Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 27 de junio de 2010

PhotoEspaña 2010 a la de 2... Adriana Lestido "Amores Difíciles"



La segunda exposición de PhotoEspaña que ví, la misma tarde que la de "Las tres orillas" de Daniel Mordzinski, fue la que está en la Casa de América: "Amores difíciles" de Adriana Lestido.

Está muy cerca, apenas un paseíto desde la plaza de la Audiencia Nacional donde está el Instituto Francés, por el paseo de Recoletos hasta la Casa de América, además es un paseíto por un lugar de los más céntricos y bonitos de Madrid, al menos para mí.

Me suelen gustar las exposiciones que hay en la Casa de América. 



En este caso eran todas fotos en blanco y negro. La exposición está compuesta de varias series pero todas tienen como hilo narrativo la maternidad. Las series son: "Hospital Intafo Juvenil "que es una visión del mundo de los niños en un entorno hospitalario, "Madres adolescentes" refleja una poco la soledad en una casa de acogida, "Mujeres presas" habla del espacio carcelario, "Madres e hijas" refleja un seguimiento en cuatro parejas de madres e hijas, "El amor" y "Villa Gesell" son las últimas y versan sobre la dificultad de amar.



Es una exposición que crea un clima instrospectivo, emocional, de vivencias... A mí la verdad es que me dejó un poso gris, casi triste.

Pero prefiero no deciros nada más. Os dejo las imágenes para que hablen ellas y os hagáis una idea...

Casa de América
Adriana Lestido: Amores difíciles
Del 10 de junio de 2010 al 29 de agosto de 2010
De lunes a sábado de 11 a 20 h
Domingos y festivos de 12 h a 15 h



PhotoEspaña 2010 a la de una... "Las tres orillas" Daniel Mordzinski



Hay quienes hacen el camino de Santiago (yo lo haré algún día...) y hay quiénes hacemos el camino de PhotoEspaña2010 en Madrid. Tiene que haber gente para todo...

Me gustan las exposiciones de fotografía, me gustan mucho. Asi que PhotoEspaña me parece un filón. ¡Ay quién estuviera prejubilado...!

En fin...

Cada uno por supuesto puede empezar por la que quiera...




Pero yo comencé por la de "Las tres orillas" de Daniel Mordzinski, el argentino afincado en París y nacido en 1960. ¡Era de escritores cómo no iba a empezar por ésta...! Soy débil...

"...Sobre el gran mapamundi de las letras se superpone una delicada, original y vivísima cartografía literaria -tres ángulos pero muchos vértices- que une las novelas, los poemas y los relatos de todos estos escritores a sus rostros, sus miradas, sus sueños, convertido ya en el imaginario de millones de lectores que habitan el triangulo invisible que Daniel Mordzinski desvela aquí y ahora."



 Es una exposición que se ve relativamente pronto, es pequeña. Son 150 fotos de retratos  de escritores hechos tanto en blanco y negro como en color. Son fotografías originales donde cada autor posa en diferente lugar, y de diferente forma.

                                      Almudena Grandes y García Montero

"Mordzinski no registra momentos: los fabrica", declaró en su momento el escritor Andrés Neuman. "Yo, créanme, soy una persona seria, una persona normalísima, pero el tipo de las fotos no; la culpa es de Daniel Mordzinski, que primero le saca a uno el alma de las tripas y luego le retrata", opinó Javier Cercas. Según Mario Vargas Llosa "él sirve a quienes retrata esforzándose en aprisionar su verdad profunda y tratando de desaparecer él mismo detrás de su cámara".

 Andrés Neuman


 De izda a dcha y de arriba a abajo: José Luis Sampedro, Eduardo Berti, Ramiro Fonte y Millás

 A mí me gustó mucho. Solo necesitais un ratito, porque se ve rápido, un ratito que sea laborable, porque solo abren de lunes a viernes... Ah! y cierran pronto... 


Del jueves 10 de junio al viernes 23 de julio
Entrada libre de lunes a viernes de 10.30h a 20.00h
Marqués de la Ensenada, 10- 91 7004800 begin_of_the_skype_highlighting              10- 91 7004800      end_of_the_skype_highlighting


Galerie de l’Institut Français de Madrid

viernes, 25 de junio de 2010

Aureliano Cañadas y Jose María Herranz recitando en Libertad 8



Bueno pues tal y como os contaba en su día, el 15 de junio a las 8 de la tarde en Libertad 8, leyeron dos de mis compañeros tertulianos más prolíficos en premios, libros y versos: Aureliano Cañadas y José Mª Herranz. 

De ellos ya os he hablado otras veces en este blog, así que no voy a repetirme:
http://rociodiazgomez.blogspot.com/2009/10/presentacion-del-libro-de-jose-m.html


 Solo deciros que se repartieron como buenos poetas y mejores amigos (¿O es lo contrario?) un recital de poesía variado y heterogéneo, puesto que cada uno tiñe su poesía de forma muy distinta y particular. Como decían ellos mismos entre bromas, aunque los dos son miembros del Círculo de Bellas Artes, mientras a Aureliano sus contertulios le llaman "maestro", algunos versos de José María les escandalizan por su poesía mística, dionisíaca y surrealista.

El recital duró apenas una hora (por motivos del local que quiere hacer muy rentable la tarde entre poetas y cantautores) pero fue una hora muy ágil, saltando de uno a otro poeta. Si leía Jose María los poemas eran más largos, entonces Aureliano leía en su turno dos o tres de los suyos más breves, para compensar. Esto hacía que la presentación fuera ágil, diversa, muy rica en versos y distintas voces. Además y sobre todo, disfrutamos de una hora de poesía muy elaborada, muy cultivada, pues ambos tienen detrás muchas horas de estudio y trabajo académico en versos y lo que no son versos. 

Y cómo últimamente los recitales de poesía son mucho más originales, para terminar se rifó un cuadro hecho por Aureliano, un collage vegetal, entre los presentes.


Y por si eso no era poco, además, también Aureliano terminó por coger el micrófono y pasarse elegantemente al terreno de la canción, y allí mismo que nos deleitó con un fado entonado con muchísimo sentimiento.

¿Quién pensaba que los recitales de poesía eran aburridos?



 Os dejo con un par de poemas suyos:



DICEN QUE LA TRISTEZA TIENE DUEÑO

Dicen que la tristeza tiene dueño,
que sólo le permite
salir por la mañana de los lunes
y siempre pregunta: ¿A dónde fuiste?
¿A quien has visto? Y ella
responde: Al parque, pájaros.

¿Qué pájaros? Gorriones

En las ramas desnudas,
en los bancos desiertos,
por el cesped escarchado donde yacen
los restos del naufragio de los sábados.


Dicen que una mañana había un mirlo,
que contemplo su vuelo,
lo negro del plumaje,
el color de su pico inconfundible.

Y cuando regresara,
respondío una vez más:
gorriones.

Aureliano Cañadas




Dama luminosa,
bosque encantado,
dioses eternamente
jóvenes, cabalgando,
cabalgando las riendas
de un blanquísimo unicornio
en la infancia medieval
de este ensueño táctil, ciego.


Tu pálida y hermosa desnudez
levanta remolinos otoñales
de hojas mágicas,
árboles vivísimos y ancianos,
musgosos brocados,
jóvenes eternamente
deificados, cabalgando,
cabalgando a la dama
prisionera del bosque
pero dueña del alma del mundo.

Engéndrase así el tiempo,
lento y voraz como el fuego
vibrante, como el viento
arrasador, como el agua
en su espejo, como la tierra
de la diosa germinal.

El sexo en el bosque
es sagrado, la dama luminosa
expande en silencio su trueno
destructor, tu cabeza estalla
en orgasmo de luz omnipotente
y en extraña cópula
feliz y hermafrodita.

Jerarquía de dioses cabalgando
las riendas luminosas y vibrantes
de la juventud.
Bendita inocencia.
Bendita ignorancia.
Bendita cópula sagrada
que nos une al pueblo inmortal.

Dama luminosa eternamente
extática
en el centro del bosque.
Tu mirada retumba el pensamiento
y el desnudo adolescente se te ofrece
en total abandono.
Cabalgando,
cabalgando el milagro imposible del mundo.

Jose Mª Herranz (Inédito)


jueves, 24 de junio de 2010

Celia Cañadas en Libertad 8





A mí me gustaría que conocierais a Celia Cañadas. Que la conocieraris poéticamente hablando. Porque creo que si no lo hacéis os estais perdiendo algo importante. Y no está la vida para perderse cosas buenas...

Yo no sé si a Celia le vendrá la poesía por línea paterna, su padre es Aureliano Cañadas de quién ya os he hablado en este blog otras veces, no sé la verdad si eso se hereda, si es así ya venía la niña con muy buenos genes para los versos. Pero se herede o no, a Celia se le da muy bien lo de la poesía. Su poesía es sentimental, cotidiana y cercana. Es una poesía que te acaricia la piel y te la traspasa. Una poesía sugerente. Una poesía que hay que tener en cuenta.

Dice Celia de su afición a la escritura: "Manipulo las palabras (cuántas veces fue a la inversa) en ocasiones, para ordenar mis sentimientos, otras, para desorientar al resentimiento o simplemente, por pura diversión".

Aquí os dejo el poema que leyó el martes pasado, día 15 de junio, en Libertad 8 en el recital poético que dió su padre, Aureliano Cañadas con Jose Mª Herranz y del que os hablaré más adelante. En un momento dado su padre la atacó a traición con un: "Y ahora me vais a permitir que saque a mi hija, ella no sabe nada, que me he traído uno de sus poemas para que os lo lea..." Así que allá que fue Celia, obligada por las circunstancias, mirando para abajo y muerta de verguenza, para leernos este poema que os dejo y que yo le pedí después.

Días más tarde ella me mandó este correo: "Te mando el poema que mal leí el martes, por si lo pones en tu blog, yo feliz si alguien quisiera leerlo..."

¿Verdad que sí quereis leerlo? Por favor no dejeis de hacerlo, porque merece la pena. Aquí Celia Cañadas, aquí los lectores de mi blog:


El viento no le fue propicio

A Virginia Woolf


Esta cadencia de agosto
en pleno marzo
aventa lo que ocultan
nuestras aguas estancadas.

En los jardines
crece la hierba
y son otros
los que se abandonan
a lo irregular del terreno,
como nosotros
a la regularidad de las sombras.

Ruedan
ajenos a la gravedad
y a su risa,
ajenos al ridículo
de mi braceo al aire,
a los números, miserables,
como piedras insatisfechas
rompiendo los bolsillos
de mi traje.


Celia Cañadas Marques-Repas

miércoles, 23 de junio de 2010

Joaquín Sabina y yo... ayer en Las Ventas




Hoy soy más joven que ayer. Os lo tenía que contar.

Porque dice una canción de Joaquín Sabina “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…” Pues yo a sus conciertos vuelvo una y otra vez. Una y otra. Por eso mismo. Porque es un lugar donde soy feliz.

Ayer otra vez, junto a miles y miles de personas, pisé Las Ventas, esperando a que Sabina saliera en el que dice que seguramente será su último concierto a lo grande en Madrid. Y mientras nos lo dice se le quiebra la voz, y la multitud a la de una quiere arroparlo y se levantaba en bloque y le vitorea al unísono, como en una nana.
No lo sé. Quizás. Pero si es así yo habré estado en el último. Y todo porque ayer mismo por la mañana mi amiga Ana me llamó para hacerme una proposición deshonesta: “Rocío que te llamo porque resulta que tengo una entrada para el concierto de Sabina de esta noche…” YO VOY, YO VOY, dije sin querer oír más. Bendita Ana, querida Anita, que me despierta de golpe del letargo laboral con uno de los regalos que más ilusión me hacen en el mundo: Un concierto de Joaquín Sabina. Y otra vez canté a gritos, salté, me apretujé y disfruté de todas sus canciones. Porque ayer hizo un recorrido muy amplio por todo su repertorio. Del último disco cantó como mucho tres canciones. Todas eran de siempre. Y allí cantaron todos, cantó Panchito Varona, cantó García de Diego, cantó Marita, la chica que le acompañaba, cantó todo el mundo y canté yo. En el ruedo. Como hacía veinte años…



Y Sabina además de cantar hablaba mucho. Nos hablaba mucho. Y nos dijo que había estado como cuatro años sin escribir una sola canción y que él buscaba a las Musas y las esperaba pero nada, y mientras Almudena Grandes le hacía tortilla de patatas, y mientras Luis García Montero le corregía los sonetos, que luego Chus Visor le publicaba… y venga a escribir pero canciones nada, pero que nada, de nada, que las Musas no venían, que las Musas estaban follando con Serrat… y en algún lado estaba Fernando León de Aranoa grabando todo el concierto para un documental o una película que quiere hacer.

Y como dice Sabina “Nadie se ha muerto por ir sin dormir al currelo” y claro que no me he muerto, no me he muerto pero me muero, me muero todo el rato de sueño con estas escasas cuatro horitas en brazos de Morfeo que he estado, pero ¿Y lo bien que estuvo el concierto de ayer? Lo bien, bien que estuvo…

Rejuvenezco con cada uno de esos conciertos. Y os lo tenía que contar. Hoy soy más joven que ayer. Mucho más. Y he vuelto a un lugar donde he sido feliz, y lo he vuelto ser. Feliz.

