De vez en cuando hay que ser turista en la propia ciudad. Pararnos y darnos cuenta otra vez de que tenemos la suerte de vivir todos los días del año en un lugar que otros quieren conocer y visitar.
En una de esas ocasiones que decido ser turista en Madrid he revisitado el barrio de Salamanca aunando mis dos pasiones: El viaje y la literatura.
Y ahí me veis reconociendo el paso de los grandes escritores por ese barrio tan señorial.
Porque fue aquí, en la calle Claudio Coello, en el núm. 25, donde murió Gustavo Adolfo Becquer (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) en el año 1870. Uno de los últimos representantes del Romanticismo, del Postromanticismo, no sería hasta después de muerto cuando se hiciera famoso tanto por su prosa como por sus versos. Rasgos distintivos la temática intimista y una aparente sencillez
expresiva, alejada de la retórica vehemencia del romanticismo.
C/ Claudio Coello, 25 La casa donde murio Becquer |
Y muy cerca de allí en una calle paralela, la calle Velazquez núm. 4, encontramos que estuvo el torreón de Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963). Animador indiscutible de la vida literaria madrileña, en 1914 creó una
de las tertulias más frecuentadas y famosas con que ha contado Madrid,
la del Café Pombo. Su particular visión de la literatura, concebida dentro de los
presupuestos del arte por el arte, sin ningún intento de reflexión
ideológica, dio lugar a un género inventado por él, las greguerías, definidas por el propio autor como «metáfora más humor».
En la C/ Velazquez, 4 el torreón de Ramón Gómez de la Serna |
Y en la misma calle pero un poquito más hacia delante, en la misma Velazquez núm. 27 está la casa donde vivió un Premio Nobel cuando fue Vicecónsul de Yugoslavia en el 1929: Ivo Andric. Novelista yugoslavo de origen bosnio, premio Nobel de literatura en 1961 y uno de los más grandes escritores de su país. Ivo Andric permaneció apartado en la capital serbia durante la ocupación
nazi, período en el que escribió las tres novelas que le harían famoso,
Crónica de Travnik, El puente sobre el Drina y La señorita.
Y solo nos desviamos un poquito para coger una bocacalle a la derecha según subimos Velazquez para entrar en la calle Hermosilla y muy cerca en el núm. 34 vemos otra de las casas donde vivió el escritor y académico Armando Palacio Valdés (Entralgo, 1853-Madrid, 1938). Tras pasar su infancia
en Asturias, se estableció en Madrid a partir de 1870. En su obra se
distinguen tres etapas. La primera, marcada por su amistad con Clarín y
por la adopción de posturas democráticas. La segunda etapa, durante la que publicó sus mejores obras, se inició
con la dedicación a la novela y culminó a mediados de los años noventa. A partir de 1896, año de la publicación de Los majos de Cádiz, se produjo un giro ideológico en su obra hacia posturas más conservadoras
Y volvemos otra vez a la calle Velazquez porque si seguimos subiendo nos encontramos con otras dos casas que no hay que perderse.
En el núm. 57 de la calle Velazquez tenemos la casa donde vivió Pedro Muñoz Seca (Puerto de Santa María, 1881 - Paracuellos del Jarama, 1936). Dramaturgo
español. Practicó la abogacía y fue profesor particular, pero su
verdadero oficio fue el de autor teatral. Máximo representante del
teatro humorístico de principios del siglo XX, sus obras gozan aún de
una gran popularidad. Su habilidad para versificar y para los juegos de
palabras, junto a la distorsión grotesca de la realidad que presentaba
en sus piezas, crearon el llamado "astracán", una variante del género
chico.
Y en la otra acera de la misma calle Velazquez tenemos la casa donde vivieron y murieron los Hermanos Álvarez Quintero. Serafín Álvarez Quintero (Utrera, 1871 - Madrid, 1938) y Joaquín Álvarez Quintero (Utrera, 1873 - Madrid, 1944) Populares dramaturgos españoles conocidos a menudo como los hermanos Quintero o Álvarez Quintero. Autores de obras teatrales que transmiten una visión bondadosa y amable de la vida, son la encarnación perfecta del costumbrismo andaluz llevado al teatro.
Pero para no hacer tan larga esta entrada, vamos a continuar este paseo literario por el barrio de Salamanca en otra entrada. ¿Vale?
No os despisteis que ¡no hemos terminado!
No os despisteis que ¡no hemos terminado!
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