Hoy toca una entrada sobre el rastro de los importantes escritores por Madrid y su recuerdo. O lo que es lo mismo sus placas en la pared. Que yo creo que ya hace tiempo que no tocamos este tema.
Me gusta mucho cuando voy andando por Madrid y tropiezo con algunos de éstos recordatorios y no lo conocía. Cómo es el caso de las placas que os traigo hoy. Treinta años viviendo aquí y todavía puedo ir de viajera, lo que me entusiasma.
Habré pasado mil veces por delante de la fachada de este primer edificio de esta entrada. Porque queda cerca del autobús que lleva a mi barrio, en calle Conde de Peñalver, y nunca me había fijado en esa placa que dice que Miguel Hernandez estuvo aquí e incluso también en este lugar compuso Las Nanas de la Cebolla. ¿Cómo no me había dado cuenta antes?
El edificio es bonito e imponente, señorial y muy antiguo. Claro me ha entrado la curiosidad sobre la historia de por qué recaló aquí el pobre Miguel Hernández y qué bien, porque buscando en internet lo he encontrado y os lo puedo copiar a continuación:
El poeta de Orihuela sería trasladado desde la cárcel de Toreno, cerca de la Universidad de San Bernardo, hasta el barrio de Salamanca, concretamente a la cárcel de Torrijos, liberal fusilado en el siglo XIX por los absolutistas. La prisión es hoy un caserón de ladrillo y fachada neomudéjar, situado en la calle del Conde de Peñalver, que alberga un asilo de 112 ancianos regido por Hermanas de la Caridad. Fue edificado según un proyecto del arquitecto Zabala entre 1910 y 1914, como sede de la fundación Fausta Elorz, madrileña inmensamente rica con familia en Navarra y aficiones filantrópicas.
"Al comienzo de la Guerra Civil, el edificio fue incautado y al finalizar la contienda, tras ser destinado a cárcel de hombres hasta mediados los años cuarenta, se hizo cargo de él Auxilio Social [organización franquista de beneficencia] durante una década, para volver a su función primigenia a partir de entonces", explica Luis Sánchez, que colabora con la gerencia del establecimiento. "Todos los documentos de aquella etapa se los llevaron cuando Auxilio Social abandonó el edificio", explica.
La monja hoy más veterana llegó a la fundación hace 50 años, por lo cual no conoció la etapa entre 1939 y 1941 en la que un Miguel Hernández condenado a muerte y angustiado por la suerte de su esposa Josefina Manresa y su segundo hijo escribiera en la cuarta galería un conmovedor poema contra el hambre y la pena.
Una placa de la Sociedad General de Autores sobre el muro neomudéjar en marzo de 1985 así lo asegura. Pero la placa no dice que las Nanas de la cebolla fueron escritas por un hombre moribundo de enfermedad y de pena, que pasó los penúltimos días de su vida allí encarcelado.
Y a un paseíto del lugar anterior encontrarmos trastros de otro gran poeta. En este caso de Lorca. De esta placa me habló una amiga, así que ya iba avisada de que me la iba a encontrar, aunque no sé por qué tampoco me había fijado en ella con lo céntrica que está.
En el número 96 de la calle Alcalá, ya en pleno Goya, vivió durante una temporada Federico García Lorca cuando estuvo en Madrid. Parece ser (por lo que he leído por aquí y por allí) que vivió concretamente en la planta séptima de este edificio con vistas a la calle Narvaez, casi estrenó el edificio. No eligió nada mal.
Es un edificio bien chulo en la confluencia entre las calles Alcalá, Narváez y Felipe II, construido tres años antes. Él también vivió allí tres años entre 1933 y 1936. Allí compuso Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, el amigo torero muerto en el ruedo. También escribió La Casa de Bernarda Alba, que concluyó en los primeros meses de 1936. Y ya había obtenido éxito en el Teatro Español con su obra Yerma.
De éste mismo edificio se iría Lorca a Granada y ya nunca volvió.
Ahora el edificio está pintado de verde y sigue siendo un edificio precioso con su chaflán. En él está otra sucursal de La casa del libro. Ya hablamos en otra entrada de la coincidiencia que existe con algunos lugares donde han residido escritores y tiendas de libros. ¿Casualidad? Sí seguramente, pero no deja de ser curioso.
Para terminar os dejo el link con el que podéis acceder a las otras entradas de Placas de escritores en Madrid que hay en este blog, por si os apetece seguir recorriendo esta ciudad de su mano:
¡¡¡Muy bien Rocío!! siempre culturizándonos. Ya tenía ganas de ver esta placa por tu blog. Besitos.
ResponderEliminarMuchas gracias Marián ¡Con la de veces que me habías hablado de ella! Te la debía. Un beso bien grande, Rocío
ResponderEliminarRocío, conocía la placa de Lorca pero no la de Miguel Hernández. Me ha gustado mucho tu entrada.
ResponderEliminarGracias amiga
Javier
Muchas gracias Javier, me alegro de que te guste. Curiosidades de Madrid. Un beso maestro, Rocío
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