Hoy celebramos el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual
y transexual) también conocido como el Día del Orgullo Gay o simplemente
Orgullo Gay.
El primer relato que me premiaron, allá por el año 2002 en León, tenía
esta temática. Me ha parecido un buen día para volver a releerlo.
Aquí os lo dejo. Espero que os guste.
En este tiempo que te
aleja...
Rocío Díaz Gómez
El tiempo no es
sino el espacio entre nuestros
recuerdos.
Enrique F. Amiel
En este tiempo que te aleja van macerándose las
moras... he leído hoy en una de tus cartas. Sí, fíjate lo que son las
cosas, ahora cuando ando triste me da por releerlas, con el poco caso que les
hice nunca... “Quien no es agradecíu es mal nacíu...” decía mi madre y yo tengo
tanto que agradecerte, compañeruco... Escribiste aquello una de tantas veces
que estuvimos lejos... Yo también te echaba de menos, ¡qué coño! Toda la vida
me la he pasao echando de menos tantas cosas... No pongas esa cara, sí he dicho
¡coño!, “Tacu bien echau, vale más que Padrenuestro mal rezau...”
...Van macerándose las moras..., escribiste, las
moras... “Coge solo las negras, las mas
gorditas ya verás qué dulces se deshacen en la boca...” Pero... ¿te acuerdas?
yo no tenía paciencia, siempre acababa pinchándome. “Con cuidado, me decías,
con cuidado...” y yo veía como conseguías coger las moras más lejanas, las más oscuras sin hacerte nunca daño,
metiendo y sacando con maña los dedos entre las zarzas, llenándose poco a poco
las bolsas que llevábamos... Qué mal se me daba a mí coger moras, qué mal se me
han dado a mí coger tantas cosas, no se me iban a dar mal las moras... ¡Pero
qué buenas están... ! Me han gustado
siempre tanto que no paraba hasta que te convencía para que fuéramos a por
ellas... Bajábamos hacía el río por aquellos caminucos de tierra, aquellos
caminucos estrechos entre los árboles, sí, sí,
aquellos en los que después..., ¡Anda picarón cómo no me iba a acordar
también de eso... ! ¡Ay... cuánto más
vieju más pelleju...! Bajábamos, y nos deteníamos cada dos por tres a enredar
entre las zarzas, “Mira, mira cuántas...” se me hacía la boca agua solo de
verlas, allí tan cerca y tu enseguida ibas a por ellas mientras yo andaba
cogiendo ramas de los eucaliptos, “para que huela bien la casuca...” te
decía, pero sobre todo eran para los resfriaos...
para que respiraras mejor... ¡Ay abueluco que tienes razón...! que esto ha sido
ahora, a la vuelta... Es verdad... Entonces yo no me daba cuenta de los
eucaliptos, antes no trasteábamos con resfríaos... no trasteábamos con
doctores, ni medicinas, por aquel entonces solo éramos unos chavalucos...
Como en aquel tiempo maceraban las moras, ahora van
macerándose los recuerdos, y se me enredan unos con otros y ya no sé si hablo
de antesdeayer o de aquel tiempu... Hoy
he bajado a San Vicente, ayer los gatus ronroneaban y se estiraban contentos y
me dije mañana hará bueno... Y preparé todo para bajarme... ¿A qué va a ser...?
al mercadillo. ¿O no ves que hoy es sábado? Me ha bajado el de la Carmen, la
del mesón cuando iba a por el pan, yo por un ver ya iba por mitá el camino, por
un ver si la pierna ya me aguanta... Maldita artrosis... “La necesidad hace al
vieju, más que correr, trotar...” pero ¡Ay compañeruco! Menos mal que pasaba
éste porque yo ya no podía mas, he ido bien hasta Muño... ¿No te acuerdas...?
