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lunes, 16 de octubre de 2023

Y tocar casa

 


Volver.

Volver con los bolsillos abultados de caras y paisajes, 

nombres de pila y topónimos. 

Volver envuelta en otros olores, saborear otro pedazo del mundo, 

ensanchar el horizonte y afianzar las coordenadas.

Volver.

Quitar el polvo a los sentidos, a las pupilas, al alma.

Olvidar el reloj de fichar, los deberes, la rutina.  

Volver.

A los compañeros, a los amigos, a quienes quiero. 

Volver. 

Enriquecerse. Crecer. Volver

Y tocar "casa".








sábado, 30 de septiembre de 2023

Septiembre. Los Picapiedra y los podcast, los viajes y los cumples.

 


Tal día como hoy, un 30 de septiembre, pero de 1960 se emitió en Estados Unidos el primer capítulo de Los Picapiedra. 

¡La de aventuras en blanco y negro que yo vería de pequeña de Pedro y Vilma, Pablo y Betty, Pebbles y Bang Bang. Viene volando desde lejos la conocida sintonía mientras me aguanto las ganas de chillar como una loca: ¡Vilmaaaaaa! 

El 30 de Septiembre también se celebra el dia del podcast. ¡La de podcast que habré escuchado yo mientras voy caminando por la calle! 

Cuando yo llegué a este mundo Los Picapiedra ya llevaban tiempo en nuestras casas. Empezó a emitirse en España en el año 1964. Cuántos septiembres distan desde aquellos dibujos animados de Los Picapiedra que veía yo sentada, en el suelo y frente a la tele, escoltada por mis hermanos y con mi bocadillo entre las manos, hasta los entretenidos e interesantes podcast que ahora voy escuchando por la calle mientras la pulsera de mi muñeca va registrando fielmente mis pasos.

Mucho, muchísimo, ha cambiado el mundo y mi vida. 

Sin embargo, cada uno de esos septiembres guarda el tesoro de un viaje. Unas veces a un destino más cercano, otras a algunos más exóticos y lejanos, pero siempre, siempre, llegado este mes, desde que empecé a disfrutar viajando, no he dejado de hacerlo. 

Septiembre me tiene reservado siempre un viaje y un cumpleaños. Septiembre me los atesora todos y así he ido viviendo cada septiembre de mi vida, viajando y soplando velas. Y cuando no hay velas se inventan, como en este último, que mientras mis sobrinos me improvisaban con los dedos los números romanos de la cifra que cumplia, yo soplaba la llama de un encendedor.

Aunque al final para que, igual que se me olvidaron las velas, se me olvidara pedir el deseo.

No tengo remedio.

Tampoco es la foto en la que salgo más favorecida, pero ¿importa? Importa el dulce momento, e importan todas las felicitaciones y cariños que recibí a cuenta del cumple. Gracias a todos.

Hasta dentro de un año, querido septiembre, qué bien te has portado siempre.


 


domingo, 17 de septiembre de 2023

Peristeres, otro faro griego

 

A esa distancia en la que ya no se distinguía lo que era cielo o mar te percibí a lo lejos. Quizá fueras una gaviota, o un barco. A lo peor no serías nada, a lo mejor un faro que salía a nuestro encuentro.

Saqué mi cámara e intentando mantener el equilibrio mientras nuestro barco no dejaba de avanzar, me encomendé a su zoom. Y de pronto, enfocando con mucho cuidado: ahí estabas. Coronando un pelado islote. También de roca y aún en pie, ahí apareciste: solitario, único.

Aunque desmoronándote.

Daba un poco de pena verte. No te voy a engañar. No eras más que las ruinas del que debiste ser un día. 

¿Cuál era tu historia? me pregunté. Pero tuve que seguir mi camino, no era más importante, pero sí lo suficientemente urgente como para dejarte para más adelante.

