Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 23 de enero de 2010

"Asuntos propios" de José Morella



Entre mis tareas pendientes para con el blog, estaba el hacer una reseña del último libro que terminé de leer:

"Asuntos propios" de José Morella.

Yo no había oído hablar de este libro. Llegó a mis manos como parte del premio que me dieron el verano pasado en "El ojo crítico" por un microrelato sobre "quemaduras solares": http://rociodiazgomez.blogspot.com/2009/08/microrelato-de-verano-de-rocio-diaz.html

No había oído hablar de este libro, pero la verdad es que me impresionó. Y volví a alegrarme de aquel premio, que me permitió hacer algunos descubrimientos importantes en lecturas.

José Morella (España) es uno de los tres finalistas del Premio Herralde de Novela 2008 a los que la Editorial Anagrama ha publicado su obra aunque no se hayan alzado con el premio. Los otros dos son Carlos Busqued (Argentina) con Bajo este sol tremendo y Tryno Maldonado (México) con Temporada de caza para el león negro. Tres autores de menos de cuarenta años de tres países diferentes que presentan su primera o segunda novela.


Asuntos Propios es la segunda novela de José Morella que también cuenta con un Poemario.

Se trata de una historia sencilla. Roberto, un señor de setenta y un años, jubilado, pero que aún sigue trabajando en casa como traductor, contrata a una empleada para la limpieza de su casa. Él no quería hacerlo, pero tanto insistió su hija que al final cedió. Cuando se presenta en su casa Jacinta, una inmigrante envíada por la agencia, él ni siquiera se acordaba de que tenía que llegar. Sin embargo, se descubren, se hacen amigos y terminan enamorándose. Hasta aquí la historia es romántica.

Pero esta historia, como tantas otras, suscita comentarios, odios y prejucios, y les lleva a un lugar, sobre todo a Roberto, que no hubiera podido imaginar nunca...

Una historia sencilla pero está muy bien contada.

A mi me gustó desde la primera frase: "Cualquiera puede usar el siguiente método para entender a su propia familia: preguntarse qué cosas querría hacer pero reprime, y qué cosas no haría pero hace. ..."

Es una lectura que no tiene divisiones en capítulos, es todo seguido. Pero tiene mucho ritmo. Y según vas leyendo lo que era optimista, dulce, sin ser en ningún momento cursi, se va tornando en agrio. O por lo menos para mí lo fue. Es increíble lo que podemos llegar a hacer con nuestros familiares, amparándonos en nuestras ideas sobre lo que se debe hacer o no a determinades edades. Esta novela, creo que está bien escrita, porque es una historia que va creciendo, y creciendo, hasta un final, quizás para mí un poco rápido, pero que en el fondo estaba deseando que llegara, porque me había atrapado ya en un argumento, algo angustioso.

Trata temas muy actuales, cotidianos: La familia, la vejez, el amor, los convencionalismos, los lugares comunes, los errores de los hijos con los padres, los prejuicios contra el que es diferente, la inmigración, los juicios que hacemos de los demás, sin conocerles. En definitiva habla sobre la lucidez, sobre el sentido común.

http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_448

Asuntos Propios, está editado en Anagrama. Tiene 168 pág. 15 € aprox.

Almudena Grandes "Las estaciones de un tren eléctrico"

Os dejo con un artículo-cuento que salió hace dos domingos en el suplemento de El País. Quizás ya lo habréis leído. Yo no. Un amigo me había hablado de él, y no había podido leerlo. Ahora que lo he hecho me ha gustado mucho, por eso quiero dejároslo aquí. Por si acaso.

Es de Almudena Grandes, otra de mis escritoras preferidas. Siempre me ha gustado mucho cómo cuenta los sentimientos. Cómo sabe plasmarlos, deshacerlos en palabras, de tal forma que al leerlos parece que hasta los puedes sentir.




ALMUDENA GRANDES ESCALERA INTERIOR

Las estaciones de un tren eléctrico

ALMUDENA GRANDES 17/01/2010

Primero tuvo que encontrarlo. Eso fue lo más arduo, lo más difícil de todo. Tanto, que aplazó el proyecto un año entero.