Muñorodero... Pero al ratu... ya iba a trancas y barrancas y veía que no
adelantaba nada. Ya, ya sé que podía habérselo pedido antes... Pero del buenu
se abusa... Y el de la Carmen al final siempre anda subiendo y bajando con
algún vecino... Y estos vecinos ya no son como los de antes... Siempre los
pasiegos hemos sido muy nuestros, que te voy a contar, pero antes éramos pocus
y conocíos... todos del terruño... ahora cada vez hay más de fuera, hay menos
trato y no es que no sean buena gentuca, que no he de reconocer yo las cosas,
pero... Ya sé, ya sé, “detrás vendrá quien buenu te hará...” tienes razón, tienes razón, éramos pocus y conocíos pero
muy estrechos de miras, mucho, con lo que hemos pasao tú y yo... Tienes
razón... Pero es que nosotros acuérdate, siempre fuimos como mosca en leche...
como mosca en leche.
Ahora, ¿sabes? Ya no es igual... ahora ya no se ve
tan mal... Aunque esto sigue siendo
pequeñuco, ya no es como antes... “Estu nuestro es mas vieju que mear
contra la pared...” acuérdate cómo tu me lo decías... Claro que no me lo decías
así, tu siempre tan letrado y tan fino, el maestro de la escuela. Don José
Eduardo te llamaban, Don José Eduardo Sánchez te llamabas, tan serio y ahora
con todas estas canas que ya peinamos, veo que eras tan joven... Sí, tú me lo
decías, pero a mi me costaba creerlo, que sí, que los pasiegos somos
recelosos... ¿Te lo he negado yo alguna vez...? Pero yo no había salido de Luey
como tu, no había estudiao... Para mí la vida era sencilla y dos y dos suman
cuatro: Si las vacucas se acuestan
todas del mismo lao va a llover, y si el perro aúlla un ratu largo barrunta
muerte segura... Tan sencillo como eso. Para mí el futuro era procurarse “buen
ganau, buena tierra y buena mujer... ¿Qué más se puede apetecer...?” ¡Ay quién
me lo iba a decir...! Eso debía ser la vida,
lo que mi padre me había enseñao y poco más. Ahora ya sé que p`al amor
no hay fronteras ni parentelas. Y cuánto dolor costó aprenderlo... cuánto
tiempu... Porque yo quise no, compañeruco, porque quise no, yo también quería
ser feliz pero es que nosotros dos juntos éramos como mosca en leche, como
mosca en leche...
A ti no solo te conocía todo el pueblo sino también
los de los alrededores, todos tenían que recorrer los kilómetros que
hicieran falta si querían aprender, ahora los chavalucos ya no caminan tanto
como entonces para ir a la escuela... Claro que ahora hay pocos por aquí, solo
ves correr más p`al buen tiempu, ya sabes que en veranu esto se llena... Ahora
muchos han arreglau las casucas y las alquilan... Los vecinos han de aprovechar...
las llaman con un nombre muy rimbombante “casas rurales” les dicen, y oye, con
salú y la bolsa colmá no hay penas ni ná... Hacen bien... andaban la mitá de
las casucas cayéndose desde hace una pila de años y ahora da gusto pasear por
el puebluco... No, nada que ver con el de entonces, nada que ver... Pero... era
el mío de chavaluco... el mío... Tú llegaste y me cambiaste la vida. Al
principio eras solo mi maestro, el señor maestro, qué importante... ¡Anda que
no se te cuidaba a ti bien por aquí...! Íbamos los chavalucos siempre con el
almuerzo para Don José Eduardo, la lechera con la leche recién ordeñada, y el
día de la semana que tocaba hacer el pan, caliente te llegaba, y los que venían
de los pueblucos de cerca de Unquera traían corbatas crujientes, recién
hechas... Nunca se sabía si en Val de San Vicente alcanzaría para pagarte el
jornal pero que la manduca no te faltase... Con el tiempo ya no pareció tanta
nuestra diferencia de edad, pero claro al principio los años se notaban... Tú
eras delgau y largiruchu, pero te alcancé... ¡Vaya si te alcancé y te pasé...!.
Eras tan amable... Siempre te gustó hablar con nosotros, te hacían gracia
nuestros juegos en los que siempre acabábamos tarifando ¿te acuerdas? Los
chavalucos solíamos atrapar sapulatus, murciélagos decías tu, y los clavábamos
a las puertas o a los troncos de los árboles haciendo que fumaran, éramos tan
ingenuos que creíamos que al repeler el humo terminarían maldiciendo... nunca
pudimos ver ese fenómeno, les teníamos tanta manía que siempre andábamos
persiguiéndolos; otras veces nos íbamos a las cuevas a orinar para que salieran
los grillos... la verdad es que no parábamos, pequeñucos y atolondrados. Cuando
no estábamos en clase te gustaba jugar con nosotros a los bolos que se estila
tanto por aquí, o te entretenías mirándonos con algún pequeñuco subido a
cuchas... Qué cosas, qué habrá sido de algunos... Muchos se fueron para la
Capital buscando mejor vida... Sí yo también me fui... No vuelvas otra vez con
eso... Ha llovido tanto desde entonces... ¡qué digo llovido! jarreado, con la
pila de años que nos han caído encima... Sí también yo busqué otra vida, me
escapaba de ti, fue duro tú lo sabes, muy duro... ¿Por qué cuesta tanto
encontrarse? ¿Por qué...? En fin... “mas males cura el tiempu que el
ungüentu...” ¡Cuántas veces invoqué la ayuda de las Anjanas! ¡Cuántas...!
siempre te gustó que te habláramos de nuestras leyendas y nuestros
duendes, las Anjanas, esas hermosas y
dulces ninfas de medio metro, con sus pequeñas alitas casi transparentes...
Esos seres bondadosos que lo único que no pueden hacer es enamorarse de un
mortal, con lo que renunciarían a su esencia... Y eso me pasó a mí, me enamoré de un mortal... Y eso en el terruño es como ser mosca en
leche, mosca en leche...
Oh... pero no cariñu, basura se escribe con be
no con uve... Te hablo y te hablo, ando pa`tras y pa`lante en el tiempo
recordando, pero no me he dado cuenta de que, como siempre, andabas con tu
cuaderno encima, andabas en tus hojas escribiendo... Basura con be,
cariñu, no con uve... “tengo que tirar la vasura, tengo que tirar la
vasura, tengo que tirar la vasura...” Esto no hace falta, ya te lo he
dicho, no te preocupes, si no te
acuerdas ya te lo recordaré yo... Con las frases tan bonitas que tu escribías,
se me parte el alma compañeruco, de verte ahora en lo que te entretienes... se
me parte el alma... tú que hacías aquellas poesías: “En este tiempo que te
aleja van macerándose las moras...”, tú
haciendo esas faltas... Yo era el de las faltas ¿O no te acuerdas?... Crecí silvestre contigo a mi lado, tú me
enseñabas las cuatro reglas por las mañanas y por las tardes disfrutabas con
nosotros... Eras mayor pero no tanto, algo más de dos lustros es una diferencia
que con el tiempo apenas se nota...
Debía andar yo por los diecisiete cuando aquella mañana de San Juan.
Como es costumbre tal día acudimos los vecinos al monte a buscar tréboles...