Ya en casa, pasados los días, me acordé de ti. Me descargué las fotos y ahí estabas, aguantando el tipo, e incluso hubiera dicho que posando lo más marcial que podías. En el porte se te notaba que habías sido un faro atractivo, aunque ya era evidente que no estabas en uno de tus mejores días. Se te está comiendo la maleza, qué lástima.

Mientras te contemplaba de cerca, te presentaste al fin: Peristeres, señora, para servirle.

Con lo poco que me gusta que me llamen "señora". Empezamos bien, me dije. Pero no quise descortés, tampoco te pedí permiso para fotografiarte de frente y perfil, así que yo también me presenté. Y entonces, a pesar de las evidentes dificultades entendiendo tu griego, pude enterarme de que te habían construido los británicos en 1828, cuando dominaron las islas Jónicas. Eras de los más antiguos. Marcabas el comienzo de la parte más estrecha del canal que separa Corfú de Albania. 

O al menos eso me pareció entender de la parrafada que me dijiste. Ya te digo que mí el griego se me hace un pelín árido... Su caligrafía me parece una preciosidad pero al oído... en fin.

Parece ser que tu declive llegó por terremotos y bombardeos alemanes en la segunda guerra mundial. Y así quedaste.

¡Ay Peristeres! qué mal aspecto te ha dejado el paso del tiempo. Pensé. Aunque tienes un nombre muy bonito "Peristeres", y te lo dije, nunca sobra un comentario agradable. 

Muchas gracias. Significa "Las Palomas", contestaste.

Sí, definitivamente, me gusta tu nombre. Me confirmé. Aunque fíjate que casi más en dicho en griego.

Encantada Peristeres, te dije, un placer haberte conocido. Ojalá vuelva por aquí algún día y de nuevo coincidamos. 

Aquí la espero señora, contestaste ceremonioso. Este Peristeres... y dale con llamarme "señora"... Pero solo te contesté:

"Ojalá, Peristeres, ojalá."








viernes, 15 de septiembre de 2023

Corfú

 


 "En algún lugar entre Calabria y Corfú es donde el azul empieza de verdad" Lawrence Durrell.


Y mientras el avión iba ascendiendo nos alejábamos, con un pellizco de nostalgia, de un Corfú que se había vestido de gala para despedirnos. Un bello Corfú que se estiraba perezoso bajo un luminoso sol mientras sus orillas las bañaba el mar más azul que habíamos visto.

No pude evitar pensar que lo hacía adrede. Quería estar deslumbrante para que la echáramos de menos. Eso, y lo de haberse mostrado lloviendo durante tres días seguidos, para no permitirnos ir a Paxos y Antipaxos. Lástima. Dicen que siempre hay que dejarse algo para volver. Corfú se había asegurado de que nos lo dejábamos. Se había asegurado nuestra vuelta.

No es ya el Corfú de los Durrell, no en vano hacía unos noventa años que estuvieron, aunque buscamos su rastro afanosamente por la isla. Tampoco es ya la isla de la que se enamoró Sissí antes de construirse su palacio. Más pude entender perfectamente que Poseidón se enamorara de la ninfa Korkyra, la secuestrara, y la trajera a esta isla otorgándole su nombre.

Kerkyra en griego. 

La isla de los feacios. 

Corfú.

Esa mancha verde sobre el azul precioso del Jónico. Esa isla alfombrada de miles de olivos y cipreses, que guarda la huella de los venecianos que la poblaron. Terrible y bellamente decadente en sus casas, con su precioso casco viejo y su faro, también tiene a Kanoni, esa península coronada por un blanco monasterio rodeado de agua, que no puedes evitar fotografiar una y otra vez.

Corfú hoy suena a todos los aviones que no dejan de entrar y salir. Aunque entre ellos no deja de escucharse el eco de Ulises arribando a ella tras su larga Odisea.

Corfú palpita sin estridencias, llena de contrastes, y se muestra como la isla tranquila y discreta que, sin embargo, tal y como me temía te seduce. 

