Julio se fue regalándome un país, y luego dos e incluso tres.
Julio se fue regalándome una montaña, una cordillera, un sinfín de ciudades y caras que salvar del olvido.
"¿Por qué viajáis?
Yo os voy a dar la respuesta: Para cambiar."
Un blog para letraheridos. Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y letras. Un blog donde sentarse a leer mientras te tomas un café.
Julio se fue regalándome una montaña, una cordillera, un sinfín de ciudades y caras que salvar del olvido.
"¿Por qué viajáis?
Yo os voy a dar la respuesta: Para cambiar."
Un poco por casualidad y otro poco porque mis domesticados pies siempre me llevan a las Cuevas de Alí Babá, mis compinches y yo recalamos en la Librería Desnivel de Madrid.
Espero no ofender a nadie si digo que es una de las librerías más chulas de mi ciudad, enclavada en pleno centro del barrio de Las Letras.
A mis compinches les gusta tanto leer como a mí, de lo cual me alegro infinitamente. Aunque sus gustos guardan la ilusión por la fantasía, incluso salpicada de romance, para una más tórrido y para la otra más templado, o se inclinan irremediablemente al descubrimiento de parajes más científicos que quedan a años luz de los míos. Pero leen, qué gusto, y aún pueden aprovechar esas siestas interminables del verano, que yo recuerdo con verdadero placer, devorando libros. Y aunque sus universos literarios son otros, a los 16 y a los 19 les queda tanto por disfrutar de la compañía de un libro o de la evasión que siempre te regala, que me conmueve y alegra.
Al resguardo de su vientre fresco forrado de páginas, disfrutaron tanto como su tía de esa Cueva de Alí Babá, que es la Desnivel, mientras fuera atizaba ya un julio inclemente. No pudimos encontrar mejor refugio. Sus tesoros a modo de enorme brújula, piolets aquí o allá, una antigua guillotina de papel o un mural precioso que la ilumina desde el fondo nos dejaron a las tres hipnotizadas.
El mundo se ensancha, se enriquece, se vuelve promesa de nuevos horizontes dentro de esta librería mágica llena de mapas y aventuras por descubrir.
¿Y quién no quiere que su universo se ensanche?
El que más o el que menos sabe eso de que "como es viernes nos tomamos unas cañas". Y luego las cañas se alargan y alargan y alargan, y se termina viendo amanecer mientras corres para pillar "el búho" que sale de Cibeles, o casi que ya el primer bus de la mañana que ya no puedo correr más.
Eso hacíamos nosotros cuando nos conocimos, quedar para ver amanecer. Ahora, diez trienios después, porque nos conocimos en un Ministerio, lo hemos hecho tan bien que seguimos quedando pero ya para ver atardecer.
Supongo que sí, que hemos cambiado. Pero no tanto. En el fondo, hay mucho de lo que éramos en este grupo de amigos que conservo desde mis primeros años de funcionaria. Porque uno va haciéndolos por donde pasa, inevitablemente, pero lo mejor es que pasados "taytantísimos" años después, con lo diferentes que somos cada uno en su vida, sigamos inventando quedadas para pasar unas horas juntos y ponernos al día.
Jose, casi siempre, dice que ya toca. Luis, esta vez, puso generoso el coche. Isabel reservó para comer en un sitio que nos encantó, y yo les ofrecí el itinerario. Vale, sí, me lo llevé para lo cultural, no lo pude evitar. Lola vendrá a la próxima. Y el otro Jose... cualquier día también; o no y vamos a verle "pinchar" su música.
Esta vez tocó Navagalamella y su museo de la Mujer en la guerra civil, su Iglesia y sus búnker. Y después Fresnedillas de la Oliva con su Museo Lunar y sus murales. Una gozada de día en la que el tiempo se lució y nos regaló poco calor. Os contaré, lo que se puede contar, y recomendaré mejor y más despacio en otras ocasiones. Pero hoy solo un pequeño resumencito de un día de turismo por la provincia de Madrid con mis amigos del Tajo. Ya ninguno tiene el cargo que tenía, y ni tan siquiera trabaja allí pero esos somos. Mientras, detrás de cada foto juegan al escondite nuestras voces, los retazos de la conversación, las risas. Solo tengo que mirarlas, y vuelven corriendo para devolverme el momento y darles vida.
Va por vosotros. Para nuestro particular calendario y recuerdo.
La champi.
"Hay una forma de estar en silencio a la que se acostumbran algunas parejas que resulta confortable. Se elimina la necesidad de tener que entablar una conversación, a poder ser amena y edificante, de las primeras citas y se alcanza, con el paso del tiempo, la complicidad para poder desconectar en compañía; pero cuando su madre se quedaba en silencio, como había hecho desde que sirvieron la comida, Nuria experimentaba una tensión insana porque sentía que fracasaba en su propósito de que su madre se divirtiera. Esa frustración la llevaba a veces a contestarle de forma seca si por fin comentaba algo y a convertir el tema más nimio en motivo de discusión."
Termino de leer "La seca" de Txani Rodríguez y me enfrento a la labor de reseñarla, con sentimientos ambivalentes.
Creo que la novela está muy bien escrita, pero a mí no me ha encantado. En mi opinión es una novela que tiene unas descripciones muy elaboradas, una ambientación muy bien lograda, la prosa de la autora es rica, elegante y minuciosa. Sin embargo creo que a los personajes les falta algo. Creo que no están del todo bien perfilados, me falta profundidad en ellos, y además la protagonista "Nuria", disculpad la franqueza, pero es una "petarda" de marca mayor que no despierta ni en los otros personajes ni en mí, como lectora, ninguna simpatía y supongo que influye mucho para la sensación que me ha dejado la novela.
Pero vamos a intentar ser más objetivos.
El argumento nos cuenta como Nuria, una chica de Llodio, viaja hasta el sur de España al pueblo donde están sus raíces, acompañada de su madre. En su pueblo, que vive de la extracción del corcho, ha pasado todos los veranos por eso no se siente una turista, pero tampoco se siente una más del pueblo. Una vez allí se va a ver inmersa en los cambios profundos que está experimentando ese entorno en el aspecto económico y social, reflejándose en el modo de ganarse la vida los vecinos, y desde luego también en el inevitable choque entre las tradiciones y el progreso.
La novela está ambientada en tiempos de la pandemia, el verano del 2020, y en un pueblo del sur de España, un área protegida, que vive del corcho y los alcornocales. La ambientación me ha gustado mucho, porque tiene unas descripciones muy bellas sobre estos parajes y sobre el oficio gracias al que sobreviven. He aprendido mucho de estos árboles y de "la seca". El título que lleva la novela. Resulta que durante bastantes páginas yo creía que el título aludía a la protagonista y su carácter áspero pero no, alude a una enfermedad de estos árboles que yo desconocía. Me ha interesado este tema que trata del cultivo del alcornoque y, de alguna manera, del aguacate, por el que parece que en este territorio ya se inclinan muchos.
"Nuria había oído hablar de la enfermedad de los alcornocales: la seca, como la llamaban. estaba en oca de todo el mundo desde hacía años. Algunos la atribuyen a la sequia; otros, a la contaminación atmosférica, o a los incendios o a las plagas o a las inundaciones o a la gestión inadecuada del suelo; hay quien solo nombra la seca entre dientes, como si fuera un mal fario. No terminan de precisar el origen último de la enfermedad de esos árboles recios, pero saben que la causa -que tiene mucho de consecuencia- es un hongo. A Nuria, en los nerviosos atardeceres del verano, le parece ver a algunas personas mirando el horizonte, a las montañas apretadas y verdes, con expresión de derrota. El hongo se extiende bajo sus pies, silencioso como la traición, y desnuda de hojas las copas de los alcornoques y genera focos y contagia a las jaras y a los brezos."
Qué bien lo cuenta ¿verdad? El ritmo de la novela es pausado, tiene pocos diálogos y muchas descripciones. No es que no pase nada, pero lo cierto es que pasa poco. Es una lectura que invita a la calma sino fuera, como os comentaba, por su protagonista que vive en la inestabilidad y llega a cansar. Hay que admitir que, tal y como la ha perfilado la autora, llega a transmitir bastante, lo cual es positivo, aunque sea inquietud por su carácter desasosegante. Tal y como os dije en un principio, al final me falta más profundidad en las aristas de los personajes porque en las últimas páginas hay un giro con uno de ellos que creo que es un poco abrupto.
