Nos gustaba seguir ilusionándonos, nos gustaba jugar, y por eso coleccionábamos trampantojos.
Los trampantojos eran esos murales en la pared que jugaban con nosotros gracias a la perspectiva y el efecto óptico.
Para empezar ya nos gustaba la palabra ¡Trampantojo! trampa para el ojo.
En aquella ocasión nos trajimos dos "trampantojicos" de tierras mañas que nos encantaron.
Bueno uno parece más un muralico, la verdad...
Qué ilusión le hizo a nuestro blog cuando se los dimos a la vuelta de nuestro viaje.
Aunque después preguntó: ¿Y no me has traído un adoquín de caramelo?
Algunos blogs son tan golosos como sus dueñas.
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