Desde que se quedó viudo, sólo había una cosa que le doliera tanto como mirar hacia los maleteros de los armarios, y era subir al trastero para enfrentarse con una prodigiosa arquitectura de cajas y más cajas de todos los tamaños, perfectamente precintadas y etiquetadas con aquella letra elegante y picuda que su mujer había aprendido de pequeña, en el colegio, para no perderla jamás. Por eso, y aunque sabía más o menos dónde estaba, el año anterior había renunciado a buscar su tren eléctrico, pretextando ante sí mismo que su nieto mayor aún era demasiado pequeño para apreciarlo.

Este año, sin embargo, se armó de valor y bajó con él a mediados de septiembre, antes de que aflojara el calor. Nunca podría decir que fue fácil, y sin embargo, al depositarlo sobre la mesa del comedor, se felicitó a sí mismo por aquella hazaña. Mientras iba sacando de la caja los vagones, las vías, las estaciones, sintió una misteriosa sensación de convalecencia, la contraseña física de una melancolía templada y diferente, y las yemas del niño que había sido en las puntas de los dedos.

No existía otro tren como aquél en el mundo. Su madre nunca habría logrado reunir el dinero suficiente para comprárselo, pero su padre, en la cárcel, tenía mucho tiempo. Él fue quien le hizo aquel tren poco a poco, pieza a pieza, con retales de hojalata que iba llevándose del taller ferroviario donde redimía pena por haber cumplido con su deber. Capitán de Ingenieros, muy buen dibujante y muy habilidoso, fue copiando los vagones del natural y nunca estuvo solo. Sus compañeros se dieron cuenta enseguida de lo que se traía entre manos, y todos colaboraron, haciendo cada uno lo que sabía. Así, durante años, su madre le fue trayendo de la cárcel las primeras piezas de aquel tren, vías, puentes, locomotoras primorosas, hechas, montadas y pintadas a mano, cada una con sus imperfecciones, y unas admirables estaciones de madera, obra de quien había sido el mejor carpintero de la provincia de Segovia antes de convertirse en un preso más.

Después, cuando su padre cumplió su condena, se reunía los domingos por la tarde con los coautores de aquel prodigio, y entre todos lo electrificaron, pegaron las vías sobre un tablero plegable de madera y le pusieron pasos a nivel, túneles, montañas. Disfrutaban igual que él, tal vez más, y por eso el dueño del tren, tan desordenado y destrozón como cualquier niño, fue siempre muy cuidadoso con aquel juguete. Tanto que cuando su propio hijo tuvo nueve años, lo quitó de en medio porque tuvo la sensación de que no lo apreciaba. Su mujer se lo reprochó, no seas así, hombre, si no es más que un niño, pero él fue inflexible. Cuando quieras jugar con él, le dijo, lo sacamos y jugamos juntos, pero mientras tanto prefiero guardarlo…

Ahora, aquel niño que había llorado tanto por el destierro de aquel tren exiliado en el trastero era el padre de otro niño, y su abuelo, con esa blandura inexplicable de su condición, había decidido convertirle en el propietario de aquel extraño y precioso juguete. Después estuvo más de dos meses arreglándolo, reparando los desperfectos, pintando los desconchones, comprando, y probando, y ajustando nuevos mecanismos para aquellas viejas y maravillosas locomotoras. Y el día de Reyes volvió a meterlo todo en su caja de madera, lo envolvió con papel de regalo, le puso un lazo y se fue con él, a la hora de comer, a casa de su nuevo propietario.

Lo que ocurrió después no fue en absoluto lo que había calculado, pero en cierta manera fue mucho mejor. Al verle llegar con aquella caja tan grande, su nieto se puso como loco, y cedió el turno a sus hermanos, a sus primos, antes de cogerla entre las manos. Su abuelo no había comprado ninguno de los regalos que hizo aquel día. De eso se había encargado su hija pequeña, que le dio dos bolsas muy grandes al llegar, para que las repartiera. Y todos sus regalos tuvieron mucho éxito, porque la compradora se había encargado de que respondieran a peticiones expresas, escritas en sus cartas. Todos, menos aquél, su tren eléctrico, que por el tamaño parecía una videoconsola, pero no lo era.

Y sin embargo, la decepción de su nieto, que le dio las gracias con desgana, obligado por los pellizcos que le propinaba su madre desde atrás, no le afectó tanto como la alegría de su padre, aquel niño que no había sabido apreciarlo cuando tenía la edad del frustrado videojugador, y que le miró con los ojos húmedos, las manos temblando y un silencio más elocuente que cualquier palabra, antes de darle un abrazo tan fuerte que le hizo daño.

El resto de la tarde lo pasaron los dos jugando con el tren, en el comedor, y él pensó que a su padre no le habría disgustado el final de esta historia.

viernes, 22 de enero de 2010

Las casualidades de la vida

La vida es increíble. Os tengo que contar una cosa muy curiosa.


¿Os acordais de cuando colgué esta foto en el blog?


Pues resulta que el otro día me escribió una amiga y antigua compañera de trabajo y me envío este correo:

"Hola Rocío:
Te mando este enlace:

http://bibloranca-biblos.blogspot.com/2010/01/asi-se-fomenta-la-lectura.html

Tiene mucha gracia porque uno de los autores, José Luis Prado Nogueira, Premio Nacional de Poesía, es el padre de Javier, y mira dónde han acabado tantas horas y desvelos de poeta. Aunque, por lo que Javier me ha dicho, seguro que su padre no podría imaginar un futuro mejor para su posteridad que estar entre tales prendas!!!
Sic transit gloria mundi...."


Recuerdo que entonces, cuando yo colgué la foto titulándola "Fomento en la lectura", en los comentarios nos preguntábamos qué libros serían, pues mira por donde al cabo de los meses, por esas casualidades de la vida, otra vez me llega la foto pero ahora ya con la autoría verdadera de los libros. ¡¡Nada menos que un Premio Nacional de Poesía!!

Como dice el novio de mi amiga, con todo el humor del mundo, ¿Qué autor masculino podría imaginar un futuro mejor?

Contesté a su correo diciéndole que qué casualidad, que además yo había colgado esa foto en mi blog, porque un día me había hecho mucha gracia... Y mira por dónde ahora me enteraba de quién era el escritor, y no solo era el padre de alguien conocido, sino que además era Premio Nacional... Y ella entonces me contestó con éste otro correo, os lo pego tal cual, porque creo que merece la pena leerlo como ella lo dice:
...
"Vaya con la casualidad. La foto la recibió ayer Javier de una de sus hermanas, la que se preocupa por hacer el seguimiento de la obra de su padre, organizar conferencias y procurar que la memoria no se pierda, aunque su padre les decía en un verso "dadme más gloria cuanto más olvido" (ya sabes, los hijos siempre desobedeciendo). El otro autor que aparece en la foto era muy amigo de él. Lo que Javier no se explica es de dónde han salido tantos ejemplares. Me imagino a los dos amigos muertos por segunda vez de risa viendo desde el otro mundo donde han terminado, juntitas, sus obras. Y qué decir de la sensibilidad de esa gitana que regenta el puesto de bragas!! Desde luego que la vida es increíble."

Después la pobre rectificó porque parece ser, que el otro poeta, el amigo del padre, es mayorcito pero aún no ha muerto. Y claro enseguida me escribió para rectificar, que es de sabios.


No me digais... Tú ahí esforzándote al escribir, invirtiendo un montón de horas y pensamientos y dándole mil vueltas para ya veis... De "fomento de lectura", de "Biblioteca Púbica" o de cómo queráis llamarlo...

SIC TRANSIT GLORIA MUNDI. (Expr. lat.) Locución pronunciada durante la investidura de un nuevo papa. Literalmente, significa «así pasa la gloria de este mundo».

jueves, 21 de enero de 2010

Aureliano Cañadas. Poeta y compañero de tertulia


Cada miércoles llega a la tertulia tan tapado, que apenas se le ven solo las gafas y por detrás de ellas, cuesta ver como te reconocen sus ojos amables. Llega tan tapado como si viniera o fuera a Siberia. Pero no, viene al centro de Madrid, viene a estar con nosotros, los de la tertulia. Puntual, agradable, siempre me saluda con un "Hola niña" y una sonrisa. Da gusto verle llegar.

Aureliano Cañadas, el sabio de nuestra tertulia. Sabio porque como decía mi abuelo "la experiencia es un grado" y él nos da cien mil vueltas a todos en experiencia.

Aureliano Cañadas (Almeria, 1936) nos lee sus delicados poemas con el sentimiento de quién los disfruta, nos enseña sus cuadros de flores secas acompañándolos de poemas, y hasta de vez en cuando se arranca y nos canta fados y canciones en frances en voz baja. Qué lujo.

Le conocí hace ya al menos diez años, porque una vez Javier le trajo a nuestro taller de creación literaria para que nos hiciera una lectura de sus poemas. Tiene en su haber varios libros de poemas publicados, bastantes premios, ha dado lecturas en diversos centros, prologa antologías poéticas y muy a menudo hace la presentación en lecturas poéticas de otros poetas.

Pero además de todo eso, quiero estar con nosotros cada miércoles. Y cuando se va aún nos dice frases como: "Qué bien se siente uno con vosotros. Qué calorcito más humano hay aquí, ó Que suerte haberos encontrado". Eso sí que es humildad al despedirse.

Porque la suerte es nuestra. Porque ojalá cuando yo tenga setenta años mi cuerpo acompañe unas ganas semejantes a las suyas de escribir y de recitar, de tertuliar y de compartir las letras. Ojalá.

No, Aureliano, tú eres digno de admiración. La suerte es nuestra.

Os dejo con su obra, algunos de sus poemas de distinto tono y una poética suya.


Del libro "Telémaco, el sur de otra vida"


Dime la verdad para que yo la sepa.
HOMERO. LA ODISEA .

Para que tú la sepas como el nombre
de tu padre,Telémaco,
te diré la verdad: por ellas sólo,
por sus grises cabellos enredados
entre las algas, senos
como medusas pútridas,
y jamás por sus jóvenes
compañeras, prudentemente se hizo
atar al duro mástil
de la nave, cautivo
de sus voces horrísonas,
de su llanto y su cólera.


Libros de poesía de Aureliano Cañadas:

Nunca llega el olvido (1979).
Lengua para hablar solo (1985).
Oscuros son los signos (1990).
Menos nuestro dolor (1993).
Porque soy Teseo (1995).
Máquina, el hombre mismo (2000).
Telémaco, el sur de otra vida (2004).
Doble vida (2005).

Poética de Aureliano Cañadas: "Cómo podría yo instalarme en una poética, yo que no estoy seguro de nada. Cómo podría definir ese fuego del que algunos quedan tan lejos y donde otros arden eternamente. La poesía se define por lo que no es: no es rima, anécdota, reflexión o sólo ritmo. La imagen es una arma imprescindible cuando se quiere salir a cazarla; la emoción también. Pero ni siquiera ellas nos aseguran que volvamos con una buena pieza y no con las manos vacías. " Aureliano Cañadas. Cátedra Miguel Delibes

Y ahora un par de poemas que nos ha leído recientemente:

POR EL AMOR QUE NO HICE

Jamás me entregues
a la voracidad de la tierra, a su desgana.

Cuando llegue el momento, sea tu hijo, no tú,
como a orillas del Ganges, el que prenda la pira

para que arda mi boca por todas las mentiras
que dije:

mis manos,
por todo aquello que nunca supieron dar:

mi pecho,
por tantas veces como fui cobarde;

mi vientre,
por todo cuando
comí sin acordarme del hambre de los otros;

mis pies,
por todas las semillas que pisaron;

para que arda mi sexo
por el amor que no hice.


Y, éste que dedica a su hija Celia Cañadas (a quién trajo un día a la tertulia y también se quedó con nosotros):


-->
LA MUJER JIRAFA
A esta mujer jirafa, a quien la vida
inexorablemente va alargándole
su collar de marido, hija, empleo,
señor de cuellos y úteros, no permitas
que el Maligno jamás
se lo retire y vea cercenadas
su magnolia cabeza y su sonrisa.
.
A esta mujer jirafa, porque es ésta,
ninguna otra, la que amo.


Y por último éste, en un tono mucho más distendido...

Qué bueno es matar moscas


Qué bueno es matar moscas, nunca gritan
las que escapan no vuelan
a denunciarte:
ni malos tratos ni orden
de alejamiento.
Qué bueno es matar moscas;
un periódico en ristre, descubrirlas
sobre la arena
del gato, las paredes, las sillas,
y con golpes certeros,
con esa contundencia
del destino, aplastarlas,
como si fuesen ellas las culpables
de este verano.


lunes, 18 de enero de 2010

"Palabras para conjurar un día 13" Lectura en los Diablos Azules

Dice en la pág. 29 de El Principito de Antoine de Saint Exupéry:

"Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: "¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere?¿Colecciona mariposas?". En cambio os preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Sólo entonces creen conocerle. ..."