 



 




miércoles, 13 de septiembre de 2023

Toulouse-Lautrec en Albi


 


Toulouse-Lautrec murió en septiembre, exactamente un 9 de septiembre, pero de 1901. 

Había nacido en Albi (Francia) y allí está su Museo, que visité este verano y creo que es una de las mejores visitas a Museos que he hecho y haré.  

Buena parte de esta impresión me la llevé gracias a David, el guía que nos lo fue contando y que ya me gustaría a mí que me esperara siempre a la puerta de donde fuera, para enseñarme esta o aquella exposición. Veníamos de que nos enseñara la catedral de Albi y ya tenía nuestra admiración total. No solo era ameno y agradable sino que te daba un montón de información de forma muy didáctica, salpicando su disertación de anécdotas y curiosidades. Lo mismo que uno no olvida a los buenos profesores, tampoco se olvida de los buenos guías. 

"Toulouse-Lautrec tenía cuatro enfermedades, nos dijo en la puerta del Museo. A saber: Huesos de cristal, alcoholismo, sífilis y priapismo". Así comenzó su explicación. Y a partir de ahí nos fue desgranando la vida de este pintor y cartelista francés, con ese físico tan peculiar y esa vida tan maltratada. El popular cartelista. El pintor de la Belle Époque. El pintor de la vida bohemia de París, el de la vida nocturna, el de la vida doméstica de las prostitutas. 

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Montfa, conocido mundialmente como Toulouse-Lautrec.

Qué de cosas nos contó, mientras nos iba dirigiendo a través de las salas, deteniéndonos ante los cuadros y los carteles. 

Muy interesante. Mucho. Que pena que luego la memoria vaya dejándose caer los detalles al ir pasando los días. Bueno, siempre nos quedará dónde consultarlos.

Y una cosa te voy a decir, hazte un favor y si pasas por Albi, no dejes de visitar este Museo. 













miércoles, 16 de agosto de 2023

Exposición de coches antiguos.- Barcelona

 


Hoy de pronto, pasados los meses, viendo una foto antigua, me acordé de ellos. 

Ellos, tan antiguos, elegantes, míticos, casi hasta podría decir bellos, sí de verdad, bellos incluso para mí que no sé distinguir un especimen de otro, entre los de su especie. Y ya no te digo que ni fijándome de cerca, es que ni atropellándome, si me apuras, los sabría distinguir. 

Pero aquellos... tan cerca, tan solos, me llamaron la atención.

Hoy, de pronto, me acordé de que fue una auténtica sorpresa descubrirlos, porque estaban en el garaje de aquel hotel, sí, ese que estaba en Barcelona, tienes que acordarte, aquel en el que estábamos alojados muy cerquita de La Sagrada Familia.

No les habíamos echado cuentas... 

Pero vosotros vinisteis a decírnoslo rápidamente, que los teníamos que ver, que venga, que bajáramos, que ya veríamos que chulada, que de pronto salías del ascensor en el menos nosequé, encendías los interruptores, se hacía la luz y aparecían. 

Eran como seres mitológicos durmiendo allí abajo ajenos al trajín de los que entrábamos y salíamos unos pisos más arriba, ajenos a la evolución de los de su especie. 

Ajenos a la prisas, al tráfico, los semáforos y el ruido. 

Ajenos al mundo.

Pero fíjate, allá abajo, sobrevivían silenciosos unos seres mitológicos que brillaban intactos, rodeados de misterio y expectantes... Como si en cualquier momento pudiéramos subirnos a ellos, arrancaran y nos devolvieran a aquella Barcelona modernista de los primeros años del siglo XX.










domingo, 6 de agosto de 2023

"Cordes sur ciel" en Francia

 



Hoy me acordé de Cordes sur ciel. Ojalá hubiera sido otoño este julio pasado mientras la paseábamos. Me acordé del pueblo que cambió su propio nombre.

Mis piernas todavía recuerdan cada adoquín de aquella empinada cuesta que subimos hasta alcanzar el centro de aquel pueblo medieval tan alto y tan laberíntico, tan de piedra, tan eterno. 