Otra de esas historias que a ti te gustaba tanto escuchar: En Cantabria es
tradición en esa mañana ir al monte a por tréboles de cuatro hojas, es muy
difícil encontrarlos porque la noche anterior los caballitos del diablo se han
dedicado a destruir todos. Los “caballucos del diablo” son otros de esos
animales imposibles en los que creemos. Son siete y parecen grandes libélulas,
tienen unas alas larguísimas y transparentes con las que vuelan velozmente por
el cielo de las noches cántabras. Siempre van juntos y son cabalgados por siete
demonios. Son muy malos para los montañeses porque queman y pisotean los campos
de mieses. Pero si alguien a pesar de todo consigue encontrar uno de esos raros
tréboles, le serán concedidas las gracias de la vida: vivirá cien años, no
sufrirá dolores en toda su vida, no pasará hambre y resistirá con ánimo sereno
cualquier contrariedad. Tú también te acuerdas de esa mañana, ¿verdad? Cómo no,
allí fuimos todos a por los tréboles, y como siempre no los encontramos. Pues
no es difícil ni na lo de los tréboles... Pero tu y yo encontramos otra cosa,
tropezamos con el roce de nuestra piel, el vértigo de sentirnos cerca... Y tú y
yo cerca era lo mejor y lo peor... Éramos como mosca en leche, como mosca en
leche...
“Quien primero nace, primero pace...”, a ti no era la primera vez que algo parecido
te ocurría, más tarde supe que hubo una razón para que te marcharas tan lejos
de tu casa a trabajar, ¡Ay mi maestruco que se vino al terruño huyendo de si
mismo! Pero “a onde irá el güey que no are...”. Después de aquella mañana de
San Juan nos buscábamos con las miradas, con las manos, entre los árboles, en
aquellos caminucos de tierra... Y no hubo moras suficientes entre las zarzas
que perdonaran tanta salida juntos... Yo ya había crecido, ya no era aquel
chavaluco, ya no tenía a qué andar tanto con el señor maestro... Y por mucho
que tú me dijeras... Por mucho que tú quisieras “hacerme el ver” de que esto
nuestru era mas vieju que mear contra la pared... A mí tampoco me cabía en la
mollera...
“¿Qué mas podía un hombre apetecer? Que buen ganau,
buena tierra y buena mujer...” Buena mujer, compañeruco, buena mujer... ¿Por qué mis manos escapaban hasta tu piel
sin darme cuenta? Me marché, me marché de mi puebluco y de ti. Me escapé
huyendo de lo que más quería... huyendo de mí mismo. Tú prometiste que
esperarías... Desde luego que ahora estas cosas no se ven tan mal, ahora salen por la televisión, y van juntos
por la calle de las manos, y tienen un día para ellos en que salen todos juntos
a celebrarlo... ¿Qué quieres que te diga compañeruco? Yo soy de otra época, soy
vieju ya para esos alardes... Ya no me
importan vecinos, pero gritarlo a los cuatros vientos... eso ya es harina de otro costal. Entonces
no, entonces dos hombres siempre solos, siempre juntos, destacaban mucho, “pa
lo que está a la vista, no hace falta candil...” Entonces... éramos como mosca en leche, como mosca en
leche...
Me sentí obligau a marcharme y me busque una buena mujer: “Melón y
casamientu es cosa de acertamientu” y se puede decir que yo acerté. Ella era
una buena tudanca, de fuertes carnes que preparaba unas rabas que te chupabas
los dedos, sí, gloria bendita eran esas rabas… Ella me tenía siempre la casuca
soleada y limpia, ella me quería y yo... me dejé querer. Y así nos fueron
cayendo los años encima... Dios no nos
mandó chavalucos así que ellos no llegaron... Lo que sí me llegaban eran tus
cartas, compañeruco, tus cartas con tus poemas... Y mientras las leía se me
humedecían los ojos como los ojucos de los sapulatus cuando les hacíamos
fumar... Pero una vez repasadas las guardaba en su sobre para no verlas más y
seguía dejándome querer...
