"Esos son los libros más luminosos, los que dejan un silencio final cuando los terminamos. La respuesta es asombrosa, los libros que nos callan, los que apagan la sala de estar, los que aún sobre la mesa o en nuestras manos dicen o miran. Nos dicen y nos miran. "
Yo nunca había leído a Máximo (o Máxim) Huerta. Es verdad que no me perdía nunca su sección en los programas radiofónicos de Carles Mesa y me gustaban bastante. Era muy instructivo en lo que contaba, que casi siempre era de palabras y de escribir, y muy natural él hablando. Pero, en cambio, no sé por qué nunca lo había leído.
Pero ya está. Me he leído "Mi pequeña librería", su último libro en un pispas, porque cierto es que no tiene muchas páginas, ciento y pico, pero es una delicia. En este libro narra cómo empezó su gusto por la lectura desde niño y cómo nació la idea de montar una librería en un antiguo horno en su ciudad natal: Buñol (Valencia).
Es todo un homenaje a la lectura, a los libros, a escribir, a los escritores (en especial a Ana María Matute) y, por supuesto, a las librerías.
He subrayado muchísimos párrafos, tanto, que es imposible poder transcribirlos todos. Cuánto me gustaban algunos de ellos, se podían casi saborear. Se mezclan en su prosa tanto retazos de su vida con el amor a la literatura. Nos cuenta de su infancia, de las enciclopedias que le compraban en casa, de los libros que sacaba de la biblioteca, del primer pinchazo de amor, de su gusto y querencia por los personajes que todos recordamos y de la debilidad por las palabras, de cómo nació la idea de abrir una librería en su pueblo, de la búsqueda de local, de las obras interminables, de la inauguración, del amor con mayúsculas por las letras. Hay muchísimos guiños a personajes y libros, guiños que de pronto te trasladan volando a esa historia. Viajar, como bien dice el autor, leer es viajar y en este libro viajamos muchísimo.
Es una prosa muy rica la del autor, muy cuidada, muy elaborada. Me gusta el apartado que hace de cartas que escribe, creo que a otros personajes suyos, aunque claro como yo no he leído sus novelas no sé quiénes eran. Pero no importa, porque de siempre me gusta mucho el género epistolar y el autor sabe cómo transmitir intimidad y complicidad con él. Otro aliciente para leerme sus anteriores historias. Además "Mi pequeña librería" está salpicado de sus dibujos elegantes. Este libro es una mezcla entre biografía y ensayo, y la prosa va fluyendo sola como llevándote a un lugar tranquilo, su ritmo es pausado pero sin decaer en ningún momento, siempre y cuando compartas ese gusto por lo literario, claro.
Y el final, con ese último diálogo, retomando un hilo que había dejado atrás, me ha encantado.
La he disfrutado mucho.
"Todo en la vida es esperar. Penélope bordando para hacer tiempo, como si el tiempo se pudiera hacer. Ojalá. Esperaba nervioso Gatsby a que se encendiera la luz verde al otro lado de la bahía, y Aureliano frente al pelotón. También lo hacía el viejo ante su mar, o el cartero de Pablo Neruda. Y esperaba el pueblo a ver a su rey con el nuevo traje. Esperaba el viejo que leía novelas de amor escondido bajo la barca, esperaba Alatriste como caía la noche, esperaba el muerto de Diez Negritos en su habitación mientras cayendo otros, esperaba la abuela a Caperucita con su cesta a que cruzara el bosque, esperaba la Maga en el Pont des Arts, esperaba el Aleph, esperaba el amante, esperaba la amada. Esperaba el ciprés la hora de la sombra, esperaba la portera a la niña, esperaba el niño con el pijama de rayas.
Cierto es que todos estamos esperando, como todos los familiares en aquella sala de postoperatorio. Pero seamos sinceros, ¿Quién no está a la espera? la vida es una secuencia de esperas. Bien sean individuales, bien colectivas. El país espera que se acabe la crisis, el edificio espera a que venga el técnico del ascensor, la vecina del quinto espera a que llegue la compra, el encargado del supermercado espera que no le vuelva a tocar ese domicilio, el portero espera al de Correos porque así podrá cerrar y sentarse con su familia a comer en la pausa de dos horas que le corresponde, la mujer lo espera con la comida caliente, el hijo espera que no vuelva a hacer lentejas, que las odia, el padre espera que salga mejor estudiante que la hermana mayor, la hermana espera... "
"Siguen amargas las almendras como los amores contrariados? ¿Sigue orgullosa y altiva Fermina Daza? ¿Qué tiempo hace ahora en Vetusta? ¿Nos espera Ana Ozores con ese halo de aburrimiento y soledad? ¿No anhelamos algo mejor, como ella?"
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