Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 28 de junio de 2014

"En este tiempo que te aleja..." Un relato de Rocío Díaz




Hoy celebramos el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual) también conocido como el Día del Orgullo Gay o simplemente Orgullo Gay. 

El primer relato que me premiaron, allá por el año 2002 en León, tenía esta temática. Me ha parecido un buen día para volver a releerlo.

Aquí os lo dejo. Espero que os guste.


En este tiempo que te aleja...

Rocío Díaz Gómez


El tiempo no es
sino el espacio entre nuestros recuerdos.
Enrique F. Amiel


En este tiempo que te aleja van macerándose las moras... he leído hoy en una de tus cartas. Sí, fíjate lo que son las cosas, ahora cuando ando triste me da por releerlas, con el poco caso que les hice nunca... “Quien no es agradecíu es mal nacíu...” decía mi madre y yo tengo tanto que agradecerte, compañeruco... Escribiste aquello una de tantas veces que estuvimos lejos... Yo también te echaba de menos, ¡qué coño! Toda la vida me la he pasao echando de menos tantas cosas... No pongas esa cara, sí he dicho ¡coño!, “Tacu bien echau, vale más que Padrenuestro mal rezau...”

...Van macerándose las moras..., escribiste, las moras...  “Coge solo las negras, las mas gorditas ya verás qué dulces se deshacen en la boca...” Pero... ¿te acuerdas? yo no tenía paciencia, siempre acababa pinchándome. “Con cuidado, me decías, con cuidado...” y yo veía como conseguías coger las moras más lejanas,  las más oscuras sin hacerte nunca daño, metiendo y sacando con maña los dedos entre las zarzas, llenándose poco a poco las bolsas que llevábamos... Qué mal se me daba a mí coger moras, qué mal se me han dado a mí coger tantas cosas, no se me iban a dar mal las moras... ¡Pero qué buenas están... !  Me han gustado siempre tanto que no paraba hasta que te convencía para que fuéramos a por ellas... Bajábamos hacía el río por aquellos caminucos de tierra, aquellos caminucos estrechos entre los árboles, sí, sí,  aquellos en los que después..., ¡Anda picarón cómo no me iba a acordar también de eso... ! ¡Ay...  cuánto más vieju más pelleju...! Bajábamos, y nos deteníamos cada dos por tres a enredar entre las zarzas, “Mira, mira cuántas...” se me hacía la boca agua solo de verlas, allí tan cerca y tu enseguida ibas a por ellas mientras yo andaba cogiendo ramas de los eucaliptos, “para que huela bien la casuca...” te decía,  pero sobre todo eran para los resfriaos... para que respiraras mejor... ¡Ay abueluco que tienes razón...! que esto ha sido ahora, a la vuelta... Es verdad... Entonces yo no me daba cuenta de los eucaliptos, antes no trasteábamos con resfríaos... no trasteábamos con doctores, ni medicinas, por aquel entonces solo éramos unos chavalucos... 

Como en aquel tiempo maceraban las moras, ahora van macerándose los recuerdos, y se me enredan unos con otros y ya no sé si hablo de antesdeayer o de aquel tiempu...  Hoy he bajado a San Vicente, ayer los gatus ronroneaban y se estiraban contentos y me dije mañana hará bueno... Y preparé todo para bajarme... ¿A qué va a ser...? al mercadillo. ¿O no ves que hoy es sábado? Me ha bajado el de la Carmen, la del mesón cuando iba a por el pan, yo por un ver ya iba por mitá el camino, por un ver si la pierna ya me aguanta... Maldita artrosis... “La necesidad hace al vieju, más que correr, trotar...” pero ¡Ay compañeruco! Menos mal que pasaba éste porque yo ya no podía mas, he ido bien hasta Muño... ¿No te acuerdas...? Muñorodero... Pero al ratu... ya iba a trancas y barrancas y veía que no adelantaba nada. Ya, ya sé que podía habérselo pedido antes... Pero del buenu se abusa... Y el de la Carmen al final siempre anda subiendo y bajando con algún vecino... Y estos vecinos ya no son como los de antes... Siempre los pasiegos hemos sido muy nuestros, que te voy a contar, pero antes éramos pocus y conocíos... todos del terruño... ahora cada vez hay más de fuera, hay menos trato y no es que no sean buena gentuca, que no he de reconocer yo las cosas, pero... Ya sé, ya sé, “detrás vendrá quien buenu te hará...” tienes razón,  tienes razón, éramos pocus y conocíos pero muy estrechos de miras, mucho, con lo que hemos pasao tú y yo... Tienes razón... Pero es que nosotros acuérdate, siempre fuimos como mosca en leche... como mosca en leche.

