Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 23 de febrero de 2024

"Punto de cruz" de Jazmina Barrera

 



«Si la alegre era Dalia, entonces las tristes éramos Citlali y yo. Pero yo no estaba de acuerdo, para mí Citlali era la divertida, aunque es cierto que el humor no necesariamente se contrapone a la tristeza. La de los gestos, las imitaciones y las bromas era Citlali. Yo era la de los chistes en voz baja, la de los buenos chistes que nadie recordaba que yo había dicho, y mi tristeza era así también: una tristeza en voz baja».

Me acerqué a esta novela porque en su día me leí "Cuaderno de faros", también de Jazmina Barrera y me había gustado mucho. 

Reconozco que ésta no me ha gustado como el anterior, es lo malo de las comparaciones, aunque sí, también sé que muchas veces en la comparación no se evalúa con toda justicia cada elemento, como haríamos de hablar de ellos por separado. 

"A propósito de lo que habíamos escrito, él fue el primer maestro que nos explicó que la palabra "texto" y la palabra "tejido" compartían la raíz latina texere, que significa tejer, trenzar, enlazar. Citlali y yo nos vimos convirtiendo nuestra novela en película y volviéndonos millonarias. Con el dinero que ganaríamos íbamos a comprarnos un barco y a atracarlo en Venecia donde viviríamos las dos, navegando para conocer los puertos del mundo enero. Después de un par de meses, el maestro consiguió una beca para estudiar en Estados Unidos y abandonó el taller..."

Arranca el argumento con la muerte de Citlali, que es la mejor amiga de Mila, la narradora de la historia. A partir de este hecho ocurrido a destiempo la protagonista y narradora nos va a contar la historia de la amistad de tres adolescentes: Citlali, Mila y Dalia. Nos cuenta de sus vidas, de su relación y su tránsito a la vida adulta, en un intento de explicarse cómo se ha llegado a esa muerte que no tenía que haber ocurrido y le ha entristecido mucho. 

La autora abordará recuerdos salteados y se centrará bastante en dos viajes. Uno que hacen por Europa, uno nunca olvida esos primeros viajes de descubrimiento tanto de lo de fuera como de lo dentro de una. Y otro viaje a una comunidad en Querétaro, en Méjico. 

Mientas se va desenvolviendo el argumento, se abordan muchos temas en esta novela, a pesar de no ser muy larga. Por supuesto, el tema principal de la amistad. Muy bien elegida la amistad de adolescencia porque es cuando este sentimiento es más intenso, duele más. Pero también se aborda el tema del feminismo, de la ecología, de la violencia doméstica... Aunque es cierto que todo se cuenta muy sutilmente. 

"Mi madre se negaba a comprarme desodorante -porque daba cáncer- y rastrillos- que irritaban la piel- solo para complacer a un montón de tarugos, decía. Así que le robaba los rastrillos nuevos a mi abuelo y los desodorantes a mi abuela. Cuando nos empezaron a dar permiso en la escuela de ir al centro comercial de enfrente, durante nuestra hora libre los martes, me llevaba el dinero que nos daban para la semana y me compraba playeras escotadas, brasieres con relleno, desodorantes y rastrillos. Mi madre me recomendó deformar mi cara en una mueca y esconder la mano bajo la manga del suéter para fingir ser manca y que los hombres no me acosaran por la calle."

«Siempre estábamos bordando y bordábamos juntas. Citlali bordaba un bestiario de animales y plantas extintas, de colores brillantes, y una colección de arañas y telarañas que llamaba su aracnario; Dalia bordaba patrones abstractos, cenefas cada vez más intrincadas; y yo bordaba en mi ropa frases de libros y canciones, y dibujos de objetos, partes del cuerpo y figuras prehispánicas. La gente empezó a referirse a nosotras siempre en plural, con los mismos adjetivos -listas, cariñosas, cortadas, ñoñas, miedosas-, a imaginarnos como una criatura de dos o tres cabezas».

Me gusta mucho como la autora mejicana ha estructurado la novela, salpicando la historia principal de la amistad de las tres adolescentes y su evolución, con fragmentos intercalados a los que ha separado con dibujitos de una aguja con su hilo, y que abordan la costura, el bordado en general. Estos textos mucho más breves que no se corresponden con la trama principal pueden ser otras historias o explicaciones etimológicas relacionadas con la costura o píldoras culturales de mitología y literatura. Eso casi que es lo que me resulta más atractivo de esta novela.

"Durante la segunda guerra mundial, el 15 de febrero de 1942, Singapur fue invadido por Japón. las familias enteras de los militares, doctores, enfermeras y misiones de Dinamarca, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido fueron capturadas y separadas. A las madres e hijos los mandaron a campos en las prisiones de Changi y a los hombres a hospitales y campos militares cercanos. Las mujeres cautivas vivían en condiciones espantosas, pero se les permitió dar clases de bordado y costura con retazos. Ethel Mulvany tuvo la idea de pedir permiso para hacer tres colchas, una australiana, una británica y una japonesa (para aparentar) y mandar las colchas al campo militar donde estaban los hombres. Le otorgaron el permiso. En esas colchas cada mujer tuvo un recuadro para bordar flores, palabras de aliento, sus nombres y mensajes que en código le dejaran saber a los hombres que estaban bien."

A mí me gusta esa técnica, me parece que imprime mucho ritmo a la historia y despierta mi curiosidad. Jazmina va mezclando la vida de las protagonistas con la evolución de la técnica del bordado entre las mujeres. 

"Nunca he leído ni leería un manual para escribir novelas, pero se me ocurre que se podría escribir a partir de las instrucciones de los manuales de bordado, tomar esas pautas como si fueran sabios consejos desinteresados: "Para bordar el cimiento siempre se usa aguja con punta". "No aprietes mucho la puntada, ya que, si lo haces, la cadena se cierra y pierde el efecto". "Haz exactamente lo mismo pero en espejo, reduciendo una línea a cada paso". "Cuando se deja de bordar, hay que soltar la labor del bastidor para que la tela respire."

Por otra parte, también me parece atractivo el lenguaje, puesto que al ser una autora mejicana hay muchos vocablos diferentes y me parece enriquecedor. 

"La palabra pretexto viene del latín proetextus, participio pasivo del verbo proetextere, que significaba "poner un bordado o tejido delante de una pieza de ropa". Un pretexto sería algo así como un adorno, un bordado o un brocado que se pone delante de los hechos para justificarlos o hacerlos tolerables."

No puedo decir que sea una novela que me haya entusiasmado, pero he encontrado sus hallazgos en ella y sobre todo si te motiva el tema de la costura, el bordado y demás, yo creo que se lee bien y puede resultar interesante su lectura. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno