Cuando amaneces, cuando aún hueles a rocío y a hierba, bajo un viaducto de piedra que te delata.
Cuando, somnolienta, levantas esa brisa urbana, mientras un cobarde verano vacila, tiembla, se esconde y nos miente.
Cuando te paseas descarada, semidesnuda de viandantes, adornada solo de ese cielo azul, tu cielo, que luces entre nubes rosas y rezagadas.
Cuando nos guiñas un ojo a los madrugadores, a los que te damos los buenos días, a los leales devotos de la piel de tus aceras y el cruel despertador.
Entonces, solo entonces, cuando te estiras para nosotros bostezando indolente, cuando sonríes y te sonrojas bajo un recién nacido que parece viernes,
Entonces, bendita tú, bendita entre todas las ciudades.
@Rocío Díaz
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