Esta autora tiene un libro anterior "Los últimos románticos" que ha tenido buenas críticas. No sé, quizá le de otra oportunidad con este libro porque lo cierto es que su prosa sí que he pensado que merece la pena.
Menudo arranque tiene la novela ¿verdad? Te coge del cuello y te dice ¡hala a leer!
Pues me ha encantado esta novela. Es dura, intensa, cruda, muy emocional, y de una madre, que a mí las novelas sobre las madres me cuestan, duelen tanto. Pero reconozco que ésta, a pesar de los pesares que no os voy a contar porque no quiero destriparla, me ha gustado mucho. Lo que cuenta y cómo lo cuenta.
Es la historia de un verano que comparten una madre y un hijo. Es la evolución de esa relación que ya veis por el párrafo con el que he encabezado la reseña como comienza. Pero es la historia de un reencuentro, de un renacer, de una redención.
Contada en primera persona por el hijo, Aleksy, vemos a través de sus ojos toda la historia pasado ya un tiempo. Sobre todo se centra en un intervalo de tres meses, aunque constantemente la historia da saltos hacia adelante y hacia atrás para ir situándonos y que sepamos cómo hemos llegado ahí.
"El mercadillo de antigüedades era como si Dios hubiera tropezado y se le hubiera vaciado la bolsa. Gente amontonada entre objetos, objetos amontonados entre la gente, vestigios de vidas pasadas entrelazados en filas multicolores, como el cabello de las fotos antiguas de la abuela. Todos aquellos cacharros en otra época imprescindibles, que yacían ahora como vísceras en la cuneta, me deprimían. Nunca he comprendido el encanto de esas ferias, pero, como mi madre las encontraba fascinantes, he llegado con el paso de los años a no perderme ni una, a buscarlas incluso en los países que he visitado."
Está estructurada la novela en 76 capítulos cortos, algunos cortísimos de una o dos líneas donde la autora va haciendo variaciones con el mismo título que son todo un poema y un avance en la relación. Por eso se lee muy bien, es muy ágil el ritmo aunque la historia es intimista, centrada en los sentimientos. Y la prosa de la autora es muy rica, salpicada de imágenes que la hacen bella. Es una prosa muy cuidada y se vale de los artificios literarios para ir marcando la evolución de la historia que está contando. No es solo lo que cuenta, sino esa forma tan original y tan desgarradora de contártelo.
"A veces, cuando no podíamos dormir, salíamos fuera y ella me descifraba todas las constelaciones del cielo. Me hablaba sobre los cometas y los temores de la gente en torno a estos, sobre los universos paralelos y sobre el tiempo, que en otros mundos transcurre al revés. Me habló de un planeta recientemente descubierto que se parecía mucho a la Tierra. -Kepler o algo así-, pero creo que eso se lo había inventado sobre la marcha, para fanfarronear. "¿Te imaginas, Aleksy, que hubiéramos nacido allí en lugar de aquí? Habríamos visto todas las miserias de la Tierra y nos habríamos reído de todos sujetándonos la barriga con nuestros dedos verdes". Yo había empezado a pensar que al menos uno de mis progenitores no era un completo cretino. Mi padre creía que Plutón era un nombre de perro y que "voluntariado" quería decir quedarte en calzoncillos en la calle."
Me han atrapado estos dos personajes sin rumbo a quién la vida les ha maltratado pero que por fin les da la oportunidad de encontrarse. Toda la narración tiene un tono profundo, triste, pero justo en ese límite contenido de la serenidad. Qué difícil hacer eso. La he leído rápido porque no podía dejarla, porque quería saber que pasaba con los personajes y porque esta autora moldava me ha seducido con su forma de narrar. Muy recomendable.
"Me acuerdo de mi madre todos los días, tal y como le prometí a orillas del Océano. Procuro no mentir.
Los ojos de mi madre eran un despropósito.
Los ojos de mi madre eran los restos de una madre guapa.
Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro.
Los ojos de mi madre eran el deseo de una ciega cumplido por el sol. "