Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 8 de mayo de 2021

El signo de interrogación


 

A mí me gusta el signo de interrogación.

Es un signo muy estiloso. No me digáis que no. 

Si le echas imaginación hasta podría estar bailando haciendo que se contonee toda la frase... 

Bueno, vale, no le echéis imaginación. Pero...

Y ¿Nunca os habéis preguntado por qué nosotros utilizamos dos signos de interrogación para las frases interrogativas y en otras lenguas solo usan la que se escribe al final?

¿Y por qué tiene esta forma tan original el signo?

 

Pues yo sí me lo había preguntado, y después de mirar por aquí y por allá, más o menos, solo más o menos, porque yo no soy ninguna "entendida" del tema os puedo contar una aproximación a cómo parece que se desarrolló la cuestión ¡y nunca mejor dicho!

 

Parece ser que "la culpa" de todo este jaleo comenzó con los romanos.

Los romanos escribían en papiros. 

Pero los papiros eran caros, así que había que aprovechar al máximo el espacio del papiro. Por eso comenzaron a escribir todos los textos seguidos, desde la esquinita de arriba hasta la de abajo. Y todo bien juntito, sin espacio entre párrafos ni líneas, y sin casi signos de puntuación. Déjate de tildes y comas, escribir, escribir y escribir. 

Y claro después era díficil comprender lo escrito. Por ejemplo se les planteaba dudas entre las frases, cuáles eran interrogativas y cuáles no lo eran. Por eso cuando terminaban una frase interrogativa comenzaron a escribir detrás la palabra "quaestio" o "pregunta". Pero si nos falta papiro y estamos apretando la escritura, encima escribe una palabra más... Así que decidieron acorta la palabra "quaestio" y comenzaron a ponerla solo con la inicial "Q".

Después de los romanos, los que conservaron el latín fueron los monjes de los monasterios de la Edad Media. Los monjes copistas, los amanuenses, eran los que copiaban y copiaban los textos de Virgilio, Cicerón y demás. Y los que iban introduciendo novedades en la escritura.  

A partir de aquí, he encontrado dos posibles explicaciones a la forma del signo de interrogación. 


 

O bien, para ahorrar tiempo y trabajo, se acortó la "Q" dejando sólo la parte derecha. Si escribimos una Q y dejamos sólo la parte donde está el “rabillo”, vemos que efectivamente es el actual símbolo de interrogación.

O bien, con el paso del tiempo questio se redujo a QO. Para no confundirla, comenzaron a colocar la Q sobre la O. Después, la Q se convirtió en un garabato y la O en un punto. Algo que se parece sospechosamente a nuestro actual signo de interrogación “?”. Era el puntus interrogativus, muy utilizado durante el siglo IX para ayudar a interpretar los cantos gregorianos.

 


E incluso, he encontrado que hay quién dice que el signo de interrogación no proviene de los romanos. El Dr. Chip Coakley, de la Universidad de Cambridge asegura haber identificado la versión más antigua del signo. 

Estudiando los documentos de la Biblioteca Británica adquiridos en Egipto en el año 1840, halló los vestigios del singular signo en manuscritos escritos en siríaco (dialecto del arameo) del siglo V. 

Asegura que el signo, llamado ‘zagwa elaya’, podría haber sido un recurso para recordar -a quien leyera la Biblia en voz alta- una entonación de interrogación. Este descubrimiento, podría convertirse en el ejemplo más antiguo del concepto de signo de interrogación.

  

 

Y no hay dos sin tres, porque también está la historia de que Alcuim de York, un ingles intelectual que formó parte de la corte de Carlomagno en el 781 inventó el "puntus interrogativus". 

Como tenía que asesorar a Carlomagno y encontró muchas limitaciones en la puntuación, creó este "punto de interrogación" que consistía en un punto con un símbolo que parecía un relámpago encima de él, que indicaba el tono ascendente de la voz que usamos cuando enunciamos una pregunta. 


 

Pero aunque no sepamos bien, si vino de los romanos, del siríaco, o de Alcuin de York, lo que sí parece ser que sabemos es que: 

En el siglo XV, con la imprenta, se tuvo que crear una puntuación estándar. En 1566, Aldo Manuzio publicó el primer libro de normas de puntuación. Su Orthographiae Ratio (Sistema de ortografía) incluía el punto, la coma, los dos puntos, el punto y coma y el signo de interrogación.

En 1754 (también he leído que fue el 17 de octubre 1753, bueno mes arriba, mes abajo...), la Academia española creó oficialmente el signo de interrogación inicial, que no existe en ninguna otra lengua. Así que fue un invento español.

Se recomendó que se escribiera el signo de interrogación inicial cuando las oraciones fueran largas, para que no hubiera dudas de cuando comenzaba la interrogación. Dejando para las cortas, lo que se venía haciendo, escribir solo la interrogación final.

¿Pero cuándo una frase es larga o corta? La cuestión era peliaguda, y sobre todo demasiado subjetiva.
 
Así que un siglo después, en 1870, la Academia Española tiró por la calle de en medio y decidió que todas las frases interrogativas deberían llevar el signo de interrogación al inicio y al final, independientemente de su longitud.
 
Y por eso en nuestro idioma también se pone el signo delante, no como en la mayoría de los idiomas que solo se pone al final.  
 



 Y después de tanto tiempo y tantos trajines, ahora con el "guasap" pues ahí andamos, "comiéndonos" la interrogación inicial... 

Para matarnos.



viernes, 7 de mayo de 2021

La piel de la consulta del dermatólogo

 


 

La piel de la consulta de mi dermatólogo también está tatuada.

A modo de lunares, está salpicada de letreros llegados de mil y un lugares, mensajes que son un misterio, que te arrancan una sonrisa, que despiertan tu imaginación, que invitan a inventar.

Olvido adrede el libro, guardo el móvil y, con pasmosa calma, me dedico a contemplar las paredes.  

Siempre que voy, termino lamentando que salga mi médico y me nombre. 

¿Ya?

Yo quiero seguir sentada fuera, investigar el origen de tanto letrero, leer esas paredes de arriba abajo, anudarme al cuello una de esas frases y llevármela puesta. ¡Cuánto luce una buena frase!

Quiero pasear la vista por cada pared, cada esquina, cada rincón tomado por ellas.

Quiero leerlas y releerlas. 

Releerlas y volverlas a leer.

Hasta que me canse.

 

Si hubiera sabido que mis nietos eran tan divertidos, hubiera empezado por ellos. No beba mientras conduce, se le puede derramar el trago. La puntualidad constituye la primera condición del empleado concienzudo. Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro. Sector vigilado delincuente apresado será ajusticiado. Prohibido poner las velas en el piso, por favor colocar en los espermeros. Se alquilan mecánicos. Se ruega no escupir en el suelo por razones de higiene. 

Quitarse el sombrero al ingresar al biógrafo.

Oh ¿Dónde están los biégrafos?

 

 Releerlas y volverlas a leer.

Hasta que me canse.

 

Y ya después... 

si no hay más remedio...  

que me llamen para entrar en la consulta.

 










miércoles, 5 de mayo de 2021

"Llévame a casa" de Jesús Carrasco. Reseña Literaria

 


"La madre sigue mirando al frente, las manos siempre recogidas en el regazo. Una postura que sugiere protección porque las manos se interponen entre el mundo y el abdomen. El lugar del cuerpo donde las tripas nos atraen y nos llevan, donde los hijos se gestan y donde luego, de mayores, golpean."


Qué agradable ha sido leer este libro. Qué cercano su ambiente, su historia, sus personajes.

No había leído nada de Jesús Carrasco, aunque llevaba tiempo queriendo hacerlo. 

He tenido que dejar pasar dos libros para llegar a este tercero "Llévame a casa" y me lo he leído volando. Cuánto lo he disfrutado.

El argumento nos cuenta que Juan vuelve a casa desde Edimburgo. Vuelve a Cruces, un pueblo de Toledo para asistir al entierro de su padre. Su hermana Isabel, que vive en Barcelona, le reprocha su lejanía, su desapego con sus padres y le tiene reservada una sorpresa que cambiará sus planes. 

 Es cierto que mis padres eran de dos pueblos de Toledo, y que de jovencilla iba de vez en cuando a otro de la misma provincia, al de mi amiga. Y qué reconocible me parecía mucho de lo que se contaba en este libro. Pero, independientemente de eso, todos hemos tenido o tenemos padres que al final han necesitado de nuestros cuidados. Todos, o casi todos, hemos tenido hermanos con los que hemos tenido que contar para dar esos cuidados. La historia que nos cuenta Jesús Carrasco nos toca mucho. Y qué bien la refleja, aunque uno no la haya vivido como los personajes de la historia.

Principalmente es una novela sobre las familias, sobre las relaciones familiares, lo sencillas que podrían ser, y lo complicadas que son a veces. 

Y esta familia de papel son cuatro personajes principales: el padre, que acaba de morir y este hecho da lugar a los acontecimientos que vienen despues. La madre, ama de casa. La hermana mayor, inteligente y brillante, y que aunque vive en Barcelona, sabe de cómo están sus padres y hace lo indecible por atenderlos. Y Juan, el protagonista y hermano menor, que decide marcharse a Edimburgo, sin pensar en el resto de la familia. Personajes muy bien perfilados, a los que vemos rápidamente moverse y hablar. Junto a ellos unos poquitos secundarios también bastante reconocibles. 

Las coordenadas de espacio y tiempo, en parte, ya las hemos comentado. La novela se desarrolla en un pueblo de Toledo cerca de Torrijos, y estamos en el año 2010. 

No es una novela de acción, ni trepidante, lo cierto es que apenan pasan cosas. Pero pasa la vida. 

Poco a poco te vas introduciendo en la historia, en esa familia, en su mundo, gracias a la prosa de este autor. Una prosa sencilla, esencial, sobria, pero que va discriminando de forma fina entre pequeños gestos y sentimientos.

"Quizá lo que sentía por su hija era algo muy intenso, pero no era capaz de verbalizarlo ni de comprenderlo. Quizá en sus bromas de mal gusto lo que se escondía era un sentimiento tan puro que no sabía identificar y que, de haber sido capaz de nombrar, no se lo habría permitido. El modo en que el hombre se humillaba con aquellas imitaciones no podía responder a otra emoción que al reverso del amor. El miedo. "


Esta novela es esencial en su prosa y en su contenido. Una novela con momentos emotivos y con hule y vasos de la nocilla. Una novela con una madre a quién le gustan las plantas, y quiere ver crecer el bonsai que le han regalado. 

Una novela cotidiana y cercana donde los personajes van creciendo hacia un lugar mejor. 

 

"Isabel levanta el dorso de su mano y acaricia con él la mejilla de Juan. Lo mira con los ojos de la niña que fue. Hay miedo en el brillo tembloroso de sus córneas. En silencio le dice vuelve, no nos abandones. Los que viajamos en este coche no saltaremos del barco en el que viajas. Primero desaparecerán las ratas, luego los conocidos, los compañeros de trabajo, los vecinos. Hasta Fermín podría saltar, parece decirle, aunqu sabe Dios que tu amigo morirá a tu lado si tú se lo pides. Pero a los que vamos en este coche no tendrás ni que pedírnoslo. Nos iremos al fondo contigo si tú te hundes. Porque solo de esa manera podremos sacarte de allí."

 

 

viernes, 30 de abril de 2021

Abril se va, con paseos literarios

 

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla aún más.

Si además, lo haces detrás de una guía que te va contando de mujeres que vivieron en esta ciudad e hicieron historia por El Barrio de las Letras, qué más puedes pedir a un paseo instructivo y ameno.

Puedes comenzar en la Plaza Mayor y recordar a María Calderón, la actriz de la que se enamoró Felipe IV y a la que construyó un balconcito allí mismo, enfrente de la Casa de La Panadería para que tuviera un lugar privilegiado para vivir intensamente, y en primera línea pero no al lado de la Reina, los espectáculos de la Plaza.

Te bajas después hasta la Plaza de Santa Ana, donde más llovía, mientras la guía te hace un repaso por las actrices del siglo XVI al XIX, al mismo tiempo que contemplas el precioso Teatro Español. Después puedes acercarte a la Plaza del Ángel para fijarte en el Palacio del Conde de Tepa, el que hace esquina y mira a la calle Atocha y al jardín de la Iglesia de San Sebastián. Ese mismo que ahora es un hotel, pero donde estuvo el colegio donde estudió Concepción Arenal cuando recaló con su madre y su hermana en esta ciudad. 

Y una vez allí, no tendrás más remedio que comenzar a bajar por una calle Huertas solitaria y casi resbaladiza.

 



 No podrás dejar de pararte en esos pequeños homenajes que este barrio dedica, con frases en el suelo, a varias de nuestras notables escritoras.

  Rosalía de Castro (1837-1885), que viviría varios años en Madrid. Aquí conoció a su futuro marido, Manuel Murguía, con quien se casaría en la Iglesia de San Ildefonso. Y parece ser que vivió en la calle de la Ballesta. "Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios".

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 12 de septiembre de 1590 - después de 1647), escritora del Siglo de Oro, novelista, reivindicativa de las mujeres. "Porque las almas ni son hombres ni mujeres, ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?"

  Emilia Pardo Bazán (1851-1921) novelista, periodista, ensayista y conferenciante de enorme influencia para algunos intelectuales de su tiempo como Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno o el editor José Lázaro Galdiano. Con Benito Pérez Galdós mantuvo una relación amorosa e intelectual. Ya hemos hablado de ellos más veces en este blog. Fue la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid que también lo visitarás, aunque tres veces rechazaron su candidatura para la Real Academia Española. Qué fuerza la de esta mujer.  "Vivir es tener opiniones, aspiraciones, deberes, ideas".


Después de recordar en la calle Huertas a estas mujeres cuyas letras doradas compiten porque les prestes atención, entre tus pisadas, puedes seguir andando hasta el Convento de las Trinitarias donde tendrás que mentar a la hija de Lope de Vega, que estuvo aquí de Monja: Sor Marcela de San Félix (1605-1687), autora de poemas y dramas religiosos.

Sigue lloviendo y lloviendo en Madrid, mientras paseas el Barrio de las Letras rememorando a aquellas mujeres que de algún modo están ligadas a ese barrio, o a Madrid. 

La lluvia no da tregua a la cultura, pero aunque ya has dado un repaso a las actrices, y a algunas escritoras todavía te queda hablar de unas cuántas más. Entre ellas la periodista Carmen de Burgos (1867-1932), conocida como Colombine, a quién recordarás en la puerta del Ateneo, ese enclave cultural creado en 1835, que parece sobrevivir a todos los naufragios. De Carmen de Burgos, la primera periodista femenina podríais estar hablando largo tiempo, de su larga historia con Gomez de la Serna, de sus tertulias, de su trayectoria. Qué mujer.

 


También habrá tiempo para parar en estas estrechas calles y fijarte en dos casas con dos placas que te avisan de que allí vivieron dos mujeres también reseñables. 

¿Te acuerdas de Celia? Sí aquel personaje de Elena Fortún que se hizo tan famoso. Pues por estas calles aún corretea la infancia de la famosa escritora. 

Y también deberías hacer una parada para acordarte de Luisa Carnés, quizá no tan famosa como la anterior, aunque sí que oirás hablar de ella si atiendes a las mujeres de la Generación del 27. Esas escritoras que el tiempo ha silenciado, a las que inexplicablemente ha dejado un paso detras de sus compañeros hombres. Las sinsombrero sí. Pues Luisa Carnés era una de ellas.




 

Sabes que, aunque quisieras, no podrías contar todo lo que aquella guía te contó paseando bajo la lluvia por un Barrio de las Letras brillante y húmedo. 

De su mano recordaste a tantas mujeres que ya conocías, pero que siempre vale la pena rememorar, tantas escritoras que se hicieron un nombre en las letras a lo largo de los siglos, aunque ahora se las recuerde o no. 

También hubo tiempo, detrás de las actrices y las escritoras, para traer al presente a las políticas. Aquellas que lucharon por nosotras, a Victoria Kent, a Clara Campoamor, y a todas las que vinieron después. Allí te hablaron de ellas, allí fue, frente a un Congreso de los Diputados lavado por el aguacero.


 

Cuánto estuchaste aquella mañana no querrías que se te olvidara. Ni lo que ya sabías, ni lo que medio recordabas, ni lo que te descubrieron e hicieron más novedoso el paseo cultural. 

Solo te quedaba para tenerlo completo, dejar memoria de él, para refrescarlo, para ayudar a que permanezca en ti. Y cómo no hablar de esas ganas que te quedan de ahondar en algunas vidas, en algunos textos de aquellas que te precedieron y a quiénes les tocó vivir tiempos peores.

Abril languidece ya, quiere despedirse entre chaparrones. ¿Querrá dejar su inevitable rastro, hacer gala de su fama del mes más lluvioso?

Sin embargo abril ha sido bueno, y también ha dejado exposiciones, visitas guiadas, libros y buenos momentos literarios aquí y allí para los que, en cambio, hemos sido lo suficientemente permeables. Se lo merecían.

Has sido bueno Abril, buen viaje. 

 Y tú no lo olvides:

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla.

No te arrepentirás.

 

martes, 27 de abril de 2021

De la palabra "tonto" y sus ¿tonterías?

 


Hoy, no me preguntéis por qué, vengo a hablar de la palabra "tonto". 

Hablaremos de tontos ilustres y tontos del montón. Tontos al fin y al cabo.


¿Y que nos dice la Real Academia?

tonto, ta

De or. expr.

1. adj. Dicho de una persona: Falta o escasa de entendimiento o de razón. U. t. c. s.

2. adj. Propio de una persona tonta.

3. adj. coloq. Dicho de una persona: Que padece una deficiencia mental. U. t. c. s.

4. adj. coloq. Dicho de una persona: Pesada, molesta. Se pone muy tonto cuando tiene sueño.

5. adj. coloq. Que carece de sentido o de motivo.

6. adj. coloq. Presumido o vanidoso.

7. m. Personaje que en una pareja de payasos hace el papel de tonto.


La verdad es que me ha resultado curioso, pero si lo piensas no lo es tanto, saber que la palabra "tonto" tiene la misma raíz que la palabra "atónito". Ambas proceden del latín.

La palabra "tonto" viene de la palabra "attonitus" que es un participio del verbo latino "attonare". Es decir de la suma de prefijo "ad" y el verbo latino "tonare" que es tronar.

"Attonittus" por la vía culta nos dió la palabra "atónito". 

Pero por otra parte derivó en un vulgarismo porque se convirtió en "attontitus", después en "attonitum", de ahí "attontum", "ttontu", y "tonto". 

Supongo que, en cierto modo, podríamos decir que un "tonto" es una persona atónita en exceso.


Yo creo que, aunque no la hubiéramos buscado, todos sabemos la definición de "tonto". Pero fíjate tú que hay veces que se nos queda corta la definición y tendemos, además, a buscarle unos apellidos para enfatizar que ya no podemos más con tanta tontería.

Así, tontos que merecen un punto y aparte son:

Más tonto que hecho de encargo.

Un tonto de babas.

Un tonto a las tres.

El que tonto se fue a la guerra, tonto volvió de ella...

 

Tonto de remate

1. loc. adv. ant. de remate.

de ~.

1. loc. adv. coloq. U. para intensificar la expresividad de ciertas voces despectivas a las que sigue. Tonto, loco de remate.

Tonto del culo

Tonto de capirote

El origen etimológico del término ‘capirote’ proviene de ‘capirón’ y este del latín ‘cappero’, cuyo significado es ‘prenda que cubre la cabeza’.

Dicen que en la Edad Media la Inquisición, al que se acusaba de delito o herejía, le obligaba a llevar un cucurucho invertido en la cabeza. De este modo, coronado por ese gorro ridículo, se acentuaba el escarnio público, al hacerle pasear por las calles o las plazas con semejante sombrero. Y favorecia que la gente se burlara de ellos.

Ya lo dijo Unamuno en el año 1923: "el que con un capirote o bonete puntiagudo hace de tonto en las fiestas. Es un tonto de alquiler y casi oficial”.


Tontos oficiales tenemos algunos. ¿Quién no conoce a Abundio o a Pichote?

 Más tonto que Abundio

Hay varias explicaciones sobre la identidad de Abundio.

Puede ser que se refiera a San Abundio, un presbítero cordobés martirizado por los árabes en el año 854 cuya fiesta se celebra el 11 de julio. Hay quien cuenta que este mismo santo estaría en el origen del dicho ya que hasta en once ocasiones le ofrecieron los musulmanes desdecirse de sus supuestas injurias al Corán, sin éxito.

Pancracio Celdrán, a quién yo escuchaba en el programa de Pepa Fernández de RNE los fines de semana, y que tiene un libro titulado "El gran libro de los insultos", en cambio, opina que Abundio puede ser un personaje "que existió entre los siglos XVII y XVIII en Córdoba, donde protagonizaría alguna solemne tontería. A este Abundio se le achaca el haber pretendido regar un cortijo «con el solo chorrillo de la verga», es decir, con apenas agua. «Acaso nos encontremos ante el precursor del riego por goteo, y debiéramos levantarle un monumento», apunta Celdrán.

José María Iribarren menciona en «El porqué de los dichos» a un Abundio navarro «que cuando iba a vendimiar se llevaba uvas pa postre» del que cuentan que «una tarde de estío los dueños de una huerta le mandaron al pueblo por bolados y a la vuelta, para que no se le calentasen los azucarillos, sumergía la cesta en las acequias del trayecto».

- Pero también existió un capitán de fragata llamado Abundio Martínez de Soria, nacido allá por el 1848, que pudo haber dado origen al dicho, tras enfrentarse a la Armada estadounidense, hundiendo la embarcación en su ataque. Una hazaña que, aunque no está recogida en hemerotecas, se dice que fue considerada como una tontería.

- Por último, Roberto Faure da una explicación mucho más plausible en su Diccionario de los nombres propios. Según dice, este nombre fue muy frecuente entre la gente del pueblo y, precisamente por ser considerado un nombre rústico y del campo, nació este dicho de Más tonto que Abundio, que cuando se fue a vendimiar se llevó uvas para el postre.

 En fin, que parece que el nombre de Abundio ha dado más de un caso...

 

Por supuesto también tenemos a Pichote. 

Más tonto que Pichote.

Parece ser que esta expresión viene del Chicago de los años 20 y es, por así decir, una adaptación del "Picciotto" italiano, que significa "muchacho". Al parecer era el apodo de uno de los gangsters enemigos de Al Capone durante la guerra de bandas: Gennaro “Il picciotto”. Dicen que a este "Pichote" le dieron un soplo falso que le hizo entrar en un bar donde le mataron y de ahí vendría "ser más tonto que Pichote". 


 
O expresiones como "A tontas y a locas":

 Parece ser que esta expresión, rastreando su origen, ya aparecía en "El Quijote", en la parte poética, preliminar de la novela. Ahí Cervantes ya jugó con el doble sentido al referirse a las doncellas que perdían el tiempo con banalidades, adjetivándolas de "Tontas y locas".

También  se le atribuye a Jacinto Benavente, quién allá por los años 20 fue invitado a dar una conferencia en el Lyceum Club Femenino y declinó la invitación, con sorna, alegando que él no podía "improvisar, no podía hablar a tontas y locas".


 En fin... ¿Quién no ha hecho el tonto alguna vez?

La que no me gusta nada de nada es la conocida:

De puro bueno eres tonto.

Que, por otra parte, la suelen decir "los listos". 

 

 Sin embargo, me gustan los besos "tontos", los "tontos" que devuelven los libros, las instrucciones "para tontos", las rosquillas "tontas" de San Isidro...

Y que "tontín, tonteando" nos acabemos otra entrada.

 

domingo, 25 de abril de 2021

"Te cuento con locura" Nuevo espectáculo de Las Trovadorescas en Madrid

 

De izda a dcha: Piluca, Carolina, Carmina y Susana

Estas cuatro mujeres de aquí arriba, sí, éstas cuatro caras sonrientes vestidas de lunares, son las Trovadorescas. Os presento a este cuarteto de cuentacuentos que ayer actuaron en La Flauta Mágica, en Madrid.