Ahora, ¿sabes? Ya no es igual... ahora ya no se ve tan mal... Aunque esto sigue siendo  pequeñuco, ya no es como antes... “Estu nuestro es mas vieju que mear contra la pared...” acuérdate cómo tu me lo decías... Claro que no me lo decías así, tu siempre tan letrado y tan fino, el maestro de la escuela. Don José Eduardo te llamaban, Don José Eduardo Sánchez te llamabas, tan serio y ahora con todas estas canas que ya peinamos, veo que eras tan joven... Sí, tú me lo decías, pero a mi me costaba creerlo, que sí, que los pasiegos somos recelosos... ¿Te lo he negado yo alguna vez...? Pero yo no había salido de Luey como tu, no había estudiao... Para mí la vida era sencilla y dos y dos suman cuatro:  Si las vacucas se acuestan todas del mismo lao va a llover, y si el perro aúlla un ratu largo barrunta muerte segura... Tan sencillo como eso. Para mí el futuro era procurarse “buen ganau, buena tierra y buena mujer... ¿Qué más se puede apetecer...?” ¡Ay quién me lo iba a decir...! Eso debía ser la vida,  lo que mi padre me había enseñao y poco más. Ahora ya sé que p`al amor no hay fronteras ni parentelas. Y cuánto dolor costó aprenderlo... cuánto tiempu... Porque yo quise no, compañeruco, porque quise no, yo también quería ser feliz pero es que nosotros dos juntos éramos como mosca en leche, como mosca en leche... 

A ti no solo te conocía  todo el pueblo sino también  los de los alrededores, todos tenían que recorrer los kilómetros que hicieran falta si querían aprender, ahora los chavalucos ya no caminan tanto como entonces para ir a la escuela... Claro que ahora hay pocos por aquí, solo ves correr más p`al buen tiempu, ya sabes que en veranu esto se llena... Ahora muchos han arreglau las casucas y las alquilan... Los vecinos han de aprovechar... las llaman con un nombre muy rimbombante “casas rurales” les dicen, y oye, con salú y la bolsa colmá no hay penas ni ná... Hacen bien... andaban la mitá de las casucas cayéndose desde hace una pila de años y ahora da gusto pasear por el puebluco... No, nada que ver con el de entonces, nada que ver... Pero... era el mío de chavaluco... el mío... Tú llegaste y me cambiaste la vida. Al principio eras solo mi maestro, el señor maestro, qué importante... ¡Anda que no se te cuidaba a ti bien por aquí...! Íbamos los chavalucos siempre con el almuerzo para Don José Eduardo, la lechera con la leche recién ordeñada, y el día de la semana que tocaba hacer el pan, caliente te llegaba, y los que venían de los pueblucos de cerca de Unquera traían corbatas crujientes, recién hechas... Nunca se sabía si en Val de San Vicente alcanzaría para pagarte el jornal pero que la manduca no te faltase... Con el tiempo ya no pareció tanta nuestra diferencia de edad, pero claro al principio los años se notaban... Tú eras delgau y largiruchu, pero te alcancé... ¡Vaya si te alcancé y te pasé...!. Eras tan amable... Siempre te gustó hablar con nosotros, te hacían gracia nuestros juegos en los que siempre acabábamos tarifando ¿te acuerdas? Los chavalucos solíamos atrapar sapulatus, murciélagos decías tu, y los clavábamos a las puertas o a los troncos de los árboles haciendo que fumaran, éramos tan ingenuos que creíamos que al repeler el humo terminarían maldiciendo... nunca pudimos ver ese fenómeno, les teníamos tanta manía que siempre andábamos persiguiéndolos; otras veces nos íbamos a las cuevas a orinar para que salieran los grillos... la verdad es que no parábamos, pequeñucos y atolondrados. Cuando no estábamos en clase te gustaba jugar con nosotros a los bolos que se estila tanto por aquí, o te entretenías mirándonos con algún pequeñuco subido a cuchas... Qué cosas, qué habrá sido de algunos... Muchos se fueron para la Capital buscando mejor vida... Sí yo también me fui... No vuelvas otra vez con eso... Ha llovido tanto desde entonces... ¡qué digo llovido! jarreado, con la pila de años que nos han caído encima... Sí también yo busqué otra vida, me escapaba de ti, fue duro tú lo sabes, muy duro... ¿Por qué cuesta tanto encontrarse? ¿Por qué...? En fin... “mas males cura el tiempu que el ungüentu...” ¡Cuántas veces invoqué la ayuda de las Anjanas! ¡Cuántas...! siempre te gustó que te habláramos de nuestras leyendas y nuestros duendes,  las Anjanas, esas hermosas y dulces ninfas de medio metro, con sus pequeñas alitas casi transparentes... Esos seres bondadosos que lo único que no pueden hacer es enamorarse de un mortal, con lo que renunciarían a su esencia... Y eso me pasó a mí,  me enamoré de un mortal...  Y eso en el terruño es como ser mosca en leche, mosca en leche...

Oh... pero no cariñu, basura se escribe con be no con uve... Te hablo y te hablo, ando pa`tras y pa`lante en el tiempo recordando, pero no me he dado cuenta de que, como siempre, andabas con tu cuaderno encima, andabas en tus hojas escribiendo... Basura con be, cariñu, no con uve... “tengo que tirar la vasura, tengo que tirar la vasura, tengo que tirar la vasura...” Esto no hace falta, ya te lo he dicho,  no te preocupes, si no te acuerdas ya te lo recordaré yo... Con las frases tan bonitas que tu escribías, se me parte el alma compañeruco, de verte ahora en lo que te entretienes... se me parte el alma... tú que hacías aquellas poesías: “En este tiempo que te aleja van macerándose las moras...”,  tú haciendo esas faltas... Yo era el de las faltas ¿O no te acuerdas?...  Crecí silvestre contigo a mi lado, tú me enseñabas las cuatro reglas por las mañanas y por las tardes disfrutabas con nosotros... Eras mayor pero no tanto, algo más de dos lustros es una diferencia que con el tiempo apenas se nota...  Debía andar yo por los diecisiete cuando aquella mañana de San Juan. Como es costumbre tal día acudimos los vecinos al monte a buscar tréboles... Otra de esas historias que a ti te gustaba tanto escuchar: En Cantabria es tradición en esa mañana ir al monte a por tréboles de cuatro hojas, es muy difícil encontrarlos porque la noche anterior los caballitos del diablo se han dedicado a destruir todos. Los “caballucos del diablo” son otros de esos animales imposibles en los que creemos. Son siete y parecen grandes libélulas, tienen unas alas larguísimas y transparentes con las que vuelan velozmente por el cielo de las noches cántabras. Siempre van juntos y son cabalgados por siete demonios. Son muy malos para los montañeses porque queman y pisotean los campos de mieses. Pero si alguien a pesar de todo consigue encontrar uno de esos raros tréboles, le serán concedidas las gracias de la vida: vivirá cien años, no sufrirá dolores en toda su vida, no pasará hambre y resistirá con ánimo sereno cualquier contrariedad. Tú también te acuerdas de esa mañana, ¿verdad? Cómo no, allí fuimos todos a por los tréboles, y como siempre no los encontramos. Pues no es difícil ni na lo de los tréboles... Pero tu y yo encontramos otra cosa, tropezamos con el roce de nuestra piel, el vértigo de sentirnos cerca... Y tú y yo cerca era lo mejor y lo peor... Éramos como mosca en leche, como mosca en leche...

“Quien primero nace, primero pace...”,  a ti no era la primera vez que algo parecido te ocurría, más tarde supe que hubo una razón para que te marcharas tan lejos de tu casa a trabajar, ¡Ay mi maestruco que se vino al terruño huyendo de si mismo! Pero “a onde irá el güey que no are...”. Después de aquella mañana de San Juan nos buscábamos con las miradas, con las manos, entre los árboles, en aquellos caminucos de tierra... Y no hubo moras suficientes entre las zarzas que perdonaran tanta salida juntos... Yo ya había crecido, ya no era aquel chavaluco, ya no tenía a qué andar tanto con el señor maestro... Y por mucho que tú me dijeras... Por mucho que tú quisieras “hacerme el ver” de que esto nuestru era mas vieju que mear contra la pared... A mí tampoco me cabía en la mollera...

“¿Qué mas podía un hombre apetecer? Que buen ganau, buena tierra y buena mujer...” Buena mujer, compañeruco, buena mujer...  ¿Por qué mis manos escapaban hasta tu piel sin darme cuenta? Me marché, me marché de mi puebluco y de ti. Me escapé huyendo de lo que más quería... huyendo de mí mismo. Tú prometiste que esperarías... Desde luego que ahora estas cosas no se ven tan mal,  ahora salen por la televisión, y van juntos por la calle de las manos, y tienen un día para ellos en que salen todos juntos a celebrarlo... ¿Qué quieres que te diga compañeruco? Yo soy de otra época, soy vieju ya para esos alardes...  Ya no me importan vecinos, pero gritarlo a los cuatros vientos...  eso ya es harina de otro costal. Entonces no, entonces dos hombres siempre solos, siempre juntos, destacaban mucho, “pa lo que está a la vista, no hace falta candil...” Entonces...  éramos como mosca en leche, como mosca en leche...

Me sentí obligau a marcharme y me busque una buena mujer: “Melón y casamientu es cosa de acertamientu” y se puede decir que yo acerté. Ella era una buena tudanca, de fuertes carnes que preparaba unas rabas que te chupabas los dedos, sí, gloria bendita eran esas rabas… Ella me tenía siempre la casuca soleada y limpia, ella me quería y yo... me dejé querer. Y así nos fueron cayendo los años encima...  Dios no nos mandó chavalucos así que ellos no llegaron... Lo que sí me llegaban eran tus cartas, compañeruco, tus cartas con tus poemas... Y mientras las leía se me humedecían los ojos como los ojucos de los sapulatus cuando les hacíamos fumar... Pero una vez repasadas las guardaba en su sobre para no verlas más y seguía dejándome querer...

A ver, enséñame qué andas escribiendo ahora en ese cuaderno, toda la vida escribiendo y escribiendo... “Tengo que lavarme los dientes a mediodía y por la noche, tengo que lavarme los dientes a mediodía y por la noche...” ¡Ay vieju... no te castigues tanto!. Dijo el médicu que “el problema no era que no supieras dónde dejaste las llaves, sino que a veces no sabrías para que sirven las llaves...”. Y con aquella frase ya no necesité más explicaciones de tu mal, de esta enfermedad... Con las cosas tan bonitas que tú me escribías, con aquella letra tan igualita y tan perfecta, y ahora... Hasta en aquel lugar tan conocido para ti que era la ortografía esa dichosa, te pierdes... Haces faltas, no consigues encontrar las palabras... Te castigas tú mismo como hacías con nosotros cuando éramos pequeñucos y nos mandabas copiar mil veces... Te castigas tu mismo para que no se te olvide por lo menos cuidar de ti mismo... Pero yo ya estoy aquí, cariñu, ya estoy aquí...

Necesité que ella se muriera para que mi conciencia me dejara volver, necesitaba saber que había cumplido como un hombre, como un buen marido,  para intentar ser feliz... Me prometiste que me esperarías y aquí estabas... Dicen que “en nidos de antaño, no busques pájaros hogaño”, pero mi nido seguía en Luey... Y mis manos, ya arrugaducas y curtidas por el tiempu, seguían escapando hasta tu piel sin yo darme ni cuenta... Ahora me releo y releo todas esas hojas que me escribiste y nunca llegaste a enviarme, releo y releo las que mandaste, todas, fíjate lo que son las cosas, con el poco caso que las hice nunca... Ahora nos ganamos la vida con este arte que nunca supe que tenía para moldear duendes y personajes, animales imposibles y personajillos de nuestra mitología que te gustaba tanto escuchar, y gusta tanto comprar a los de fuera... Y en Santillana por la cerámica se paga bien... no nos va a faltar entre tu pensión y lo mío nunca la manduca... Tú maestru de letrucas y yo de leyendas y brujas... “A tos nos hizo Dios de barru, pero unos valemos pa orinal y otro pa jarru...”. 

