Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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lunes, 7 de diciembre de 2015

Las antiguas escuelas... Hoy 7 de diciembre, no lectivo

En Calatayud. Ahora es la Biblioteca Pública Municipal Baltasar Gracián


Hoy, 7 de diciembre de 2015, no es un día lectivo. Los chavales hacen "puente" en Madrid. 

También muchos mayores se han cogido el día libre y se notaba muchísimo por las calles y en el metro a las siete y media de la mañana. Que gusto ir por Madrid así. 

Pero bueno a lo que íbamos, he pensado que como hoy "no es lectivo" era un buen día para dedicarlo a las escuelas. A esas escuelas de antiguamente que se dividían las clases en niños y niñas y de las que todavía quedan vestigios por nuestro país. Y otras que, aunque no se observe esta distinción, se ve claramente que han perdurado desde el ayer. Quería hacerles un homenaje porque pocas cosas hay más importantes que la transmisión de conocimientos, la educación, la cultura. Es una seña de identidad.

Os traigo un montoncito de fotos de ellas. Algunas me las han regalado mis amigos en sus viajes y otras las he fotografíado yo misma. Me parece muy bien que la mayoría estén rehabilitadas por dentro y dedicadas a fines culturales.

"Escuela de Niños" Teruel Matarraña

Estas tres fotos son de Teruel, de un par de pueblecitos de la comarca de la Matarraña.


"Escuela de niñas" Teruel Matarraña

"Escuela elemental de niños" Teruel Matarraña



Estas dos fotos son de Burgos. Las Escuelas Municipales reconvertidas hoy en día en un Centro de Educación para personas adultas "Victoriano Cremer".  

Monasterio de Rodilla (Burgos)


Esta foto la cogí al vuelo desde el coche, porque me gustó con su ropa tendida y su aspecto añejo. He buscado por internet y he encontrado en la hemeroteca del periódico ABC, en su número del 19 de junio de ¡1927! hablando de los indianos y del bien que hicieron en sus pueblos, que "don Aquilino Puerta entrega a Monasterio de Rodilla (Burgos) un grupo escolar que se presupuestó en 50.000 pesetas". 


Escuela rural de Linas de Marcuello reconvertida en Museo
Y ésta última es un recordatorio de la entrada que le dedicamos en su día a la Escuela Rural de Linas de Marcuello recorvertida hoy en un Museo. Debajo os copio el enlace.

Os dejo con algunos enlaces de otras entradas de este blog que hemos dedicado a las escuelas en diferentes puntos de España por si os apetece echarles un vistazo.


viernes, 27 de noviembre de 2015

La literatura y el humor


 Como es viernes, inicio de fin de semana, he pensado que hoy la entrada del blog la podíamos dedicar a algo ligerito relacionado siempre con los libros, la escritura, el lenguaje... En fin, ya sabéis.

Pues nada aquí os dejo con unos poquitos chistecitos y demás.

Buen fin de semana a todos.







miércoles, 18 de noviembre de 2015

Visitando con mis relatos el colegio Hipatia de Rivas Vaciamadrid


Ayer, martes 17 de noviembre, estuve leyendo dos relatos míos en un colegio. 

Se trata del colegio Fuhem Hipatia de Rivas Vaciamadrid
Hace un par de años estuve en el Colegio Montserrat de Madrid, también de Fuhem.

En esta ocasión estuve leyendo un par de cuentos a tres clases de Sexto, una de ellas donde está mi sobrina. Fui porque pidieron colaboración a los padres de los alumnos para que fueran a leer cuentos o fábulas porque estaban dando la narrativa en clase de lengua. Entonces mi hermano me dijo que si quería ir yo y leerles algunos de mis propios relatos. Mandamos a la profesora de mi sobrina algunos de ellos, y ella me eligió uno para que ese al menos se lo leyera. Una vez allí en dos de las clases dió tiempo a que les leyera otro.

Os dejo con una foto y un par de vídeos pequeñitos  del momento.

