Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 2 de octubre de 2024

Siempre café

 


Los granos de café que masticaba mamá, mientras lo molía, siendo aún niños; el café asesino que casi me mata en Egipto; el que subía humeando escaleras arriba cuando los padres tenían reunión de vecinos en casa de la Señora Ángela; aquel machaquito que nos tomamos la primera tarde en La Palma mientras atardecía tras los dos faros; el café con leche y barrita con aceite que desayunábamos cada mañana tú y yo mientras nos íbamos enamorando; el que acompañábamos de una caracola recién hecha en La Pausa de Dublín con Oscar Wilde al fondo; el que nos tomábamos a media tarde con mamá y su bizcocho recién hecho en aquella mesa redonda de nuestra luminosa y enorme cocina; aquellos cafetitos riquísimos de La Puglia a los que me tiraba "en plancha" en cuánto me veía en calle con tiempo libre; el café que se enfrió en la taza el día que tú dijiste que quizá no deberíamos seguir; el brebaje turbio que nos daban en Escocia mientras aquel compañero del viaje cantaba: “Dame veneno que quiero morir, dame veneno…”; el café que nos tomamos con nuestros recién estrenados amigos en aquella librería de Corfú tan chula donde un gato despanzurrado dormitaba; el "con hielo" que no me tomaré nunca; el "bombón" que me tomaría siempre; el café diario justo y necesario de después de comer esté donde esté sola o acompañada; el café donde se disolvió tu "quizá" antes de tragártelo y continuar diciendo: "pero no quiero"; el café irlandés con turroncitos por el que nos clavaron aquella navidad; los cafés que nos tomamos mi soledad y yo; esos en los que mojamos los dulces típicos de aquí y allá; el carísimo café suizo que menos mal que estaba bien rico; el descafeinado que me sabe a gloria los miércoles de tertulia hablando de letras; el que nos tomamos al solecito y frente al lago en Los Dolomitas; el "noisette", la "mediana", el "machiato" todos los que aprendí a decir para defenderme por la vida; todos los cafés que me han robado los malandrines de todos los bares del mundo a la voz de “ya tenemos la cafetera limpia y apagada”; todos los que nos hemos tomado en los aeropuertos antes de viajar; los que han calentado tantas conversaciones importantes en casa, con los amigos, contigo; los mil y uno que nos hemos seguido tomando tú y yo desde que decidimos dejar nuestra, sin embargo, interminable historia.


@Rocío Díaz

 Dicen que el 1 de octubre es el Día Mundial del Café.


¿Quién necesita un día mundial?












lunes, 30 de septiembre de 2024

"Los siguientes" de Pedro Simón. Reseña Literaria


 

"Todo lo mío es vuestro, repartid las cuatro cosas que tenemos como os venga en gana.
Sois hermanos y eso es la hostia. Sois hermanos y eso debería ser suficiente. Sois hermanos por encima de quién se queda con cuatro migajas de viejo.
Si alguna vez se os olvida, pensad que venís del cuerpo sagrado de vuestra madre. Si alguna vez os perdéis, volved al lugar conde más felices fuisteis, que es la infancia, y darle fuelle a aquello, no dejéis que se apague. ¿No os acordáis ya? Tú, Gabriel, siempre defendías a tu hermano, con los puños si hacía falta... Tú Darío, querías ser como él, en todo, en la ropa, en el pelo, en la forma de hablar... Y tú Carmen, les tenías tanta devoción a los dos que durante mucho tiempo decías que querías ser un chico y hasta un día lamentaste no haber tenido pito..."


Cuánto he disfrutado la lectura de este libro tan sentimental, tan cotidiano, tan normal y tan extraordinario al mismo tiempo. 


"El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo: venga, Carmen, que es lo mismo; va, Carmen, que es tu padre; venga, mujer, que ese hombre te limpió el culo a ti.
Me lo repetía como quien está a punto de correr para darse impulso y saltar.
Es lo mismo, Carmen. Hazlo ya.
Pero no. No es lo mismo..."

Con Pedro Simón siempre volvemos a las relaciones familiares. Con Los ingratos tratamos nuestra relación posterior con quiénes nos habían cuidado, en Los incomprendidos la relación con los hijos y ahora en Los siguientes el tema principal es cómo afrontamos que nuestros padres tienen que envejecer sí o sí. Temas universales.

Después de "Los ingratos", y "Los incomprendidos" yo me tenía que leer "Los siguientes", aunque supiera que me iba a doler y a encantar a partes iguales. Lo sabía. Y no me equivocaba. 

Aquí los narradores son los tres hijos de Antonio: Carmen, Darío y Gabriel. Gracias a sus voces tan diferentes vamos a ir conociendo a toda la familia, sus padres y sus hijos. Iremos sabiendo lo que les ha ocurrido, lo que los une y les separa. Y hasta el final no vamos a escuchar la voz de Antonio. 

Las tres voces de los narradores en primera persona están perfectamente perfiladas, no haría falta ni que te los presentaran porque son inconfundibles. Se corresponden con tres hermanos muy diferentes en sus formas de ser, en su lenguaje, en sus vidas, en su forma de relacionarse con los demás. Los personajes están nítidamente diseñados, enseguida ves lo que piensan en sus gestos y sus palabras, sabes lo que sienten, su forma de conducirse por la vida.

Son una familia normal y corriente de clase media de nuestro país. La ambientación está muy lograda. Por momentos es mi familia, la del vecino, o la de más allá. 

El autor nos tiene con el corazón en un puño toda la novela porque su prosa destila sensibilidad en cada frase que el personaje dice. Es un libro muy sentimental pero nada ñoño. Una narración que transmite mucho, que conmueve más. Y cuando ya piensas que ya vas derecho al fin, aún tiene ahí preparado para ti un giro en el argumento que te hace volver a mirar al personaje principal y verlo con otros ojos. 

No quiero contar más. El que más o el que menos se va a sentir identificado con lo que se cuenta en esta novela, en todas sus novelas, porque te lo cuenta tan bien Pedro Simón, pero tan bien... es tan certero diseccionando los sentimientos que no podéis salir indemnes de esta lectura, de ninguna de sus lecturas, y eso es, además de un logro como autor, una maravilla para mí como su lectora. 




viernes, 27 de septiembre de 2024

Murales de Olbia

 



"Cerdeña es otra cosa. Más amplia, más normal, sin subibajas, alejándose progresivamente hacia el horizonte. Cordilleras muy normales, de cerros y parameras que se alejan, tal vez hacia un grupo de cumbres dramáticas por el suroeste. Se tiene esa clara sensación de espacio que en Italia siempre se echa en falta. Hay un espacio amable en derredor, y hay distancia en los viajes: nada esta acabado, nada es definitivo. Es como la libertad misma..."
D. H. Lawrence


Mi Cerdeña no tiene nada que ver con la del autor británico, mi Olbia no es su Terranova, separan cien años a los dos viajeros. Pero algo de mágico hubo en terminar durmiendo en Olbia varias noches por puro azar, recalar en una ciudad mucho más agradable de descubrir y pasear que la prometida, tropezar con este mural precioso con un fragmento del libro de viajes de este autor hablando de su Cerdeña, libro que yo desconocía y ahora ¿habría de leer?

Yo tengo ya mi propia isla, y nada que me cuenten cambiará el recuerdo de la Cerdeña turquesa y variable que interioricé, la que fui descubriendo faro a faro bañada por ese mar aterciopelado de mil colores que ya estoy añorando.









#cerdeña #olbia #murales #librosdeviajes

jueves, 26 de septiembre de 2024

"Golpes de luz" de Ledicia Costas. Reseña Literaria

 


"Cuando entro en la sala donde jugamos al parchís, descubro lo que estuvo haciendo mi hija en la cocina. Resulta que preparó cadapés. Son tan perfectos, tan bien colocadiños, que parecen de revista. Imposible que estén buenos.

-¡Qué buena pinta tienen! -la piropeo, echando una vez más de mis dotes para la interpretación. 

-Sigo en Instagram a una cocinera que comparte unas recetas que están genial. Dan trabajo y hay que tener paciencia, pero luego el resultado merece la pena -dice ella, apuntando con la cámara de su móvil a la mesa auxiliar donde puso las bandejas.

-Claro que sí -contesto yo, como si supiera o me importara qué cosa es esa del instagrán.

Aurora y Preciosa abren sus mochilas y sacan las cajas de bombones y las magdalenas, y yo suspiro aliviada. Los cadapés estaban poniéndome mala. Para hacer esas composiciones, Julia a la fuerza tuvo que usar pinzas. Qué cosa más ridícula. Algunos tienen caracoliños, otros llevan trozos de olivas, almendras en polvo, huevo picado, nueces, uvas pasas, qué sé yo. Son unas mezclas que no me gustan un carallo. Hay unos que parecen nidos de pájaros. Sabe Dios que le pudo pasar por la cabeza a mi hija para pensar que aquello nos podía apetecer. Voy a tener que comérmelos sin respirar. Aún me va a dar algo en el cerebro.

-Venga, todas a la mesa -ordeno, mientras sirvo el Sansón en las copas.

-Yo prefiero agua -dice Julia.

Mal empezamos.

-Bebe un poco de vino, que mata todas todas las penas, mujer -le aconseja Preciosa.

Razón no le falta. Conocen la historia de mi hija, saben lo del divorcio y que el padre del niño empezó una relación con otra. Esto no lo sé seguro, pero tampoco hay que ser muy lista para caer en la cuenta, por eso se lo chimpé a mis amigas, aunque mi hija no dijera ni mu al respecto. Tampoco culpo a mi yerno de eso, si ellos ya no están juntos tendrán que rehacer sus vidas. Pudo esperar un poco, eso es cierto. Que parece que cambió una por la otra y eso bien no está.

-Tú eres el verde -informo a Julia, pasándole su cubilete-. Conoces todas las normas, ¿verdad?


Pienso en el tiempo que dediqué a leer esta novela y sonrío. Cuánto la disfruté. Me atraparon las vidas de esos tres personajes tan especiales a quiénes los sinsabores dela vida les ha llevado a compartir casa y dificultades, pero que aún así terminarán por hacerte sonreír y transmitirte ternura. 

"Golpes de Luz" qué buen título de doble lectura para esta historia que me terminé estando de vacaciones y no pude reseñar justo después, pero no puedo dejar de hacerlo ahora, porque os animo a que os mudéis por unos días a Galicia, a la casa de la Luz, la abuela y viváis con ellos la temporada que Ledicia Costas nos ha inventado. Estaréis bien, muy bien. 

Tres personajes, tres narradores que nos van a ir contando su historia en primera persona. Luz, la abuela, menuda mujer, cómo le echa humor a esa vida ingrata que le tocó vivir. Julia, su hija periodista, que ha dejado Madrid y se ha ido a vivir con ella porque acaba de separarse y todavía está desubicada y triste. Y Sebas, el nieto, la tercera generación, que a sus diez años es el más sensato, el que pone un toque de serenidad en esa vida que comparten. Los tres personajes son perfectamente distinguibles a través de su vocabulario, del lenguaje que utilizan, de sus actos. Tres personajes muy bien perfilados con sus aristas, sus sombras y su enorme corazón asomando entre sus frases. 

Ambientada en un pueblo gallego la novela nos muestra temas tan importantes como el narcotráfico gallego, el acoso escolar, los malos tratos, la soledad, la vejez y sus cuidados, la conciliación, el amor. Cuántos temas desgraciados e importantes aborda y de qué forma tan sutil lo hace, devolviéndote una lectura llenita de momentos agradables. 

Con un punto de intriga en la narración que se irá desvelando a medida que vaya transcurriendo la trama, nos iremos encariñando con esos personajes, con su evolución gracias al estilo sencillo, llenito de humor, y evocador de la prosa de la autora. Escrita con un lenguaje salpicado de palabras gallegas en el caso de la abuela y de magia en el de Sebas y sus dos amigos (Guerrero y Noa), la novela es muy rica en acciones, en situaciones diferentes, unas veces casi rocambolescas de puro absurdas y otras profundas y muy serias. Tiene un ritmo muy ágil toda la narración gracias a los tres narradores que se van combinando para contar la historia y la sucesión de acontecimientos que les acontecen.   

Me la recomendó mi amiga Julia y no puedo dejar, a mi vez, de recomendarla también porque merece mucho la pena. No conocía a esta autora pero ahora no pienso dejar ni uno de sus libros sin leer. 


domingo, 22 de septiembre de 2024

Los regalos traen otros regalos.

 


Yo no sé qué quería aquel ave, no sé si venía a reprocharme mi desinterés inicial en su espectáculo, o a darme en la cara con un "¿Ves? ¡Ahora bien que te gusta! ¿Eh?" con retintín incluido. Pero el caso es que vino derechito a mí a una velocidad endiablada así que lo único que pude hacer fue defenderme con mi cámara, lo que más a mano tenía, colocarla entre su pico y mi nariz, que peligraba, y disparar. Eso hice. En defensa propia, lo juro. Pero lo atrapé, ya veis que lo hice.


En ocasiones los regalos traen otros regalos.
La agencia de viajes nos regaló un día en Puy du Fou en Toledo. Un detallazo, la verdad.
No sé por qué, anteriormente, no me había propuesto ir. Supongo que uno va eligiendo y eligiendo, y siempre quedaba un poco a desmano.
Una vez allí, tampoco, de primeras, lo de la cetrería me apasionaba.
Pero aquella melodía junto al tono del cuento, más la pericia y aquellas aves con sus vuelos... ganaron mi voluntad.
Como decía aquel de la canción: La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...

Una gozada.








sábado, 21 de septiembre de 2024

Atardecer en Alghero

 


Si alguna vez no supieras qué regalarme, 

regálame un atardecer en Alghero. 








domingo, 8 de septiembre de 2024

De murales del mundo - Francia y Suiza

 



Hoy, mientras comíamos, les dijeron a mis sobrinas de volver a esquiar. Fue un retazo de conversación, uno de esos que se te cuela entre los silencios de la tuya propia. Apenas una frase. No escuché más. 

Pero ya mi caprichoso pensamiento se detuvo un segundo lo suficientemente largo en ella, como para que algo se activara, se impulsase y cogiera tal carrerilla por mi memoria que yo visualizara mi última vez en la nieve, los Alpes y aquellos alpinistas subiendo en frente de nosotros. De ahí me ha venido a la cabeza aquel mural tan precioso que había en Chamonix donde se les homenajeaba. Cuando he llegado a casa he sentido la necesidad de volver a mirarlo. Me pareció entonces tan llenito de detalles y color, tan cuidadosamente dibujado, tan bonito. 

Y ya, sin querer, he ido saltando de mural en mural, de ciudad en ciudad, Chamonix, Annecy, Lucerna, y he vuelto a Francia y a Suiza, he vuelto a viajar saltando de mural en mural.

Cuánto se descubre y se aprende viajando. Cómo se agranda y enriquece la vida.