Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 29 de junio de 2009

XVI edición del Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, relato de Rocío Díaz





Este fin de semana me han dado mi último premio. El viernes último, el 26 de junio, se celebró en Ávila la entrega de premios del XVI Premio de Narrativa de la Asociación de Ávila, donde me han premiado mi relato La piel de la rutina. Es un relato que escribí en el año 2006, pero han tenido que pasar tres años para que tuviera su puesta de largo.


Como suele pasar, pasé muchísimos nervios, hay cosas a las que una, afortunadamente, no se acostumbra nunca. Pero estaba muy contenta y la verdad es que la entrega, que fue en el Palacio Los Serrano de Ávila, estuvo muy bien. Qué gusto.


Os dejo aquí con el principio de mi relato, porque si no sería muy largo, con algunas fotos y una de las noticias que ha salido en los periódicos.


La piel de la rutina
Los lunes de 9 a 10 Doña Pilar tiene “Lengua”. Por eso desde las nueve menos cinco, ni un minuto de más ni uno de menos, porque la puntualidad es principio de Reyes, norma de caballeros y costumbre de gente bien nacida, ella ya está sentada, en su cuarto de estar, con las piernitas juntas y las gafas en la nariz, al lado del teléfono.

A esa hora ella ya ha hecho su cama, se ha duchado y arreglado con esmero y de arriba abajo, con esas prendas que utiliza para estar cómoda en casa pero abrigada, sin estar de punta en blanco pero presentable, por aquello de si tiene que salir a abrir la puerta. Ya está también desayunada, ya se tomó su pieza de fruta, se hizo las tostadas con aceite de oliva, porque junto a las nueces es lo mejor para la circulación, y ya lo ha acompañado de un delicioso y humeante café, descafeinado por supuesto, que la entone para enfrentar un nuevo día.

A las nueve menos tres doña Pilar ya tiene la agenda en la mano y a las nueve en punto coge el teléfono para ir enlazando una conversación con otra y esta con otra, sin descanso pero sin cansarse, hasta las diez menos un par de minutos de la mañana. Momento en que considera que por el lunes, ya se ha puesto al día en todas sus relaciones familiares y de amistades varias, dando por finalizada la “Lengua”.

La piel de la rutina es dura, cuarteada por los años, claro, pero resistente. Eso cuenta doña Pilar. La piel de la rutina te encorseta, pero a la vez te acuna, te mece, te va guiando. Doña Pilar necesita de esa rutina, y la lleva a rajatabla. Atrás quedaron los años de su recién iniciada jubilación. Atrás quedó la euforia de los primeros meses, cuando se creía liberada de los madrugones y de los niños gritones, del bullicio del colegio y de la esclavitud de los temarios, de las épocas de exámenes y de las tediosas recuperaciones. Atrás quedaron aquellos días en que todo era recreo. Puro y bendito recreo.

Los lunes de 10 a 11 doña Pilar tiene “Matemáticas”. Por eso nada más colgar el teléfono se va hasta la mesa camilla y después de beberse un vaso de agua de la jarrita que siempre tiene a punto, se sienta dispuesta a poner orden en las cuentas de la casa. Repasa los recibos que se han ido acumulando desde el jueves a las 12.15 que dejó las matemáticas, apunta y pone al día los gastos diarios de pan y leche, periódico y demás minucias. Y va repasando, mientras puntea más despacio, la cuenta de la compra del viernes, tomando nota fiel de lo que supusieron los descuentos del 2X1, lo cara que está la vida y lo poquísimo que cunde la pensión. Sabe doña Pilar que el camino de la fortuna depende de tres palabras: trabajo, orden y economía, por eso, aunque lo suyo siempre fueron las letras, no deja esta ingrata labor hasta que puede clausurar el cierre de los cuadernos con un largo suspiro de alivio, tras cerciorarse bien de que son las 11 menos tres minutos.
©Rocío Díaz Gómez
2006






Diario de Ávila Digital
Vivir
27/06/2009
El tiempo domesticado


Rocío Díaz Gómez recibió ayer el galardón de la XVI edición del Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, al que se hizo acreedora por el relato titulado ‘La piel de la rutina’


Rocío Díaz Gómez recibe el galardón
David Castro.
David Casillas / Ávila


Rocío Díaz Gómez, ganadora del XVI Premio Nacional de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, recibió ayer el galardón al que se hizo merecedora por el relato corto La piel de la rutina, un atinado cuento sobre la rutina de la vida que el jurado consideró el mejor de entre los más de 380 presentados a concurso y enviados desde varios países de todo el mundo.


