Más o menos por ahora pero hace siete años me dieron mi primer premio de relato. ¡Siete años ya! En junio del 2002 fue la primera vez que me llamaron por teléfono para darme esa noticia tan buena. Y teníais que haberme visto, mientras hablaba el pobre hombre, yo ahí revisando a cien por hora en mi mente la lista de mis amigos a ver de quién era la voz del gracioso… ¡Y claro no la encontraba…! No me lo podía creer. Qué ilusión.
Han pasado siete años, pero cada vez que me llaman para decirme que tengo algún premio se me sigue encogiendo igual el corazón, me ataco entera otra vez y no sé ya que decir para agradecerlo.
Aquella vez, la primera, me dieron el primer premio en el “VII Certamen literario de Narración Corta Peña de Tomelloso”. Era el 2002 y era premio único. No tuve que irme muy lejos, la entrega fue en Madrid en pleno centro, en la calle la Palma. Estaba organizado por la Asociación Cultural Peña de Tomelloso que tiene su sede en la Casa de Castilla-La Mancha.
Releo el relato que me premiaron y ahora le cambiaría mil cosas. Es normal, nunca dejaría de corregir lo que escribo y quiero creer que en estos años he aprendido algo más en ésto de contar. Pero claro no le voy a cambiar ni una coma. Le tengo demasiado cariño.
Tal y como era aquí os lo dejo. Se titula Aquelarre y decía así,
AQUELARRE
“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales? ¿Era el acto sexual más o menos placentero con él?”...
Una y otra vez las mismas preguntas. Una y otra vez, una y otra. Pues la mejor prueba es la confesión. Y la mejor forma de librar a una mujer del poder del diablo y hacerla confesar es mediante tortura. El potro, la empulguera, sillas con puntas afiladas calentadas desde abajo, hierros candentes, tenazas al rojo vivo, hambre, insomnio o la estrapada: una cuerda que ata las manos del acusado a la espalda, se pasa sobre una viga y se iza para que éste cuelgue justo por encima del suelo, con los brazos alzados y los hombros, como mínimo, dislocados.
“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales?...”
Una y otra vez. Una y otra vez, una y otra. Y la partera no soporta más, no aguanta... Grita, diciendo que confesará y pide que la bajen. No habla suficiente. La vuelven a aplicar la tortura, pero solo consiguen dejarla inconsciente. Por el momento no se puede hacer nada más. La trasladan a prisión y vuelven a torturarla días más tarde.
“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual?”... Vuelven a preguntar, vuelven a torturar, tras el tercer levantamiento grita que no puede aguantar... Los jueces oyen todo lo que desean de ella: Su unión con el diablo había empezado con una relación sexual en su propia casa. Montaba con él en un palo hasta el aquelarre, sexo contra natura, comidas fantásticas con pan blanco, vino blanco y manzanas, reuniones los jueves y viernes. El prometió ayudarla, ella a cambió mató niños pequeños nada más nacer, cuando el agua bendita aún no les protegía...
Ella, que había ayudado a nacer a tantos y tantos... ella, que hubiera muerto por cada uno de ellos. Ella, que hizo cuanto pudo por aquel que no consiguió nacer...
“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Escoge a mujeres especiales?...”
Con amenaza de nueva torturas, sella su confesión con el juramento final y se dicta sentencia.
.......
- ¡Hola cariño! Ya estoy en casa. ¿Estás por ahí..? Ah, en la cocina, ya voy... ¿Qué tal el día, querida? Pero, bueno ¿Qué te ha pasado en las manos?
- Oh, nada, poca cosa, el vendaje que es muy alarmante...
- Pero ¿Qué ha sido, qué ha pasado?
- Pues nada que estaba cocinando y me he quemado con el agua hirviendo... No veas... en un segundo.
- ¡Dios mío! Te dolerá un montón...
- Sí un poco, la verdad es que sí, pero qué le vamos a hacer... una, que es así de torpe...
- No digas eso, con lo inteligente que tú eres...
- Ya, pero está visto que la cocina no es lo mío...
- Claro mujer, es que perfecta, perfecta no encontraba ninguna...
Marga era una mujer inteligente, moderna, culta. Desempeñaba uno de los puestos de doctoras en obstetricia en uno de los mejores hospitales de la ciudad. Sin embargo las tareas domésticas no eran lo suyo, no, no eran su fuerte, a menudo tenía contratiempos con los electrodomésticos, la cocina, los grifos... aunque nunca de forma tan peligrosa como esta vez.
Horas más tarde, de madrugada sus gritos despertaron a su marido...
- Marga, Marga despierta, despierta cariño... despierta...
- ¡¿Qué pasa, qué pasa?!
