Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 6 de junio de 2018

La Feria del Libro contada desde el interior de una caseta




Quería compartir con vosotros un artículo sobre la Feria del Libro que he leído en la revista Traveler, publicación que siempre me parece interesante.







25·05·2018


La Feria del Libro contada desde el interior de una caseta


Se vendieron libros por un valor de 43.339,75 pesetas (toda una proeza en esos años) en aquellas casetas de colores donde se instalaron altavoces para escuchar a los escritores del momento recitar versos y arengas.
77 ediciones dan para mucha feria

Tal fue el éxito de la primera edición que al año siguiente se decidió apuntar a México para darle un impulso internacional. El protagonismo del idioma se iba haciendo cada vez más evidente, dejando huella en los sucesivos años hasta estallar la Guerra Civil en 1936.
No tendríamos Feria del Libro hasta ya 1944, bajo la denominación de Feria Nacional del Libro, haciéndose evidente los distintivos de la dictadura. En estos años la Feria viajó a varias ciudades, estableciéndose en Barcelona en 1946 y 1952 y en Sevilla en 1948.
Durante la década de los 50 aparecieron diversas iniciativas como la de dedicar cada día de la Feria a un determinado género, superando ya el número de casetas el centenar.
Cuesta Moyano: la feria permanente


En los años 60 la Feria del Libro se traslada a su actual ubicación, El Retiro (1967), y comienza a organizarse en otras provincias de manera simultánea. Este crecimiento no paró a lo largo de los años 70, en los que las ventas superaban ya los 37 millones de pesetas (222.000€) y se empezaron a buscar nuevos emplazamientos por falta de espacio.
Fue en 1979 cuando se tuvo la fatal idea de trasladar la Feria a la Casa de Campo, un fracaso que devolvió la Feria al parque de El Retiro tan solo un año después.
Los años 80 devolvieron la denominación de Feria del Libro de Madrid al evento y trajeron a la Casa Real a la ceremonia de inauguración.
En los 90 aparecen las primeras páginas web dedicadas a la Feria del Libro y comienza la fiebre de los “superventas” que tanto han oscurecido el espíritu literario.
La llegada del nuevo milenio provoca un cambio bestial en la Feria. Las actividades culturales se multiplican.
En Madrid ya se ha asociado la Feria del libro como algo muy de aquí, que habla mucho de las costumbres de la ciudad. Aunque viajamos entre luces y sombras.
Famosos del papel couché y estrellas de las redes sociales llegan a acaparar gran parte de la atención de los lectores en detrimento de autores consagrados y escritores nóveles que buscan un hueco en el mundo editorial.
Pero eso, mejor que nos lo cuenten los que están dentro de las casetas este año.


Gema Nieto: desde Rumanía con amor
Gema nieto es una inquieta madrileña licenciada en Filología Hispánica y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense.
Actualmente trabaja en el mundo de la edición y colabora en revistas, escribiendo artículos sobre libros, cómics y videojuegos. Su primera novela, La pertenencia, fue publicada por Caballo de Troya en 2016 de la mano de Alberto Olmos.
Este año, Gema no firmará ejemplares de su novela, aunque nos adelanta que en breve, saldrá su segunda novela de la mano de Dos Bigotes.