La ganadora, madrileña, es licenciada en Psicología, funcionaria del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, y en su curriculum de escritora aficionada puede presumir de poseer varios primeros premios de narrativa a nivel nacional.
La obra premiada, que fue elegida como la más relevante por un jurado integrado por los escritores Óscar Esquivias, Clara Janés, Alfredo Pérez Alencart, Antonio Sorel y José María Muñoz Quiros, además de por dos miembros de la Asociación de Periodistas de Ávila (Estela Carretero, como secretaria, y Antonio Mayoral, como presidente del jurado), cuenta la historia de una maestra jubilada que trata de no caer en la desidia y el abatimiento a través de una serie de rutinas semejantes a las que establece un horario escolar.


La consecución del premio, manifestó Rocío Díaz, «ha supuesto para mí una gran alegría», fundamentalmente por lo que «significa de reconocimiento a un esfuerzo creativo previo», que en esta ocasión tomó la forma de la historia de una maestra recién jubilada que para conseguir «que el tiempo no se la coma» se aferra «a la rutina como guía para su vivir del día a día».


Este año era la segunda vez que la autora de La piel de la rutina se presentaba al Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas del Ávila, certamen en el que probó suerte por primera vez en 2008, cuando el ganador resultó, precisamente, «un amigo mío».


El acto de entrega del galardón tuvo como escenario el auditorio del Palacio los Serrano de Caja de Ávila, entidad patrocinadora del premio, sala en la que Rocío Díaz estuvo acompañada por Agustín González, presidente de Caja de Ávila; Antonio Mayoral, presidente de la Asociación de Periodistas de Ávila, y Javier Arenas, secretario de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.


El primero hizo entrega a la ganadora del cheque, por valor de 3.000 euros, y el segundo hizo lo propio con la escultura del escultor abulense Nacho Martín que se otorga al vencedor del certamen, artista que también estaba presente en el auditorio.Antonio Mayoral mostró su satisfacción por el éxito de este certamen «perfectamente consolidado… éxito que lo es no sólo por que hayamos superado al número de participantes de cualquier otra edición, hasta llegar a los 384» y por el considerable número de trabajos «llegados de otros países», sino, sobre todo, porque «de año en año aumenta la calidad de los relatos presentados al concurso».


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sábado, 27 de junio de 2009

Ironías de Madrid




En la calle dedicada a Cervantes está la casa donde vivió Lope de Vega, concretamente en el número 11. En ella vivió el poeta desde 1610 hasta 1635. En contrapartida en la calle Lope de Vega fue enterrado Cervantes en el convento de las Trinitarias, un intercambio que quizá no hubiera gustado mucho a los protagonistas en alguna época de sus vida, pues sus relaciones no fueron siempre demasiado buenas. Así mismo en la de Quevedo esquina a Lope de Vega, vivió Góngora.



Gea Ortigas, María Isabel. Curiosidades y anécdotas de Madrid. Ediciones La Librería. 1996

jueves, 25 de junio de 2009

El muro. Microrelato de Rocío Díaz


EL MURO


Pues claro que tiene su explicación. Y una explicación bien cabal, que ahora mismo yo se la voy a dar en menos que canta un gallo. Faltaría más.

De chavales el Tomás y yo siempre andábamos juntos correteando por el pueblo. Se estilara el tiempo que se estilara no parábamos quietos ni un segundo siquiera. En diciembre enredando en la matanza, en mayo jugando entre las espigas, en septiembre saltando los racimos o en julio bajando a la carrera al río. Tenía que habernos visto por aquel entonces. Siempre pegaos el uno al otro como viejas comadres barruntando alguna trastada. Flacos y despeinaos. Juntos riendo, juntos hablando, juntos jugando. Juntos. Siempre juntos. Tanto que hasta cuando nos venían las ganas, también juntos orinábamos allá en el muro del cementerio, entre risas y aspavientos, dibujando con el chorro nuestros nombres sobre las viejas piedras. Qué tiempos aquellos... Qué hasta firma y todo le hacíamos al nombre. Echelé...

