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miércoles, 1 de abril de 2020

Juan José Luna.- "El Luna"



Se nos ha muerto "El Luna" me ha dicho, con ojos tristes, la adolescente que me devuelve a mis tiempos de instituto.

Cuando se enteró ayer, último día de este marzo cruel que apenas ha terminado, sintió un pellizco en el corazón.
Otro.

"El Luna..." ¿Te acuerdas? me dijo zarandeándome desde mi interior. Que se ha muerto...

Por fuera, y a la vista de los adolescentes de ahora, verás una "una señora", pero por dentro me acuerdo de aquellos años míos como si hubieran ocurrido ayer, he dicho harta ya de sus recriminaciones a mi yo adolescente. Me acuerdo de todo, le he repetido, sin emitir una sola palabra.

Porque si te dió clase alguien así, ¿sabes? he seguido diciéndole, no le olvidas ni queriendo.

"El Luna" cómo decíamos entonces, era distinto, peculiar, especial.

¿Te acuerdas de aquel día que nos hizo a todas enseñarle las manos porque se horrorizó de las uñas pintadas de negro de una compañera de la primera fila? ¿Y te acuerdas de aquel día que le dijo a Jaime "Señor Leroy deje usted de saltar por encima de las mesas"? ¿Y te acuerdas de...?

Mil y una anécdotas llegan en tropel envueltas en una sonrisa. Eran los tiempos de FAMA, y de las risas.  Los tiempos de la adolescencia y el Instituto, los del parque y los amigos. Los tiempos de la pasión más absoluta en los sentimientos y las vivencias. Todo era tan trascendental como si se fuera a terminarse el mundo al minuto siguiente.

"El Luna" era un caballero de mediana edad, nos parecía entonces, aunque vete tú a saber cuántos años tendría, que se preocupaba por la estética de nuestras uñas, además de por nuestros conocimientos de Arte. Sus clases eran mágicas. Sabía muchísimo pero lo explicaba, lo transmitía, aún mejor. Aunque ¡cuidado con él! era ocurrente y expresivo, su humor era irónico y afilado, sus modales exquisitos, pero sabía imponer respeto como ninguno. 

Ni una mosca se escuchaba cuando él explicaba. Y cuando te contaba sus viajes, lograba encandilarte hasta el punto de verte allí a dónde hubieras viajado con él; eran tan coloreadas, tan precisas sus descripciones, que lograba que desearas conocer inmediatamente aquel lugar.

¿Y te acuerdas del último éxamen? Cómo olvidar el último examen de Arte de aquel COU, el último curso divertido de mi vida. 

Cuando ya estábamos todos sentados cada uno en su mesa, distanciados y preparados para comenzar el éxamen  comenzó a nombrarnos solo a algunos. Entre ellos yo. ¡¿Pero ahora porqué nos nombra?! grité en mi interior, reconcomida de nervios, sintiéndome parte de algo que no entendía, mientras me decía que con tanta historia a mí se me iban a olvidar la mitad de las cosas, con la de materia que entraba en el examen y que había tenido que memorizar y memorizar.

Pero "al Luna" le gustaban las sorpresas, le gustaba azuzarnos con las palabras, dejarnos boquiabiertos y expectantes. "Pues bien señores, dijo despacio y entre silencios, todos estas personas que he nombrado pueden levantarse e irse, están aprobados". "¿Cómo? ¿Sin hacer el éxamen?" "Si se quieren quedar por si suben nota... pueden hacerlo. Pero claro, también podrían suspender...".

Nos faltó tiempo para levantamos todos inmediatamente y salir de aquella clase, aún perplejos, aún atacaditos de nervios, pero allí no se quedó ni uno de los nombrados. Todos nos quedamos con la media que nos salía de las dos primeras evaluaciones.

Qué tío "El Luna".



Se nos ha muerto "El Luna" me ha dicho, con ojos tristes, la adolescente, que aún palpita dentro de mí y me devuelve a mis tiempos de instituto.

"El Luna", uno de los mejores profesores que he tenido en la vida. Mi profe de Historia del Arte en COU en el INB Conde de Orgaz.

Un lujo de profesor y apenas lo sabíamos.

Un lujo.



