"Grecia. Viaje de otoño" de Xavier Moret: Este es un libro de viajes que he cerrado satisfecha.
El autor vuelve a Grecia en otoño sin el miedo de no encontrar la Grecia que ya tiene conocida. Vuelve a sabiendas de todo lo bueno que el país le puede ofrecer. Y a través de sus palabras vamos recorriendo esas tierras en una época en la que hay menos turistas, pero siguen estando las mismas islas bellas y el mismo mar, mientras nos arropamos con la mitología y la leyenda.
"-¿Sabes cómo descubrieron este teatro? -me pregunta un guía delgado y de pelo cano que se presenta como Yannis-. Lo encontró en el siglo XIX un doctor que recogía hierbas por el monte. Vio unas piedras nobles que asomaban y avisó a un amigo arqueólogo.
Cuando excavaron, encontraron esta maravilla.
-Supongo que vienes a menudo aquí por tu trabajo.
-En la temporada turística, una vez a la semana desde hace 20 años -sonríe-. Cuando empecé estudiaba Historia en la Universidad y pensaba que sería un trabajo temporal, pero... -hace un gesto vago-. De todos modos me gusta subir aquí y ver el teatro enfocado hacia el valle sagrado del santuario dedicado a Asclepio.
-El esculapio de los romanos.
Dice la leyenda que nació aquí -Yannis sigue con la mirada fija en el valle-. Cuando nació, engendrado por Apolo, perdió a su madre, Coronis; la mató un rayo, aunque hay quién dice que fue Apolo. Cuando Coronis iba a ser incinerada Apolo salvó a Asclepio de las llamas y lo llevó al monte Pelión, donde fue amamantado por las cabras y donde el centauro Quirón lo instruyó en el arte de la curación y la caza.
-Hay una clinica que se llama Quirón en Barcelona.
-Los nombres griegos siempre quedan bien a la hora de vender..."
Es un libro interesante y ameno.
Una parte de mí se lamentó por no haberlo leído antes de mi viajecito a Grecia de este verano. Otra, mucho más práctica, se alegró de leerlo teniendo frescas en la memoria un sinfín de imágenes de la Grecia que yo he conocido. Ojalá en mi periplo yo hubiera visitado tantos lugares como cuenta este libro, pues ha conseguido que aún crezcan más en mí las ganas de volver a otros parajes mucho menos conocidos.
El autor nos lleva a Micenas, Olimpia, Meteora, Santorini, Míkonos, Delfos, Rodas, Salónica,
Ítaca, Macedonia, el Monte Athos y, Atenas.
Y lo hace contándonoslo con un ritmo suave, que va fluyendo, y que hace que el lector sienta que casi va paseando con él, a su lado, donde se nos va ocurriendo sobre la marcha, charlando con unos y con otros.
Alguna vez en la vida me gustaría viajar así, pensando el día anterior para donde te apetece dirigirte. Dejando que abran para ti hoteles que están cerrados. Parando donde quieres y el tiempo que quieres, en un tiempo sin prisa, fuera de temporada por completo. Quizá por ello hay un poso de soledad entre sus páginas.
"-Esto ha cambiado mucho -añade-. Los monjes son ahora más jóvenes y más conformistas. Pero antes eran así, con un punto de inconformismo que era lo que les llevaba a vivir al margen de la socidad.
Nos levantamos tarde si se tienen en cuenta los horarios de Athos, a las 7 de la mañana. Los monjes están rezando y tardarán un buen rato en desayunar. Ya que tenemos la suerte de estar cerca de Kariés, salimos del monasterio, desayunamos en la panadería del pueblo y vamos a la casa del monje Anastasis, donde prosigue la fiesta de san Juan Bautista. ..."
El autor habla con lugareños que suelen ser amables y cuentan su vida y la vida en general de donde viven, de forma tranquila, conversando con el viajero. En este libro el fantasma de la crisis griega está muy presente y sale a menudo.
"De regreso al hotel, Vasilis me recibe con su habitual sonrisa e insiste en obsequiarme con una visita comentada de la fotos y retratos de familia que decoran la sala principal.
-Este es el abuelo de mi esposa, el que fundó el hotel -señala un hombre bigotudo vestido de militar-. Lo hizo cuando la otra crisis, la de 1929.
Me hace gracia lo de "la otra crisis". Por lo visto, hay gente que mide el paso del tiempo por las crisis que nos caen encima.
-¿Y cómo va la crisis actual?, le pregunto.
-Es muy dura -Vasili entristece el tono-.Los periódicos publican artículos sobre macroeconomía, pero lo grave es que la gente lo está pasando mal.
-Vosotros tenéis suerte de tener el hotel -comento.
-En verano va bien porque vienen muchos turistas, pero cerraremos dentro de unos días cuando acabe la temporada.
-¿Y por qué no lo mantenéis abierto todo el año?
-En invierno las islas se quedan vacías. Mi mujer y yo nos vamos a Atenas, aunque la verdad, tengo tan poco trabajo que me estoy planteando vivir en Naxos una parte del año. Así entraría más dinero en casa. "
Pero también es un libro donde inevitablemente el autor, a propósito de los lugares que visita, nos habla de mitología y dioses. Y por supuesto su peso es mayor cuando viajamos de su mano a Delfos, la Acrópolis de Atenas, o Micenas en el Peloponeso. O nos impregna de la espiritualidad de los Monasterios griegos en Meteora o Athos. Pero también nos cuenta muchas curiosidades como cuando nos habla de la isla de la que se enamoró Leonard Cohen y de su casa encalada. O nos habla de otra isla menos conocida, Skopelos, donde se rodó la película Mama Mía. O de otra isla, Spetses, donde los británicos escribieron importantes novelas...
Estoy escribiendo esta reseña, y me apetecería volver a leer este libro. Porque los detalles ya se me escapan, que lástima.
Os transcribiría muchos parajes pero la reseña sería demasiado larga. Es un libro que se lee muy bien, porque hay muchos diálogos salpicando la prosa. Eso hace que el ritmo sea ágil. Las descripciones son muy visuales y te llevan en volandas a los paisajes de olivos y el mar azul. Tan pronto te dejan en una de sus legendarias ruinas como te sitúan con los pies al borde de un acantilado en una de sus islas. Y además te van contando detalles curiosos o históricos.
En fin. Yo lo leí porque lo vi recomendado en la revista de viajes Taveller. Y estoy muy de acuerdo con ellos. Si os apetece saber de Grecia, yo creo que este libro os podría agradar bastante.