El pasado miércoles por la noche, el día 13 de enero, quisimos recitar bajo la lluvia. Porque Madrid era un puro charco. Sin embargo, la vida palpitaba en cada gota que caía, en cada voz que se escuchó esa noche en Los Diablos Azules.


Me preguntan ¿Y qué tal estuvo? y yo intento explicar con palabras de "persona grande" cómo estuvo. Pero sé que por mucho que me explique, no van a sentir lo que yo sentí, no les puedo explicar ni el timbre de las voces, ni la intensidad que había en los huecos entre las palabras.

¿Cómo se cuenta el agradecimiento? Cómo uno puede transmitir ese sentimiento de dicha hacia las atenciones de los demás para con uno. No puedo contar lo agradecida que estuve a Sagrario del Peral por haber organizado esa lectura. No puedo contar lo agradecida que estuve a Los Diablos Azules por hacernos un hueco también azul en su apretada agenda de eventos literarios para que se escuchara nuestra voz.

¿Cómo se cuenta el orgullo? Cómo puede uno hacer que los demás entiendan lo orgullosa que estuve de los que leían conmigo. De los que leyeron antes que yo y de los que lo hicieron detrás. Como contar el orgullo de ser parte de ellos.

Al final Feli Martinez y Francisco José Sevilla, ambos muy buenos poetas, no pudieron acompañarnos. Fue una pena, la verdad.


Así que leyó en primer lugar Javier Díaz Gil, quién también hizo las veces de presentador, puesto que fue el primero en subir al pequeño escenario. Mejor que contároslo podéis escuchar su intervención en su blog:
http://javierdiazgil.blogspot.com/2010/01/poemas-leidos-en-diablos-azules-el-13.html



A continuación salió Carmen Frontera, una relatista de profundos cuentos, a la que también podéis seguir a través de su blog:
http://carmen-frontera.blogspot.com/


Después volvimos a la poesía de la mano de Celia Cañadas, que se estrenaba en ésto de recitar en público pero que lo hizo muy bien.


Le cedió el paso a Laura Nuño, que también nos recitó con esa experiencia que le da el haber escrito poesía a nuestro lado desde que era una cría de 13 años. Ahora a sus veintitantos da gusto la naturalidad con la que se desenvuelve al recitar.


Después le tocó el turno a Ana Delgado, una poeta de los pies a la cabeza, que nos recitó entre otros poemas ese "Elogio a la miopía" que a mí me gusta tanto. Podeis seguirla también en su blog:
http://enreverso.blogspot.com/


Ana me cedió su sitio en el escenario y yo intenté que el público sonriera con uno de mis relatos más distendidos.


Al bajar yo, llamé a Sagrario del Peral. Curtida ya en muchas lecturas en público, Sagrario, caótica y mágica, sabe recitar con naturalidad y sentimiento. Y te atrapa con su voz de Blancanieves.

Y por último recitó Oscar Aguado, a quién no conocíamos personalmente aunque Sagrario nos había hablado ya de él. Me gustó su afabilidad, el tono cotidiano de su forma de escribir. Me hirieron "los puñales" con que terminó.

No me gustaría olvidar nada de aquella noche. Porque sentí esa dicha que solo da la literatura.

¿Pero cómo contar el agradecimiento y el orgullo?

¿Cómo contar lo que se siente cuando alguien espontaneamente sonríe ante algo que tú has escrito? ¿Cómo se cuenta el silencio expectante ante tus próximas palabras? ¿Cómo se cuenta lo que se siente cuando alguien te aplaude y sientes que lo hace de verdad?


Gracias otra vez a Sagrario que nos llevó a los Diablos Azules. Gracias a los Diablos Azules que nos dejó una noche de miércoles lluviosa. Gracias a Javier Díaz que siento como mi amigo de recitales y letras. Gracias a los que nos acompañaron y aplaudieron. Gracias a los que quisieron pasar esa noche con nosotros. Gracias a mi hermano Alberto que me dice "muy bien, muy bien sister" en voz baja, cuando después de leer vuelvo a sentarme. Y gracias a Ana Nieto que venció la pereza y la humedad y estuvo también con nosotros.

No sé contarlo de otra forma. Algo así fué... pero aún mejor.

"Juguetes para el recuerdo" Exposición en el Complejo El Águila


Este fin de semana pasado estuve en una exposición llamada "Juguetes para el recuerdo".

Lo primero que llamó mi atención fue el lugar donde está. El Archivo Regional de la Comunidad de Madrid está situado en El Complejo El Águila, lo que antiguamente era la fabrica de cervezas El Águila. El Archivo Regional de la Comunidad de Madrid comparte ese espacio con la Biblioteca regional Joaquín Leguina.

Si pasais por esa zona de Madrid, Mendez Alvaro, Arganzuela o Delicias, acercaros a verlo, porque la verdad es que está muy bien que hayan aprovechado esos terrenos y hayan adaptado esos antiguos edificios de ladrillo visto de color rojo para exposiciones. Ya lleva tiempo pero yo la verdad es que no lo conocía.

Aunque la exposición que fui a ver "Juguetes para el recuerdo" me pareció escasa. Esperaba más la verdad, pero bueno si uno ya va con la idea de que es pequeña pues no está mal.



Consta de un centenar de fotografías en blanco y negro del fotógrafo madrileño Martín Santos Yubero(1903-1994), 18 documentos y revistas "Estampa" (el primer número apareció en 1928) sobre los juguetes y los niños entre 1928 y 1996. También tiene algunos documentos oficiales de aquellos años de la Diputación Provincial y la Comunidad de Madrid: facturas de juguetes, oficios de haberlos entregado, otros con el reparto entre los niños...

En lo que se refiere a las fotos, podemos ver algunas de los niños de la Inclusa recogiendo sus juguetes, o de oficialas dándoselos a los pequeños residentes en la Cárcel de Mujeres.

También hay fotos de puestos de juguetes que había en plena calle en el Madrid de entonces, o de una exposición en el Retiro, o de los niños con la nariz pegada a los escaparates de Sepu o de alguna otra juguetería del centro de Madrid que ya ni existe. Incluso alguna de los Reyes Magos repartiendo juguetes en alguna embajada.

Es curioso lo bien que reflejan esas fotos cómo ha pasado el tiempo para el juego. En un segundo te ves en aquella época jugando a la rana, a la peonza, al hula hop, al futbolín de mesa... Juguetes que los niños de ahora enfrascados en las consolas ni conocen. Está también Mariquita Pérez y Juanín, los muñecos famosos de aquel entonces.

Me llamó mucho la atención un juguete, era una cigueña con un niño colgado del pico. Qué gracia, yo pensaba en mis sobrinas que son las ahora las pequeñillas de la familia, y si ahora les regaláramos ese juguete no entenderían nada, porque desde que empiezan a hablar y a preguntar, ellas saben que los niños están en la tripa de sus mamás.

Me resultó muy curioso observar de forma tan clara cómo al cambiar la educación, como al ir evolucionando la forma de enseñarles el mundo, inevitablemente tienen que cambiar los juguetes.


La exposición estará abierta hasta el próximo 29 de enero en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (C/Ramírez del Prado, 3), de lunas a viernes, en horario de 10 a 14 y de 17 a 19 y su acceso es totalmente gratis.


viernes, 15 de enero de 2010

"Las penas de amor son como marearse en un barco: tú te siente morir pero a los demás les produces risa" Alejandro Gándara. Artículo - Rosa Montero


Tengo varias cosas que contaros, pero mientras encuentro el momento, aquí os dejo con un artículo de Rosa Montero, aparecido en el suplemento EPS del domingo 10 de enero.

Supongo que ya otras veces os he hablado de esta autora porque a mí me gusta bastante cómo escribe. "Historia del Rey transparente" es uno de mis libros preferidos.
Bueno aquí os lo dejo, espero que os guste.