El país invitado de la Feria será Rumanía, tomando el testigo que dejó Portugal el año pasado. El Instituto Cultural Rumano le ha pedido a Nieto que participe en dos de las actividades que han organizado (cosa que hará encantada) el lunes 4 en la presentación del libro Relaciones enfermizas, de Cecilia Stefanescu, y el miércoles 6 moderando una mesa redonda de escritoras rumanas que han publicado en nuestro país.
Durante sus primeros años en el mundo editorial trabajó algunos fines de semana en las casetas de la Feria, acompañando a autores, recomendando libros o atendiendo al público. Para ella, la Feria del Libro es un buen reclamo cultural y que dice mucho del amor que siente Madrid por los libros, aunque también existen sus sombras, debidas a ciertos intereses puramente comerciales, sobresaturación del mercado editorial, espectáculo y vacuo famoseo.
La Feria del Libro es sin duda para Nieto un lugar de encuentro idóneo entre escritores, editores y libreros y donde puedes saludar a conocidos, recomendar libros y realizar actividades interesantes, para acercar la lectura también a los más pequeños.
“Si soy tan crítica es precisamente porque me gustaría que la Feria recuperase su carácter literario y cultural original y se olvidase de famosillos y youtubers. Ojalá los libros más vendidos fueran los que contribuyen a amar la literatura de verdad, la que nos golpea y no nos deja indiferentes, la que sirve para hacernos preguntas, aprender, pensar y cuestionarlo todo, y no los que alejan de ella a los lectores para acomodarles entre páginas tóxicas o inofensivas”, explica Nieto.
¿Un libro imprescindible para Gema Nieto? El ruido y la furia, de William Faulkner.


UNA NIÑA PRODIGIO: SABINA URRACA
Escritora y periodista, colabora con infinidad de medios de comunicación. También ha dado (y da) talleres de escritura en La Casa Encendida y Fuentetaja. En 2017, coincidiendo con la Feria del Libro, publicó su primera novela, Las niñas prodigio, editada por Fulgencio Pimentel. Ahora está a punto de salir La errabunda. Primer tratado ibérico de deambulología heterodoxa, editado por Lindo&Espinosa, una antología de varios autores en la que participa. Actualmente está escribiendo su segundo libro.
La primera experiencia en la Feria del Libro fue para Sabina muy intensa. Aprovechó el tiempo para sacar fotos desde su peculiar punto de vista, con la compañía indispensable de su perra. Y firmó muchos ejemplares, quizás más de los que esperaba.
“La sensación de firmar en la Feria, sobre todo como escritora recientemente publicada por primera vez, es extraña: de pronto resulta que toda esa gente desconocida que aparece de pronto en la caseta se ha leído tu libro, o se lo está leyendo, o está a punto de leérselo. Recuerdo que esa sensación me provocó unos nervios constantes, una sensación extraña, como de desvalimiento. Dormía mal por las noches. ¿Cómo iba a dormir, si quizás había gente leyéndose mi libro en ese preciso momento? Habría sido como dormir mientras alguien desconocido me miraba fijamente”, relata la autora.


Para Sabina, la Feria del Libro de Madrid no deja de ser un reflejo de nosotros mismos: “Lo que hay es un amor por las costumbres, por el paseo, el dejarse caer por los sitios que ya conocemos, el placer del ritual de cada año repitiéndose. Y eso, a veces, es muy bello, y funciona para crear cosas muy bellas, como la Feria del Libro”, explica.
De hecho, esa sensación de movimiento constante de personas que deambulan por los puestos curioseando, ese interés incipiente en los libros es posiblemente una señal de salud de nuestra literatura para ella.
Las niñas prodigio, que firmará este año en la Feria, es una obra en la que Sabina quiere mostrar todo lo prodigioso y lo oscuro que hay en la vida de una persona que, desde el exterior, parece no brillar en absoluto.
¿Un libro imprescindible para Sabina Urraca? Los Cuentos Completos de Lydia Davis (Seix Barral).


