,72 de Lou Reed". Qué buena



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No puedo dejar pasar más tiempo sin comentar la conferencia expres que dio Manuel Vilas en el pasado Festival Eñe. Sería prescindir de uno de los mejores momentos de todo el festival. Ya el título prometía: Estaturas de hombres famosos: del 1'82 de Franz Kafka al 1'72 de Lou Reed.
Confieso que yo no conocía a Manuel Vilas. Ahora pienso seguirle el rastro. Lo prometo. Porque fue un descubrimiento. Porque su conferencia fue de lo más original y divertido de ese fin de semana literario. Fue casi un delirio. O un delirio. Sin casi.
Dice Manuel Vilas que nos presentamos ante los demás en forma de cuerpo. Y él se siente especialista en el tema. Somos un cuerpo que se traslada a los demás en forma de estatura. Él nos va a hablar de todo ello, de esa rama que él llama “Iconografía simbólica” y que se asienta en la Psicología Social.
La causa de todos los males de Bruce Lee, dice Manuel Vilas, es su baja estatura: 1,71cm. 5 o 6 cm menos de que los que debería medir. Jesucristo medía 1,80 o 1,83 cm. Como debe ser. No hubiéramos aceptado una figura divina de 1,55 cm. No hubiera existido el cristianismo si él hubiera medido metro y medio. ¿En quién creeríamos ahora de haber pasado eso? ¿En un coetáneo suyo que midiera el uno setenta y tantos...?
En lo que se refiere a las mujeres, según Manuel Vilas, la estatura matriz sería 1,65, lo que medía María Magdalena. O lo que medía Marlene Diectrich o Esperanza Aguirre.

No se conoce la estatura exacta de Camilo José Cela. Pero las múltiples fotografías que existen junto al Rey Juan Carlos I, nos dicen que si el Rey mide 1,83, Cela debía medir 1,78 aprox. Dependiendo de los castellanos que usara.
La caída de la URSS podría explicarse por eso también, por la poca estatura de sus líderes. En cambio la corporalidad elevatoria de los líderes de los EEUU traduciría su éxito.
Por otra parte el Vaticano debería reflexionar sobre el 1,68 del Papa Benedicto.
Dice Manuel Vilas que esta fascinación por la estatura que él tiene, no se puede confesar así como así, porque eso sería confesar la fascinación por el cuerpo.
También de este modo, por la estatura, se puede explicar la negativa de Franco a entrar en la 2ª Guerra Mundial. Franco inconscientemente supuso que el déficil de 4 cm de su estatura con respecto a la de Hitler, se repetiría demasiadas veces en las imágenes.
Por otra parte Obama no hubiera ganado las elecciones si hubiera medido lo que Luther King. Porque Obama es negro, pero mide 1,85.
¿Por qué los Who jamás superaron en fama a los Stones? Porque aunque estaban en la cumbre del rock, existía una evidente asimetría elevatoria de sus líderes, pues Roger Daltry medía 1,62, 23 cm menos que el otro lider. Este motivo impidió que alcanzaran la popularidad de los Stones, cuya estatura es similar, Mick Jagger y Keith Richards miden 1,77.
La gente se siente mas tranquila ante la simetría de la estatura.
También son fascinantes algunas estaturas en la literatura. Tenemos a Kafka que medía 1,82, se llevaba 23 cm con la media judía. La literatura se vio influída sin duda alguna por este hecho biológico y trascendental.
Otra estatura fascinante sería la Johny Cash, 1,86 cm + 4 cm de tupé. Casi 20cm más que Bob Dylan (1,67 cm). ¿Por qué? Nos pregunta Manuel Vilas. Para que iconográficamente parecieran padre e hijo...
La conferencia de Manuel Vilas sobre lo glorioso de las estaturas, sobre la importancia de la iconografía simbólica sorprendió a todos los que estábamos allí. Nos obligó a reírnos sin apenas darnos cuenta. Y nos mantuvo así, de carcajada en carcajada durante esa media hora delirante donde se le otorgaba el puesto merecido a los centímetros de unos y otros. Conferencia original, fresca, atropellada y sobre todo divertida.
Por supuesto Manuel Vilas mide 1,77 cm. Porque la estatura sí que importa. Como sus palabras.
Os adjunto el link de la web de Manuel Vilas donde habla de esta conferencia: