Sigo este verano sisando a mi mesilla los libros que ella, con nocturnidad y alevosía, me había ido afanando a mí, sin que yo me diera ni cuenta. Llegaba yo, me compraba uno nuevo y ahí lo dejaba con ánimo de tenerlo cerca e ir leyéndolo sin tardar mucho. Pero ¿Qué pasó? Cuándo me di cuenta, había dos montañas de libros pendientes y no podía creer que se me hubieran acumulado tantos.
En estos días de agosto la torre de los libros en papel pendientes poquito a poco va bajando, aunque aún le queda para desaparecer. Pero bueno, vamos haciendo camino. Se que mi mesilla, que tiene una afición lectora que yo desconocía, no me lo va a perdonar. Su obsesión posesiva para con esos objetos con páginas, se parece a la mía y la miro por el rabillo del ojo de igual a igual. "Son míos" le digo entre dientes. Y se hace la loca, pero sé que me escucha con atención.
En esta ocasión, y a plena luz del día que parece que mi traidora mesilla está más distraída, le quité un librito pequeño pero que he disfrutado mucho. Me estoy refiriendo al cuaderno de viaje titulado "Madrid el viaje soñado" de Paula Lapido.
De pastas gordas con los cantos redondeados, salpicado de ilustraciones de Madrid, el libro nos invita a conocer Madrid a través de los ojos de ilustres personajes que un día la habitaron e incluso, en algunos casos, la eligieron para vivir en ella. Personajes tan distinguidos como: Velázquez, Goya, Federico García Lorca, Emilia Pardo Bazán, Ava Gardner o Umbral.
Con ellos vamos redescubriendo ese Madrid que pisaron, el del su siglo, o si son del mismo siglo, el de las décadas que lo vivieron. Conocemos y profundizamos el Madrid de distintas épocas. Nos cuentan cómo era en ese momento esa ciudad, y los cambios urbanísticos que se estaban operando en ella, transformándola. Y al mismo tiempo lo vamos comparando con el de ahora mismo en esos mismos lugares.
Así nos fijamos en el Madrid de los Austrias que habitó Velázquez, o el Madrid de las calles aledañas a la espalda de la Gran Vía a través de los pasos de Goya (Calle Desengaño, Valverde, lo que era Madrid Rio...), vemos como era la colina de los Chopos de la Residencia de Estudiantes cuando se construyó, cuando llegó Lorca, o el barrio de Arguelles cuando vivía la Pardo Bazán, o el del Viso cuando lo escandalizaba Ava Gardner con sus fiestas... Así con todos los autores que se citan.
Me ha gustado mucho volver a repasar cómo ha ido creciendo esta ciudad a través de su periplo. He recordado detalles que ya conocía y he aprendido otros. Cada vez estoy más convencida de que no hay que dejar de leer sobre las ciudades que quieres, la historia, la literatura, lo que sea, porque al ir dejando caer una lectura sobre otra, son muy fáciles de olvidar algunos detalles. En este caso mucho de lo que me contaban de Umbral o Ava Gardner yo lo desconocía y me ha gustado descubrirlo.
Este es un libro que tiene un tamaño muy llevadero por si quieres utilizarlo para conocer alguna de las rutas que nos muestra siguiendo el camino del autor que sea. Además la autora nos lo cuenta de forma sencilla, directa, amena e instructiva. En el último capítulo, además, la autora nos relaciona a estos autores de los que nos ha hablado con otros imaginarios del Madrid actual con sus mismas aficiones, citándonos los lugares de la ciudad del hoy por los que se estarían moviendo. Es un capítulo curioso, la verdad, que aglutina y sirve de cierre para todo el libro.
Por otro parte es un libro con una edición muy cuidada. Como objeto es casi de regalo. Al final vienen unas hojas en blanco por si quieres ir anotando datos en un posible viaje por esa ruta recomendada, y algunos mapas.
En fin, que me lo he leído volando, y lo he disfrutado.
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