EL ESCRITOR NOVEL: JOHAN VARÓ
Onubense viviendo en Madrid. Se graduó en Derecho y luego se especializó en la Asesoría Jurídica de Empresas en la Universidad Carlos III. Desde joven, su camino estuvo vinculado a la literatura, pues escribía pequeños cortometrajes, relatos cortos, diarios.
“Siempre me ha gustado escribir, aunque nunca me planteé en serio publicar hasta que llevaba más de media novela escrita, fue entonces cuando comencé a barajar la posibilidad”, se sincera el joven.
Y es que apenas, trascurrido un mes y medio desde la puesta a la venta de su primera novela, ya va camino de la segunda edición y manifiesta un profundo agradecimiento a la editorial Max Estrella, que le brindó la oportunidad.
El lenguaje oculto de las olas es su primera novela publicada. “Se trata de una novela que se sumerge entre lo trágico y lo romántico. Una obra que ha sido calificada por algunos lectores como 'necesaria'. Yo no me atrevo a decir que sea necesaria, pero sí me atrevería a asegurar que se trata de una historia que no dejará indiferente a nadie tras su lectura, aunque más que una historia diría que es un viaje, un camino hacia el descubrimiento interior, hacia el progreso”, nos cuenta el autor.
Y además, tilda su obra de inocente y atrevida, apta para todos los públicos, con personajes que dejan huella, utilizada como vinculo de la libertad de pensamiento, de representación de las cosas más bellas y muestrario de la complejidad cultural y costumbrista del siglo en el que vivimos.
Johan se estrena en la Feria del Libro convencido de que es una gran oportunidad para promocionar aquellos títulos que gozan de menor publicidad por falta de recursos. “Bajo mi humilde punto de vista, creo que los grandes grupos editoriales saturan el mercado a veces con libros que aportan poco o nada y cuya avalancha publicitaria acaba haciéndole sombra a obras de autores desconocidos que podrían aportar un gran valor añadido a la literatura española y no lo consiguen por el mero hecho de permanecer en el anonimato”, sentencia el joven escritor.
 ¿Un libro imprescindible para Johan? El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.




http://www.traveler.es/viajes-urbanos/articulos/feria-del-libro-madrid-curiosidades-datos-que-no-conoces/12706

lunes, 4 de junio de 2018

Feria del Libro de Madrid 2018




La visita obligada de todas las primaveras es ir al Parque del Retiro a la Feria del Libro.

Achicharrarse bajo el sol inclemente o que te pille una de las tremendas tormentas que siempre hay en tiempos de la Feria.

Ir en la dirección de todos los lectores o luchar contra su corriente.

Encontrar a todos los escritores que tanto te gustan.
Ver las fotografías y leer las frases que la decoran.

Vencer o no la tentación de comprarse este o aquel libro.



Y no pudiste vencer la tentación y te compraste "Nosotras, historias de mujeres y algo más" de Rosa Montero. Uno de esos libros que merece la pena tener en papel, porque a las maravillosas mujeres de Rosa Montero le acompañan bellas ilustraciones de María Herreros.

Y viste a los escritores que tanto te gustan: Lorenzo Silva y Manuel Rivas, Fernando Aramburu y Almudena Grandes, e incluso a Eva Sáenz de Urturi.
Y viste las fotografías y leíste todas las frases, como la que encabeza esta entrada, o aquella otra que te gustó: "A las palabras se las lleva el viento, menos a la palabra contaminación"

Y a ratos fuiste en la dirección de todos los lectores, pero también a ratos luchaste contra corriente.

Y esta vez lejos de achicharraros, te empapaste bajo una de esas tormentas de verano de junio.

Porque la visita obligada de todas las primaveras es ir al parque del Retiro a la Feria del Libro.

Y otro año volví a salir encantada después de haber paseado entre casetas y escritores, después de salir victoriosa con mi libro bajo el brazo como el más preciado botín. El más preciado.






viernes, 1 de junio de 2018

Nombres de las tiendas




Hace tiempo que no ponemos una entrada sobre nombres de tiendas, así que he pensado que como es viernes, preludio de fin de semana, de tiempo libre, de ocio, de relajación, pues vamos a tener una entrada menos sesuda, más lúdica.

No me digáis que no es graciosa la foto que encabeza la entrada "Manolito Gafitas" que nombre tan apropiado para una óptica. Recordando al entrañable personaje de Elvira Lindo "Manolito Gafotas", pero con un tinte más cariñoso "Gafitas". Está en Madrid.

Y aquí debajo tenemos el nombre de una lavandería "Goticas de agua", es de un establecimiento de Zaragoza, ya veis la terminación mañica de ¡goticas! Me encantó cuando la vi.










Y por último nos despedimos con el nombre de un bar de Puertollano que encontré a mi paso y me hizo también gracia "La resalá".

resalado, da
1. adj. coloq. Que tiene mucha sal, gracia y donaire.

Nos dice el diccionario de la Real Academia.

Pero aquí también lo tenemos con el acentillo coloquial que le quita la última sílaba y acentúa la penúltima "la resalá".






Bueno pues hemos hecho un recorrido por distintos establecimientos, distintas comunidades y distintos hablas coloquiales.

¡Buen fin de semana!

martes, 29 de mayo de 2018

Visita guiada Las Sinsombrero por Experimenta Madrid




Sabía que no existía la felicidad, quizá por ello disfrutaba intensamente de esos pequeños placeres sisados a la rutina diaria: leer, pasear por su ciudad, estar al aire libre, y alguno que otro más o menos confesable. Cuando dos o más de estos placeres coincidían sentía como si ese día le hubiera tocado el pedazo más grande de la tarta.

Aquella tarde de domingo ocurrió. Y de vuelta a casa sintió como si hubiera rebañado hasta la última migaja del dulce. Había podido conjugar la literatura con su ciudad preferida, sus ganas de aprender con que te cuenten historias paseando.

Porque esa tarde de último domingo de mayo de 2018 había caminado por un Madrid con su calle Alcalá cortada al tráfico, quién vive en la capital sabe que solo eso ya es un enorme placer. No importaba que unos metros más abajo los apasionados del futbol esperaran estruendosamente en las Cibeles a su gran equipo, si ellos estaban atravesando por cualquier lugar que les apeteciera aquella calle inusualmente vacía, mientras les contaban de aquellas mujeres de la Generación del 27 que el tiempo y la historia no había salvado del olvido.

La casa de las siete chimeneas, hoy Ministerio de Cultura y ayer sede del Lyceum Club Femenino (1926-1939) referente del protagonismo de las mujeres españolas en los años 20 y cuya presidenta era María de Maeztu, una de las presidentas Victoria Kent y su secretaria Zenobia Camprubí. El Instituto Cervantes donde dio clase la filósofa María Zambrano y coincidió con el poeta Antonio Machado, con el que dolorosamente coincidiría cerca de los Pirineos por donde escapaban de una España sangrante. El Palacio de Congresos para recordar a Victoria Kent y a Clara Campoamor y la lucha por el voto de las mujeres. La academia de Bellas Artes de San Fernando donde estudiaron Maruja Mallo y Margarita Manso, aquellas artistas que desafiaron a la época y a la sociedad, lanzándose a atravesar la Puerta del Sol sin sombrero, del brazo de sus amigos Lorca y Dalí, ganándose el abucheo y las pedradas. También aquí, en la Academia de Bellas Artes, estudiaría la genial escultora Marga Gil Roesset que quiso desaparecer de la tierra y hasta su tumba llegó un último rayo que la ayudó a conseguirlo. Y finalmente casi en la Puerta del Sol la parada para recordar a una ilustre maestra y esposa de Julian Besteiro, Presidente de las Cortes durante la II República, llamada Dolores Cebrián, a quién pocos recuerdan a pesar de su exitosa carrera en la Educación no solo española sino también fuera de nuestro país. De ella decía Miguel de Unamuno que tenía "cabeza de hombre".

Un paseo por Madrid deteniéndose en algunos edificios relacionados con unas pocas de aquellas mujeres, las mujeres de la Generación del 27, aquellas que se agrupaban bajo el sobrenombre de Las Sinsombrero.

Porque no habían hablado de todas las que eran, pero sí que habían recordado a algunas de las más importantes: María de Maeztu y María Zambrano; Zenobia Camprubí (la ilustrada esposa de Juan Ramón Jiménez a quién enamoró con su risa; Victoria Kent y Clara Campoamor; Maruja Mallo y Margarita Manso; Marga Gil, la genial escultora casi olvidada, y una aún más olvidada Dolores Cebrián.

Faltaban otras tan importantes como ellas: Teresa León, Concha Méndez, Josefina de la Torre, Ernestina de Champourcin, Rosa Chacel... Claro que faltaban y alguna que otra más.