Qué buena experiencia. Los niños estaban muy atentos. Y al final incluso me hicieron algunas preguntas. Además qué bien lo hacían porque por ejemplo les daba la profesora paso para que hablaran y empezaban: "Bueno lo primero decirte que me han gustado mucho tus cuentos y luego preguntarte en qué te has inspirado..." con un aplomo y una seriedad increible.

Estaba nerviosa antes de ir por si los niños se aburrían... Pero qué va estaban tan interesados. En una de las clases que les veía yo más despistados de pronto me paré y les digo como si me hubiera perdido: ¿Por dónde iba? Y enseguida varios me gritaron la última frase que había leído. Qué bien.

 Leí en primer lugar un relato más serio, y luego otro más distendido. Y la verdad es que en los dos prestaron muchísima atención y se les veía muy cómodos.  Después algunos querían los relatos para llevarlos a casa y enseñárselos a sus madres. Y las profesoras me dijeron que podía volver cuando quisiera con algún que otro relato más.

Qué gusto. Me sentí muy bien tratada, la verdad y me gustó mucho la experiencia. Fue un lujo.



 






viernes, 13 de noviembre de 2015

13 de Noviembre 2015: Día de las Librerías




Por quinto año consecutivo, las librerías de toda España celebramos el DÍA DE LAS LIBRERÍAS, una fiesta con la que se quiere recordar que un libro es siempre una excelente adquisición y que el mejor lugar para hacerla es, sin duda, una librería.

Como un pequeño homenaje en el día que es, hoy y en este blog, vamos dejar reseña de algunas de esas librerias con las que he tropezado este verano para nuestra particular colección titulada "La vuelta al mundo en 80 librerías". Son librerías de todo tipo tanto aquí como en Bélgica.

Pamplona

Pamplona

Bruselas

Bruselas - Librería del Museo del Cómic

Amberes

Librería de viajes de Brujas

viernes, 16 de octubre de 2015

Las palabras que necesitamos

Después de la tormenta, siempre, siempre, siempre sale el sol

No lo puedo evitar. 

Voy por la calle y, sin apenas darme ni cuenta, me doy de bruces con estos mensajes escritos y me roban la atención, y después la voluntad y al final me los tengo que llevar. Me encanta ese "siempre, siempre, siempre".

Nunca sobran los mensajes positivos ni las frases de ánimo. La virtud comunicativa, sanadora, del lenguaje. 

Debajo os dejo con otro par de frases, esta vez en toldos de una terraza, que también me tuve que llevar. 

Todas son de Madrid. 
Todas están para que las utilicemos cuando las necesitemos.

Te las presto.

"Toda persona honrada prefiere perder su honor a perder su conciencia"

"La vida es como un rompecabezas. Cada pieza tiene una razón, un lugar y un porqué. No insistas en poner piezas donde no caben."

lunes, 12 de octubre de 2015

"El peso de los días" de Fernando Beltrán




EL PESO DE LOS DÍAS

Como si a cada paso me arrancara una pierna.

Yo mismo con mis manos
amputándome una, luego otra,
moviéndolas delante, y allí solas
aguardando clavadas
la llegada del cuerpo.

Cansado hasta la médula.
Y escribiéndolo.

Pienso ahora en mi madre,
no se quejó jamás.

Tiene la cal antigua
de los patios, el animal
herido de los cuerdos,
la luz de los que saben
que no hay nada después
de una silla de ruedas.

Y sin embargo yo...

Llegué al poema gritando, y aquí sigo.
Entonces era el alma, ahora el cuerpo.

Me agacho, las arranco,
me estiro hasta soltarlas
un poco más allá
y ordeno luego al viejo dinosaurio
que avance hasta que acierte
a encajarse en sus piernas.

Antes costaba el tiempo,
ahora cuestan las horas.

Mi madre y yo acabamos
casi siempre riéndonos, diciendo tonterías,
siendo de nuevo el mismo que de niño
la sacaba de quicio. Hoy del dolor.

Me encanta que vengas a verme, dice.

No te vayas sin despedirte.

Pero luego la beso de puntillas
para no despertarla, y me alejo despacio,

hasta otra vez.