- Nada, nada, tranquila. Estabas gritando dormida, debías tener una pesadilla, te retorcías y te quejabas...
- Oh sí, Ya recuerdo... ¡Qué horror! hacía muchísimo calor, había fuego, mucho fuego por todas partes y se oían gritos...
- Bueno, ya ha pasado, no te preocupes, no es más que un mal sueño, quizás tienes fiebre por las quemaduras, te traeré una aspirina y ya verás como descansas...
- Vaya día que llevo...
- Venga no te preocupes, no es nada...
Durante los días siguientes, Marga no se encontró bien, las manos le dolían muchísimo, por las noches su sueño era ligero y a menudo se despertaba sobresaltada por inquietantes pesadillas...
.......
Una gran muchedumbre se ha congregado desde primeras horas del día.
Alboroto, gritos de los niños, murmullos de conversaciones, alegres canciones de músicos, voces de vendedores de comidas, bullicio. Los balcones llenos de gente. La plaza a rebosar. Un sacerdote pide silencio y les dirige en el rezo de sucesivos padrenuestros.
.......
Al ir pasando las semanas, Marga empezó a encontrarse mejor.
Gracias a las pomadas y otros ungüentos mágicos de su dermatólogo las quemaduras empezaron a secarse y poco a poco se alivió el dolor. Afortunadamente sus noches también se sosegaron, y fue restableciéndose la normalidad.
Hasta que una mañana un incidente rompió la monotonía.
El hospital amaneció rodeado de pancartas y una gran muchedumbre se concentró en sus puertas... Los médicos y todo el personal de plantilla tuvieron que aguantar gritos e insultos cuando entraron a ocupar sus puestos. No era más que otra de las manifestaciones que últimamente cada vez eran más frecuentes en las cercanías del hospital: las listas de espera, la falta de camas y personal, la sanidad pública, que una vez más era fruto de quejas y concentraciones airadas de protesta. Sus compañeros estaban, lamentablemente, ya acostumbrados, y resignados, no le dieron mayor importancia, sin embargo Marga que otras veces se lo había tomado como ellos, esa mañana se mostraba agitada y nerviosa, no podía concentrarse oyendo el bullicio y las voces de los manifestantes. No aguantaba esa multitud de personas increpándoles, rodeándoles... Fue una jornada tensa y eterna.
Cuando llegó a casa se lo comentó a su marido:
- Hoy hemos tenido manifestación...
- ¿Otra vez...?
- Ha sido tan desagradable...
- Como siempre, ya estarás acostumbrada...
- Eso me decían todos... pero no sé hoy era diferente, no podía trabajar con esa presión fuera, esos gritos, y esa violencia contenida...
- Pero sí últimamente las tenéis cada dos por tres...
- Ya, pero me sentía fatal, y fíjate no sé por qué pero después, estaba tan nerviosa, que en vez de coger el autobús he venido paseando y al pasar por la Catedral he entrado un rato...
- ¿Tú? ¿En la Catedral...? Eso sí que es una novedad...
- Pues sí, no es un lugar que yo haya frecuentado mucho, pero parecía tan tranquila, tan acogedora, tan silenciosa... Ha sido muy reconfortante no creas...
- No, no sí te creo, es sólo que me cuesta reconocerte en esos ambientes...
.......
Se acerca una carreta de granja tirada por asnos con los convictos: tres de ellos llevan los sambenitos amarillos marcados con cruces transversales, han sido condenados a regresar a sus pueblos y a llevar el sambenito durante largos períodos de penitencia.
Una mujer lleva un sambenito de color negro adornado con demonios y llamas infernales, ha de morir en la hoguera.
.......
Pasaron las semanas y los meses, y Marga volvió a ser la eficiente y agradable doctora de siempre, a menudo recibía felicitaciones de sus agradecidas pacientes que ya con sus bebés, volvían contentas a sus casas. En el hospital, sus compañeros solían pedirle su colaboración en algunos partos especialmente difíciles o con cierto riesgo, su actitud en el ejercicio de su profesión siempre había sido impecable.
Una noche, después de bastante tiempo sin pesadillas, de nuevo se despertó sobresaltada por una de ellas. Sudando y angustiada, se incorporó. Todavía en su interior permanecían las imágenes que le habían despertado. Se trataba de un parto, un complicado parto en que la madre no paraba de gritar y retorcerse de dolor, agotada, extenuada por el sufrimiento clamaba por que le sacaran a su bebé, el cual evidentemente mal colocado no lograba salir. Cuando al fin logró nacer, después de horas y horas de sufrimiento fetal, ya había muerto. ¿Por qué? Se preguntaba Marga, ¿Por qué otra vez las pesadillas...? Creía que estaban olvidadas... ¿Pero qué me pasa...?