Y esta mujer de aquí abajo que va de verde, soy yo. Yo, que estoy sentada junto a Susana, una Trovadoresca, en plena actuación del cuarteto. Yo, que estaba disfrutando de lo lindo, se me ve en la cara, con la actuación.


Susana y yo

Todo esto ocurrió ayer, sábado 24 de abril de 2021, día en que Las Trovadorescas estrenaron su nuevo espectáculo "Te cuento con Locura". 

Íbamos a ir en enero, pero por causa de la pandemia tuvieron que retrasarlo, y finalmente la representación fue ayer. Aunque eramos poquitos y muy allegados, el aforo era bastante reducido para que guárdamos todas las normas de seguridad, volaron las entradas y rápido colgaron el cartel de aforo completo.

Cuánto disfrutamos. 

Las Trovadorescas contaron unos doce cuentos y cantaron, brindaron y nos hicieron pasar un buen rato en su lúdica compañía.

Cada vez lo hacen mejor.

Quería dejaros una pequeña muestra de lo que hacen, aunque no tiene nada que ver contemplar, unas cuántas fotos ni un pedacito de actuación recogido en un vídeo, con disfrutarlas en persona.

No os preocupeis, en mayo, junio, octubre y noviembre ¡por ahora! repiten. 

Pronto habrá más actuaciones.

Y haríais bien, en ir reservando vuestra silla.

¿A quién no le gusta que le cuenten un cuento?

 

Ah, y no os he dicho que uno de los cuentos que leyeron lo escribí yo. Lo contó Susana y muy bien contado. ¡Que se me olvidaba decíroslo!

Ya sabéis: ¡Las Trovadorescas!

 






 
Piluca





Carmina y Piluca

 

Carmina

 






 


 

 



 

Aquí estoy yo con Alberto Ramos, que ha estado dirigiendo a Las Trovadorescas, ellas cuatro y Paloma Gómez.


 En esta entrada hay fotos de Piluca (Trovadorescas), de Paloma Gómez y mías. Los vídeos los tomé yo todos.

viernes, 23 de abril de 2021

No tengo remedio. Libros para otro Día del Libro

 


Cada 23 de abril tengo una cita ineludible. 

Disfruto escogiendo de antemano en que consistirá mi botín. Y si no me da tiempo a pensarlo, disfruto aún más empleando un tiempo precioso en mirar, hojear, y elegir.  

Soy más feliz consiguiendo un libro nuevo que con cualquier otra cosa.

Quizá llegará ese día que se producirá el desastre que anunciaba mi madre: "Algún día tendrás que salir de tu casa para meter los libros y las fotos", cuando me veía llegar, acarreando victoriosa mi pesado y preciado cargamento. 

Parece que la estoy escuchando cada vez que me veo buscando un lugar, que no existe, para el nuevo habitante con páginas de mi hogar. 

Y desde mi interior siempre termino diciéndole: "Qué razón tenías mamá, no tengo remedio".


Seguramente la culpa la tiene Vicente Clavel que impulsó la propuesta que se presentó en la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, en 1923, para dedicar un día de cada año a celebrar la Fiesta del Libro. O la tiene Alfonso XIII que aprobó y firmó el Real Decreto en 1926 por el que se designaba al 7 de octubre como este día, porque en un principio se conmemoraba el nacimiento de Cervantes.

Aunque solo duró 5 años, el 7 de octubre no convencía. No se sabía con seguridad que fuera tal día el que había nacido Cervantes, y además que fuera en otoño deslucía un supuesto día al aire libre.

En 1930, es cuando al fín, se traslada dicho día a ese primaveral 23 de abril que a mí, año tras año, me sale caro.

 

No sé quién tiene la culpa. 

Si la tuvo Vicente Clavel o Alfonso XIII. 

O la tuvo mi padre que tambien se acostaba siempre con un libro entre las manos y leía y leía uno tras otro, o mi madre que me contó tantos cuentos de pequeña que aún recuerdo frases literales envueltas en su voz.

Pero, desde que tengo uso de razón, no ha transcurrido ni un solo día de mi vida que no haya leído.
 
No imagino mejor refugio.

Ni lo quiero.


Feliz día del Libro.