Ayer mañana me han mandao recao del pueblo de que se me ha muerto el Tomás. Hay que fastidiarse. Que no lloro Padre, estese tranquilo, que es este viento que se ha levantao. Algo que se me habrá metío en el ojo. Y como los hijos siempre andan atareaos y parecía que nadie me iba a poder acercar hasta el pueblo a despedirle, bien temprano antes de que nadie despertara me he abrigao bien y me ido despacito hasta el cementerio del barrio, que no es el del pueblo pero oiga es un camposanto lo mismo. He mirao pa un lao y luego pal otro. He mirao bien y he vuelto a remirar a los dos lados, antes de apuntar al muro y dibujar bien grande las cinco letras de “Tomás” con el chorro. Confieso que no me ha salido el nombre muy bordao porque uno ya tiene el pulso un poco temblón, que los años no perdonan, pero ahí está... Ahí está. Y no me arrepiento. Coña Padre, que el Tomás era un amigo y que yo lo he sentío mucho, pero mucho... Que era de ley que yo le despidiera como está mandao... ¡Y que no se me sale esto del ojo, leche...!

Pero para eso estoy aquí. Para confesarme. Que lo sé, que uno ya no tiene edad para estas acrobacias. Que hace falta tener poco conocimiento. Porque se había levantado un cierzo... Que ni le cuento. Para agarrarme una pulmonía. Bien que lo sé. Pero se lo debía. Se lo debía al Tomás, y se lo debía a los dos chavales flacos que fuimos. Pero usté no se preocupe que en llegando mi nieto de sus clases le mando para acá y que se lo limpie en un santiamén. Palabra de honor Padre. Palabra de honor que le deja el muro como los chorros del oro, faltaría más... Como los mismos chorros del oro.


©Rocío Díaz Gómez

lunes, 22 de junio de 2009

El poder de la coma


El poder de la ubicación de la coma en los escritos.

Lea y analice la siguiente frase...

'Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda'.



Falta una coma ¿no? ¿Donde? Solución: Mas abajo...


Si usted es mujer, con toda seguridad ha colocado la coma después de la palabra mujer.

Si usted es hombre, con toda seguridad ha colocado la coma después de la palabra tiene.

domingo, 21 de junio de 2009

Madrid y sus mentideros

Querría en este blog abrir una pestaña con el título: “Mentidero”. Siempre me ha gustado mucho esta palabra.

En esta sección del mentidero iré recopilando curiosidades del mundo literario. Pero ya que he bautizado esta sección con ese nombre me gustaría en primer lugar que comentáramos un poco qué eran los mentideros y dónde estaban en Madrid.

Según el diccionario María Moliner: Mentidero m. Lugar en la calle donde se reunía la gente para hacer tertulia y chismorrear. Hoy se usa figuradamente sin referirse a ningún lugar concreto.

Según la Wikipedia:
Existieron tres muy famosos en Madrid que eran conocidos como:
Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenia la calle del León, en pleno barrio de las letras, y que respondía al nombre de plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.
Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar.
Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle Esparteros, la calle del Correo y la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, conocido o la amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.
No era extraño encontrarse, a diferentes horas, a las mismas personas en Losas de Palacio, más tarde en Gradas de San Felipe y con posterioridad en Representantes.

Y según el libro “Leyendas y Anécdotas del viejo Madrid” de Francisco Azorín.:
“El mentidero de Representantes esta situado en la esquina de la calle de León con la del Prado y formaba una amplia plazoleta enlosada en la que había unas mustias acacias.
Las reuniones se celebraban entre las diez de la mañana y la una de la tarde, y acudían a ellas todas las personas relacionadas con el mundo del teatro: poetas, dramaturgos, cómicos cesantes, arrendatarios de corrales, representantes de compañías y apasionados, aficionados. Allí se hablaba de cuánto se refiriese a la profesión y sobre todo, se murmuraba con singular malevolencia de los frecuentes amores de las comediantas con encopetados caballeros, que tan proclives se mostraban a este tipo de devaneos. Y es que no era sólo la afición al comentario y a despellejamiento ajeno lo que llevaba al mentidero a un público tan numeroso: era que un sentimiento magnético les atraía hacia aquel sitio, que llenó con su vida Cervantes y consagró con sus despojos mortales; era que el “Fénix de los Ingenios”, venía desde su casa en la calle de Francos a decir misa diaria en el convento de las trinitarias para acercarse a su hija natural, son Marcela de San Felix, que permanecía allí, en clausura, con la otra hija amada de Miguel de Cervantes...
De cuando en cuando se dejaban caer Tirso de Molina, Moreto, Rojas Zorrilla, Quiñónez de Benavente y cuántos escribían para los corrales del Príncipe y de la Cruz. En el mentidero contrataban sus trabajos dramáticos, con arreglo a la siguiente tarifa: cien reales por una loa, doscientos a cuatrocientos por un sainete, trescientos por un entremés o una mojiganga y cuatrocientos a quinientos por una comedia de tres o más actos. Sin embargo, los autores de fama cobraban emolumentos superiores: a Moreto le abonaban setecientos, ochocientos a Calderón y mil a Lope de Vega, favorito del público...”

Y de este modo, queda inaugurada esta sección del mentidero.

© Rocío Díaz Gómez
Junio 2009

Ayer en Getafe con Javier DÍAZ GIL recitando...


Ayer fui a la lectura que hizo Javier Díaz en Getafe de “Regresar a Chile”. Allí nos juntamos varios compañeros de la tertulia del Café Galdós, amigos, compañeros de la ONG Balanza de Cristal y otros allegados. No éramos un grupo numeroso, pero sí los suficientes para formar un auditorio escogido. Javier se sentó entre nosotros e iba leyendo en voz alta sus poemas a la vez que iban pasando las diapositivas. Quedaba muy bien así, porque solo te llegaba la voz del poeta posándose ligera sobre la imagen. Con esa mezcla creo que ayer todos estuvimos entre las calles de Santiago, en la Patagonia, en Los Lagos, en el desierto de Atacama que cantaba Víctor Manuel.

Después para terminar de una forma más lúdica, nos leyó toda la serie de poemas breves que le tienen de un tiempo a esta parte robada la voluntad y que hablan de fantasmas y ángeles. Me gustan mucho. Tienen un tono irónico y a la vez profundo que hacen que cuatro palabras tengan el poder de dejarte pensando un largo rato. Seguro que algún día formaran un libro muy interesante.

Y cómo no tengo aquí ninguno de sus poemas de ayer para poder dejaros en la boca la sensación que yo tuve allí, os voy a dejar otro de sus poemas. No lo leyó ayer, pero va de cuentos y a mí me gusta mucho.



Cuéntame un cuento
que acabe bien,
un cuento que regrese al agua.
Un cuento de princesas
y leones
que saben de lucha
y de tristeza.

Un cuento que acabe
-para poder dormir-
con delfines que saltan
sobre la blanca espuma
de las olas.

Mayo del 2007
© Javier DIAZ GIL

viernes, 19 de junio de 2009

Un relato con siete años de historia de Rocío Díaz




Más o menos por ahora pero hace siete años me dieron mi primer premio de relato. ¡Siete años ya! En junio del 2002 fue la primera vez que me llamaron por teléfono para darme esa noticia tan buena. Y teníais que haberme visto, mientras hablaba el pobre hombre, yo ahí revisando a cien por hora en mi mente la lista de mis amigos a ver de quién era la voz del gracioso… ¡Y claro no la encontraba…! No me lo podía creer. Qué ilusión.

Han pasado siete años, pero cada vez que me llaman para decirme que tengo algún premio se me sigue encogiendo igual el corazón, me ataco entera otra vez y no sé ya que decir para agradecerlo.

Aquella vez, la primera, me dieron el primer premio en el “VII Certamen literario de Narración Corta Peña de Tomelloso”. Era el 2002 y era premio único. No tuve que irme muy lejos, la entrega fue en Madrid en pleno centro, en la calle la Palma. Estaba organizado por la Asociación Cultural Peña de Tomelloso que tiene su sede en la Casa de Castilla-La Mancha.

Releo el relato que me premiaron y ahora le cambiaría mil cosas. Es normal, nunca dejaría de corregir lo que escribo y quiero creer que en estos años he aprendido algo más en ésto de contar. Pero claro no le voy a cambiar ni una coma. Le tengo demasiado cariño.

Tal y como era aquí os lo dejo. Se titula Aquelarre y decía así,



AQUELARRE


“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales? ¿Era el acto sexual más o menos placentero con él?”...

