La Lima con cielo de panza de burro se volvía de colores en sus paredes.
Y daba gusto verla desplegarse distinta en sus tapias y muros, en sus edificios y esquinas.
Los murales de aquella ciudad con mar que caminabas, te saludaban al paso,
y la redescubrías en ellos con más alegría, más color, más vida.
y la redescubrías en ellos con más alegría, más color, más vida.
A punto de llegar nuestro invierno, qué fácil escaparse, gracias a estos muros, a una Lima de septiembre parecida a este Madrid bajo cuya capota gris vivimos y nos mojamos.
A punto de llegar nuestro invierno,
qué fácil recordarla,
qué fácil volver a disfrutarla,
contemplando de nuevo sus vistosos murales.
qué fácil recordarla,
qué fácil volver a disfrutarla,
contemplando de nuevo sus vistosos murales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno