"Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y
nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya
existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a
la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio
pensamiento. Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres. Un
triste hatajo de perlas falsas y corbatas baratas, venido a recoger a sus hijos
defectuosos, escondidos de los ojos de la gente. Al menos ellos se habían
tomado la molestia de subir. A mi madre yo le importaba un pimiento, al
igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar unos estudios. "
Menudo arranque tiene la novela ¿verdad? Te coge del cuello y te dice ¡hala a leer!
Pues me ha encantado esta novela. Es dura, intensa, cruda, muy emocional, y de una madre, que a mí las novelas sobre las madres me cuestan, duelen tanto. Pero reconozco que ésta, a pesar de los pesares que no os voy a contar porque no quiero destriparla, me ha gustado mucho. Lo que cuenta y cómo lo cuenta.
Es la historia de un verano que comparten una madre y un hijo. Es la evolución de esa relación que ya veis por el párrafo con el que he encabezado la reseña como comienza. Pero es la historia de un reencuentro, de un renacer, de una redención.
Contada en primera persona por el hijo, Aleksy, vemos a través de sus ojos toda la historia pasado ya un tiempo. Sobre todo se centra en un intervalo de tres meses, aunque constantemente la historia da saltos hacia adelante y hacia atrás para ir situándonos y que sepamos cómo hemos llegado ahí.
"El mercadillo de antigüedades era como si Dios hubiera tropezado y se le hubiera vaciado la bolsa. Gente amontonada entre objetos, objetos amontonados entre la gente, vestigios de vidas pasadas entrelazados en filas multicolores, como el cabello de las fotos antiguas de la abuela. Todos aquellos cacharros en otra época imprescindibles, que yacían ahora como vísceras en la cuneta, me deprimían. Nunca he comprendido el encanto de esas ferias, pero, como mi madre las encontraba fascinantes, he llegado con el paso de los años a no perderme ni una, a buscarlas incluso en los países que he visitado."
Está estructurada la novela en 76 capítulos cortos, algunos cortísimos de una o dos líneas donde la autora va haciendo variaciones con el mismo título que son todo un poema y un avance en la relación. Por eso se lee muy bien, es muy ágil el ritmo aunque la historia es intimista, centrada en los sentimientos. Y la prosa de la autora es muy rica, salpicada de imágenes que la hacen bella. Es una prosa muy cuidada y se vale de los artificios literarios para ir marcando la evolución de la historia que está contando. No es solo lo que cuenta, sino esa forma tan original y tan desgarradora de contártelo.
"A veces, cuando no podíamos dormir, salíamos fuera y ella me descifraba todas las constelaciones del cielo. Me hablaba sobre los cometas y los temores de la gente en torno a estos, sobre los universos paralelos y sobre el tiempo, que en otros mundos transcurre al revés. Me habló de un planeta recientemente descubierto que se parecía mucho a la Tierra. -Kepler o algo así-, pero creo que eso se lo había inventado sobre la marcha, para fanfarronear. "¿Te imaginas, Aleksy, que hubiéramos nacido allí en lugar de aquí? Habríamos visto todas las miserias de la Tierra y nos habríamos reído de todos sujetándonos la barriga con nuestros dedos verdes". Yo había empezado a pensar que al menos uno de mis progenitores no era un completo cretino. Mi padre creía que Plutón era un nombre de perro y que "voluntariado" quería decir quedarte en calzoncillos en la calle."
Me han atrapado estos dos personajes sin rumbo a quién la vida les ha maltratado pero que por fin les da la oportunidad de encontrarse. Toda la narración tiene un tono profundo, triste, pero justo en ese límite contenido de la serenidad. Qué difícil hacer eso. La he leído rápido porque no podía dejarla, porque quería saber que pasaba con los personajes y porque esta autora moldava me ha seducido con su forma de narrar. Muy recomendable.
"Me acuerdo de mi madre todos los días, tal y como le prometí a orillas del Océano. Procuro no mentir.
Los ojos de mi madre eran un despropósito.
Los ojos de mi madre eran los restos de una madre guapa.
Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro.
Los ojos de mi madre eran el deseo de una ciega cumplido por el sol. "