«–A ver, Guillermo, cuéntame eso de que te gustaría ser Mary Poppins cuando seas mayor…».
Estos últimos
días he estado leyendo “Un hijo” de Alejandro Palomas.
No es el primer
libro que me he leído de este autor, es el tercero o el cuarto. Este autor me
ganó con “El tiempo que nos une” en el año 2014. Desde entonces, y de vez en cuando me gusta
volver a él, porque tengo la seguridad de que pasaré unos días con una lectura
apacible, agradable, que me removerá por dentro, que me contará de sentimientos. Después de esa primera novela, me leí "El alma del mundo" y "El perro". Cada una en un año diferente. De todos ellos tenemos reseña literaria en el blog en la pestaña "Mis autores Alejandro Palomas". Por si queréis consultarlas.
Y ahora en el 2017 he leído "Un hijo".
Y ahora en el 2017 he leído "Un hijo".
Lo primero que
quiero decir es que me ha gustado mucho la portada de esta novela. Qué
importante es esto. La portada y el título, es la presentación, la invitación a
la lectura. Son importantes, se merecen cuidarlas, necesitan de su reflexión detrás. Ésta portada
en concreto a mí me atraía, tiene algo de misterioso y de mágico.
Y luego resulta
que “Un hijo” es un libro que habla de la palabra “supercalifragilísticoespialidoso”.
Os suena ¿verdad? De hecho en el blog hasta tenernos una entrada dedicada a
esta palabra mágica.
Pues bien el argumento de esta novela gira en
torno a esta palabra. Ya con eso te sonríes. El protagonista de nuestra
historia, Guille, cree que cuando pronuncie la palabra en cuestión, las cosas,
su mundo, volverá a estar bien. Porque Guille de mayor quiere ser Mary Poppins.
La novela arranca cuando su profesora Sonia piensa que sería bueno que Guille
visitara a la orientadora María, porque tiene miedo de que tras su sonrisa, y
su tranquilidad, haya algún problema o cuestión grave.
El tema que subyace a este argumento es el de
superar una pérdida sobre todo. Es un tema duro, profundo. Poco a poco el autor
nos va a ir dando pistas desde la voz del protagonista de cómo es esa pérdida,
porque aunque existe no sabemos los detalles.
Es una novela coral, hay varios protagonistas que
van tomando la palabra. Los personajes están muy bien definidos: Guille,
nuestro protagonista de nueve años, es hipersensible y especial. Es tranquilo,
bueno, muy frágil. Su padre, Manuel, que sabe que su hijo es diferente a los
demás, porque no le gustan los deportes ni los juegos rudos, solo juega solo
con una niña, Nazia, su vecina. Nazia es la otra niña nueva de la clase, única
amiga de Guille, e hija pequeña de una familia de pakistaníes que regentan el
súper del barrio. También están Sonia, la profesora de Guille. Y María, la
orientadora de sustitución, del cole de Guille.
Está contado en primera persona por eso sabemos
mucho de estos personajes. El autor ha elegido la técnica del
multiperspectivismo para contar la historia, cada uno de los implicados en ella
nos van a ir contando desde su posición cómo sienten lo que ocurre. Es una
técnica original la que ha utilizado el autor. Vemos las voces de cada uno de
los protagonistas, cómo cuentan, cómo sienten. En el caso de Guille vemos sus
muletillas al hablar, sus temores, sus deseos. Ese es un punto a favor de este
libro, lo bien que el autor refleja a cada personaje.
Es una narración sencilla, ágil, debido a que la
estructura de la novela está repartida en capítulos cortos protagonizados por
los distintos narradores: Guille, Sonia, María... Está además salpicado con los
dibujos que María, la orientadora, le encarga hacer a Guille. Eso rompe también la prosa, la ilustra, la agiliza,
y la hace más original. Es otro punto a favor del autor y su prosa.
Durante toda la narración el tono es distendido y cercano.
Y ya como otro punto positivo me ha gustado mucho el final de la novela. Esa escena de unos personajes alejándose y recortándose en la luz, cómo te cuenta lo que parecen. Me parece que le ha dado un final muy bueno, muy logrado.
Durante toda la narración el tono es distendido y cercano.
Y ya como otro punto positivo me ha gustado mucho el final de la novela. Esa escena de unos personajes alejándose y recortándose en la luz, cómo te cuenta lo que parecen. Me parece que le ha dado un final muy bueno, muy logrado.
No
busquéis en esta novela la gran intriga, es predecible. Pero es una novela de sentimientos. emotiva, que nos recuerda al niño que tenemos dentro y que aún quiere
creer que la magia existe.
Alejandro Palomas
(Barcelona, 1967) es licenciado en Filología Inglesa y Master in Poetics por el
New College de San Francisco. Ha compaginado sus incursiones en el mundo del
periodismo con la traducción de importantes autores. Entre otras, ha publicado
las novelas El tiempo del
corazón, Tanta
vida, El secreto
de los Hoffman (finalista Premio de Novela Ciudad de Torrevieja
2008 y adaptada al teatro en 2009), El
alma del mundo (finalista del Premio Primavera 2011), El tiempo que nos une y Una madre. Su obra ha sido
traducida a diez lenguas.
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