Os dejo dos de las canciones que más me gustan de Sabina, y que ayer, qué suerte, nos cantó:


Amor se llama el juego (Joaquin Sabina/1992)


Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reir.
no es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor
es la hora de dormir.

Duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejó,
mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te dí cuando juré
escribirte una canción.

Un dios triste y envidioso
nos castigó
por trepar juntos al árbol
y atracarnos con la flor de la pasión
por probar aquel sabor.

El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.

Ni inocentes ni culpables
corazones que desbroza el temporal,
carnes de cañón.
no soy yo, ni tú, ni nadie,
son los dedos miserables que le dan
cuerda a mi reloj.

Y no hay lágrimas
que valgan para volver
a meternos en el coche
donde aquella noche en pleno carnaval
te empecé a desnudar.


El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.


Peces de ciudad
Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.


Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

lunes, 21 de junio de 2010

"De sotanos y azoteas" Juan Carlos Fernández León


 El último libro que he leído ha sido "De sotanos y azoteas", el libro de cuentos ganador del Premio Tiflos de Relatos 2009. Ya os hablé de él, cuando os conté que estuve en la Feria del Libro a ver a su autor Juan Carlos Fernández León (http://rociodiazgomez.blogspot.com/2010/05/juan-carlos-fernandez-leon-escritor.html ), amigo de letras y sobre todo gran cuentista, que estuvo firmando ejemplares de esta obra el primer domingo que estuvo la Feria del Libro en Madrid.

De sótanos y azoteas ha sido publicado por la editorial Castalia, y tiene ahora el honor y sobre todo el orgullo de compartir publicación con buenos cuentistas del momento que ganaron otros años anteriores ese mismo premio.

Se compone de nueve cuentos, nueve historias de héroes de barrio, de personas normales y corrientes, de nuestro vecino de enfrente, de nosotros mismos. Porque cada una de esas historias podría ser la nuestra, tal es el grado de cotidaneidad del que están empapadas. Son casi todas historias de jóvenes de un barrio cualquiera de Madrid, de Hortaleza, que además es mi barrio. 

Así que eran muchos los hilos que mientras leía me ataban a esos cuentos, mi proximidad con su autor, mi identificación con un tiempo y con un espacio. Cuentos tan bien descritos, tan bien contados, que me permitian zambullirme de nuevo en ellos como si nunca hubieran pasado los años por mí.

Cómplices, Los imperdibles de la memoria, Se van a ver las navajas, De sótanos y azoteas, La alquería, Tatuajes, Los antagónicos, Diario de la operación masacre y Soneto, son los títulos de los nueves cuentos. Nueve cuentos madrileños, nueve cuentos con un poso de nostalgia, quizás de amargura en su  interior. Nueve arañazos para la memoria y el corazón, porque son historias que no te dejan indiferente, sino que casi te incomodan, te revuelven por dentro, te cogen de las solapas como si quisieran decirte: "Esto es la vida ¿sabes? es esto, así que espabila... y crece"

Qué bien domina Juan Carlos Fernández León la técnica del relato. Como usa y abusa de la primera persona y de la segunda para que nada más comenzar a leer tardes medio segundo en implicarte en la historia, en reconocerte en ella. "Acaba de salir el sol, Germán, y pienso en tí." Esta es la primera frase del primer cuento "Cómplices". "Pensé en el tatuaje cuando me vino a la cabeza la fecha de nuestro aniversario. Me pareció una idea, una solución digna al problema de los regalos..." Así comienza otro de los cuentos: "Tatuaje". ¿Os dais cuenta? Eso unido a su forma de narrar, mezclando la descripción con las reflexiones, ya te ha atrapado sin remedio: "El tío Leando aseguraba que por las venas de Mario corrían manantiales de leche, y se preguntaba a quién habría salido, a qué miembro de su familia le había copiado sus costumbres, esos hábitos de mirar las cosas de soslayo, como si estuvieran torcidas, como si les buscara un orden oblicuo muy distinto a su geometría natural..."( de Se van a ver las navajas).

Tiene un estilo directo, ágil, fresco, que resulta ameno y entretenido. Y aborda los grandes temas, el amor, la amistad, la complicidad, el incesto, la violencia, la nostalgia, el paso del tiempo... a veces tensándolos hasta casi retorcelos, hasta casi hacerte daño con las palabras, con las situaciones, con la historia, con los personajes, con su forma de ver el mundo y sentirlo, y otras sin que te des cuenta haciéndote sonreír.

