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domingo, 2 de agosto de 2009

"La importancia de las cosas" Marta Rivera de la Cruz




El último libro que me he terminado y me ha gustado mucho ha sido “La importancia de las cosas” de Marta Rivera de la Cruz.

Descubrí a esta autora leyendo “En tiempos de prodigios” con el quedó finalista del premio Planeta hace dos años. “En tiempo de prodigios” fue todo un descubrimiento, me gustó mucho cómo estaba escrito y me gustó mucho la historia que contaba. Me gustó tanto que siempre que he visto otro libro de la autora me lo he comprado sin pensármelo dos veces. Por eso después leí “Hotel Almirante” y “Que veinte años no es nada”.

“La importancia de las cosas” es su último libro y cuenta la historia de Mario Menkell, un tímido y apocado profesor de escritura creativa en una universidad, famoso por un único libro, que de pronto tiene que hacerse cargo de todas las pertenencias de un inquilino suyo al que no conocía porque se ha suicidado y no tenía familia. Es entonces cuando Menkell descubre que el misterioso inquilino tenía la casa abarrotada de cosas, de pequeñas cosas, colecciones de todas clases. Ahí arranca la historia.

“La importancia de las cosas” habla de las casualidades, que muchas veces ocurren. Habla de los amores cobardes, esos amores eternos que uno mantiene en secreto durante años porque está convencido de que nunca podrán existir. Habla de que a veces el destino te hace guiños y te ofrece segundas oportunidades. “La importancia de las cosas” es una historia romántica y sobre todo es una historia sentimental porque habla de sentimientos, habla de amor, de compañerismo, de ambición, de complicidad, de falta de autoestima, pero en ningún momento su forma de ser contada cae en la cursilería.

“La importancia de las cosas” habla de personas con las que no te es difícil identificarte. Habla de la vida, de cualquier día. Es una historia aparentemente muy sencilla, pero donde todos los acontecimientos van encontrando acomodo y al final encaja todo, y la historia no era tan sencilla como parecía.

“La importancia de las cosas” habla de esas pequeñas cosas que vamos guardando y que aunque no tengan demasiado valor nos importan tanto y solo nosotros les encontramos un sentido. Habla también de los misterios que hay detrás de cualquier vida por muy simple que parezca.

“La importancia de las cosas” es uno de esos libros que me he leído de un tirón, una historia sencilla, dulce, tranquila, agradable aunque misteriosa, una historia contada con claridad, con agilidad, sin grandes artificios en la escritura, ni un mensaje profundo, ni demasiadas imágenes ni lirismo en la forma de contarla, quizás algo previsible, no es una obra maestra, pero me atrapó en cuánto la empecé a leer, después he podido saborearla página a página y no quería que se acabara.

Os dejo aquí con el principio de la novela:

“De no ser por un cúmulo de circunstancias escasamente ordinarias, los caminos de Mario Menkell y Fernando Montalvo no hubieran tenido nunca la ocasión de cruzarse. Habían nacido con destinos distintos, y sus expectativas personales eran tan diferentes entre sí, que resultaba casi milagroso el que sus vidas se hubieran tocado, ni siquiera de refilón, en algún punto de la sinuosa trayectoria vital de cada uno. Y los hados, o algún dios sin nombre, quisieron jugar de esa forma las cartas de la suerte, quizá para divertirse, o a lo mejor para dar a Mario Menkell la oportunidad de enderezar su vida.

Estaba acabando de desayunar cuando recibió la llamada del representante de la agencia inmobiliaria. El hombre saltó por encima de los saludos de rigor – incluso de aquellos que van de la mano de la más elemental educación- para soltarle la noticia a bocajarro.
¿Es usted Mario Menkell? Soy Losada el de agencia. Tengo novedades. El señor Montalvo se suicidó anteayer.
¿Cómo dice?
Fernando Montalvo. Su inquilino. Se ha matado.
La mayoría de las veces a Menkell le costaba recordar que estaba en posesión de un piso con arrendatario. Había heredado ambas cosas –el inquilino y la casa- de una tía en segundo grado a la que ni siquiera conocía mucho...”
¿A que os apetecería seguir leyendo...?
Rocío Díaz

6 comentarios:

  1. He conseguido encontrar el espacio temporal para visitar tu blog y el espacio físico para escribir en él, este último reconozco que con gran esfuerzo, pues a pesar de lo que os contaba en la comida, soy más naúfraga que marinera cuando de navegar se trata. Me ha sorprendido encontrar a otra Rocío, a la misma que tras la mañana se viste de tarde, a la que apenas conozco. Me ha sorprendido y me ha encantado.

    Este año también yo he conocido a Marta Rivera de la Cruz, a la que ya seguía en sus intervenciones radiofónicas de los sábados. "Que veinte años no es nada" me reconcilió con la lectura de autores españoles que tenía un poquito abandonada por alguna mala elección del pasado. Tras la reconciliación ya se sabe lo que pasa...así que me pegué un festín literario con Lorenzo Silva que duró tres semanas, las que tardé en devorar todas sus novelas del sargento Bevilacqua, y dos obras suyas más de propina. Tres semanas de inmersión adolescente, leyendo como solía hacerlo a los dieciocho años, entregadita. Me atreví a escribirle un correo a través de su blog contándole mi momentánea transformación y me contestó simpático y cercano, respuesta que me subió la moral para otras tres semanas y que guardo con mucho cariño en uno de sus libros.

    De Rosamari solo puedo decirte que la conocimos todos los que tuvimos la suerte de merendar pan con mantequilla y azúcar, y me ha emocionado recordarla tal como era, tal como éramos todos nosotros. Consigues hacerme sentir protagonista de tus relatos con la naturalidad de quien lee un cuento a un niño antes de dormir. Solo espero que Rosamari, como hoy me ha pasado a mí, pueda llevarse a casa un libro con la firma de su amigo. Bonita coincidencia.

    Gracias Rocío de tarde. Te seguiré leyendo.

    Ana Ramos

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  2. Aunque ya te contesté en su día, me gusta volver y releer tu especial comentario. Releer-te. Muchas, muchas gracias Ana. Qué bien escribes, que bien me escribes. Aquí estaré, claro, siempre que quieras. Un beso,
    Rocío

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  3. Hola Rocío,
    Ayer terminé de leer "La importancia de las cosas", y mientras hacía la cena pensaba en lo bien que me había sentado su lectura y en la suerte de que una entrada en tu blog me hubiera animado a seguir leyendo a Marta Rivera de la Cruz. Me ayudan mucho tus recomendaciones porque a veces da un poco de miedo comprar un libro con la única referencia de una campaña publicitaria. Solo quería compartir este comentario contigo y animarte a seguir con este espacio virtual que me traslada a otros mundos por los que, de ordinario, no suelo pasear. Casualmente, como empieza a ser costumbre entre nosotros, al entrar en este rincón para hacer mi comentario, me encuentro que hace casi exactamente un año que hablabas de "La importancia de las cosas", y que hay otro comentario mío...¿Seremos una especie de Mario Menkell y Fernando Montalvo, eso sí, en versión femenina y macizorra?
    Un abrazo.

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  4. ¡¡Sobre todo macizorra!! Claro que sí. Qué graciosa. Muchas gracias Ana. Me alegra mucho que te gustara "La importancia de las cosas". A mí no te creas que me gusta mucho recomendar, porque claro cada uno somos un mundo... Pero me gusta la forma de escribir de Marta Rivera de la Cruz. Si ya te has leído "Que veinte años no es nada" y "La importancia de las cosas" ahora ya te tendrás que leer "En tiempo de Prodigios" que a mí fue el primer libro de ella que me gustó. Me gustó mucho, quizás es el que más, tal vez porque fue mi descubrimiento de su escritura. En cualquier caso me agrada mucho saber que te valió mi entrada y que además eso sirve para que te acuerdes de mí, y me escribas. Es muy agradable recibir comentarios. Un abrazo muy fuerte, Rocío

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  5. Rocío, ayer empecé a leer "En tiempo de prodigios". En este momento tengo necesidad de leer y paso por la Biblioteca de Tres Cantos como un ciclón, devuelvo y cojo, devuelvo y cojo...
    El ejemplar estaba muy deteriorado. Cuando lo saqué de la estantería, descuajeringado y sucio, pensé: de aquí pillo yo una infección. Pero al abrir el libro, ¡sorpresa! Marta Rivera de la Cruz lo había dedicado a la biblioteca y a todos los lectores que lo sacaran de ella. Y la firma enorme de Marta con bolígrafo azul volvió precioso el tomo ajado. Con qué poquito se puede transformar el mundo.
    Ya te contaré cuando lo termine.
    Un beso. Me encantan tus poetas.

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  6. Es verdad. Pues ya me contarás, a mí me gustó mucho. Qué buena constumbre la de visitar las bibliotecas, y qué suerte tener a mano una que esté bien. Yo creo que es más fácil el acceso a las bibliotecas y los centros culturales en los pueblecitos de alrededor de Madrid, que aquí. Un beso, Rocío

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