Una y otra vez las mismas preguntas. Una y otra vez, una y otra. Pues la mejor prueba es la confesión. Y la mejor forma de librar a una mujer del poder del diablo y hacerla confesar es mediante tortura. El potro, la empulguera, sillas con puntas afiladas calentadas desde abajo, hierros candentes, tenazas al rojo vivo, hambre, insomnio o la estrapada: una cuerda que ata las manos del acusado a la espalda, se pasa sobre una viga y se iza para que éste cuelgue justo por encima del suelo, con los brazos alzados y los hombros, como mínimo, dislocados.

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales?...”

Una y otra vez. Una y otra vez, una y otra. Y la partera no soporta más, no aguanta... Grita, diciendo que confesará y pide que la bajen. No habla suficiente. La vuelven a aplicar la tortura, pero solo consiguen dejarla inconsciente. Por el momento no se puede hacer nada más. La trasladan a prisión y vuelven a torturarla días más tarde.

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual?”... Vuelven a preguntar, vuelven a torturar, tras el tercer levantamiento grita que no puede aguantar... Los jueces oyen todo lo que desean de ella: Su unión con el diablo había empezado con una relación sexual en su propia casa. Montaba con él en un palo hasta el aquelarre, sexo contra natura, comidas fantásticas con pan blanco, vino blanco y manzanas, reuniones los jueves y viernes. El prometió ayudarla, ella a cambió mató niños pequeños nada más nacer, cuando el agua bendita aún no les protegía...

Ella, que había ayudado a nacer a tantos y tantos... ella, que hubiera muerto por cada uno de ellos. Ella, que hizo cuanto pudo por aquel que no consiguió nacer...

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Escoge a mujeres especiales?...”

Con amenaza de nueva torturas, sella su confesión con el juramento final y se dicta sentencia.


.......

- ¡Hola cariño! Ya estoy en casa. ¿Estás por ahí..? Ah, en la cocina, ya voy... ¿Qué tal el día, querida? Pero, bueno ¿Qué te ha pasado en las manos?
- Oh, nada, poca cosa, el vendaje que es muy alarmante...
- Pero ¿Qué ha sido, qué ha pasado?
- Pues nada que estaba cocinando y me he quemado con el agua hirviendo... No veas... en un segundo.
- ¡Dios mío! Te dolerá un montón...
- Sí un poco, la verdad es que sí, pero qué le vamos a hacer... una, que es así de torpe...
- No digas eso, con lo inteligente que tú eres...
- Ya, pero está visto que la cocina no es lo mío...
- Claro mujer, es que perfecta, perfecta no encontraba ninguna...

Marga era una mujer inteligente, moderna, culta. Desempeñaba uno de los puestos de doctoras en obstetricia en uno de los mejores hospitales de la ciudad. Sin embargo las tareas domésticas no eran lo suyo, no, no eran su fuerte, a menudo tenía contratiempos con los electrodomésticos, la cocina, los grifos... aunque nunca de forma tan peligrosa como esta vez.

Horas más tarde, de madrugada sus gritos despertaron a su marido...
- Marga, Marga despierta, despierta cariño... despierta...
- ¡¿Qué pasa, qué pasa?!
- Nada, nada, tranquila. Estabas gritando dormida, debías tener una pesadilla, te retorcías y te quejabas...
- Oh sí, Ya recuerdo... ¡Qué horror! hacía muchísimo calor, había fuego, mucho fuego por todas partes y se oían gritos...
- Bueno, ya ha pasado, no te preocupes, no es más que un mal sueño, quizás tienes fiebre por las quemaduras, te traeré una aspirina y ya verás como descansas...
- Vaya día que llevo...
- Venga no te preocupes, no es nada...

Durante los días siguientes, Marga no se encontró bien, las manos le dolían muchísimo, por las noches su sueño era ligero y a menudo se despertaba sobresaltada por inquietantes pesadillas...

.......

Una gran muchedumbre se ha congregado desde primeras horas del día.

Alboroto, gritos de los niños, murmullos de conversaciones, alegres canciones de músicos, voces de vendedores de comidas, bullicio. Los balcones llenos de gente. La plaza a rebosar. Un sacerdote pide silencio y les dirige en el rezo de sucesivos padrenuestros.
.......

Al ir pasando las semanas, Marga empezó a encontrarse mejor.

Gracias a las pomadas y otros ungüentos mágicos de su dermatólogo las quemaduras empezaron a secarse y poco a poco se alivió el dolor. Afortunadamente sus noches también se sosegaron, y fue restableciéndose la normalidad.

Hasta que una mañana un incidente rompió la monotonía.

El hospital amaneció rodeado de pancartas y una gran muchedumbre se concentró en sus puertas... Los médicos y todo el personal de plantilla tuvieron que aguantar gritos e insultos cuando entraron a ocupar sus puestos. No era más que otra de las manifestaciones que últimamente cada vez eran más frecuentes en las cercanías del hospital: las listas de espera, la falta de camas y personal, la sanidad pública, que una vez más era fruto de quejas y concentraciones airadas de protesta. Sus compañeros estaban, lamentablemente, ya acostumbrados, y resignados, no le dieron mayor importancia, sin embargo Marga que otras veces se lo había tomado como ellos, esa mañana se mostraba agitada y nerviosa, no podía concentrarse oyendo el bullicio y las voces de los manifestantes. No aguantaba esa multitud de personas increpándoles, rodeándoles... Fue una jornada tensa y eterna.

Cuando llegó a casa se lo comentó a su marido:
- Hoy hemos tenido manifestación...
- ¿Otra vez...?
- Ha sido tan desagradable...
- Como siempre, ya estarás acostumbrada...
- Eso me decían todos... pero no sé hoy era diferente, no podía trabajar con esa presión fuera, esos gritos, y esa violencia contenida...
- Pero sí últimamente las tenéis cada dos por tres...
- Ya, pero me sentía fatal, y fíjate no sé por qué pero después, estaba tan nerviosa, que en vez de coger el autobús he venido paseando y al pasar por la Catedral he entrado un rato...
- ¿Tú? ¿En la Catedral...? Eso sí que es una novedad...
- Pues sí, no es un lugar que yo haya frecuentado mucho, pero parecía tan tranquila, tan acogedora, tan silenciosa... Ha sido muy reconfortante no creas...
- No, no sí te creo, es sólo que me cuesta reconocerte en esos ambientes...

.......

Se acerca una carreta de granja tirada por asnos con los convictos: tres de ellos llevan los sambenitos amarillos marcados con cruces transversales, han sido condenados a regresar a sus pueblos y a llevar el sambenito durante largos períodos de penitencia.

Una mujer lleva un sambenito de color negro adornado con demonios y llamas infernales, ha de morir en la hoguera.

.......

Pasaron las semanas y los meses, y Marga volvió a ser la eficiente y agradable doctora de siempre, a menudo recibía felicitaciones de sus agradecidas pacientes que ya con sus bebés, volvían contentas a sus casas. En el hospital, sus compañeros solían pedirle su colaboración en algunos partos especialmente difíciles o con cierto riesgo, su actitud en el ejercicio de su profesión siempre había sido impecable.

Una noche, después de bastante tiempo sin pesadillas, de nuevo se despertó sobresaltada por una de ellas. Sudando y angustiada, se incorporó. Todavía en su interior permanecían las imágenes que le habían despertado. Se trataba de un parto, un complicado parto en que la madre no paraba de gritar y retorcerse de dolor, agotada, extenuada por el sufrimiento clamaba por que le sacaran a su bebé, el cual evidentemente mal colocado no lograba salir. Cuando al fin logró nacer, después de horas y horas de sufrimiento fetal, ya había muerto. ¿Por qué? Se preguntaba Marga, ¿Por qué otra vez las pesadillas...? Creía que estaban olvidadas... ¿Pero qué me pasa...?

La mañana siguiente uno de los partos que tuvo que atender presentó complicaciones, el niño estaba encajado, a la madre después de varias horas empujando, le fallaban las fuerzas, estaba exhausta... No era un parto normal pero tampoco nada que un buen equipo no pudiera solucionar...

La doctora Marga pidió a una colega que por favor, la sustituyera.

Nunca, nunca en todo el tiempo que llevaba en ese hospital le había pasado algo semejante, ella siempre se había mostrado fría en las situaciones críticas, su paciencia era increíble, nunca se dejaba llevar por las emociones. Pero en el quirófano, aquella mañana, las imágenes de su mente se superponían con las reales, ya no sabía si la paciente era realmente la que veía o la que la había despertado en la pesadilla. ¿Cómo iba a intervenir en ese estado...? No se fiaba de ella misma... y en su profesión eso era lo peor.
.......

A la mujer le arrancan el sambenito negro a la fuerza, le despojan de todos sus vestidos bruscamente.

Completamente desnuda es arrastrada hacia un poste y allí le atan los brazos tras éste.
.......

Las semanas siguientes Marga estuvo de baja, le recomendaron que se tomara un tiempo libre, quizás simplemente estaba estresada. Unas semanas de descanso y volvería como nueva. Estuvo completamente de acuerdo. Desde aquellas quemaduras no había estado nada bien, cualquier cosa le agitaba, estaba intranquila y nerviosa, su sueño no había sido nada reparador y así no podía trabajar.

Era octubre, hacía un tiempo muy agradable, Marga salió al jardín con algunas revistas y folletos para leer tranquilamente; en el suplemento del periódico vio los anuncios de las fiestas de Halloween, aquellas fotos de calabazas y personas disfrazadas de brujas llamaron inmediatamente su atención... Pero ¿A qué viene que celebremos esta fiesta ?se preguntó, está visto que por celebrar ya no sabemos ni qué hacer... y pasando de página inmediatamente olvidó aquel detalle.

Sin embargo... en la noche de nuevo sus sueños se volvieron negros, la brujas de las fotos de Halloween volaban chillando en torno a ella, hacía calor, demasiado calor, y aquellos seres no paraban de reír, y de gritar y de bailar alrededor de un fuego... Nerviosa, sudando y agitada se despertó sobresaltada.

- Cariño... ¿Qué pasa...?
- Otra vez, otra vez las pesadillas, ¿Qué me pasa? ¿Por qué me atormentan los malos sueños, unos sueños que no entiendo, que no tienen nada que ver conmigo...? ¿Por qué...?
- Venga, duérmete no te preocupes. Cuando estés más tranquila se pasarán solos, ya verás.

Pero aquella imagen de aquel parto oscuro y malogrado, la sensación de ese asfixiante calor, aquellos seres que no paraban de chillar y reír... la incomodaban constantemente.

Aquella noche ya no durmió más.

.......


Se amontona leña y maleza alrededor de la condenada.

Insultos de la gente, gritos de júbilo, chillidos, voces, risas... Las ramas cubren la parte inferior de su cuerpo. El verdugo acerca una antorcha encendida, prendiendo fuego a la leña.

Rápidamente las llamas se elevan al cielo. Crepita el fuego.

Exclamaciones de temor, exclamaciones de alegría. Voces. Insultos. Más voces. Gritos.

Un calor espeso y pegajoso se extiende por la muchedumbre. Rugen las llamas. La condenada parece gritar. No se la oye.

Su cuerpo se retuerce por el dolor.
.......

Pasadas unas semanas desde aquella noche eterna de insomnio, en que el sueño, salpicado de imágenes oscuras de brujas, se resistió a llegar, a Marga le llamó una amiga:
- ¡Hola Marga! ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mejor, creo. Estoy tomando unas pastillas que me han recetado para dormir... y el descanso se nota...
- Me alegro. Pues ¡Venga anímate! Te arreglas y me acompañas a una exposición...
- ¿Una exposición?
- Sí una sobre estilos de vida, enigmas de la cultura... es de un antropólogo de prestigio...
- Parece interesante...
- Sí dicen que está bien, el por qué del tabú judío sobre la carne de cerdo, o el machismo, o el auge de los Mesías, las distintas religiones, la transmigración ...
- ¡Ay la de la transmigración y la reencarnación...! ¿Pero todavía te interesan esos temas? Pensaba que con los años, ya sabes la madurez y todo eso, te habías olvidado ya de esa obsesión...
- Marga, es que tú siempre has tenido una mente demasiado científica...
- ¡Claro! Y por eso ya no me has vuelto a hablar de ello, para qué ibas a seguir hablándome del tema ¿no? Me dejaste por imposible...
- Mas o menos... pero ¿ves? Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... y ha colocado esa exposición en nuestro camino... y si Mahoma no va a la montaña tendrá que ir la montaña a Mahoma...
- Tú misma lo has dicho “tengo una mente científica”, esa montaña y ese Mahoma no van mucho conmigo...
- Pero mujer, además de ese habrá otros muchísimos temas interesantes, tiene que estar bien... ¡Anda anímate! Y luego nos tomamos un cafetito y charlamos...
- No sé...
- ¡Venga mujer! A las once estoy en tu casa.

Y a las once en punto salían charlando animadamente hacia la sala de exposiciones. La conversación relajada e intrascendente fue como un bálsamo para Marga, necesitaba distracción, sol, aire libre... Le hacía mucho bien estar con su amiga.

La exposición realmente parecía entretenida, a esas horas apenas había gente, así que podían disfrutar de todo el tiempo que querían para, a su ritmo, visitar cada sala; los distintos apartados aún teniendo poco que ver unos con otros eran igualmente interesantes. Y curiosamente, se sintió especialmente atraída por la transmigración, realmente estaba sorprendida, ella nunca se había interesado por ese tema, sin embargo el renacimiento de un alma en un nuevo cuerpo humano, tal y como estaba expuesto allí, con todos aquellos detalles y visiones, era una concepción apasionante.

Leyó con avidez las creencias sobre la reencarnación de los antiguos egipcios, de Pitágoras, de Platón, de la religión hindú, el budismo y el jainismo. “Suponían que el cuerpo está habitado por una sola alma o esencia vital, que se creía se separaba del cuerpo con la muerte y el sueño, saliendo por la boca o la nariz. La reencarnación se lograba por la transmigración del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia, los parecidos familiares se establecerían gracias a este proceso”... llevaba escrito uno de aquellos paneles. Qué curioso, pensó, realmente curioso, no sí va a resultar que al final Maite va a tener algo de razón... Totalmente irracional pero curioso... ¡Cualquiera se lo dice!

Y así llegaron hasta la sala de la Inquisición, un escalofrío le recorrió la espalda, algo en su interior se agitó, algo inexplicable y caliente que se extendió por su interior.
- ¿Pasa algo? –le preguntó su amiga.
- No, no te preocupes... estoy bien. ¿No me habías dicho que también se trataba el tema de la Inquisición...? Estos sucesos son, fueron tan inquietantes...
- Pues no sé, pensé que no tenía por qué especificártelo... forma parte de los mismos enigmas que se tratan en toda la exposición ¿Cuál es el motivo de que los hindúes adoren las vacas, por qué surgen los movimientos mesiánicos, cuales son las razones de la caza de brujas que asoló a la Europa renacentista...?
- Ya, ya, es interesante, pero es que este tema no me atrae nada...
- Bueno no creo que a mucha gente le encante pero nunca me habías comentado que te resultara tan...
- Ya, nunca... quizás es que no lo había pensado... pero no me negarás que no es nada agradable...
- Por supuesto... nada agradable, pero afortunadamente no vivimos en aquel siglo...

Y continuaron paseando entre las vitrinas, Marga se sentía nerviosa, aunque no se explicaba por qué. La misma atracción que había experimentado por el tema de la reencarnación, aquí se traducía en verdadera repulsión. Quería acabar cuánto antes con ésta sala, no estaba disfrutando nada. No lo entiendo, se dijo, debe ser algo visceral, quizás es que aquí hace demasiado calor, y se quitó la chaqueta... En ese momento el grabado de una escena de aquellos tiempos llamó inmediatamente su atención, se aproximó lentamente...

Una muchedumbre se amontonaba en torno a una ejecución, en el centro había una hoguera, y en la hoguera una mujer... Ante la visión de la escena, Marga se estremeció, se estremeció de angustia y miedo... Algo la empujaba a aproximarse más y mas... se acercó lentamente al grabado y estudió las facciones de la mujer cuidadosamente..., la línea de la mandíbula, la forma de los labios, la mirada franca...

Millones y millones de voces comenzaron a superponerse en su cabeza, hablando todas a la vez, cada una luchando por hacerse oír sobre las demás: “Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... ha colocado esa exposición en nuestro camino...” “...del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia...” “afortunadamente no vivimos en aquel siglo...” “el bebé evidentemente mal colocado no podía salir...”

Un grito antiguo y doloroso nació en su garganta, creció amargamente, clamó por salir..., ella deseó gritar pero sólo dejó escapar un débil gemido...

Es demasiado tarde, el rostro de Marga dibujado en el grabado también parece gritar. No se la oye.

Su cuerpo se retuerce por el dolor.


©Rocío Díaz Gómez
Invierno 2002