Los personajes, como ya he dicho, son casi todos jóvenes, jovenes de barrio. O vecinos, vecinos de bloque. Y hábilmente Juan Carlos Fernández no solo los ha encuadrado en su propia historia, sino que los ha sacado de ella para introducirlos en alguna otra, consiguiendo una mayor unidad entre los relatos, una mayor visión de conjunto.


En cuánto a la forma tengo que confesar que me ha gustado mucho él último cuento: Soneto. Me ha parecido un gran acierto su división, tal y como correspondería a un verdadero soneto poético, en dos cuartetos y dos tercetos; división que a su vez se corresponde y se adapta perfectamente a las cuatro plantas de un bloque de vecinos.

Si queréis un libro de relatos dulces o amables no os leais este libro. Pero si queréis buena literatura, si queréis adentraros en un pedazo de vuestra realidad, si queréis sentir, oler, volver al barrio del que salisteis, volver a los ochenta y tantos, si queréis que os zarandeen por dentro con una forma cercana y al mismo tiempo hábil y exacta de narrar, por favor, no dejeis de leerlo.


Juan Carlos Fernández León (Madrid 1971) Se licenció en Filología Hispánica y actualmente es profesor de Lengua y Literatura en un Instituto. Colabora en las revistas Eñe, El Problema de Yorick y Cuaderno Sie7e. Por su narrativa breve ha obtenido los premios Miguel de Unamuno, el Nacional de Periodistas de Ávila y el Villa de Mazarrón. Fue finalista del Coseña Ñ 2009 y del Max Aub. De Sotanos y Azoteas es su primer libro publicado.

"Las olas" de Manuel Vicent



Estoy leyendo en estos días "El cuerpo y las olas" de Manuel Vicent. Es una recopilación de columnas publicadas en el Periódico El País.

Me quedan aún muchas páginas. Qué gusto...

Pero quería dejaros con la primera de esas columnas... es una buena filosofía de vida.




Manuel Vicent:


Las olas

El mar sólo es un conjunto de olas sucesivas, igual que la vida se compone de días y horas, que fluyen una detrás de otra. Parece una división muy sencilla, pero esta operación, incorporada a la mente, ha salvado del naufragio a innumerables marineros y ha ayudado a superar en tierra muchas tragedias humanas.

Recuerdo haberlo leído, tal vez, en alguna novela de Conrad. En medio de un gran temporal, el navegante piensa que el mar encrespado forma un todo absoluto, el ánimo sobrecogido por la grandeza de la adversidad entregará muy pronto sus fuerzas al abismo; en cambio, si olvida que el mar es un monstruo insondable y concentra su pensamiento en la ola concentrada que se acerca y dedica todo el esfuerzo a esquivar su zarpazo y realiza sobre él una victoria singular, llegará el momento en que el mar se calme y el barco volverá a navegar de modo placentero. Como las olas del mar, los días y las horas baten nuestro espíritu llevando en su seno un dolor o un placer determinado que siempre acaba por pasar de largo.

Cuando éramos niños desnudos en la playa no teníamos conciencia del mar abstracto sino del oleaje que invadía la arena y contra él se establecía el desafío. Cada ola era un combate. Había olas muy tendidas que apenas mojaban nuestros pies y otras más alzas que hacían flotar nuestro cuerpo; algunas llegaban a inundarnos por completo con cierto amor apacible, pero, de pronto, a media distancia de nuestro pequeño horizonte marino aparecía una gran ola muy cóncava adornada con una furiosa cresta de espuma que era recibida con gritos sumamente excitados. Los niños nos preparábamos para afrontarla: los más audaces preferían atravesarla clavándose en ella de cabeza, otros conseguían coronarla acomodando el ritmo corporal a su embestida y quienes no veían en ella una lucha concreta sino un peligro insalvable quedaban abatidos y arrollados. Con cuanto placer dormía uno esa noche con los labios salados y el cuerpo cansado, abrasado por el sol pero no vencido.

La práctica de aquellos baños inocentes en la orilla del mar es la mejor filosofía para sobrevivir a las adversidades. El infinito no existe, el abismo sólo es un concepto. Las pequeñas tragedias de cada día se componen de olas que baten el costado de nuestro navío. La única sabiduría consiste en dividir la vida en días y horas para extraer de cada una de ellas una victoria concreta sobre el dolor y una culminación del placer que te regale. Una sola ola es la que te hace naufragar. De esa hay que salvarse.