Un blog para letraheridos. Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y letras.
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En el Teatro Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa, en Madrid, tenemos una exposición sobre la poeta Gloria Fuertes con motivo del centenario de su nacimiento.
Normalmente las exposiciones del Centro Cultural de la Villa están muy bien, son bastante interesantes y amplias. Estuve este miércoles visitándo la de Gloria Fuertes (1917-1998) y me encantó.
Del 36 al 39 Yo estaba sana, pero el hombre y el hambre me dolían todos los días.
Gloria Fuertes
Es un recorrido sobre su vida y su obra y es bastante exhaustiva.
Tenemos muchos poemas por las paredes, muchísimas fotos de toda su vida, escritos y documentos personales suyos como poemas originales,facturas, recibos, notitas que tomaba e iba guardando en un sobre para futuros textos...
Está dividida en las siguientes secciones:
1917-1935. Niñez y adolescencia.
1936-1939. La Guerra (in)Civil.
1940-1954. Postguerra.
1955-1965. Poesía social. Gloria en EEUU.
1966-1975. La década prodigiosa.
1976-1998. Imparable. TVE.
A mí me gustan mucho sus poemas para adultos. Pero la verdad es que recuerdo con mucho cariño de mi infancia el programa de televisión Un globo, dos globos, tres globos. Anda que no hemos cantado veces la sintonía. La letra era de Gloria Fuertes.
Ella decía que su poesía era para gente de "0 a 99 años".
Me ha gustado mucho. Me ha parecido muy entretenida, detallada, completa. Es un recorrido muy minucioso por su vida, siempre trenzado con su obra. En las paredes se pueden leer muchos de sus poemas. Hay rincones para su poesía de los niños, hay enseres suyos, su colección de dibujos, fotografías con otros poetas...
Si os gusta esta poeta no os la perdáis, merece mucho la pena.
Quiero despedir esta entrada con uno de mis poemas preferidos de esta autora, que se puede también leer en la exposición:
Ya ves que tontería
Ya ves qué tontería, me gusta escribir tu nombre, llenar papeles con tu nombre, llenar el aire con tu nombre; decir a los niños tu nombre escribir a mi padre muerto y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suerte: Voy por las calles tan contenta y no llevo encima nada más que tu nombre.
Hay un anuncio ahora en televisión que habla de este poema. Me estoy refiriendo a uno de un banco, el ING. La primera vez que lo vi, me dije ¡anda si es el poema aquel de las mujeres que saben volar! Cada vez que lo veo pienso que tengo que volver a leerlo, porque me gusta mucho.
Aquí os lo dejo para recordarlo.
Es del poeta argentino Oliverio Girondo.
No se me importa un pito que las mujeres...
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.
He encontrado en internet, rastreando el poema, cómo cuenta el creativo del banco en cuestión cómo se le ocurrió la idea. Os dejo el enlace por si os interesa:
"El hijo de Jean" una película francesa de las que sales con un buen sabor de boca.
Basada en la novela Si ce livre pouvait me rapprocher de toi, de Jean-Paul Dubois, y protagonizada por Pierre Deladonchamps y Gabriel Arcand.
Lenta, de sentimientos contenidos, con personajes más de gestos que de palabras.
Familias. La búsqueda del padre que no se conoció, de los orígenes. Personajes femeninos que dan luz, que hilvanan situaciones y gestos, personajes que adivinan, que saben.