A ver, enséñame qué andas escribiendo ahora en ese cuaderno, toda la
vida escribiendo y escribiendo... “Tengo que lavarme los dientes a mediodía y
por la noche, tengo que lavarme los dientes a mediodía y por la noche...” ¡Ay
vieju... no te castigues tanto!. Dijo el médicu que “el problema no era que no
supieras dónde dejaste las llaves, sino que a veces no sabrías para que sirven
las llaves...”. Y con aquella frase ya no necesité más explicaciones de tu mal,
de esta enfermedad... Con las cosas tan bonitas que tú me escribías, con
aquella letra tan igualita y tan perfecta, y ahora... Hasta en aquel lugar tan
conocido para ti que era la ortografía esa dichosa, te pierdes... Haces faltas,
no consigues encontrar las palabras... Te castigas tú mismo como hacías con nosotros
cuando éramos pequeñucos y nos mandabas copiar mil veces... Te castigas tu
mismo para que no se te olvide por lo menos cuidar de ti mismo... Pero yo ya
estoy aquí, cariñu, ya estoy aquí...
Necesité que ella se muriera para que mi conciencia me dejara volver,
necesitaba saber que había cumplido como un hombre, como un buen marido, para intentar ser feliz... Me prometiste que
me esperarías y aquí estabas... Dicen que “en nidos de antaño, no busques
pájaros hogaño”, pero mi nido seguía en Luey... Y mis manos, ya arrugaducas y
curtidas por el tiempu, seguían escapando hasta tu piel sin yo darme ni
cuenta... Ahora me releo y releo todas esas hojas que me escribiste y nunca
llegaste a enviarme, releo y releo las que mandaste, todas, fíjate lo que son las
cosas, con el poco caso que las hice nunca... Ahora nos ganamos la vida con
este arte que nunca supe que tenía para moldear duendes y personajes, animales
imposibles y personajillos de nuestra mitología que te gustaba tanto escuchar,
y gusta tanto comprar a los de fuera... Y en Santillana por la cerámica se paga
bien... no nos va a faltar entre tu pensión y lo mío nunca la manduca... Tú
maestru de letrucas y yo de leyendas y brujas... “A tos nos hizo Dios de barru,
pero unos valemos pa orinal y otro pa jarru...”.
Mira el cielo, está poniéndose
de color panza de burra allá por el sur, norte claru, sur oscuru, chaparrón
seguru... Venga, cariñu, recoge los cuadernos y los lápices que habrá que irse
pa la casuca... Esperemos que escampe pronto,
acuérdate que a la otra semana vienen tus sobrinos, alquilaron una de
esas casas rurales cerca de Potes y han dicho que se acercarán algún día a ver
a “las locas...” Ya sabes cómo son estos chavalucos de hoy en día, “las locas”
nos llaman, que nos llamen como quieran... ¿Verdad compañerucu? Que vengan que
aquí estaremos, tu escribiendo tus deberes y yo recordándote la vida, para que
en este tiempu que te aleja no se te olviden las cosas.
No se te olviden...
Rocío Díaz Gómez
Muy bien, Rocío. Y esta veta cántabra, ¿de dónde ha salido? Desde luego, puedes con todo. A ti, Dios te modeló con el mejor "barru" posible, el de la ternura.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato y también el motivo de traerlo hasta aquí. Y me ha gustado especialmente ese tono tan contenido, íntimo, en el que se mueven los personajes. A veces se relaciona tanto ese mundo con la sexualidad, que los sentimientos parecen quedar en un segundo plano.
Que tengamos que estar así a estas alturas, ¿verdad?
Enhorabuena. Un beso.
Muchas gracias Iñaki. Es un relato muy antiguo, ahora le corregiría un montón de expresiones, la verdad. Pero le tengo mucho cariño porque me dieron un premio por él en León que estuvo muy bien. Lo escribí después de pasar unos días en Cantabria con mis amigos, y no sé me vine con esa idea rondando en la cabeza. Me parecía oportuno por el día, y sí se trata de dos personajes muy tiernos. Me alegro de que te guste, aunque ya te digo que yo, el fondo no lo cambiaría, pero varias cosillas en cuánto a la forma sí. Muchas gracias por seguir ahí y por estos comentarios tan constructivos. Un beso grande, Rocío
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