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domingo, 11 de diciembre de 2022

"Frontón Beti Jai" de Madrid

 


 Hace tiempo que mi ciudad y yo tenemos un trato. 

Si yo no voy por la vida quejándome de sus carencias o flaquezas, ella siempre tendrá reservado para mí un tesoro. 

Ese viernes de diciembre llovía sobre Madrid sin consuelo, sin embargo mi querida ciudad me tenía reservado el placer de conocer uno de sus "Palacios del deporte", como dijo la guía. Me encantó saber que de edificios como el que estaba a punto de conocer provenía tal expresión: "Palacio del deporte": Un lugar con fisonomia exterior de palacio neoclásico, cubiera decorada de neomudejar y un interior dedicado a esta actividad, en este caso a la pelota vasca. Porque, es increible, pero hubo un tiempo que en Madrid era muy importante este deporte.

Ese viernes, pude conocer el Frontón Beti Jai, un superviviente semioculto en la calle Marqués de Riscal, en pleno Chamberí, pero que durante muchas décadas pasó tan desapercibido que casi lo perdemos, a pesar de ser un lugar más que centenario y de que su peripecia cuente tanto de nuestra historia.  


Fue inaugurado en 1894, en lo que entonces eran las afueras de la ciudad. La moda nos vino porque la Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, la viuda de Alfonso XII, en el 1887 había comenzado a veranear en San Sebastián buscando unos ambientes más aireados con sus balnearios y sus chorros. Y la Regente se enamoró de aquella ciudad y sus costumbres.

A partir de ahí se multiplicaron los frontones de pelota vasca en Madrid, y éste de nombre "Siempre fiesta" o Beti Jai tenía una capacidad para 4000 espectadores y costaba 3 pesetas entrar para disfrutar de sus pelotaris. Teniendo en cuenta que por aquel entonces el sueldo de un obrero era de 7 pesetas, imaginaos... 


 

Pero dicen que por las apuestas llegó la corrupción, y al final el Beti Jai, que tenía otros frontones que le hacían la competencia mucho más céntricos, tuvo que cerrar en lo que se refiere a la actividad para la cual había sido construido solo unos poquitos años más tarde. A partir de ahí empezó a ser utilizado para mil y una actividades. Y yo que me preguntaba qué nos iba a contar durante una hora la guía de un frontón, resulta que me quedé fascinada del destino tan accidentado que tuvo el Beti Jai.

No puedo contaros con mucho detenimiento su trayectoria y declive, nos alargaríamos demasiado. Pero que sepáis que en él, después de abandonarse su uso estrictamente para la pelota vasca, hubo competiciones de esgrima, de hípica y otros deportes. También sirvió como taller de experimentación de prácticas de aviación por el famoso Torres Quevedo. También fue de la Harley- Davidson. En algún momento fue almacén de aceitunas, también escayolas. Después se utilizó para mítines políticos por su acústica tan lograda y su amplio espacio. Más tarde en la guerra civil casi no resultó agraviado y terminó siendo utilizado como Checa. Y después de la guerra como sede de Falange, y de la Sección Femenina. En los años siguientes terminaría siendo sede otra vez del mundo del automovil, como de una conocidas Carrocerías y luego de Citroen. Claro todos estos cambios repercutieron en su fisonomía interior. Incluso tuvo sus épocas de abandono total donde lo ocuparon los bichos y la maleza. Épocas en las que se colaban algunos indigentes y okupas. El pobre Beti Jai que había sido tanto casi se pierde. 

 


 


 

Gracias a una plataforma vecinal, y a distintas cadenas de televisión que hicieron ruido mediático, finalmente las Administraciones Públicas consiguieron sacarlo de la especulación y catalogarlo como Bien de Interes Cultural empezando su rehabilitación, que aún no ha concluido.  

Y ahí lo tenemos palpitando de nuevo como fue, encerrado entre edificios que fueron construyendo a su alrededor, pero restaurado conserva el brillo de su antiguo esplendor. 


 

 


 No me digais que no tengo un buen trato con mi ciudad.


 

#Fronton Beti Jai

#Madrid

- Las fotos antiguas las he tomado prestadas de internet, proceden del Archivo Regional de Madrid, o del Colegio de Arquitectos.