Mira el cielo,  está poniéndose de color panza de burra allá por el sur, norte claru, sur oscuru, chaparrón seguru... Venga, cariñu, recoge los cuadernos y los lápices que habrá que irse pa la casuca... Esperemos que escampe pronto,  acuérdate que a la otra semana vienen tus sobrinos, alquilaron una de esas casas rurales cerca de Potes y han dicho que se acercarán algún día a ver a “las locas...” Ya sabes cómo son estos chavalucos de hoy en día, “las locas” nos llaman, que nos llamen como quieran... ¿Verdad compañerucu? Que vengan que aquí estaremos, tu escribiendo tus deberes y yo recordándote la vida, para que en este tiempu que te aleja no se te olviden las cosas. 
No se te olviden...


Rocío Díaz Gómez

jueves, 26 de junio de 2014

Se nos fue la Matute...




“San Juan dijo: ‘El que no ama está muerto’ 
y yo me atrevo a decir: ‘El que no inventa, no vive”. 

Con estas palabras Ana María Matute comenzó su discurso de aceptación del Premio Cervantes. 

Se nos fue ayer, 25 de junio de 2014, esta autora que inventó a aquel Trasgo de "Olvidado Rey Gudú" que para mí fue todo un descubrimiento y a pesar de todos los libros que he leído después no he olvidado... 

Era mayor, sí, y una sabe que somos finitos, pero daba gusto escuchar a esta mujer y sobre todo leerla. Qué penilla, se nos fue la Matute.


"-Ay, querida niña- dijo el Trasgo-, ¿qué son unos cuantos años más o menos para quien vive inmerso en los siglos de los siglos? Nada, querida niña, nada- Y bebió con fruición, no exenta de temblores, un buen trago de cierto vinillo sonrosado que guardaba para las grandes ocasiones. Pues el temor que le inspiraba la Vieja Dama sólo era comparable al cariño que sentía por la Reina Ardid."

martes, 24 de junio de 2014

Frases hechas con un tono ¿peyorativo...?









 Bueno hoy va la entrada de frases hechas. Que hacía mucho tiempo que no las repasábamos. Esas frases con las que decimos mucho más de lo que parece...

Empezamos por:

- No dar un palo al agua

 Cuando alguien "no da un palo al agua" sin decir más, todos entendemos que es un holgazán ¿verdad? uno que no hace nada, un vago...

¿Pero sabéis de dónde viene esta expresión? ¿Cual es su origen? 
Pues sí, claro, hablando del agua, podemos ya imaginarnos que viene del lenguaje marinero. Cuando se dice "palo" nos referimos a un objeto de madera alargado, cómo se llamaba también a los "remos". Entonces, aquel que no daba un palo al agua, era aquel que no remaba junto a los demás de la tripulación para que la embarcación pudiera avanzar. Y de ahí pues nos llegó que "el que no da un palo al agua" no colabora con los demás, es un vago, un holgazán...
 Y tenemos otra expresión con tintes también un poco negativos:

Corte de mangas.  

Bueno cuando nos hacen "un corte de mangas" pues está claro lo que nos quieren decir ¿no? Es un gesto despectivo, soez, con el que nos indican malestar, disconformidad con nosotros o algo nuestro.

Parece ser que su origen está en la Antigua Roma. Los prostitutos hacían este gesto para dar a entender a sus clientes que estaban ocupados trabajando. De ahí pasó a ser un insulto pues del mismo modo quería decir que ese cliente frecuentaba prostitutos. Y de ahí al lenguaje coloquial como un insulto.  

 Y ya que estamos con la palabra corte vemos que con un significado bien diferente tenemos también la expresión:

Hacer la corte

Que proviene del latín "cohors, cohortis". Que evolucionó pasando al lenguaje del ejército como la tropa que rodea a un mando. De ahí también al séquito que rodea al Monarca y que trata de agasajarle, a presentarle sus respetos. Y de ahí un paso para que coloquialmente signifique agasajar o halagar a alguien con ánimo de enamorarla o seducirla, "hacerle la corte" vamos... 




