Querría en este blog abrir una pestaña con el título: “Mentidero”. Siempre me ha gustado mucho esta palabra.
En esta sección del mentidero iré recopilando curiosidades del mundo literario. Pero ya que he bautizado esta sección con ese nombre me gustaría en primer lugar que comentáramos un poco qué eran los mentideros y dónde estaban en Madrid.
Según el diccionario María Moliner: Mentidero m. Lugar en la calle donde se reunía la gente para hacer tertulia y chismorrear. Hoy se usa figuradamente sin referirse a ningún lugar concreto.
Según la Wikipedia:
Existieron tres muy famosos en Madrid que eran conocidos como:
Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenia la calle del León, en pleno barrio de las letras, y que respondía al nombre de plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.
Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar.
Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle Esparteros, la calle del Correo y la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, conocido o la amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.
No era extraño encontrarse, a diferentes horas, a las mismas personas en Losas de Palacio, más tarde en Gradas de San Felipe y con posterioridad en Representantes.
En esta sección del mentidero iré recopilando curiosidades del mundo literario. Pero ya que he bautizado esta sección con ese nombre me gustaría en primer lugar que comentáramos un poco qué eran los mentideros y dónde estaban en Madrid.
Según el diccionario María Moliner: Mentidero m. Lugar en la calle donde se reunía la gente para hacer tertulia y chismorrear. Hoy se usa figuradamente sin referirse a ningún lugar concreto.
Según la Wikipedia:
Existieron tres muy famosos en Madrid que eran conocidos como:
Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenia la calle del León, en pleno barrio de las letras, y que respondía al nombre de plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.
Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar.
Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle Esparteros, la calle del Correo y la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, conocido o la amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.
No era extraño encontrarse, a diferentes horas, a las mismas personas en Losas de Palacio, más tarde en Gradas de San Felipe y con posterioridad en Representantes.
Y según el libro “Leyendas y Anécdotas del viejo Madrid” de Francisco Azorín.:
“El mentidero de Representantes esta situado en la esquina de la calle de León con la del Prado y formaba una amplia plazoleta enlosada en la que había unas mustias acacias.
Las reuniones se celebraban entre las diez de la mañana y la una de la tarde, y acudían a ellas todas las personas relacionadas con el mundo del teatro: poetas, dramaturgos, cómicos cesantes, arrendatarios de corrales, representantes de compañías y apasionados, aficionados. Allí se hablaba de cuánto se refiriese a la profesión y sobre todo, se murmuraba con singular malevolencia de los frecuentes amores de las comediantas con encopetados caballeros, que tan proclives se mostraban a este tipo de devaneos. Y es que no era sólo la afición al comentario y a despellejamiento ajeno lo que llevaba al mentidero a un público tan numeroso: era que un sentimiento magnético les atraía hacia aquel sitio, que llenó con su vida Cervantes y consagró con sus despojos mortales; era que el “Fénix de los Ingenios”, venía desde su casa en la calle de Francos a decir misa diaria en el convento de las trinitarias para acercarse a su hija natural, son Marcela de San Felix, que permanecía allí, en clausura, con la otra hija amada de Miguel de Cervantes...
De cuando en cuando se dejaban caer Tirso de Molina, Moreto, Rojas Zorrilla, Quiñónez de Benavente y cuántos escribían para los corrales del Príncipe y de la Cruz. En el mentidero contrataban sus trabajos dramáticos, con arreglo a la siguiente tarifa: cien reales por una loa, doscientos a cuatrocientos por un sainete, trescientos por un entremés o una mojiganga y cuatrocientos a quinientos por una comedia de tres o más actos. Sin embargo, los autores de fama cobraban emolumentos superiores: a Moreto le abonaban setecientos, ochocientos a Calderón y mil a Lope de Vega, favorito del público...”
Y de este modo, queda inaugurada esta sección del mentidero.
© Rocío Díaz Gómez
Junio 2009
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