Me ha gustado mucho. Me ha encantado. Es una fábula. Una metáfora.
Ahora sé que no era una lectura pendiente desde hace tanto tiempo como yo creía, porque es para leerlo (en mi caso) o releerlo cuando uno ya es mayor.
Imagino que todos sabréis que fue publicado el 6 de abril de 1943 y es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Lo escribió mientras se hospedaba en un hotel en Nueva York y fue publicado por primera vez en los Estados Unidos. Ha sido traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos. (Wikipedia).
El argumento es el de un aviador que está perdido en el desierto del Sahara, debido a una avería en su avión. Entonces aparece un pequeño príncipe. Y empiezan a conversar… El principito busca respuestas haciendo preguntas. Y al mismo tiempo va contando que vive en un planeta diminuto con tres volcanes, una rosa, y unos árboles baobab que constantemente tiene que evitar que echen raíces, porque harían estallar su pequeño planeta. Pero un buen día decide salir de allí para explorar otros mundos y conoce seis planetas cada uno habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo. Al final viaja a la Tierra que es donde encuentra al aviador…
La verdad es que no podría elegir cual es la parte que me gusta más. Pero si hiciera un esfuerzo escogería dos. La descripción de su pequeño planeta. Y la parte en la que conoce al zorro, que me gusta mucho, cuando habla del domesticar, de las relaciones humanas.
Pero no os cuento más, porque os contaría todo. Cada detalle, cada frase. Porque como os decía, en realidad es una metáfora. Una joya que encierra profundas reflexiones sobre la vida adulta, la estupidez, la niñez y sus verdades. Habla de los problemas, de la ambición, de la lealtad, de la amistad, del amor.
El relato viene acompañado por ilustraciones dibujadas por el autor.
Es un libro para leer despacio, para saborearlo. Para releer de vez en cuando.
“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”
“No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”