Se construyó para dar casa a los que se quedaron sin ella gracias a las guerras religiosas. Era el tiempo de los Cátaros. Hasta cuatro murallas tuvo alrededor para defenderse. Pero nunca la conquistaron. Así que terminada la cruzada solo le quedó mejorar y embellecerse con sus casonas góticas, su plaza del mercado porticada, sus florecientes negocios.

Era especial "Cordes sobre el cielo". Aunque al principio era "Cordes" a secas, vocablo que vendría de "Cordoa", una palabra occitana que se inspiraba en nuestra Córdoba. Querían una ciudad tan próspera, tan comerciante, como lo era la nuestra. Pero el pueblo en otoño se eleva sobre la niebla que cubre el valle, pareciendo enteramente que flota sobre las nubes. Ojalá hubiera sido otoño este julio pasado, con Cordes flotando... Y unos y otros empezaron a apellidarla así: "Cordes sur ciel". Hasta que en 1993 se hizo oficial el nombre completo.

Era especial aquel pueblo donde no existía la prisa. En "Cordes sur ciel" respirabas tranquilidad entre sus indolentes calles de piedra. Cerca de su mercado había una exposición de fotos de niños africanos, y en la empinada calle por la que ascendimos latía silenciosa una librería turquesa en la que tuve que demorarme para que formara parte de nuestra colección "La vuelta al mundo en 80 librerías".

Pero me faltó tiempo. Me faltó descubrirla mejor, patear sus callejones y rincones, admirar despacio las fachadas de sus casonas y sus miradores. Me faltó tiempo. Cordes sur ciel se merecía mucho más del que yo pude dedicarle, mucho más. 

Y echándolo ya de menos fui despidiéndome de aquel pueblo que cambió su nombre.












jueves, 3 de agosto de 2023

Antoine Saint-Exupery, autor de EL PRINCIPITO. Y su paso por Toulouse.

 


Quizá sea porque hace tres días que fue el aniversario de la muerte de Antoine Saint-Exupery (Lyon, 1900 - Mar Mediterráneo, 1944), el autor de El Principito, puesto que desapareció un 31 de julio. O quizá sea porque hace escasamente un mes que estuve en el hotel en el que se solía alojar en Toulouse, y en su vestíbulo hay algunas fotos también de él. O quizá y sobre todo porque me encantó El Principito cuando me lo leí, no hace tantos años. Pero seguramente por todo eso junto y revuelto, hoy me apetecía recordarle. 

El pasado 31 de julio fue el aniversario de su misteriosa muerte, pues el piloto "no volvió a la base" simplemente registró su expediente. Desapareció pilotando durante una misión de reconocimiento en la isla de Córcega durante la Segunda Guerra Mundial, exactamente ese día de 1944. Fue un misterio puesto que en teoría tenía combustible de sobra. Pero no volvió. Durante 60 años no se supo nada más, hasta que en 1998 un pescador encontró al sureste de Marsella una pulsera o brazalete grabado con su nombre y el de su mujer más algún dato de su editorial. Gracias a eso buscaron por esa zona el avión. Y sí, un submarino encontraría unos restos que en 2004 se confirmó que efectivamente eran del P38 que pilotaba el escritor. Años después, en el 2008, un jubilado alemán, Horst Rippert, de más de ochenta años confesaría que cuando era un joven piloto abatió con varios impactos al avión del escritor, por supuesto en ese momento no supo quién era, pero después tras saber de su desaparición había llegado a esa conclusión. Una lástima porque lo derribaron solo unas semanas antes de que París fuera liberada.

El escritor tenía 12 años cuando viajó por primera vez en avión y ahí comenzó su interés por ellos, que continuó hasta convertirse en piloto durante el servicio militar. Pilotaba y escribía. Unía sus dos pasiones.