Fernando Beltrán
Hotel Vivir

jueves, 1 de octubre de 2015

Dia Internacional de las Personas de Edad y uno de mis relatos



Este año y en este día, 1 de octubre de 2015, se conmemora el 25° aniversario del Día Internacional de las Personas de Edad. 

En la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores de 60 años.

He pensado que con motivo de este día, para empezar bien el mes, ya que en este blog nos gustan las historias, os voy a dejar con uno de mis relatos. Es antiguo y creo que ya os lo copié en otra entrada, pero hace tiempo ya, y yo le tengo mucho cariño.

Fue premiado con el primer premio en el Certamen Nacional de Literatura de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real). Modalidad de Prosa. 2006. Y publicado en una revista del Ayuntamiento.

Bueno, pues aquí os lo dejo. Espero que os guste.



Aviones de papel en el cementerio

 
...Que nosotros seremos mayores, pero leche que no somos Adán y Eva, le decía yo a mi Genaro. Pero claro no porque fuéramos a quedarnos como ellos salen en los cuadros, con todas las vergüenzas casi al aire, a ver que se va a pensar usted de nosotros, que seremos mayores pero muy decentes, que no ha sido premeditao, ni somos unos pervertidos de esos que salen en las noticias. Mayores sí... pero no Adán y Eva, ni por los años ni por nada, no fastidien... Yo era por animarle a hacer una locura. Pero entiéndame locura y animarle en el mejor de los sentidos.

Pero con decir que éramos viejos y que los viejos pa qué iban a estar con esas tontunas... de ahí no le sacabas. Que a estas alturas que qué necesidad había... Pues menuda diversión... No lo hicimos de jóvenes y lo vamos a hacer ahora, de viejos, a ti se te ha ido la cabeza Trini, no fastidies. ¿Qué necesidad hay...? Y yo le decía: Que no Genaro, que vieja es la ropa, que nosotros viejos no: mayores. ¿Y además por qué no? le decía ¿Por qué no...? ¿Quién nos lo quita...? Pa chasco va a ser cosa de necesidad, necesidades nosotros y gracias a Dios ya bien pocas, lo sabes tú Genaro, lo sabes tú mejor que nadie, le decía, y lo sabe usted porque se lo estoy contando tal y como es, necesidades nosotros bien pocas y todavía ésta me funciona... la cabeza la tengo sobre los hombros y bien sobre los hombros, como le dije también a él, que te veo venir Genaro con esa cara, que no, que tampoco es que me haya trastornado del disgusto hasta ahí podíamos llegar, al cabo de tantos lustros... Y tampoco por divertirnos, pues claro que no, que no es eso... Si nosotros ya no somos ningunos chiquillos, a la vista está ¿Y no vamos a saber a estas alturas divertirnos más, mejor y más agustito que brincando por un cementerio...? Eso le dije a mi Genaro y eso le digo a usted calcaíto de cómo lo dije aquel día. Pues claro que sabemos ¿O no Genaro? Pobre, mírele si no le salen ni las palabras, abochornaíto el pobre... Abochornaíto de verse aquí en el cuartelillo, medio en cueros y por esta razón tan vergonzante que diría él si acertara a decir algo. Pero ya ve mudo del susto que se ha quedado en cuando les ha escuchado llegar, y mudo que sigue dos horas y pico después.

Pero usted no se preocupe que yo se lo voy a contar, se lo voy a contar bien clarito y en un santiamén y ya verá como me entiende a la primera. Que eso es lo que yo le decía a mi Genaro que no me quería entender, no me quería entender... Y yo tenía mis razones.

Pero mujer, me decía él, mira que porfías y porfías cuando algo quieres... Eres peor que los hijos cuando de críos chillaban por algún antojo. Tu no estás bien. ¿A qué no estás bien...?. Yo Genaro estoy mejor que nunca, y por eso mismo es, porque estoy mejor que nunca. “Mira no quiero escuchar más paparruchadas me voy a la partida...” Y con esas cada tarde daba por terminada la discusión. Pero yo no, hasta ahí podíamos llegar, yo no la había acabado y  por la noche erre que erre, erre que erre con el tema. ¿Pero cómo vamos a ir al cementerio a tirar aviones de papel...? ¿Avioncitos de papel a los setenta y tantos...? ¿Pero tú te escuchas lo que estás diciendo...? ¿Tú te escuchas Trini? Te regará bien el cerebro mujer, no te digo yo que no, pero por ahí dentro algo de tanto riego se te ha empapuchado o se te ha roto, de fijo, fijo que se te ha roto algo del raciocinio, o se te ha soltado de su sitio, o yo que sé... Porque si no yo Trini no me lo explico... ¿Pero que te cuesta Genaro, que te cuesta? ¿Pero tú no ves que nos van a llevar al cuartelillo, tú no ves que cualquiera que nos vea... Eso si no acabamos en la residencia. Se enteran los chicos y nos ponen en la residencia esa de la capital pero en menos que canta un gallo, pero ¿no los ves que están deseandito de vender todo esto y darle buen aire a los cuartos...? Que les estoy temiendo... ¿Pero no digas tonterías? le contestaba yo ¿Quién nos va a ver? Los chicos están en Madrid y nadie les va a ir hasta allí con el cuento... ¿Verdad señor guardia que no les van a decir nada a los hijos...? Bastante tienen ellos con sus cosas para que les anden molestando por semejante chiquillada... Porque eso de que nos lleven a una residencia a mi Genaro le quita el sueño... Y eso le decía yo para que se olvidara rapidito: “No empieces tú también con que nos van a llevar a la residencia que te temo cuando empiezas con ese tema...” ¡Echale...! ahora el temoso soy yo... gritaba él ¡Lo que me quedaba por oír...!... Y yo volvía a la carga.

Hasta que ya una noche con un suspiro cansino me dijo mi Genaro: ¿Es que no has tenido ya bastante...? Y ahí, ahí fue cuando yo vi que al fin le tenía convencido, me había costado lo mío, ¡vaya si me había costado! de darle y darle vueltas al guisito de lo del cementerio, pero esa noche ya vi que me había llevado el gato al agua, si le conoceré yo... Y para acabar de rematar bien, bien la costura,  le dije con una mijita de voz, como le gusta a él que le hable en la cama, con una mijita de voz: “Pues de eso se trata Genaro, de eso, de poner las cosas en su sitio, de hacer las cosas bien, como Dios manda...”¡¿Pero tú de verdad crees que Dios nos manda hacer esas chifladuras que a ti se te meten en la cabeza...?! ¿Tú lo crees...? ¿O no será que al pobre ese de allá arriba le tienes tan mareado como a mí con tus historias...?

 Pero no me llevó mas la contraria, no se vaya usté a pensar, que tiene un pronto mi Genaro que pa qué las prisas, un pronto de decir siempre que “no”, su palabra es “no” de primeras y casi de últimas... “No”. Pero luego de unos días de ir diciéndole las cosas así poquito a poco, poquito a poco, se va reblandeciendo, se va reblandeciendo la costra, y ese “no” que tiene siempre entre los labios como la colilla, sea va vertiendo, vertiendo como el agua por la barba pa abajo, hasta que es un charco de ná. Y a mí y a paciencia no me gana nadie y a él, a mi Genaro, lo mismo le pasa, que al final y conmigo sobre todo, tampoco es nadie...

Por eso él nunca me dijo lo de las cartas, porque él sí lo sabía, que él a escondidas ahora resulta que se había leído alguna pero me dejaba con mi ilusión. Fíjese. Que por ahí empezó este tinglado... Y que yo la verdad, no se lo contaría, que maldita la gracia que me hizo a mí enterarme de eso, aunque ya hubieran pasado cincuenta años, que se dice pronto, cincuenta... Pero créame, me dolió en el alma en ese momento, como si acabara de pasar. Qué jodío mi Paco, pero que jodío... Y no, no se piense que me equivocao, que sé bien lo que me digo, no lo voy a saber... Y he dicho mi Paco. Sí señor. Mi Paco, mi primer marido. Porque ese pobre que está ahí agachaíto y mudo, mi Genaro, es mi segundo marido. Parece que bosteza usté ¿no le hemos dejado dormir esta noche verdad señor Guardia? Pero ándese tranquilo que enseguidita yo le cuento y lo apunta usté todo ahí y en la cama todos en un santiamén que ya va siendo hora... Mi Genaro el primero... que ahí le tiene: derrotaíto.

Pues eso, que resulta que yo me casé de primeras con mi Paco. Mi Paco era un muchacho de muy buena planta, que no es por desmerecer a mi Genaro, pero la verdad es que mi Paco era más buen mozo, más guapote, mas alto, mas fuerte, más resultón en conjunto, la verdad, y claro por eso el muy canalla también era más liante. Y vaya si me lió, que le he estado creyendo a pies juntillas hasta después de cincuenta años de muerto, fíjese usted lo que le digo, cincuenta años, si me tendría bien engañada el jodío... Porque allá por entonces, cuando se marchó al frente, que usted ni había nacido ni pensamientos que tenían sus padres que andarían en pantalón corto de que usted viniera al mundo... pues yo no sabía leer. Que ahora ya sé, pero esto se lo contaré más adelante. Pero entonces yo no sabía, y claro como llevábamos muy poquito de casaos que no llegábamos ni a los tres años, pues imagínese usted lo que era estar separaos tan pronto. Jóvenes como éramos y con tantas ganas de estar juntos, y tan enamoraos que nos casamos, por lo menos yo... porque él ya ni lo sé, de verdad que mis dudas me han quedado. Pero bueno el caso es que nos escribíamos de cartas... Virgen santa... Un cerro bien grande de cartas que nos escribimos en aquellos tiempos... Un cerro, dos cajas enteras que tenía yo guardadas hasta esta noche... Bien guardaditas y metiditas cada una en su sobre tan estiraditas como el primer día, casi nuevas hasta esta noche. Y lo que nos hemos reído... no se vaya usté a pensar... Que feliz mi Genaro de verme tan contenta... porque lo he pasado mal no se crea... que disgusto más grande.

Bueno a lo que íbamos, en aquel entonces yo las tenía mucha ley, las esperaba impaciente y en cuantito veía venir al cartero con la carta, corría hasta las escuelas para pedirle a la maestra, la señorita Nieves, que me la leyera... La señorita Nieves no era del pueblo, pero ya llevaba cuatro o cinco años allí y la verdad todos la queríamos mucho porque era muy buena con los muchachos. El caso es que yo, que estaba cegaíta con mi Paco, en cuanto tenía su carta en mis manos corría a que me la leyera ella. Y ella tan contenta que se ponía también, se alegraba de verdad, por mí... Y me la leía con una cosa, con un sentimiento, que hasta se la salían las lágrimas... Y yo la estaba tan agradecida... Porque a ver, yo sin saber leer... ella era como mis ojos.

El caso es que mi pobre Paco, del frente no volvió. O eso me dijeron. Un mal día, su nombre fue uno de esos que leyeron en la plaza... Que dolor tan grande, no se puede usted hacer una idea. Que dolor... tan joven como era yo, y lo enamorada que estaba de él. La maldita guerra... Allí en la plaza que nos abrazamos aquella tarde la señorita Nieves y yo y venga a llorar y a llorar como dos magdalenas. Que no había quién nos despegara a la una de la otra. Que desgraciaíta que era yo entonces... que desgraciaíta y lo requetemal que lo pasé.

Después fue cuando unos pocos años mas tarde conocí a mi Genaro. Pero como cinco o seis años después no se piense. Que le costó a mi Genaro que yo me interesara por él no sea crea, un buen tiempito, me acordaba tanto de mi Paco... Pero vi que era un buen hombre y que me quería... Y bueno la verdad es que le cogí también cariño y ya lo ve toda la vida juntos aquí donde nos ve... Hemos tenido los hijos, los hemos visto crecer, se han ido fuera a trabajar, nos han traído nietos, y aquí seguimos tan pegaditos como el primer día. No ha sido nunca muy hablador la verdad y ya lo ve, hay veces que hasta mudo. Pero nos queremos, vaya si nos queremos ¿verdad Genaro...? Pobre aún le dura el disgusto...

Bueno pues el caso es que hace unos meses, fíjese a la vejez viruelas... Vino al pueblo una maestra que nos habló de las clases para mayores. Para los viejos según mi Genaro, pero ella dice para “adultos”, échele, unos adultos un pelín arrugaos ya todos. Quién dice un pelín... como uvas pasas. Pero en fin que mi Genaro fue el primero que me animó a que fuera, él y los chicos la verdad porque él me ha dicho siempre que yo soy lista y espabilada, cazurra como la que más, pero lista... Y bueno la verdad es que a la primera clase fui a regañadientes no se vaya usté a pensar,  porque no sabía yo muy bien como iba a ser aquello y ya tiene una bastantes dolores de cabeza para andar buscándoselos. Pero oiga que me gustó, me gustó lo de aprender, y la verdad y eso no se lo diga a mi Genaro es que yo quería leer mis cartas, quería leerlas yo solita, para saborearlas cuando quisiera, porque mi Genaro es muy bueno pero esas cosas tan dulces y requetebonitas que me decía mi Paco, pues la verdad, no le voy a engañar, jamás me las había dicho... Con una ilusión que yo aprendí para releerlas... y bien de rápido que lo hice, que me lo decía la maestra, que qué bien se me estaba dando...

Así hasta que una noche que ya leía de corrido me senté en la mesa camilla con mis cajas de cartas delante y empecé por leer mi nombre en los sobres, mi nombre y su remite, Paco Sánchez, mi Paco, qué ilusión, era como verle otra vez delante de mí con esa planta que tenía...

Allí también que me encontró mi Genaro dos horas después, allí sentadita tal cual, llorando y venga a llorar unas lágrimas más gordas que garbanzos cocidos. Lloré tantas aquella noche que hubiera tenido garbanzos para todos los cocidos que había hecho desde entonces... No le digo más lo que pude llorar... si yo creo que hasta dormida lloré aquella noche, porque cuando me levanté tenía empapaíta la almohada, imagínese... Porque esas cartas no eran para mí... ¿Puede usted creerlo? ¡No eran para mí...! solo eran para mí las dos o tres primeras... Las demás, todas las demás eran para la señorita Nieves. Que penita más grande... Era mi nombre el que tenían los sobres, mi nombre por aquello del que dirán pero ya está, no había nada más para mí en todas aquellas cartas. Estaba tan seguro el jodío de que yo no las iba a poder leer... bien sabía él a quién se lo pediría. Se le cierran los ojos. No se apure que ya termino...

Luego me acordé claro, me acordé de cuando a los pocos meses de habernos enterado de la muerte de mi Paco una tarde la señorita Nieves se vino a despedir. Me dijo que le había salido trabajo en otro pueblo más cerca del suyo y se fue. La verdad es que lo sentí mucho, había sido tan buena conmigo siempre... Y ya nunca más supe de ella. Me extrañó que aquel día me pidiera una de las cartas de mi Paco. Me extrañó tanto... pero la verdad como ella había sido quién me las había leído todas, y yo la sentía tan cerca de mí, y de mi pena, no me pude negar. Y total yo tampoco sabía leer. ¿Quién me iba a decir a mí que con el tiempo lo haría...? Siempre recordé a esa mujer con tanto cariño...

Hace ya de eso siete meses, siete, imagínese y no se lo creerá pero hasta esta noche no me he vuelto a sentir bien. Porque yo todos estos años que he estado casada con mi Genaro, no he estado mal, cómo iba a estarlo, era un amor tranquilo, suave, pero ha habido muchas veces que yo he echado de menos aquel de mi Paco, aquel que me había hecho temblar y gritar y bueno... muchas veces, y todas esas veces yo iba y miraba mis cartas... y era una tontería pero eso me daba fuerzas ¿sabe? Entonces desde aquella noche que las leí era como si me hubieran arrancado de cuajo eso, como si me hubiera quedado de pronto sin esa puerta que abrir. Y qué vacío señor guardia, que vacío tenía yo aquí dentro...