Muere el historiador de arte Juan José Luna a los 74 años

Fue conservador del Museo del Prado y un gran conocedor de la influencia artística francesa en España

Juan José Luna durante una conferencia en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Juan José Luna durante una conferencia en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Juan José Luna, ex conservador del Museo del Prado, falleció este fin de semana a los 74 años. Entró a trabajar en la institución en 1980 -aunque colaboraba desde 1969, con 23 años- y fue Jefe de pintura francesa, inglesa y alemana de 1986 a 2002, y de las pinturas del siglo XVIII, desde 2003 hasta su jubilación. Su especialidad fue la influencia del arte francés en España, sobre todo en el siglo XVIII, a pesar de la falta de interés popular por este momento histórico y de lo mucho que se lamentaba por ello. De hecho, los primeros estudios que se publicaron en España sobre las colecciones de pintura francesa se los debemos a sus investigaciones.

https://elpais.com/cultura/2020-03-30/muere-el-historiador-de-arte-juan-jose-luna-a-los-74-anos.html



Adiós a Juan José Luna, una vida de pasión por la historia del arte

El director adjunto de Conservación e Investigación del Prado evoca la figura de quien fuera jefe de Departamento de Pintura del siglo XVIII del museo Actualizado:


A mediados de los años 80 del siglo pasado Juan José Luna (1946-2020) era conservador de Pintura Francesa, Inglesa y Alemana del Museo del Prado, antes de ascender en 2003 a jefe de Departamento de Pintura del siglo XVIII. En esa época yo era becario del Instituto Diego Velázquez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En cierta ocasión me sorprendió con una llamada telefónica en la que me ofrecía la que fue mi primera conferencia en el Prado. Al advertir mi sorpresa, me propuso sin dudar: “Panini” y, tras una breve conversación, colgó el teléfono.
 
 

Este abril no será el mes más cruel





Abril es el mes más cruel: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales.

La tierra baldía de T.S. Eliot



En este año 2020 el mes más cruel no será abril, sino el terrible marzo que acabamos de pasar. Ese ha sido.

Este abril, como seguía el poema, será el que nos mantendrá cálidos nutriendo nuestras pequeñas e importantes vidas.

Va a ser así.

Ya veréis.


El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo
la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo
una pequeña vida con tubérculos secos.
...
La tierra baldía de T.S. Eliot.




martes, 24 de marzo de 2020

De la infodemia, el cuarentenar, y otras nuevas palabrotas hasta Delibes y Asterix



Era un 24 de marzo y acababais de aplaudir. 
Porque todos los días a las 8 de la tarde aplaudíais, quién os lo hubiera dicho un mes antes, quince días antes. Cuánto aplaudirías aquella primavera.

Era un 24 de marzo y los síntomas eran evidentes, te dolía la cabeza y te parecía que solo escuchabas la misma información y el mismo tema, a todas horas, en la radio y la televisión, todos los días, en el guasap y el twitter, siempre, siempre.

No había duda, tenías suerte y solo habías enfermado de "infodemia". Una palabra nueva, para designar un mal nuevo, la sobreabundancia de información sobre un mismo tema.

Eran los tiempos del "estado de alarma", tres palabras minúsculas para designar algo grande, algo que nunca habías vivido, algo que esperabas no volver a vivir. Eran tiempos de los ERTE, no de los ERTES decían los académicos, mejor los ERTE sin s final. Eran también tiempos de "cuarentenar", poner en cuarentena a tu persona. Porque eran los tiempos de un bicho, un virus, el coronavirus, y una enfermedad la COVID-19, con artículo femenino, con mayúsculas, con 19 y sobre todo muy mala leche.

Tiempos feos, pero también nuevos, que habían traido verbos y palabras nuevas, que ya decidiría la Real Academia si nos los quedábamos o no.

Para ponerte a resguardo de la "infodemia", tú que ya estabas cuarentenada, quisiste resguardarte bajo el paraguas de la literatura.

 "Rogad a Dios en caridad por el alma de D. Mario Díez Collado, que descansó en el Señor, confortado con los Auxilios Espirituales, el 24 de marzo de 1966, a los 49 años de edad. R.I.P."

 Así comienzaba aquel libro que en su día leíste y que luego disfrutaste en el teatro "Cinco horas con Mario" de Miguel Delibes. Qué bueno Delibes, y qué buena Lola Herrera representando a Carmen Sotillos, la esposa de Mario, el muerto. "El famoso Mario" murió un 24 de marzo. 

Te lo había recordado un libro que también te parecía muy curioso: "Los libros y los días" de Anna Folqué. Una entrada literaria para cada día.   

Era un 24 de marzo y también, en ese 24 de marzo, había fallecido el dibujante de Asterix y Obelix, Albert Uderzo. No lo había matado el coronavirus, decían que había sido el corazón que no aguantó más, tenía ya 92 años. 
El genial dibujante era daltónico. ¿No era increible? 

¿Quién no había leído alguna vez Asterix? Decían que Uderzo prefería a Obelix en vez de a Asterix. Tú nunca podrías decidirte por ninguno. Pero lo más increible de todo, era que en el año 2017, en uno de sus álbumes, un personaje se llamaba, ay infeliz que te querías evadir, se llamaba ¡coronavirus!.