La mañana siguiente uno de los partos que tuvo que atender presentó complicaciones, el niño estaba encajado, a la madre después de varias horas empujando, le fallaban las fuerzas, estaba exhausta... No era un parto normal pero tampoco nada que un buen equipo no pudiera solucionar...
La doctora Marga pidió a una colega que por favor, la sustituyera.
Nunca, nunca en todo el tiempo que llevaba en ese hospital le había pasado algo semejante, ella siempre se había mostrado fría en las situaciones críticas, su paciencia era increíble, nunca se dejaba llevar por las emociones. Pero en el quirófano, aquella mañana, las imágenes de su mente se superponían con las reales, ya no sabía si la paciente era realmente la que veía o la que la había despertado en la pesadilla. ¿Cómo iba a intervenir en ese estado...? No se fiaba de ella misma... y en su profesión eso era lo peor.
.......
A la mujer le arrancan el sambenito negro a la fuerza, le despojan de todos sus vestidos bruscamente.
Completamente desnuda es arrastrada hacia un poste y allí le atan los brazos tras éste.
.......
Las semanas siguientes Marga estuvo de baja, le recomendaron que se tomara un tiempo libre, quizás simplemente estaba estresada. Unas semanas de descanso y volvería como nueva. Estuvo completamente de acuerdo. Desde aquellas quemaduras no había estado nada bien, cualquier cosa le agitaba, estaba intranquila y nerviosa, su sueño no había sido nada reparador y así no podía trabajar.
Era octubre, hacía un tiempo muy agradable, Marga salió al jardín con algunas revistas y folletos para leer tranquilamente; en el suplemento del periódico vio los anuncios de las fiestas de Halloween, aquellas fotos de calabazas y personas disfrazadas de brujas llamaron inmediatamente su atención... Pero ¿A qué viene que celebremos esta fiesta ?se preguntó, está visto que por celebrar ya no sabemos ni qué hacer... y pasando de página inmediatamente olvidó aquel detalle.
Sin embargo... en la noche de nuevo sus sueños se volvieron negros, la brujas de las fotos de Halloween volaban chillando en torno a ella, hacía calor, demasiado calor, y aquellos seres no paraban de reír, y de gritar y de bailar alrededor de un fuego... Nerviosa, sudando y agitada se despertó sobresaltada.
- Cariño... ¿Qué pasa...?
- Otra vez, otra vez las pesadillas, ¿Qué me pasa? ¿Por qué me atormentan los malos sueños, unos sueños que no entiendo, que no tienen nada que ver conmigo...? ¿Por qué...?
- Venga, duérmete no te preocupes. Cuando estés más tranquila se pasarán solos, ya verás.
Pero aquella imagen de aquel parto oscuro y malogrado, la sensación de ese asfixiante calor, aquellos seres que no paraban de chillar y reír... la incomodaban constantemente.
Aquella noche ya no durmió más.
.......
Se amontona leña y maleza alrededor de la condenada.
Insultos de la gente, gritos de júbilo, chillidos, voces, risas... Las ramas cubren la parte inferior de su cuerpo. El verdugo acerca una antorcha encendida, prendiendo fuego a la leña.
Rápidamente las llamas se elevan al cielo. Crepita el fuego.
Exclamaciones de temor, exclamaciones de alegría. Voces. Insultos. Más voces. Gritos.
Un calor espeso y pegajoso se extiende por la muchedumbre. Rugen las llamas. La condenada parece gritar. No se la oye.
Su cuerpo se retuerce por el dolor.
.......
Pasadas unas semanas desde aquella noche eterna de insomnio, en que el sueño, salpicado de imágenes oscuras de brujas, se resistió a llegar, a Marga le llamó una amiga:
- ¡Hola Marga! ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mejor, creo. Estoy tomando unas pastillas que me han recetado para dormir... y el descanso se nota...
- Me alegro. Pues ¡Venga anímate! Te arreglas y me acompañas a una exposición...
- ¿Una exposición?
- Sí una sobre estilos de vida, enigmas de la cultura... es de un antropólogo de prestigio...
- Parece interesante...
- Sí dicen que está bien, el por qué del tabú judío sobre la carne de cerdo, o el machismo, o el auge de los Mesías, las distintas religiones, la transmigración ...
- ¡Ay la de la transmigración y la reencarnación...! ¿Pero todavía te interesan esos temas? Pensaba que con los años, ya sabes la madurez y todo eso, te habías olvidado ya de esa obsesión...
- Marga, es que tú siempre has tenido una mente demasiado científica...
- ¡Claro! Y por eso ya no me has vuelto a hablar de ello, para qué ibas a seguir hablándome del tema ¿no? Me dejaste por imposible...