ROSA MONTERO MANERAS DE VIVIR

Corazones de alcachofa


ROSA MONTERO
10/01/2010


Si Cupido se representa tradicionalmente con el aspecto de un angelote rollizo de corta edad, algo así como una especie de lechoncillo seráfico, es para simbolizar que en el amor todos somos eternamente niños, que no aprendemos jamás, que no evolucionamos, que amamos una y otra vez con la misma pureza, es decir, con la misma ignorancia y repitiendo todos los errores. De hecho, a menudo amar, a medida que uno crece, es ir desarrollando cierta esquizofrenia, porque por un lado el cerebro enciende las alarmas y avisa de las trampas que uno mismo se pone; pero, por otro, el corazón se emperra en seguir a lo suyo, encendiendo el mundo de colores y deshojándose como una trémula alcachofa.
“Aunque se sobrelleve silenciosa y platónicamente, el amor en la vejez es algo muy común”

Vista desde fuera, la pasión siempre tiende a resultar un poco ridícula; como dice mi amigo y estupendo escritor Alejandro Gándara, las penas de amor son como marearse en un barco: tú te sientes morir, pero a los demás les produces risa. Y esa vertiente una pizca grotesca que tienen los enamoramientos desenfrenados se va multiplicando con la edad: cuanto más viejo seas, más chistoso resultas. En parte, supongo, es cosa de esa esquizofrenia de la que antes hablábamos, del chirrido que provoca ver a personas mayores que se siguen comportando como críos, pero en parte también debe de ser una consecuencia del prejuicio. Ya se sabe que vivimos en una sociedad que idolatra la apariencia de juventud y desdeña a los viejos, y la idea de un anciano o una anciana enamorados produce mofa e incluso cierta repugnancia, porque en el fondo nos repugna la idea de nuestra propia vejez, de la decadencia inevitable y de la muerte. Por lo general, todo eso no lo tenemos nada trabajado, y así nos va.

Pero lo más curioso es que el personal se suele sorprender ante la idea de que los mayores se enamoren, como si fuera algo poco común. Las convenciones dictaminan que con la edad se apagan esos fuegos y la gente se sigue tragando esa mentira, aunque la realidad nos demuestre abundantemente lo contrario. Ahí está Liliana Bettencourt, la octogenaria dueña de L’Oréal, regalando mil millones de euros a un fotógrafo; y aquí mismo tenemos a la Duquesa de Alba, cuya vida se ha visto bastante agitada últimamente a consecuencia del amor. Desde luego las mujeres parecen tenerlo un poco peor; los resabios machistas hacen que todos tendamos a ver más risibles a las señoras mayores que se enamoran, pero lo cierto es que, salvo excepciones, a los varones tampoco se les perdona. El viejo verde es un personaje socialmente ridículo.

Recordemos, por ejemplo, al gran Goethe, un hombre de talento universal que, además de ser uno de los mejores escritores de la historia, desarrolló una intensa carrera política y fue un científico más que notable. Pues bien, este personaje inmenso consiguió perder por completo su lucidísima cabeza a los 74 años, cuando se enamoró como un becerro de Ulrike, una muchacha de diecinueve, hasta el punto de que, cada vez que la oía pasar junto a su ventana, abandonaba el trabajo y salía corriendo detrás de ella sin sombrero ni bastón, detalle que, a principios del siglo XIX, denotaba a las claras lo trastornado que estaba. Ni que decir tiene que nadie pareció entender esa pasión tardía; los conocidos se burlaban y el hijo de Goethe se enfureció muchísimo. El escritor pidió a Ulrike en matrimonio y fue rechazado, y el disgusto fue tan grande que el pobre hombre se puso malísimo. Avisado de su enfermedad, el mejor amigo de Goethe, el músico Carl Zelter, acudió desde Berlín a visitarlo. Y después escribió en una carta con inmensa sorpresa: “¿Y qué me encuentro? A alguien que parece que tuviera en el cuerpo todo el amor con toda la angustia de la juventud”. Ya digo, en la pasión no envejecemos.

Y si un cerebro privilegiado como el de Goethe es capaz de achicharrarse así, ¿qué no puede sucedernos a los comunes mortales? Me parece que, aunque por lo general no se comente, aunque se sublime, aunque se sobrelleve silenciosa y platónicamente, el amor en la vejez es algo muy común. Y no hablo ya de pasiones arrebatadas, sino de ese aleteo en el estómago, de ese desasosiego y esa alegría. Muchos ancianos y ancianas están secretamente enamorados de sus médicos, de las enfermeras que les toman la tensión, del vecino encantador que les ayuda a bajar los escalones del portal. Y qué maravilla que sea así. Qué maravilla constatar que, cuando todo decae y todo se hunde, sigue habiendo dentro de ti un adolescente emocionado e irreductible.