Era 24 de marzo de 2020.

Y ningún paraguas, ni siquiera el de la literatura, podía resguardarte de la "infodemia".


#infodemia
#cuarentenar
#estadodealarma
#ERTE
#COVID-19
#coronavirus
#Asterix
#Delibes

sábado, 21 de marzo de 2020

Madrid de 2020, 21 de marzo. Día de la Poesía. Eduardo Galeano

Ilustración de Cin Wololo




Ahora que todos los días son raros. 

Ahora que dicen que es primavera pero en Madrid el día es gris y llueve despacito. 

Ahora que este marzo es tan triste y en el metro vamos, cuando no nos queda más remedio que ir, a tres metros uno de otro, con mascarillas algunos, con guantes casi todos, mientras la megafonía dice que nos extendamos por los ándenes, alejándonos al máximo los unos de los otros.  

Ahora que todas las tardes salimos a las ventanas a aplaudir a los que nos cuidan, a los que nos curan.

Ahora que parece mentira que en Madrid estemos muriendo tantos, incluso en los pasillos, porque no llegan los respiradores para todos. 

Ahora que dicen que es el día de la Poesía y del Síndrome de Down, y de los bosques y de no se cuántas más cosas, cosas grandes por las que luchar, pero no debemos salir de nuestras casas. No debemos.

Ahora que ya no nos dejan abrazarnos,

                                                              quizá sea el mejor día para compartir una historia preciosa de un libro titulado "El Libro de los Abrazos" donde habla de gente pequeña pero grande, gente que no es más, ni menos, que un mar de fueguitos.



Un Mar de Fueguitos

Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso – reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

 

Eduardo Galeano

El Libro de los Abrazos 


#EduardoGaleano

jueves, 19 de marzo de 2020

19 de marzo. Día del Padre




Una línea azul


La línea que separa la niñez del resto de mi vida es de color azul.

Del mismo tono de las prendas que nunca colorearán mi armario, esas que nunca colgarán de mis hombros destiñendo mi paso, ese azul de glaciar que emborronó mi principio y aborrezco.

Tenía ocho años y la certeza absoluta de que mi vida nunca cambiaría. Si acaso se salpicaría de saltos breves y alegres, remolinos en la corriente placida de aquellos días, probarse mil vestidos de comunión y asistir emocionada desde el otro lado de la pantalla al tortazo que después de cientos de capítulos al fin le daba Laura Ingalls a Nely Olesson. 

Cuando en el colegio las monjas comenzaron a preguntarme, comprendí que algo no iba bien, pero me acostumbre a disfrazar el escalofrío con que me encogía la pregunta con una sonrisa fugaz, dejando escapar un “bien, bien” educado y veloz que no diera lugar a más. Se me iban colando sin yo querer, se iban haciendo hueco en mi vida cambios que amenazaron nuestros días, que mi padre dejara de trabajar, que creciera la montaña de medicinas sobre la mesilla, que se sucedieran las visitas de compañeros y amigos. No quería enterarme, no quería saber por nada del mundo el final de esa película que no presentía feliz. 

Hasta que llegó el día que un inmenso vacío congeló el rumbo de mi brújula infantil, aquel noviembre se volvieron borrosas las coordenadas de nuestra vida y el azul de un montón de telegramas que nos envió la muerte fue entrelazándose en un cajón de la cómoda de mi madre, trazando una gruesa línea de separación.  

La línea que separa la niñez del resto de mi vida es azul, azul telegrama, azul glaciar.



@Rocío Díaz Gómez 




#Microrrelatos
#DíadelPadre
 

martes, 17 de marzo de 2020

La poesía y el cine.-




Como estamos todos, la mayor parte del tiempo, bien resguardados en nuestras casas a salvode esta pandemia, estaría bien desconectar recordando esas pelis que nos gustaron un día, donde asomaba la literatura, bueno más bien la poesía. 

Qué bien empasta la poesía con el cine. Es una buenísima combinación.

Vamos a recordar cuatro de ellas: "Lope", "En sus zapatos", "El club de los poetas muertos" y "El lado oscuro del corazón".




Extracto de la película Lope donde aparece este soneto "Desmayarse" de Lope de Vega.

126
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.




Es un fragmento de la película "En sus zapatos" en el que Maggie (Cameron Diaz) le recita este poema de E.E. Cummings a su hemana Rose (Toni Collette) durante su boda.