- Mas o menos... pero ¿ves? Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... y ha colocado esa exposición en nuestro camino... y si Mahoma no va a la montaña tendrá que ir la montaña a Mahoma...
- Tú misma lo has dicho “tengo una mente científica”, esa montaña y ese Mahoma no van mucho conmigo...
- Pero mujer, además de ese habrá otros muchísimos temas interesantes, tiene que estar bien... ¡Anda anímate! Y luego nos tomamos un cafetito y charlamos...
- No sé...
- ¡Venga mujer! A las once estoy en tu casa.
Y a las once en punto salían charlando animadamente hacia la sala de exposiciones. La conversación relajada e intrascendente fue como un bálsamo para Marga, necesitaba distracción, sol, aire libre... Le hacía mucho bien estar con su amiga.
La exposición realmente parecía entretenida, a esas horas apenas había gente, así que podían disfrutar de todo el tiempo que querían para, a su ritmo, visitar cada sala; los distintos apartados aún teniendo poco que ver unos con otros eran igualmente interesantes. Y curiosamente, se sintió especialmente atraída por la transmigración, realmente estaba sorprendida, ella nunca se había interesado por ese tema, sin embargo el renacimiento de un alma en un nuevo cuerpo humano, tal y como estaba expuesto allí, con todos aquellos detalles y visiones, era una concepción apasionante.
Leyó con avidez las creencias sobre la reencarnación de los antiguos egipcios, de Pitágoras, de Platón, de la religión hindú, el budismo y el jainismo. “Suponían que el cuerpo está habitado por una sola alma o esencia vital, que se creía se separaba del cuerpo con la muerte y el sueño, saliendo por la boca o la nariz. La reencarnación se lograba por la transmigración del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia, los parecidos familiares se establecerían gracias a este proceso”... llevaba escrito uno de aquellos paneles. Qué curioso, pensó, realmente curioso, no sí va a resultar que al final Maite va a tener algo de razón... Totalmente irracional pero curioso... ¡Cualquiera se lo dice!
Y así llegaron hasta la sala de la Inquisición, un escalofrío le recorrió la espalda, algo en su interior se agitó, algo inexplicable y caliente que se extendió por su interior.
- ¿Pasa algo? –le preguntó su amiga.
- No, no te preocupes... estoy bien. ¿No me habías dicho que también se trataba el tema de la Inquisición...? Estos sucesos son, fueron tan inquietantes...
- Pues no sé, pensé que no tenía por qué especificártelo... forma parte de los mismos enigmas que se tratan en toda la exposición ¿Cuál es el motivo de que los hindúes adoren las vacas, por qué surgen los movimientos mesiánicos, cuales son las razones de la caza de brujas que asoló a la Europa renacentista...?
- Ya, ya, es interesante, pero es que este tema no me atrae nada...
- Bueno no creo que a mucha gente le encante pero nunca me habías comentado que te resultara tan...
- Ya, nunca... quizás es que no lo había pensado... pero no me negarás que no es nada agradable...
- Por supuesto... nada agradable, pero afortunadamente no vivimos en aquel siglo...
Y continuaron paseando entre las vitrinas, Marga se sentía nerviosa, aunque no se explicaba por qué. La misma atracción que había experimentado por el tema de la reencarnación, aquí se traducía en verdadera repulsión. Quería acabar cuánto antes con ésta sala, no estaba disfrutando nada. No lo entiendo, se dijo, debe ser algo visceral, quizás es que aquí hace demasiado calor, y se quitó la chaqueta... En ese momento el grabado de una escena de aquellos tiempos llamó inmediatamente su atención, se aproximó lentamente...
Una muchedumbre se amontonaba en torno a una ejecución, en el centro había una hoguera, y en la hoguera una mujer... Ante la visión de la escena, Marga se estremeció, se estremeció de angustia y miedo... Algo la empujaba a aproximarse más y mas... se acercó lentamente al grabado y estudió las facciones de la mujer cuidadosamente..., la línea de la mandíbula, la forma de los labios, la mirada franca...
Millones y millones de voces comenzaron a superponerse en su cabeza, hablando todas a la vez, cada una luchando por hacerse oír sobre las demás: “Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... ha colocado esa exposición en nuestro camino...” “...del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia...” “afortunadamente no vivimos en aquel siglo...” “el bebé evidentemente mal colocado no podía salir...”
Un grito antiguo y doloroso nació en su garganta, creció amargamente, clamó por salir..., ella deseó gritar pero sólo dejó escapar un débil gemido...
Es demasiado tarde, el rostro de Marga dibujado en el grabado también parece gritar. No se la oye.
Su cuerpo se retuerce por el dolor.
©Rocío Díaz Gómez
Invierno 2002