Pero dos horas de paseo solo daban para unas pinceladas apenas de aquellas enormes mujeres que aún estando al lado de los hombres de la Generación del 27, yendo por la vida de su brazo, brillando intelectualmente tanto como ellos, apenas hoy son recordadas.

Visitas guiadas por Madrid como ésta de Experimenta Madrid eran, para ella, la coincidencia de varios pequeños placeres. Era pasear aprendiendo, era conocer de otra forma Madrid, era recordar literatura y profundizarla, era desde luego una tarde saboreando el pedazo más grande de la tarta.


Plaza del Rey de Madrid. La casa de las siete chimeneas. Antiguo Lyceum Club Femenino




Otras entradas en el blog sobre Las sinsombrero:
https://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=Las+sinsombrero




Experimenta Madrid:
https://experimentamadrid.blog/



domingo, 27 de mayo de 2018

Artículo titulado "El seudónimo literario" de Manu de Ordoñana




Quería compartir con vosotros un artículo que me gustó en su día.

Trata sobre los escritores y sus seudónimos. Es de Manu de Ordoñana, es interesante.


A ver qué os parece.

EL DIARIO VASCO, 28 de febrero de 2018

El seudónimo literario


Manu de Ordoñana


A lo largo de la historia, muchos escritores han preferido, por diferentes motivos, utilizar un nombre falso en lugar del suyo propio.

El recurso del seudónimo masculino ha sido uno de los más utilizados a la hora de ocultar que la autora era mujer. Hace 200 años esto estaba perfectamente justificado, porque se entendía que escribir no era ni debía ser una actividad de mujeres. En el fondo lo que había era un deseo del autor, de la autora en este caso, de que se leyera su obra sin ningún tipo de prejuicio, desde una perspectiva libre y en igualdad de condiciones.

Por eso muchas escritoras tomaron la decisión de ejercer su profesión a escondidas, muchas veces, con grandes penurias. Imagen inolvidable, por increíble, es la de la inglesa Charlotte Brontë escondiendo el manuscrito de Jane Eyre, para ponerse a la tarea de pelar patatas. O la de la escritora española Rosalía de Castro quejándose de que no había momento en el que no le recordarán que tenía que dejar la pluma y dedicarse a zurcir los calcetines del marido. Y es que además de prejuicios, hay que hablar de vergüenza, discriminación, miedo, injusticia, ninguneo… palabras estas que la sociedad impuso a las mujeres por su deseo vital de expresarse con la literatura.

Pero hubo casos, como el de la gallega Emilia Pardo Bazán, que se negó a escribir con seudónimo y tuvo que sufrir la burla y el menosprecio de escritores y académicos aun siendo una de las mujeres más ilustradas que abogó por la educación de la mujer y a pesar de su posición social como descendiente de una familia noble. No está de más recordar aquí que fue rechazada para entrar en la Academia de la Lengua, al igual que Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las dramaturgas más importantes de la época, que se adelantó a su tiempo al reivindicar la independencia y capacidad de decisión de las mujeres y la zaragozana María Moliner, creadora de uno de los mejores diccionarios de la Lengua.

Luego encontramos a aquellos escritores que quisieron utilizar un nombre menos habitual o más original que el propio. Aquí tenemos a Mark Twain y a George Orwell. Twain es en realidad Samuel Langhorne Clemens. Debido a su oficio de navegante ─uno de los muchos que desempeñó─ tenía la tarea de anotar (to mark) la profundidad de los ríos para comprobar si eran navegables o no. Para eso utilizaba la expresión “wain” que, en el argot marinero, significa que el río tiene dos brazadas y por tanto es posible navegar por él.

En el caso de Eric Arthur Blair, antes de optar por el seudónimo definitivo consideró nombres como Kenneth Miles o H. Lewis Allways, pero finalmente se decantó por el de George en honor al patrón de Inglaterra, y por el apellido de Orwell por considerar al río Orwell en Suffolk uno de los lugares más emblemáticos del país, además de pensar que la elección de un apellido que comenzara por la letra O le daría una mejor posición a sus libros en las estanterías de ventas.

También está el caso de los narradores que tuvieron que evitar a unos padres incomprensivos. Aquí nos topamos con el chileno Pablo Neruda, que publicó su primer trabajo literario a los 13 años con su verdadero nombre, Neftalí Reyes. Su padre, trabajador de una compañía ferroviaria, desaprobaba las actividades literarias de su hijo, por lo que el joven escritor ─para evitar el malestar del padre por tener un hijo poeta─ comenzó a utilizar ese seudónimo literario, probablemente en honor al famoso escritor checo del siglo XIX Jan Neruda.

También descubrimos a Garcilaso de la Vega que, por genealogía, tuvo que llamarse Suárez de Figueroa. Fue su propio padre quien decidió cambiarle el nombre por el que hoy todos lo conocemos, ya que antes había sido utilizado por algunos ilustres antepasados de su aristócrata familia y esto le hacía socialmente más influyente.

El no querer saturar el mercado con libros escritos bajo un mismo nombre ─así podía escribir dos al año─ ha sido la excusa de Stephen King que, en los años 70 y bajo indicación de su editor, decidió publicar seis novelas bajo el nombre de Richard Bachman. Una vez que se descubrió el verdadero nombre bajo la máscara, el autor decidió matar a su alter ego, al que incluso organizó un entierro falso, y consiguió publicar una novela póstuma con su seudónimo.

Existen, además, escritores que han utilizado un nombre falso como estrategia de venta y a la vez para evitar presiones. J.K Rowling, la escritora de Harry Potter ha confesado ser la pluma que se encontraba detrás de la novela El canto del cuco, firmada bajo el nombre de Robert Galbraith. La autora ha reconocido que decidió utilizar esta falsa identidad para huir de la presión que había sentido al publicar las últimas entregas de la saga Potter.

Y aquí en España nos encontramos al escritor Ángel Torres Quesada quien confesaba que lo de firmar como A. Thorkent ─juego de palabras con sus dos apellidos─ era una imposición de la editorial. Pensaban que el nombre en inglés era mucho más atractivo para los lectores de la época.

Luego tenemos a los que desean diferenciar su obra “seria” de otro tipo de trabajos. Este es el caso del autor de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Con el nombre de Lewis Carroll decidió publicar sus obras literarias y con el de Charles Lutwidge Dodgson, sus escritos en el mundo de las matemáticas.

En este grupo metemos también a la autora de la novela Historia de O. El alias Pauline Réage, que durante años se creyó era el seudónimo de un hombre, protegía la respetabilidad de una intelectual, Anne Desclos, amante de un consagrado editor que publicó el libro preservando el anonimato. Lo hizo tan bien que nadie se enteró hasta 1994 ─la novela se publicó en 1954─, cuando ella misma lo reveló en una entrevista.

También queremos recordar dos casos curiosos: el del autor que opta por varios seudónimos y el contrario, el de dos escritores que escriben juntos bajo uno solo.

En el primero nos encontramos al célebre poeta y escritor portugués Fernando Pessoa. Los seudónimos fueron mucho más que un alias: directamente se desdobló en varias personalidades ─heterónimos─ que adquirieron realidad al adoptar un estilo propio diferente del autor original. Los tres más conocidos fueron Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Un cuarto, Bernardo Soares, “autor” del Libro del desasosiego, es considerado un heterónimo a medias por no poseer una personalidad totalmente diferente de la de Pessoa y no tener fecha de “fallecimiento”, como los otros.

Y en el segundo caso tenemos a Honorio Bustos Domecq, seudónimo bajo el cual Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares escribieron a dúo: Bustos era el apellido de un bisabuelo de Borges y Domecq, de uno de Bioy Casares.

Pero son los dos últimos casos que vamos a describir a continuación los que últimamente están planteando problemas a la comunidad literaria y son los que ponen en el punto de mira el tema referido a los límites necesarios o posibles que unen al autor con su obra.

El primero es el de Elena Ferrante. Sabemos, por las pocas declaraciones que ha dado Ferrante, que para escribir su saga Dos amigas se inspiró en una larga y complicada amistad que entabló en la infancia. La perspectiva narrativa centrada en el personaje de Elena y convergente con la escritora a modo de una voz autobiográfica hace que se dé una identificación entre personaje y autor. Esto es lo que Ferrante ha querido evitar manteniéndose en la sombra, así podía acercarse a lo inconfesable, sin tener que rendir cuentas a nadie. Pero el periodista italiano Claudio Gatti descubrió que tras ese seudónimo se ocultaba la traductora Anita Raja y lo hizo público sin ningún reparo.

El otro caso es el de la escritora Laura Albert quien, tras el seudónimo de J. T. Leroy, escribió una autobiografía: Sarah. La obra narra la historia sobre abusos a un menor, supuestamente inspirada en la vida real del propio Leroy. Pero se ha descubierto que esa realidad no era más que un producto de la imaginación de Laura Albert. Durante casi una década J.T. Lereoy, ese ser imaginario que ella utilizó como alter ego, consiguió engañar a la práctica totalidad del establishment literario y periodístico estadounidense. A todos les dijo que un psiquiatra le había recomendado expurgar sus demonios escribiendo y todos le apoyaron y le ayudaron a abrirse camino en la industria editorial. Ira Silverberg, su editor, junto con otros escritores, creyó estar ayudando a un joven del que habían abusado de niño, que se había prostituido, que tenía sida y que estaba superando una experiencia de violencia a través del arte. Cuando se descubrió el fraude, la autora fue acusada por la productora que compró los derechos para llevar Sarah al cine, y un tribunal federal la condenó a pagar 116.500 dólares por daños y perjuicios.

Estamos ante un pulso entre la realidad y la ficción y también ante el eterno enfrentamiento entre arte y comercio. En opinión de Ferrante, una vez escrito el libro ya no necesita a su autor. Ante una gran obra literaria el nombre que se esconde detrás de la pluma es lo que menos importa ¿Por qué mejoraría un texto el saber determinados detalles de la vida de su autor? El escritor no sabe nada de sus lectores y sus lectores no saben nada de él. La única conexión entre ambos se da en el espacio neutral de la ficción. Materia, por otro lado, de la que se nutre la Literatura.

Entonces, ¿es ético revelar la identidad de alguien que quiere mantenerse en el anonimato? ¿Quién es el principal beneficiario de ello? ¿Cuál es el límite entre el derecho a la información y el derecho a la privacidad? Hablar del seudónimo literario es sacar a la luz un tema de fondo: el saber frente al ocultar; el derecho del lector de conocer la autoría frente al derecho del escritor de esconderla. Esa es la cuestión.

 


martes, 22 de mayo de 2018

22 de mayo - Santa Rita, Rita, lo que se da, no se quita




En este blog nos gustan, y mucho, las frases hechas, los dichos, los refranes, en resumen todo lo que gira conformando el lenguaje coloquial.

Cuando hoy el calendario de mesa del despacho nos ha chivado que hoy era Santa Rita, tanto mi blog como yo inmediatamente nos hemos mirando cómplices y hemos cantado entre dientes aquello de "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita" con vocecilla infantil y música archiconocida.

Estoy segurísima que a todos os resulta familiar.

¿Pero quién era esta Santa Rita que todos conocemos?

Pues Santa Rita era Santa Rita de Casia, una religiosa italiana que fue canonizada en el año 1900 y que en realidad se llamaba Margarita Lotti.

Margarita Lotti nació en un pequeño pueblo italiano en el año 1381. Fue obligada a casarse con 12 años con Paolo di Ferdinando di Mancino, que la trató siempre muy mal. Toda la vida se pasó Margarita rezándole a Dios para que convirtiera a su marido, que acabó asesinado un día de vuelta a casa 18 años después de haberse casado. Poco después la epidemia de peste se llevó a sus dos hijos, que parece ser habían salido en el carácter al padre y habían jurado vengar su muerte, y por los que también rezaba una y otra vez la piadosa Margarita.

