"Si en algún momento tropiezan con una historia, o con algunas de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado".
Recuerdo con especial cariño el libro "Olvidado Rey Gudú" de Ana María Matute. Y yo no soy de libros de fantasía pero éste me encantó, tan sentimental, me caló muy dentro. Guardo un buenísimo recuerdo de algunos de sus personajes, del Trasgo del Sur que se va contaminando y del Rey Gudú incapaz de querer. Me los creí, como dijo la autora cuando le entregaron el Premio Cervantes.
Estos días, en el Instituto Cervantes de Madrid, hay una exposición sobre Ana María Matute que cuando estuve viéndola me pareció muy interesante.
Entre semana apenas hay nadie y se puede recorrer con absoluta tranquilidad tomándote todo el tiempo que quieras para detenerte en sus vitrinas, ir leyendo y recordando a esta autora que siempre tuvo a los niños muy presentes en su literatura, aunque no fueran libros infantiles. Ella escribía "sobre" niños, no para niños.
El año que viene 2025, se celebran cien años de su nacimiento: Ana María Matute (Barcelona 1925-Barcelona 2014) y se puede considerar esta exposición como el inicio de los actos que se realizarán con tal motivo.
La del Cervantes, como casi siempre hacen, es una exposición pormenorizada y llena de detalles de su vida, de su forma de escribir, de sus libros. El trayecto que muestran está dividido en cuatro etapas: infancia, juventud, madurez y renacer. En todas y cada una de esas partes encontraremos muchos documentos interesantes: fotografías, borradores de libros, cartas, el peso de la censura, dibujos, y también objetos personales.
Me gustó bastante, me transmitió intimidad, cercanía, incluso diría que fue relajante, tras un día de trabajo, ir redescubriendo a esta escritora que tanto me gustó leer.
Y por supuesto el título que le han puesto a la exposición me encanta: "Quién no inventa, no vive".
Completamente de acuerdo Señora Matute.
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