A loas 26 años publicó su primera narración breve El aviador en una revista literaria importante. Pero se hizo famoso con su libro "El Principito" que había publicado un año antes de morir, en 1943 y se convirtió en el libro de autor francés más leído y traducido en lengua francesa.

“Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden)”



¿Qué significa “domesticar”?
—Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Significa “crear lazos”.
—¿Crear lazos? —Sí —dijo el zorro—. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.

Me encantó este libro, aunque hay que leerlo ya de mayor, desde luego para niños no me parece, a pesar de sus tiernas ilustraciones hechas en acuarelas por el mismo autor. En él se cuenta como un piloto, que se ha perdido en el desierto del Sahara, conoce a un pequeño príncipe que viene de otro planeta, el asteroide B-612. Es un libro lleno de simbolismo y reflexiones.

 






Y como ya os he dicho, hace nada estuve en Toulouse y en el centro, muy cerquita del Capitolio, en una de las esquinas de la plaza está la calle en la que se ubica el hotel Le Grand Balcón (8-10 Rue Jean-Antoine Romiguiéres), donde se hospedaban los pilotos, los héroes de Aérospostale, los pioneros de la aviación comercial que a primeros de 1920 llevaban las primeras sacas del correo al otro extremo del mundo, a Centroamérica y Argentina. La misma compañía comercial donde trabajaba nuestro autor. 

En el vestíbulo-cafetería tenemos algunas fotos de su paso por allí, junto a otros pioneros famosos: Henri Guillaumet y Pierre-Georges Latécoère. He leído que siempre escogía la habitación 32 que parece ser, porque yo no la vi, que ahora es la suite Saint-Exupêry, y además de tener unas buenas vistas está decorada como en la época. Así que nada, habrá que volver...

Espero que a vosotros también os haya interesado este recordatorio del autor de El Principito.


sábado, 22 de julio de 2023

Museo de la Escuela de Carcassonne - Musee De L`Ecole

 

Dijeron que había que pasear por la ciudadela amurallada de Carcassone, por las callecitas de la ciudad fortificada. Dijeron que había que entrar en el castillo, recorrer sus salas y contemplar las vistas.  Dijeron que había que entrar en la Basílica de Saint-Nazaire que combinaba los dos estilos, el románico y el gótico. Dijeron que había que ver el Canal Du Midi, declarado Patrimonio de la Humanidad y el navegable más antiguo de Europa. 

Pero no dijeron que no te perdieras el Museo de la Escuela de Carcassonne, y ese Museo personificaba la tranquilidad y el frescor, era la nostalgia y el lugar más encantador.

Ubicado dentro también de la ciudadela, se trata de un pequeño Museo donde puedes descubrir la enseñanza pública francesa de la 3ª y 4ª República. La enseñanza primaria que se impartía en las escuelas desde 1880 hasta los años sesenta del siglo pasado. 

Son cinco salas, una a continuación de la otra, donde vas descubriendo pequeños detalles del mundo escolar ya pasado. Nada más entrar, en la primera sala encuentras una exposición de antiguos aparatos de proyección, y desde ahí pasas a la representación de tres salas de la escuela: la sala de escritura, la sala común y otra clase más, hasta llegar a la biblioteca. Puedes ver las clases tal y como eran, con sus pupitres, sus encerados así como distintos soportes pedagógicos que utilizaban. 

Me gustaban mucho los carteles de las paredes: "El alcohol, el enemigo", "Los grandes datos históricos"... Y también los mapas. Es curioso ver los documentos que había en esas épocas para aprender, incluso puedes contemplar uno de los horarios. Curioso cómo se aprecia el paso del tiempo en ellos. Hasta el detalle de la estufa.
Y puedes sentarte a escribir sobre uno de sus pupitres con pluma. 

No es el primer museo de la Escuela que veo, pero siempre me llaman mucho la atención, me producen mucha nostalgia y ternura. 

Cuesta 4 euros entrar y tienen un amplio horario de mañana y tarde. Es un museo pequeño pero la verdad es que está muy bien cuidado, y el personal que lo atiende es muy atento.