Pero resulta que una semana después me empezaron a llegar cartas otra vez, sobres con mi nombre y el remite de mi Genaro. Sí ese que ahí anda dando cabezadas. Qué hombre... No sé ni como se le ocurrió semejante idea. Pero oiga que no parece ni el mismo hombre cuando escribe... como si me le hubieran dado la vuelta como a un  calcetín, qué cosas, pero así es. La primera carta es que yo no me lo podía creer, me quedé tan extrañada que allá que me planté en jarras delante de él en cuanto volvió del campo con el sobre en la mano a decirle mitad asombrá mitad enfadá ¿Y ésto...? Y ¿Sabe usted lo que me dijo? Que a ver si se iba a creer el Paco ese que solo él sabía escribir cartas de amor... Échele... Era la primera vez, la primera, puede usté creerme que mi Genaro mentaba a mi Paco, la primera en todos estos años y la ultima. Porque me dejó helá, pero heladita, heladita, tanto que ya nunca más lo hemos vuelto a hablar, no le digo más. Pero las cartas no me dejan de llegar no se crea usté... Que son ya cuatro las cajas llenitas de cartas que tengo... y cada vez se le da mejor al jodío... que ya podía haber empezado treinta años antes... Mírele si es un pedazo de pan.

Y por eso fue señor guardia, por eso fue que me empeñé en tirar todas las de mi Paco. ¿Para qué quería ya eso ahí...? Pero no romperlas y quemarlas de cualquier forma en la lumbre, no, como decía mi Genaro, no a mí eso no me valía... Yo quería hacer con ellas aviones de papel como cuando íbamos a la escuela y aviones que volaran sobre su tumba... Que ni es sacrilegio ni ná porque esa no es su tumba, que está vacía, que ya sabe que él nunca volvió... Que vaya usté a saber si no volvió a ninguna parte o solo a este pueblo... que ahora que voy hilando e hilando, ya me creo cualquier cosa... Yo a mi Paco le conocí de críos, le conocí echando a volar cometas, y era por eso... Una tontuna como decía mi Genaro, una tontuna como cualquier otra, pues si, una tontuna, que a mi Genaro no le falta razón, pero una tontuna que a mí me hacía una ilusión bárbara... Y en esa chiquillada que embarqué a mi Genaro, mi Genaro, que al final siempre se deja embarcar... el pobre.

Y que requetebién que nos lo hemos pasado los dos allí echando a volar todas esas cartas que no eran para mí. Y que risas que parecíamos dos críos arrugados y locos haciendo trastadas y bueno pues qué le voy a contar con las risas y los saltos, bueno saltos, saltos... por decir algo, y de los saltos a los abrazos... y bueno que qué le voy a contar ya nos ha visto usté que se nos ha ido un poco el santo al cielo. Pero vamos solo un poco no se vaya usté a pensar, que no somos Adán y Eva... Y a lo mejor yo sí que me estaba dando cuenta, no le voy a engañar, pero entre usté y yo: no se crea que ya es fácil pillar a mi Genaro tan contento y tan cariñoso así que... Pues oiga que nos hemos dejado llevar un poco, y si hay que confesar pues una se confiesa, pero solo un poco, a ver que se va usté a creer... ¿Pero oiga...? ¿Oiga...? ¿No me digas que está roncando...? Anda la leche...


Genaro, shhhsss, Genaro, ssshhh espabila Genaro, que te has traspuesto un poco... Venga hombre que te va a doler el cuello de la postura... Venga despierta hombre de Dios que ya no tienes edad de está ahí hecho un cuatro... Mira, espabila, mira, que se nos han dormido las autoridades... así que andando que es gerundio y venga para la casa que ya es tarde... Mañana ya hablaremos más con estos señores... aunque no sé que más van a querer saber... Y tú tranquilo, que yo me ocupo, tú tranquilo... que a los hijos no les van a decir nada de nada. Venga Genaro, espabila hombre...

 Rocío Díaz