Una vez viuda consiguió, después de no ser admitida durante bastante tiempo por no ser soltera en otros conventos, en uno de Cascia. De ahí que acabara siendo Santa Rita de Cascia porque fue sometida a duras pruebas y siempre sus plegarias solían ser atendidas. De hecho y como ejemplo de prueba de obediencia la pidieron que regara todo los días una planta moribunda y parece ser que llegó a ser una floreciente vid.

De su vida piadosa y sus éxitos, hay muchas leyendas: la del jardín cercano a su celda donde brotaban rosas en pleno invierno, o la de las abejas que parece ser que siendo niñase posaban en su boca dejándole dulce miel. Tampoco quiero extenderme mucho en ésto.

Pero por este tipo de acciones acabó siendo conocida como la Patrona de lo Imposible.

Pero sobre todo lo que nos interesa a nosotros es cuál es el origen del dicho. Vamos a ello, aunque me temo que no acaba de estar muy claro eso de por qué: "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita".


Según Gregorio Doval en "Del hecho al dicho", y parece ser que es la opinión más extendida, se debe a que en una ocasión una doncella poco agraciada le pidió un novio y Santa Rita se lo concedió. Pero al poco tiempo el futuro marido decidió echarse para atrás. De ahí el reproche de la novia a Santa Rita: "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita".


Otros, en cambio, dicen que viene de la deformación de otro dicho que diría: "Santa Rita, siempre da y nunca quita". Debe ser que como, en general, la vida nos quita más que nos da... pues eso.

Pero vamos que en casi todas las fuentes señalan lo de la doncella que se queja porque por mucho que Santa Rita le concedió el novio, éste al final...


Y eso os quería contar: Que el 22 de mayo "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita".

viernes, 18 de mayo de 2018

Rozalen en el Wizink Center



Yo lo que siento, lo que más siento, es no haber conocido a Rozalen tan a tiempo como para haberla escuchado en Libertad 8. Con lo que a mí me gusta Libertad 8, con la de cantautores que he escuchado allí, con la de veladas poéticas que hemos disfrutado en ese mágico lugar, haber podido escuchar a Rozalén allí hubiera sido una gozada.

Pero bueno, lo importante es que fuimos a Alcobendas, después al Price, y ayer a al Wizink Center, vamos, a nuestro Palacio de Deportes de toda la vida... Porque ¡cómo hemos crecido su séquito!


Y lo bonito que fue ayer ver a todo el público, todo ese público que eramos, muchos miles de personas, desde un primer momento en pie tarareando "Justo" al unísono.

Un recital de dos horas y media, que no se nos hizo largo en absoluto, porque Rozalen de "cansautora" como ella se define con ironía, nada de nada. Con invitados tan especiales como Kevin Johansen y Abel Pintos, cuyas canciones a dúo son de mis preferidas. También con Kase O en otra animada compenetración. 

Escuchamos también su preciosa versión de La belleza de Aute, de quién nos acordamos especialmente, además de su versión de Volver a los 17 de Violeta Parra.

Y por supuesto escuchamos practicamente entero su último disco y muchas de nuestras favoritas de los dos anteriores: Berlín, Vuelves, Será Mejor...

Dejando todas las más animadas, las que bailaba todo el mundo, para el final. 

Porque lo de ayer, 17 de mayo de 2018 en nuestro Palacio de Deportes de Madrid de toda la vida, fue una fiesta protagonizada por Rozalén que cantamos, bailamos y disfrutamos todos. 

¡¿Qué importa si hoy en el despacho me moría de sueño?! ¡¿Qué importa si las fotos y los vídeos me han salido un churro?! Dentro de nosotros nos lo llevamos, y eso es lo que cuenta.

Gracias a mi amiga que me la descubrió.

Gracias Rozalen.