"Fui testigo de dos de los acontecimientos que más temo en la vida: la
muerte de un hijo para sus padres y la muerte de una mujer joven para
sus hijos y su marido. Alguien me dijo entonces: eres escritor, ¿por qué
no escribes nuestra historia? Empecé, pues, a contar la amistad entre
un hombre y una mujer, los dos supervivientes de un cáncer, los dos
cojos y los dos jueces. En este libro se habla de la vida y la muerte,
de la enfermedad, de la pobreza extrema, de la justicia y, sobre todo,
del amor. Todo lo que se dice en él es cierto..."
Tengo que haceros ya la reseña de un par de libros que he terminado de leer, no vaya a ser que formemos cola...
El primero de ellos es "De vidas ajenas" del escritor francés Emmanuel Carrère, editada por Anagrama.
Es una novela dura pero muy bien escrita. Y digo dura porque el autor nos cuenta unos hechos reales de forma muy detallada, casi minuciosa, desde su visión de esos acontecimientos. Es un narrador testigo. De ahí su título. Por cierto, la portada ¿No os parece bien bonita?
Bueno, como es decía, el autor es testigo de dos realidades. Por una parte, del desastre de tsunami que asoló en la navidad del 2004 el sudeste asiático mientras estaba allí. Ni a él ni a su familia les ocurrió nada, pero sí a Juliette, la hija de cuatro años de un matrimonio francés amigo. Ésta parte es la primera y ocupa poco espacio en comparación con la siguiente. Por supuesto aquí nos habla de desolación, de pobreza, de hospitales, de muerte. Con los protagonistas directos de esta desgracia nos volveremos a encontrar al final del libro y veremos cómo han ido encauzando sus vidas. Ésta última parte, la verdad, es la que más me gustó, por supuesto porque es la más esperanzada.
Y por otra parte también nos cuenta la muerte por un cáncer de su cuñada, otra Juliette, joven jueza que deja un marido y tres hijas también muy pequeñas. Esta es la parte más grande del libro. Aquí se nos habla de justicia, de la labor judicial, de los compañeros de trabajo, de las parejas... Porque el autor se va entrevistando con el compañero juez de la cuñada enferma, superviviente también de un cáncer, también con el marido de la cuñada... con todos, porque quiere conocer mejor a esa cuñada que no había tratado mucho.
Os confieso que en un momento dado pensé en dejar la lectura de este libro. Porque no os voy a negar que es triste, comienza triste y sigue triste hasta el final. Sin embargo no lo dejé y no me arrepiento porque guarda esperanza en el fondo.
No es un melodrama, a pesar de su tristeza, ni es lacrimógeno. Es una narración muy honda, muy reflexiva, sensible, que trata con delicadeza la enfermedad y la muerte y se centra sobre todo en las personas a quiénes les ocurren estas desgracias: los padres que pierden un hijo, los niños que pierden a su madre, el amigo que pierde a su mejor amiga, la pareja a quién la muerte le arrebata a su mujer, los padres que sobreviven a sus hijos, la hermana que pierde a su hermana... Y finalmente cómo todos van encauzando su vida y aprenden a vivir con esa pérdida.
No es un libro agradable, desde luego. Es lectura para estar uno bien interiormente mientras lo lee. Si se siente uno frágil, mejor yo no lo escogería, la verdad. Por otra parte es indudable que está bien escrita. El autor sabe contar y lo hace con delicadeza. No es ficción, es la realidad a modo de reportaje y con el permiso de los implicados porque parece ser que dejó leer su obra a los protagonistas antes de darla por terminada.
En definitiva, es un libro sobre la muerte. Y por tanto sobre la vida.