Referencia:
http://etimologias.dechile.net/
http://www.chistesbromasytonteras.cl/curioso.htm

sábado, 21 de junio de 2014

"Todos somos tú" Eduardo Galeano





Junio
21


Todos somos tú

En el año 2001, resultó sorprendente el partido de fútbol entre los equipos de Treviso y Génova.

Un jugador del Treviso, Akeem Omolade, africano de Nigeria, recibia frecuentes silbidos y rugidos burlones y cantitos racistas en los estadios italianos.

Pero en el día de hoy, hubo silencio. Los otros diez jugadores del Treviso jugaron el partido con las caras pintadas de negro.


Eduardo Galeano
Los hijos de los días

viernes, 20 de junio de 2014

"Princesas raras" Patricia Esteban Erlés


PRINCESAS RANA

Las princesas rana eran pequeñas y verdes. No las dejaban salir de palacio, pero ellas solían escaparse los días de lluvia y saltaban por los jardines en vueltas en sus diminutos trajes de novia. El rey nos ordenaba que las capturásemos sin demora y salímos en su busca, muertos de asco. Pero bastaba con mirarlas un instante para comprender aquella desesperación resbaladiza que asomaba a sus ojos, cuando nos arrodillábamos a su lado y dejaban que las atrapáramos. Pedían a gritos un besos. Nosotros tan solo las devolvíamos al interior del estanque.

Casa de muñecas
Patricia Esteban Erlés

lunes, 16 de junio de 2014

Paseos Literarios por el barrio de Salamanca de Madrid



De vez en cuando ya sabéis que me gusta cuando paseo por Madrid fijarme en las placas de los escritores, o intelectuales en general, que encuentro en mi camino. Me parece mentira que yo pueda estar tan cerca de donde ellos vivieron. Y yo creo que sus pasos fueron tan importantes para la Literatura, con mayúsculas, para la Historia, que merecen que nos detengamos un poco en ellos y les recordemos.

El último paseo que nos dimos en este blog por las placas literarios fue en marzo. En esa ocasión nos lo dimos por el barrio de Salamanca, y nos detuvimos frente a la casa de Casona, de Pemán y de Baroja.Ya sabéis que si pinchais en el listado de la derecha en la etiqueta "Placas de escritores" podeis volver sobre estos paseos:


Hoy todavía nos vamos a detener en el barrio de Salamanca de Madrid pero vamos a ampliar el círculo, y vemos que alrededor de las casas de los escritores que os contaba antes, están las casas de:

Ramiro de Maeztu
Muy cerca del Museo del Prado, y también cerca de la casa del autor de teatro Alejandro Casona, está la del pensador, escritor y periodista Ramiro de Maeztu. Uno de los hermanos Maeztu, el mayor, que llegó a ser miembro de la RAE pero que murió en la guerra civil. De su hermana María de Maeztu hemos hablado muchas veces porque dirigió la Residencia de Señoritas. Su placa, la de Ramiro de Maeztu, es la que encabeza esta entrada, y la foto de debajo muestra la casa donde está.


María Zambrano:
Si seguimos nuestro camino pasamos por la casa de Pemán, de Baroja, y llegamos a la de la filósofa y  premio Cervantes María Zambrano. "Solamente se es de verdad libre cuando no se pesa sobre nadie; cuando no se humilla a nadie. En cada hombre, están todos los hombres", dice la placa. 


Ortega y Gasset:
Y cómo no podía ser de otra forma, de la discípula vamos al maestro, de donde murió la primera vamos a donde nació el segundo y nos encontramos en nuestro paseo con la casa donde nació el famoso filósofo José Ortega y Gasset. Hablábamos de él cuando comentaba la exposición de la Biblioteca Nacional Generación del 14. Fue uno de sus claros exponentes.




La placa está situada en el primer piso del núm. 4 de la calle Alfonso XII, enfrente del Retiro y al lado de la Puerta de Alcalá.

Bueno pues otro día seguimos con este tema... Espero que os haya gustado.