Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 24 de diciembre de 2019

Feliz Navidad. "María" Relato de Rocío Díaz Gómez



Amigos del blog:

Feliz Navidad 2019

No se me ocurre felicitación más apropiada que regalaros esta carta de amor que me han premiado este año 2019 con el primer premio en el Certamen de Cartas de Amor de Covibar, en Rivas Vaciamadrid.

Deseo que disfruteis mucho de estos días navideños y que toda la paz del mundo esté dentro y fuera de vosotros.

Gracias por estar aquí.




María

Rocío Díaz

Querida María:


Te confieso que nunca soy más feliz que mediado el mes de enero, cuando ya definitivamente se dan por concluidos estos días de ajetreo y empacho, y nos quedamos solitos otra vez los de casa, los de la familia.  

Dirás que a medida que pasan los años me estoy volviendo más cascarrabias, y no te lo voy a discutir. Dirás también que me estoy volviendo más insociable, y mira si estaré contento, tacha que te tacha días en el recién estrenado calendario, que tampoco te lo voy a discutir. Porque seguramente tendrás razón, como la tienes siempre. Ya sabes que yo nunca fui tan bueno como lo eres y has sido tú. Bendita tú, bendita mía.

Yo estoy hecho de otra pasta, bien lo sabes. Y por más que pasen los años, nunca voy a entender este despliegue de luces de colores brillantes, ni recargadas guirnaldas. Pobres ojos nuestros, que sería de ellos de ser ciertos, las pupilas dilatadas y llorosos estarían con tanta luz, ahora roja, ahora verde, ahora parpadea, ahora no, a las que estamos tan desacostumbrados. 

Y por más que nieve sobre nosotros una navidad tras otra tampoco veo el sentido a colgar de los abetos, quiera Dios que sean artificiales y no naturales, tanta bola y tanto adornito engalanado de purpurina. Pobres árboles. Como ya no soporto, de veras que no soporto, el soniquete de los villancicos. Que vale, que sí, que al menos éstos tienen casi tantos años como nosotros, aunque sabes tan bien como yo, que en su origen no eran canciones de Navidad, sino que los eclesiásticos del momento aprovecharon los ritmos pegadizos de las canciones rurales de entonces, así como que fueran archiconocidas por todos, para divulgar con ellas su evangelio. Entiéndeme, que no me parece mal María, si fue para que la gente olvidara por unos días sus rencillas y cantaran codo a codo y en fraternidad. Pero es que son tan machaconas las melodías de los villancicos, pero tan machaconas, que me ponen un dolor de cabeza que parece que voy a estallar, acostumbrados como estamos a nuestros días silenciosos.

Ay María, si no fuera porque tú sigues a mi lado, yo de verdad que hay días de estas fechas que aprovecharía que Dios está contento y le tenemos cerca, para pedirle el milagro de hacerme desaparecer. Este tiempo me agota, que ya tengo una pila de años aunque por esas cosas de la Biblia la barba no se me ponga canosa jamás. Además son demasiadas horas a la intemperie, y estoy todo el santo día entelerido porque de noche apagan la calefacción y aquí nos dejan a los tres, aquí quedamos a punto de convertirnos en carámbanos, muy navideños sí, pero carámbanos al fin y al cabo. Son demasiadas horas también seguidas de pie derecho, por mucho que tenga el cayado para apoyarme. Se me duerme una pierna, y luego la otra, y con tanto querer despertarlas sin perder pie, un día voy a terminar cayéndome de bruces, rompiéndome en mil pedazos. Y mira si me rompo yo María, pues tal día hizo un año y ten por seguro que no tardarían en encontrarme repuesto, pero pensar que en la caída pudiera dañaros a ti o al crío, eso nunca me lo perdonaría, jamás de los jamases. 

Porque yo María si soy alguien es porque sigues a mi lado. Bien lo sé. Y el hombre más feliz que habita en esta tierra soy de tenerte y saberte cerca. Sueño con el momento, cada vez más cercano, en que nos devuelvan a la añorada penumbra de nuestra apretada caja. Allí juntitos los tres, cobijados otro año entero, arropados bajo el plástico de bolas con las que el crío se entretiene tanto mientras nosotros estamos a nuestras conversaciones, a nuestras cosas, las religiosas y las otras. 

Yo María si soy alguien es porque tú existes, con tu dulzura y tu bondad. Y déjame que te lo susurre en voz baja una vez más. Nunca le agradeceré lo bastante a Dios que te enviara conmigo, un carpintero cualquiera. Pero sobre todo nunca te agradeceré a ti que te quedaras conmigo, pobre mortal,  por los siglos de los siglos.

Bendita tú, Bendita María,
Tu José.





#Relatos Rocío Díaz
#Cartas de amor



5 comentarios:

  1. QUE PRECIOSOOOOO, Y SIEMPRE CON TERNURA, PROFUNDIDAD Y ESE LENGUAJE CERCANO LLANO, Y CADA VEZ MÁS POÉTICO. ABRAZOS GRANDES

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias Jaime y Cinta por dejarme vuestros comentarios. Me alegro mucho de que os haya llegado. Feliz Navidad y un beso grande a cada uno.

    ResponderEliminar
  3. Qué súperbonito, Ro!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Marián, bonito no sé, muy de amor sí que lo es. Amor navideño. Mil gracias y un beso grande

      Eliminar

Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno