Una vez yo tuve la suerte de encontrar mi sitio. O debería decir uno de mis sitios, porque los años, las arrugas y las ausencias me han enseñado que no es conveniente depositar todos los afectos ni en un solo lugar ni en una sola persona. Y no es mala enseñanza.
Pero sí puedo asegurar que uno de mis refugios preferidos es la tertulia literaria donde paso cada semana una tarde presencial, y muchos ratos virtuales. Quién me hubiera dicho a mí hace 25 años que estaba entrando en un patio donde jugamos al corro las personas y las palabras, las palabras y las personas. Ese juego maravilloso y eterno que ya nunca me he querido perder.
En Rascamán, que es una palabra que no significa nada pero simboliza una tertulia que significa muchísimo, encontré el cobijo necesario para escribir sin sentir soledad, a mí no se me da nada bien ese sentimiento. Con el tiempo la tertulia ha crecido conmigo y son muchísimos relatos ya los que he escrito y corregido gracias a la inspiración y la compañía que me ha prestado.
Este invierno, mis compañeros y yo, volvimos a compincharnos para que viera la luz nuestra cuarta antología. No solo es una excusa para juntarnos, es un resumen de lo que significa trabajar juntos abrazando palabras, que suena tan cursi como cuando esos, no menos locuelos, dicen que lo hacen con los árboles. Pero mira tú que al final es así como resulta que vamos tantos por la vida.
"Lo que la hoja te cuenta", o el cuarto libro donde nos celebramos.
Javier Díaz, poeta y coordinador de la tertulia, presentando |
David Lerma, compañero del alma, que me dejó el mejor sitio para grabar |
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