Llevo tu corazón conmigo
lo llevo en mi corazón
Nunca estoy sin él
allá donde voy,
vas tu, querida
y todo aquello hecho solo por mi
lo haces tú, mi amada
No temo al destino
porque tú eres mi destino, mi amor
no quiero ningún mundo
pues hermosa, tú eres mi mundo, mi fiel
He aquí el mayor secreto que nadie conoce
he aquí la raíz de la raíz
y el brote del brote
y el cielo del cielo
de un árbol llamado vida
que crece más de lo que
el alma puede esperar o la mente ocultar
es la maravilla que mantiene las estrellas separadas
Llevo tu corazón
lo llevo en mi corazón

E.E. Cummings



Y por supuesto en una de las escenas más conocidas de la famosa película "El club de los poetas muertos" encontramos a otro poeta, a Walt Whitman. 

Me encanta esa frase que dice antes:

"No leemos y escribimos poesía porque es bonita, leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está llena de pasión..."






Oh, Mi yo...Oh, Vida...
(Walt Whitman)

¡Oh, mi yo! ¡oh, vida! de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales, de las
ciudades llenas de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De lo malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás, yo
entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que
vuelve - ¿qué de bueno hay en medio de estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?
Respuesta
Que estás aquí - que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que
puedes contribuir con un verso.



 Y por último la película por excelencia que se funde con la poesía es "El lado oscuro del corazón", donde constantemente hay poemas de Benedetti, Gelman o Girondo.





  
¿A que dan ganan de volverlas a ver?


#cine
#literatura
#poesía
#Lope
#Cummings
#Whitman
#Benedetti
#Gelman
#Girondo

domingo, 15 de marzo de 2020

Pandemia, epidemia, virus, pachucho



No me gusta la palabra "Pandemia", aunque sea antigua y tenga pedigrí. 
No me gusta aunque venga del griego, con ese adjetivo "pan" que tienen tantas palabras nuestras y que vienen del adjetivo pan "totalidad". Añadido a ese "demos" que significa "pueblo". No me gusta porque entonces "pandemia" es esa horrible enfermedad que afecta a todo ("pan") el pueblo ("demos"). Que afecta a toda la población.




pandemia
Del gr. πανδημία pandēmía 'reunión del pueblo'.
1. f. Med. Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.


Tampoco me gusta la palabra "epidemia" que también tiene solera y nos llegó del griego. Que no es tan grave como la "pandemia" pero que "no te la pierdas de vista" porque tiene su importancia. 
No me gusta la palabra "epidemia" porque viene de "epi" que en griego significa "sobre" y "demos" que significa pueblo. Luego la epidemia alude a "estancia en una población", "estancia o presencia en una población". Luego de ahí sería la enfermedad presente, que está, que afecta a un pueblo. No a todos como la pandemia, pero sí a mucha población. 




epidemia
Del lat. mediev. epidemia, y este del gr. ἐπιδημία epidēmía; propiamente 'estancia en una población'.
1. f. Enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas.
2. f. Mal o daño que se expande de forma intensa e indiscriminada.



No, no y no. No me gusta la palabra pandemia, ni tampoco epidemia. Pero menos aún me gusta la palabra "virus", que ya no viene del griego sino del latín donde significaba ya ni más ni menos que veneno, ponzoña.




virus
Del lat. virus 'veneno', 'ponzoña'.
1. m. Organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácidos nucleicos, y capaz de reproducirse solo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo.
2. m. Inform. Programa introducido subrepticiamente en la memoria de una computadora que, al activarse, afecta a su funcionamiento destruyendo total o parcialmente la información almacenada.


A mí la que me gusta es la palabra "pachucho", "pachuchillo", que ni la Rae sabe de donde viene pero que todos entendemos que no es grave. Me gusta la palabra "pachucho" porque suena coloquial, suena cercano, suena a casa. 




pachucho, cha
1. adj. Pasado de puro maduro.
2. adj. coloq. Flojo, alicaído, desmadejado.



Hablar de "epidemia" nos hace inspirar más fuerte guardando el aire, nos sobrecoge. Pero decir "pandemia" nos encoge hasta el infinito el corazón. Nos viene grande, nos puede, nos pierde. 

Yo quiero escuchar que éste, aquel o el de más allá "está un poco pachuchillo". Porque ese adjetivo adelgaza la enfermedad, la encoge, la domestica. Está pachucho, solo está un poco alicaido, como esa fruta pasada de madura que no tiene buen aspecto pero tampoco está tan mal. Esa fruta pasada no le va a resultar atractiva ni a Blancanieves cuando se la ofrezca la Bruja. Ni a Blancanieves, ni a nadie; con lo pachucho nos atrevemos, con lo pachucho podemos.

Pero con la epidemia y la pandemia tenemos que quedarnos en casa. ¿Sabes? Tenemos que quedarnos. 

No sé si me expliqué bien.

Que viene el lobo.


#pandemia
#epidemia
#virus
#pachucho